Eres hijo del Rey, fuiste adoptado por Él y ahora gozas de Su compañía y misericordia. Dale gracias y demuestra que valoras Su sacrificio.
Cierta vez, una pareja decidió adoptar a una adolescente que había crecido en un mundo difícil y tenía antecedentes de mala conducta. La llevaron a su hogar y la inscribieron en un buen colegio pero se huía y no parecía estar cómoda con su nueva familia. Un día, los esposos llegaron a la casa y se llevaron el disgusto de verla revuelta. La jovencita que habían adoptado como hija les había robado todo lo que pudo. Los amigos de la pareja les aconsejaron que desistieran del proceso de adopción porque la niña no lo merecía pero el hombre respondió que seguiría a delante con el trámite, la buscaría y la restauraría porque la había escogido como hija y no la abandonaría. En la película “The blind side” sucede lo mismo pero el joven, que incluso era de otra raza, les agradece y crece siendo un exitoso deportistas.
Cuando Dios nos adoptó, no buscó nuestra perfección, sino que nos aceptó tal como somos. No esperó que fuéramos dignos del sacrificio de Su Hijo, sino que lo envió para salvarnos. Lo mismo hizo la pareja que aceptó a la jovencita y le dio su apellido a pesar del mal comportamiento que mostraba.
Una adopción es muestra de amor
2 Samuel 4:4 nos cuenta: Y Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán, y su nodriza le tomó y huyó; y mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset.
El libro de Samuel relata una conmovedora historia de adopción acerca del hijo del príncipe Jonatán y nieto del rey Saúl. Al morir ambos en una batalla, la familia real huye pensando que el nuevo rey los trataría mal. Ese nuevo rey era David y no tenía intenciones de humillar a nadie porque era noble de corazón pero en el palacio no lo sabían y corren asustados. La niñera que cuidaba Mefi-boset lo envolvió en una manta y se lo llevó pero se le cayó y queda lisiado el resto de su vida. Unos siervos lo recogen y vivió con ellos. Años después fue adoptado por el rey.
1 Samuel 20:13-17 dice: Pero si mi padre intentare hacerte mal, Jehová haga así a Jonatán, y aun le añada, si no te lo hiciere saber y te enviare para que te vayas en paz. Y esté Jehová contigo, como estuvo con mi padre. Y si yo viviere, harás conmigo misericordia de Jehová, para que no muera, y no apartarás tu misericordia de mi casa para siempre.(A)Cuando Jehová haya cortado uno por uno los enemigos de David de la tierra, no dejes que el nombre de Jonatán sea quitado de la casa de David. Así hizo Jonatán pacto con la casa de David, diciendo: Requiéralo Jehová de la mano de los enemigos de David. Y Jonatán hizo jurar a David otra vez, porque le amaba, pues le amaba como a sí mismo.
Jonatán y David eran muy amigos e hicieron un pacto. Jonatán le advirtió que su padre, el rey, quería matarlo, entonces, David escapa, luego de prometer que velará por la descendencia de su amigo. Cuando el príncipe y el rey mueren, David asciende al trono y el pueblo judío vive tiempos de paz y prosperidad bajo su mandato. Así que David recuerda su promesa y se dispone a cumplirla.
Quitado de la vergüenza
2 Samuel 9: 1-11 cuenta sobre la adopción: Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: Tu siervo. El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar. Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo? Entonces el rey llamó a Siba siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor. Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa. Y tenía Siba quince hijos y veinte siervos. Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor el rey a su siervo, así lo hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey.
David deseaba mostrar misericordia y cumplir su promesa. Al llamar al siervo, de inmediato preguntó por el descendiente de su amigo, de la misma forma que Dios no pregunta por tus defectos, sino que te busca donde estés.
Nota que Mefi-boset, siendo hijo de la realeza se consideraba un perro muerto, se menospreciaba porque tenía el estigma de ser lisiado. Todos lo veían así, como algunos son ya conocidos por cierta característica que los identifica. A veces decimos: “Iré donde la señora de la tienda” para referirnos a la persona que tiene un negocio cerca. Pero el rey no menciona su estigma sino que lo manda a traer del lugar donde vive que se llama “Lodebar” que significa “en lugar desierto”.
Cuando llega ante él, lo primero que le dice es “no temas”, tal como dijo Jesús tantas veces en los Evangelios y como seguramente te dijo el día que le entregaste tu vida. “No temas” es la única frase escrita en todos los libros de la Biblia y el Señor nos la ha dicho siempre.
El nombre “Mefi-boset” significa “el que es quitado de la vergüenza”, como tú y yo. Yo nunca me he quebrado un hueso y nadie me ha botado pero sí he caído al grado de tener vergüenza, cuando era pecador. En ese tiempo, tenía una amiga que me decía “Carlos, estoy orando por ti para que el Señor te quiebre las piernas”. Vivía en España y enfermé, cuando esperaba que me ingresaran a la sala de operaciones, temblaba y en esos últimos momentos de conciencia le dije al Señor: “me quebraste, perdóname, si no despierto, llévame a Tu presencia y si despierto, te serviré siempre”. Así llegué a Sus pies, hice mi confesión de fe solo, en esa mesa fría de quirófano.
Compartir la mesa del Rey
Imagina por un momento que estamos ante la mesa del rey David que según la Biblia era joven y de hermoso parecer. Vemos que cena con sus hijos, la hermosa princesa Tamar; su heredero, el sabio Salomón; su hijo mayor y no tan bien portado, el príncipe Admón y Absalón que tenía el pelo largo. De esa misma forma, el Señor nos sirve en Su mesa todos los días porque nos adoptó.
Allí mismo, en la mesa del rey, podremos ver a Mefi-boset, el que fue rescatado aunque se creía un perro muerto, una piltrafa de la que se huye porque es escoria que se debe enterrar. ¿Alguna vez te has sentido así? Imagina cómo se sentiría el nieto de Saúl para temblar delante del nuevo rey quien no le preguntó su pasado sino que lo recibió como a uno de sus hijos. El Señor es igual, no pregunta sobre tu debilidad o pecado, simplemente te invita a Su mesa y te ofrece Su misericordia.
Cuando eres adoptado por el Rey ya no tienes ninguna condenación, eres libre del poder del mal y te conviertes en miembro de Su Reino. No tengas miedo de ir a Su casa porque Él te espera en cualquier momento para que formes parte de Su sacerdocio y te goces en Su presencia.
Ahora tienes una herencia, eres partícipe con Cristo en el servicio, en la vida eterna y en el cielo. Tu Padre te dice que eres perfecto porque Él pagó el precio para santificarte. Puedes ser cojo o ciego, pero eres perfecto para ante Sus ojos, por Su misericordia y por la sangre que derramó por ti. Ahora eres miembro de Su cuerpo y rama de la vid verdadera, ya no tienes mancha ni arruga, eres novia perfecta para el esposo. Sobre todo, eres morada del Espíritu Santo y puedes comer en la mesa del Rey junto a Sus hijos. Si un día caíste y quedaste tullido o inválido, el Señor quiere rescatarte y hacerte Su hijo. No escuches la voz del enemigo, Dios no te ha olvidado y ya no estás paralizado, tu Padre te dice que quiere rescatarte y recibirte como hijo.
Por: Pastor Carlos Montúfar