“Viva para hoy” es la filosofía de nuestra cultura. Aunque esa idea no se exprese con palabras, con frecuencia es lo que comunican las decisiones y la conducta de las personas.
Sin embargo, debemos darnos cuenta, como cristianos, de que la manera como vivamos afectará mucho más que el simple “hoy”. Nuestra manera de pensar, conducta y nuestra conversación, serán nuestro legado que impactará a otros cuando ya no estemos más en este mundo.
¿Qué legado dejará usted a la posteridad? Cuando Dios le creó, Él tuvo un propósito muy específico en mente para su vida, y le dio de todas las capacidades y talentos que necesitaría para lograr Su plan.
Lamentablemente, la mayoría de las personas no se detienen a pensar en la voluntad personal del Señor para ellas, pero la Biblia revela claramente que Él tiene un doble propósito para Sus hijos: primero, que nos involucremos en Su trabajo, y segundo, que le demos honra y gloria a Dios (Efesios 2:10; 1 Corintios 6:20).
Logramos el propósito de Dios cuando nos involucramos en las cosas que le traen a Él alabanza. Jesús dijo: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). Contrariamente a lo que se piensa, el número de años que uno vive es menos importante que la manera como uno invierte su vida.
Cuando pienso en efectividad vs. longevidad, pienso en Oswald Chambers. Él es el autor de En pos de lo sublime. Dedicó toda su vida a Dios, y es considerado uno de los más grandes pensadores cristianos de los tiempos modernos.
Oswald Chambers nació el 24 de julio de 1874, en Aberdeen, Escocia, donde se hizo creyente, siendo un adolescente, bajo el ministerio de Charles Spurgeon.
Su muerte, como resultado de un desgarramiento del apéndice en 1917, dejó un inmenso vacío en las iglesias y en los grupos que sirvió. Aunque sólo vivió 42 años, la obra de este pastor sigue viva hoy, e incluso de una manera más efectiva que durante los años que vivió. Sus escritos siguen ofreciendo dirección y fortaleza a muchos creyentes, y a través de sus palabras, Dios sigue transformando las vidas para Cristo.
Me encontraba estudiando en la universidad cuando leí por primera vez su devocional. Lo que me impresionó más entonces, y que aun resuena en mi corazón hoy, es que la cosa más importante en la vida, es nuestra relación personal con Jesucristo. Cada vez que tomo en mis manos En pos de lo sublime, soy bendecido. Aunque Oswald Chambers murió hace alrededor de un siglo, él sigue estando vivo por su influencia en innumerables vidas hoy.
Nuestra vida después de la muerte
Cuando reflexionan en lo que será la vida después de la muerte, los cristianos piensen especialmente en lo que sucederá cuando lleguen al cielo, mientras que los no creyentes piensan en qué será de ellos. ¿Y qué de la parte de nuestra vida que seguirá estando en el mundo, después de que nos hayamos marchado? Lo que seguirá presente, nuestro legado espiritual, tendrá que ver con todo lo que usted y yo estamos haciendo con nuestra vida ahora mismo.
Lo que usted haga hoy, es decir, las prioridades que demuestre a través de uso del tiempo y de sus recursos, como también la manera como maneje sus relaciones, dejará un testimonio para el bien o para el mal.
¿Cómo espera usted que lo recuerden las personas después de que haya muerto? Como ilustración, piense en el legado de varias personas de la Biblia. Cuando pienso en Abraham, recuerdo su gran fe. Cuando me viene a la mente Moisés, recuerdo los Diez Mandamientos que Dios le dio. De David recuerdo los salmos, sus palabras de consuelo y aliento, permanecen.
El apóstol Pablo. Fue asediado por obstáculos y sufrimientos, pero dejó unas epístolas que dan ánimo, guía y esperanza a millones de personas. Personalmente, siempre resulto bendecido por la iluminación que encuentro en Efesios, Filipenses, Colosenses y en sus cartas a Timoteo.
Piense en el legado del Señor Jesucristo, nuestro ejemplo supremo. En los breves 33 años que vivó en la tierra, cambió la historia para siempre. Gracias a él, podemos vivir vidas extraordinarias, a pesar de nuestra condición caída.
Piense en las personas que han dejado una marcha indeleble en la historia más reciente. Los fundadores de la nación americana, que redactaron la Constitución en 1787, dejaron un legado maravilloso a millones de personas que hoy viven en libertad, como resultado de ese legado.
Pensemos en quienes han escrito los himnos, que nos dieron palabras de adoración para alabar a nuestro Señor. Pero también hay personas de nuestra presente generación que han dejado un legado. Por ejemplo, el Dr. Bill Bright nos dejó Campus Crusade [Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo], uno de los más grandes movimientos de discipulado misionero de la historia moderna. El Dr. Bright era un hombre tranquilo y modesto, pero consagró su vida a la Gran Comisión, y su obediencia ha transformado a muchas vidas.
Usted podrá estarse preguntando: ¿Y qué de las personas “comunes y corrientes?” Piense en Loida. Cuando Pablo le escribió a Timoteo durante un juicio, le dijo: “Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida, y ahora te anima a ti. De esto estoy convencido” (2 Timoteo 1:5 NVI). La gran fe de Loida se transmitió a Timoteo a través de Eunice. Su fe fue una parte viva del ministerio de Timoteo.
Los padres y los abuelos tienen una profunda influencia en las vidas de sus hijos. No muchos han oído hablar de George Washington Stanley, pero mi abuelo me dejó unas verdades sencillas, tales como ésta: Obedece a Dios y déjale todas las consecuencias a Él. Estoy muy agradecido por su consejo en cuanto a la obediencia, que sigue siendo la base de mis decisiones. Mucho más importante que cualquier herencia monetaria, es el conocimiento que me dejó, que sigue guiando mi vida.
Luego está el legado de mi madre. Ella siempre experimentó sufrimientos y dificultades, pero yo fui testigo de su perseverancia. Siempre me decía: “Nunca te rindas. Haz lo mejor, sé lo mejor y presenta la mejor cara. Sé lo que Dios quiere que seas”.
Su perspectiva y su tenacidad están grabadas en mi corazón y en mi mente. Me dejó algo mucho más valioso que cualquier cosa que el dinero puede comprar: un ejemplo a seguir. Como la mayoría de los hijos, aprendí mucho más viendo a mi madre que escuchando lo que ella decía.
Al pensar en la diferencia que puede hacer su vida tanto ahora como en el futuro, reflexione en lo siguiente:
¿Dejará a sus hijos un amor por la Palabra de Dios? Cuando sus hijos y sus nietos sean grandes, al mirar atrás, ellos puedan decir: “Recuerdo que mis padres leían la Biblia y comentaban cómo Dios les hablaba por medio de ella. Recuerdo las decisiones que hacían basados en la Biblia”. Ellos amarán y confiarán en la Biblia si saben que usted la apreciaba.
Y a menos que les transmita una fe firme en la Palabra de Dios, usted les dejará indefensos frente a las vacías filosofías del mundo.
¿Heredarán sus hijos el legado de unos padres que oran? ¿Cuántas veces les han visto sus hijos de rodillas, clamando al Señor durante las adversidades, o dándole gracias por lo que Él es?
Su vida de oración visible y audible es una imagen que quedará grabada en sus mentes, una imagen para la confianza futura de ellos en Dios. Sus hijos deben escucharles decir: “Tenemos que orar para pedir la dirección de Dios en esto”. Ellos necesitan tener sus comentarios positivos cuando le mencionen la manera como el Señor está contestando sus oraciones.
¿Recordarán sus hijos que los llevaban a la iglesia? ¿Recordarán de que iban regularmente a la iglesia para adorar al Dios vivo, no por obligación sino por el gran amor que le tenían a Él? Imagine el efecto que tendrá al ellos recordarlos tomando notas durante el sermón, porque consideraban que el mensaje era importante; o el recordar escuchando el sonido de sus voces cantando alabanzas al Señor.
¿Cómo han aprendido sus hijos a utilizar su dinero y su tiempo? La manera como utilizamos nuestros recursos, es una lección clara para la generación de relevo.
Una de las mejores maneras de enseñar a los hijos a confiar, es dando con alegría, “no de mala gana ni por obligación” a la obra de Dios (2 Corintios 9:7 NVI). Este les permite ser testigos directos de la manera como Él multiplica la inversión que usted hace.
Lamentablemente, muchos padres no se dan cuenta del terrible legado que dejan cuando no ofrendan para la obra de Dios. Lo que están proclamando es: “No podemos confiar en que Dios proveerá para nuestras necesidades materiales”. Los hijos ponen más atención a nuestros actos, que a cualquier explicación que les demos.
El legado de su testimonio
Uno de los aspectos más importantes de su legado, es su testimonio cristiano. ¿Les escuchan sus hijos hablar de compartir su fe? ¿Apoya los esfuerzos de ellos de compartir las Buenas Nuevas? El ejemplo de cómo reaccionen a la persecución, al sufrimiento y al dolor, es un parte importante de lo que dejarán a la nueva generación. Si ellos ven que usted pone su fe en el Dios vivo, ellos harán lo mismo.
Ustedes están dejando un legado, quiéranlo o no, y sus hijos no son los únicos “beneficiarios”. El mundo, es decir, sus amigos, parientes, compañeros de trabajo y vecinos, observa a los cristianos para ver si su mensaje es creíble.
¿Cuál será su legado? ¿De qué manera continuará Dios actuando a través de su ejemplo, cuando ya no esté más en esta tierra? Les animo a tener una actitud deliberada, no sólo en cuanto a su impacto aquí y ahora, sino en relación con su influencia para Jesucristo por toda la eternidad.