¿Cómo detener la violencia doméstica que sufre una amiga o discípula?

Por Proyecto Nacional de Prevención.¿Cómo detener la violencia doméstica que sufre una amiga o discípula? Posiblemente algunas piensen que los problemas de ella se «arreglarán por sí solos». Lamentablemente no es así. La violencia doméstica no se detiene a menos que se lleven a cabo determinadas acciones para lograrlo. Este artículo le ofrece una orientación de cómo ofrecer ayuda a quien está en peligro.

Una guía práctica para ayudar

 

Cada año millones de mujeres son abusadas físicamente por sus esposos, novios o parejas íntimas. Es probable que alguien que usted conoce —su vecina, compañera de trabajo, amiga, hermana o su propia madre— sea víctima de violencia doméstica. Estos son algunos de los signos que indican que una mujer puede tener ese problema:

 

-Frecuentemente se le notan moretones o heridas o muchas veces sufre de «accidentes» para los cuales tiene explicaciones muy poco claras. Esos «accidentes» hacen que falte al trabajo.

 

-El esposo o pareja controla sus actividades, todos los gastos de la familia, la manera en que ella se viste, o el contacto entre ella y su familia y/o sus amistades.

 

-Cancela sus planes con frecuencia y a última hora, o parece tener miedo de hacer enojar a su pareja.

 

-Su pareja la pone en ridículo en público o usted puede percibir agresividad en todos los comentarios que él hace.

 

-Usted puede notar cambios en el comportamiento de ella y/o de sus hijos e hijas. A menudo parece estar asustada o muy cansada.

 

Quizá usted piense que los problemas de ella se «arreglarán por sí solos». Lamentablemente no es así. La violencia doméstica no se detiene a menos que se lleven a cabo determinadas acciones para lograrlo. Sin embargo, puede ser difícil saber qué hacer. Con frecuencia la gente se resiste a discutir algo tan íntimo y tiene temor de meterse en lo que no le importa. Veamos a continuación una serie de justificaciones que a menudo se utilizan para no ofrecer ayuda:

 

No debo meterme en asuntos privados de familia. El maltrato o la violencia doméstica —es decir, todo lo que implique golpes u otros tipos de violencia en contra de la esposa— no es solamente un problema familiar. Es un delito que tiene serias repercusiones para esa mujer, sus hijos e hijas, y para la comunidad entera.

 

La verdad es que ese problema no es tan grave. La violencia doméstica incluye amenazas, empujones, golpes, cachetadas, intentos de estrangulación, asalto sexual y agresiones con armas. Rara vez es un incidente que ocurre sólo una vez y normalmente su frecuencia y severidad se van incrementando. Cualquier acto de violencia doméstica debe tomarse muy en serio. Los abusos contra las esposas provocan más lesiones que requieren tratamiento médico que la suma total de violaciones, accidentes automovilísticos y asaltos a mano armada. El maltrato también puede ser mortal: treinta por ciento de las mujeres asesinadas anualmente en los Estados Unidos son muertas por sus esposos o novios.

 

Ella debe de estar haciendo algo que provoca que él sea violento. Nunca se debe culpar a la víctima por el hecho de que otra persona eligió usar la violencia en contra de ella. En toda relación existen problemas, pero es totalmente inaceptable el uso de la violencia para resolverlos.

 

Si la situación fuera tan mala, ella ya lo habría dejado. Para la mayoría de los seres humanos nunca es fácil terminar una relación. Aún más difícil resulta terminar una relación violenta. Los lazos emocionales que unen a una mujer con su pareja pueden ser muy fuertes, y le brindan la esperanza de que la violencia terminará algún día. También puede ser que ella dependa financieramente de él, y al dejarlo tendría que enfrentar serios problemas económicos. Incluso puede ser que ella carezca de información acerca de los recursos disponibles o que, en el pasado, el sistema de servicios sociales o el sistema judicial no le hayan ayudado en absoluto. Asimismo, las presiones religiosas, culturales, o familiares pueden hacerle creer que su deber es mantener a la familia unida. Además, su pareja pudo haberla amenazado de muerte para evitar que lo deje. Si la mujer es trabajadora migratoria o trabajadora agrícola de temporada, pueden existir algunos obstáculos adicionales como la falta de transportación, la ausencia de conocimiento del sistema legal y los tipos de protección que este ofrece o, también, carencia de lugares de ayuda en donde se hable su idioma.

 

¿Acaso no le preocupa lo que le pasa a sus hijos? Probablemente su amiga está haciendo todo lo que puede para proteger a sus hijos o hijas de la violencia doméstica. Ella puede sentir que el maltrato se dirige sólo contra ella y no se da cuenta de su efecto en los niños. Además, puede pensar que los niños necesitan un padre o, quizá, no tenga manera alguna de mantenerlos por sí sola. Asimismo, los niños le pueden suplicar que se quede ya que ellos no quieren abandonar su casa ni a sus amiguitos. También puede temer que, si abandona a su marido, pierda la custodia de sus hijos e hijas.

 

Lo conozco y la verdad es que no creo que él pueda hacerle daño a nadie. Muchos abusadores no son violentos en otras relaciones y pueden ser una maravilla de persona en sociedad; sin embargo, son extremadamente violentos en la privacidad de su casa.

 

Lo que pasa es que él debe estar enfermo. El maltrato hacia la pareja es un comportamiento que se aprende, no una enfermedad mental. Las experiencias que un abusador vivió en su infancia y los mensajes que recibe de la sociedad le confirman que la violencia es una manera fácil de obtener poder y control sobre su pareja. Los abusadores han elegido conscientemente este comportamiento; en consecuencia, visualizarlos como «enfermos» los disculpa equivocadamente de la responsabilidad de sus actos.

 

Creo que lo que causa la violencia es su problema con la bebida. El alcohol o las drogas pueden intensificar el comportamiento violento, pero no son la causa del mismo. Típicamente, los abusadores usan como pretexto la pérdida de control debido al alcohol, las drogas o a mucho estrés. Sin embargo, la violencia doméstica no representa una pérdida de control sino, por el contrario, una manera de obtenerlo.

 

¿Cómo puede ella querer todavía a alguien que la maltrata? Es probable que el hombre no siempre sea abusivo. Tal vez se muestre arrepentido por su comportamiento y prometa que va a cambiar. Por esta razón, es comprensible que su amiga mantenga la esperanza de que pronto todo va a ser diferente. Probablemente la relación incluya buenos momentos, malos ratos y otros que son intermedios.

 

Si ella quisiera que la ayudara, ya me lo habría pedido. Tal vez su amiga no quiera confesarle estas cosas pensando que usted puede no entender su situación. Es más, puede sentirse avergonzada de lo que le pasa y aparentar no querer comunicarse. En este caso, hable con ella acerca del abuso doméstico en general; dígale que le preocupan las mujeres que sufren maltrato y que no las culpa del mismo.

 

Lo que usted puede hacer

Usted puede ser una parte importante en el camino que una mujer recorre hacia una vida segura. Muchas mujeres necesitan tiempo, planeación, ayuda y valentía para escapar de una situación de violencia. Mientras tanto, es importante que sepa que gente que la conoce desea ayudarla y se preocupa por su situación.

 

Escuche sin juzgar. Dígale a su amiga que está preocupada por ella y que dispone de tiempo para escucharla. Si ella está dispuesta a hablar, elija un lugar seguro, escuche con cuidado e imagine estar en su situación. Créale. Nunca la culpe por lo que le está pasando o menosprecie su miedo al peligro. Hágale saber que nadie merece ser abusado, golpeado o amenazado.

 

Permita que ella tome sus propias decisiones. Cuando la escuche, trate de entender todos los obstáculos que le impiden liberarse de esa situación. Normalmente es un asunto muy complejo. Concéntrese en apoyarla para que sea ella la que tome sus propias decisiones. Piense que si su amiga está siendo maltratada, el marido ejerce mucho control sobre su vida. Tomar decisiones —aunque esto ocurra mientras todavía se vive con el abusador— es con frecuencia la primera etapa hacia la libertad. Aun en el caso de que ella abandone a su pareja para después regresar con él, no le retire su apoyo. Muchas mujeres maltratadas abandonan a sus abusadores varias veces para luego regresar con ellos antes de dejarlos definitivamente.

 

Ayúdela a encontrar servicios comunitarios. Muchas mujeres víctimas de maltrato que lograron liberarse de esa situación hablan de alguien a quien ellas conocían (una vecina, un doctor, una amiga) que les ofreció apoyo y las remitió hacia un grupo de defensa y ayuda. Obtenga información acerca de los programas de asistencia que existen en su localidad y que ofrecen seguridad, defensa e información legal, aparte de otros servicios. Si su amiga le pide información acerca de qué hacer, comparta en privado los datos que ha recolectado. Hágale saber que no se encuentra sola y que hay gente dispuesta a ayudarla. Asegúrele que toda la información será confidencial. Muchas mujeres buscan primeramente el consejo de consejeros matrimoniales, siquiatras, pastores o sacerdotes. Sin embargo, no todos los profesionales en las áreas de asistencia están totalmente informados acerca de las circunstancias en que se encuentran las mujeres abusadas. Si la primera persona a quien se dirigió no la ayudó, anímela a tratar de encontrar a alguien más.

 

Concéntrese en las cualidades de ella. Las mujeres que están siendo maltratadas sufren abuso tanto físico como emocional. Es probable que el abusador le diga continuamente que es una mala mujer, una mala esposa y una mala madre. Pronto puede llegar a creer que no es capaz de hacer nada bien y que, efectivamente, algo no funciona en ella. Ofrézcale apoyo emocional y ayúdela a convencerse de que es una buena persona. Examinen juntas sus cualidades y habilidades. Insista en que ella merece una vida sin violencia.

 

Ayúdela a preparar un plan de protección. Su amiga puede decidir permanecer en la relación violenta o separarse temporalmente para luego regresar con el abusador. No la presione a que se vaya, pero hágale saber que usted teme por su seguridad y la de sus hijos e hijas; ayúdela a considerar qué tan peligrosa puede llegar a ser la violencia. Además, anímela a que empiece a escribir un diario acerca de lo que le pasa o que le cuente a un médico o a una enfermera acerca de la violencia que sufre. También, ayúdele a pensar en los pasos que puede tomar si su pareja empieza a ser abusiva otra vez. Haga una lista de gente a la cual llamar en caso de emergencia. Sugiérale que mantenga escondida una maleta con ropa, dinero, documentos, actas de nacimiento y boletines escolares de los niños. Hágale saber que ella puede estar en una situación aun más peligrosa cuando trate de irse.

 

Ayúdela a encontrar un refugio seguro. Anime a su amiga a ponerse en contacto con el programa local para mujeres abusadas. Allí le podrán indicar sus opciones y ayudarla a encontrar un lugar seguro adonde ir. No todas las comunidades tienen refugios y a veces estos se encuentran llenos, así que ella tendrá que depender de su familia y/o amistades para encontrar un lugar donde vivir temporalmente. Tenga cuidado si le ofrece refugio en su propia casa. Una mujer que vive bajo abuso frecuentemente se encuentra en peligro cuando trata de huir de su casa y usted misma tendría que enfrentar las amenazas o la agresión del abusador.

 

Si usted es testigo de violencia doméstica, actúe inmediatamente. Encuentre el teléfono más cercano y llame al número de emergencia. Jamás suponga que alguien ya lo hizo antes. Si se encuentra en su carro, comience a tocar el claxon (bocina) hasta que se junte un grupo de personas, él deje de golpearla, o llegue la policía. Estas situaciones pueden ser peligrosas, de manera que, independientemente de lo que usted haga, trate de resguardarse. No obstante es crucial que haga algo. En el peor de los casos, no deje de observar. Si el abusador sabe que lo están mirando, es posible que el nivel de violencia se reduzca.

 

Adaptado del Proyecto Nacional de Prevención del Abuso a la mujer. EE.UU, 1989

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