La Biblia nos dice que seamos perfectos. Esto es probablemente un pensamiento aterrador para muchas personas. Eso me aterraba a mí. Nunca pensé que lo lograría, a pesar de cuanto lo intentaba. Pero lo intenté, día tras día hacia mi mejor esfuerzo y día tras día fallaba.
Esto era muy frustrante para mí porque yo verdaderamente quería obedecer y agradar a Dios. Quería que Él estuviera orgulloso de mí. Así que sentí un gran alivio y ánimo cuando finalmente entendí el significado de lo que Jesús dice en cuanto a que fuésemos perfectos.
En Mateo 5:48 dice de la siguiente manera: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Mire, cuando usted viene a ser cristiano, comienza una jornada que dura toda la vida en donde crece continuamente en un comportamiento correcto. Durante toda mi vida tuve que crecer mucho.
Venciendo el reproche que pone en peligro su crecimiento
Si ha escuchado mi testimonio, sabe que fui abusada sexual, verbal, emocional y físicamente por mi padre durante mi infancia. Como resultado, yo pensaba que no valía nada y que era basura. No me sentía amada porque fui usada. Cuando mi mamá no me ayudó porque no sabía qué hacer, me sentí abandonada. También me sentí culpable, como si en parte hubiera sido mi culpa.
Todo este lío me hizo sentir reproche. El reproche es vergüenza, culpa, deshonra, desaprobación y una actitud irrespetuosa hacia sí misma. Cuando está bajo reproche su comportamiento lo enseña. Yo estaba enojada, insegura, era controladora, sospechaba de los demás y era difícil de sobre llevar. Era infeliz y quería cambiar. Dios me reveló que no lo podía hacer en mi propia fuerza. Usted tampoco puede hacerlo.
No tiene sentido aceptar a Cristo como su Salvador y después tratar de cambiar por sí mismo. El primer paso para comenzar a crecer exitosamente a una madurez completa en su mente y su carácter es entender quién es usted en Cristo. Es de vital importancia saber esto antes de tratar de cambiar su comportamiento por sí mismo, porque apartado de Dios, no podemos hacer nada (lea Juan 15:5).
También, Dios no espera que usted lo haga por sí mismo. Él nunca nos pedirá hacer algo sin antes habernos dado la habilidad para hacerlo.
Cuando somos nacidos de nuevo, Él pone su justicia en nuestro espíritu. En ese momento, es como una semilla que necesita crecer para que verdaderamente experimentemos el fruto. Tenemos que aprender a vivir de adentro para afuera. Lo que quiero decir con esto es que tenemos que aprender cómo cooperar con el Espíritu Santo de poquito a poquito, obedeciendo su dirección para nuestras vidas y progresivamente nuestro comportamiento cambiará.
El maravilloso regalo de la convicción
El Espíritu Santo es nuestro ayudador y consejero quién nos guía a la verdad. Una de las formas en que hace esto es trayendo convicción de pecado. La convicción a menudo no es algo que vemos positivamente, pero en realidad es el maravilloso regalo que Dios nos da porque sin éste, no podemos crecer en nuestra relación con Dios.
La convicción sucede cuando el Espíritu Santo nos deja saber en nuestro corazón que estamos haciendo algo malo. Es la señal de aviso para que nos detengamos, arrepintamos y retornemos. Así como la luz amarilla es una señal de precaución en el tráfico, la convicción del Espíritu Santo es la señal de precaución en nuestra vida. Cuando la sentimos, debemos regocijarnos y agradecer a Dios por ayudarnos a hacer lo que es correcto ante Él.
A medida que crece en su caminar con Dios, se dará cuenta que se volverá más sensible al Espíritu Santo cuando tiene un comportamiento equivocado. Hay cosas por las cuales siento convicción ahora, que hace veinte años nunca hubiera considerado malas.
También ha habido momentos en los cuales ¡siento que no puedo hacer nada! ¿Alguna vez ha pensado: “No puedo hacer nada. Cada vez parece que estoy haciendo algo mal?” Hay que tener cuidado cuando tenemos esta clase de pensamientos o sentimientos porque el don de convicción puede convertirse en condenación si lo permitimos.
No permita que una mala actitud o el diablo le roben la bendición de una corrección piadosa en su vida. La verdad es que sea lo que sea que Dios le pide que haga es para su beneficio y porque Él le ama. Si bien, todos estamos en un proceso de crecimiento de madurez en cuanto a nuestra mente y carácter, Dios nos ama y acepta como somos en estos momentos. ¡Somos hechos justos en Dios por medio de Jesucristo!
Por Joyce Meyer.