La Vigilancia que de sí Mismo Debe Tener el Ministro

«Ten cuidado de ti mismo y de tu doctrina.» 1 Ti.4: 16.
Todo obrero sabe cuán necesario le es conservar su herramienta en buen estado, porque «si los instrumentos se embotasen y no los amolase, tendría que emplear más fuerzas.» Si al obrero se le gastara el filo de su azuela, sabe que se vería obligado a redoblar su esfuerzo, so pena de que su obra saldría mal ejecutada. Miguel Ángel, el predilecto de las bellas artes, comprendía tan bien el importante papel que desempeñaban los útiles que usaba, que hacia con sus propias manos sus brochas y pinceles, ejemplificándonos de ese modo al Dios de la Gracia que con especial cuidado se adapta a sí a todo ministro verdadero.

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EL IMPERATIVO DE LA VIGILANCIA

(Lucas 12:35-47)
INTRODUCCIÓN: La semana pasada un poderoso terremoto de 7.6 según la escala de Richter sacudió a varios países de centro América, ubicando su mayor desastre en el pequeño país de El Salvador. Como es usual en estas dantescas tragedias, los muertos, desaparecidos, casas destruidas, el llanto, la impotencia, la desolación y la imposibilidad de recuperar lo perdido, llegan a ser las noticias que más dolor y solidaridad despiertan en el mundo entero.

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