Miqueas 7:1-20
¡Ay de mí!, porque soy como los recogedores de frutos de verano, como los rebuscadores en la vendimia. No hay racimo de uvas que comer, ni higo temprano que tanto deseo. Ha desaparecido el bondadoso de la tierra, y no hay ninguno recto entre los hombres. Todos acechan para derramar sangre, unos a otros se echan la red. Para el mal las dos manos son diestras. El príncipe pide, y también el juez, una recompensa, el grande habla de lo que desea su alma, y juntos lo traman. El mejor de ellos es como un zarzal, y el más recto como un seto de espinos.
El día que pongas tus centinelas, tu castigo llegará. ¡Entonces será su confusión! No os fiéis del vecino, ni confiéis en el amigo. De la que reposa en tu seno, guarda tus labios. Porque el hijo trata con desdén al padre, la hija se levanta contra la madre, y la nuera contra su suegra; los enemigos del hombre son los de su propia casa.
Pero yo pondré mis ojos en el Señor, esperaré en el Dios de mi salvación; mi Dios me oirá. No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré, aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz. La indignación del Señor soportaré, porque he pecado contra El, hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho. El me sacará a la luz, y yo veré su justicia. Entonces mi enemiga lo verá, y se cubrirá de vergüenza la que me decía: ¿Dónde está el Señor tu Dios? Mis ojos la contemplarán; entonces será pisoteadacomo el lodo de las calles.
Viene el día para la edificación de tus muros; aquel día se extenderán tus límites. Viene el día cuando ellos vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades de Egipto; desde Egipto hasta el río, de mar a mar y de monte a monte. Y la tierra será desolada a causa de sus habitantes, por el fruto de sus obras.
Pastorea a tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en el bosque, en medio de un campo fértil. Que se apacienten en Basán y Galaad como en los días de antaño.
Como en los días de tu salida de la tierra de Egipto, te mostraré milagros. Verán las naciones y se avergonzarán de todo su poderío; se pondrán la mano sobre la boca, sus oídos se ensordecerán. Lamerán el polvo como la serpiente, como los reptiles de la tierra. Saldrán temblando de sus fortalezas, al Señor nuestro Dios vendrán amedrentados, y temerán delante de ti.
¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidady pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, hollará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos sus pecados. Otorgarás a Jacob la verdad y a Abraham la misericordia, las cuales juraste a nuestros padres desde los días de antaño.
Hoy concluimos una serie sobre paternidad espiritual. El título que he escogido para este último mensaje es: «Paternidad con Esperanza en el Peor de los Tiempos». Hay épocas en que no es fácil engendrar y criar niños. El mensaje de Génesis 3 es que tan pronto como el pecado entró al mundo, se hizo muy difícil la procreación y el cuidado de los hijos. El Señor dijo a Eva: «En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos» (Génesis 3:16). Y después que Eva y Adán habían criado dos hijos, uno de ellos mató al otro.
El Único Modo de Ser Libre
La enseñanza de esa historia es que el pecado está ahora en el mundo, en cada padre, y en cada niño. Y éste es el tipo de cosas que hace el pecado. Arruina a las personas, y arruina a las familias. El problema principal en el mundo es el poder del pecado que mora en nosotros. Y es un poder. Es una fuerza, un defecto, una depravación, una corrupción en el alma humana. No es una serie de elecciones libres. El pecado es una poderosa atadura que destruye la libertad humana.
El único modo en que un ser humano puede ser libre -sea padre o hijo- es naciendo de nuevo por el Espíritu de Dios; aceptando a Jesucristo como Salvador; siendo perdonado de sus pecados por el Creador del Universo; y recibiendo al Espíritu Santo como el único poder que enfrenta al poder del pecado. Ésa es la única esperanza para el mundo, para los padres, y para los hijos. Esta es una realidad que siempre es verdadera en todas las épocas.
No Hay Tiempos Fáciles Para la Paternidad
Así que, no hay épocas fáciles para engendrar y cuidar hijos y convertirlos en adultos humildes, amorosos, justos, creativos, productivos, y que exalten a Cristo. No hay tiempos fáciles. Pero algunos son más duros que otros. Y el nivel de dificultad dependerá de las circunstancias personales o sociales.
Mi deseo hoy es ayudarles, padres, dándoles esperanza en la peor de las circunstancias. Y me refiero a cuando se unen las peores circunstancias en casa, y las peores circunstancias en la cultura. Y para los que no son padres, todo lo que digo se aplica a ustedes, porque la manera en que podemos tener esperanza en el peor de los tiempos, es la misma para todos. Todos la necesitamos, aunque sea por razones diferentes.
El Profeta Miqueas
Miqueas, el profeta judío, predicó durante los reinados de Jotam, Acaz, y Ezequías, reyes de Judá (Miqueas 1:1). Sería por los años 750 al 687 a.C. La declaración más evidente que explica el por qué comenzó a profetizar es dada en Miqueas 3:8:
Yo, en cambio, estoy lleno de poder,
del Espíritu del Señor,
y de juicio y de valor,
para dar a conocer a Jacob su rebelión,
y a Israel su pecado.
Proclamando Juicio y Misericordia
Dios envía profetas para mostrar a las personas sus pecados. Y con su pecado, los profetas proclamaron juicio, y proclamaron misericordia. Así es cómo ocurre en toda la Biblia: juicio y misericordia. Juicio y misericordia. Dios es santo y justo, y envía juicio a los pecadores. Y Dios es misericordioso y paciente, y compasivo, y rescata de su juicio a las personas pecadoras. Miqueas lo muestra claramente en Miqueas 4:10:
Retuércete y gime, hija de Sion,
como mujer de parto,
porque ahora saldrás de la ciudad
y habitarás en el campo,
e irás hasta Babilonia.
Allí serás rescatada,
allí te redimirá el Señor
de la mano de tus enemigos.
El Señor les enviará hacia Babilonia, en juicio. Y les traerá de vuelta a su tierra, en misericordia.
El Castigo se Acerca
En el capítulo 7, Miqueas se refiere a la paternidad en el peor de los tiempos, cuando el tiempo es peor en el hogar, y peor en la cultura. Versículo 1: «¡Ay de mí!, porque soy como los recogedores de frutos de verano, como los rebuscadores en la vendimia. No hay racimo de uvas que comer, ni higo temprano que tanto deseo». Él puede estar hablando de cuán necesitado está de comida. Pero sospecho que está hablando, metafóricamente, de la necesidad de amigos y asociados piadosos. Porque continúa diciendo, versículos 2-3: «Ha desaparecido el bondadoso de la tierra, y no hay ninguno recto entre los hombres. Todos acechan para derramar sangre, unos a otros se echan la red. Para el mal las dos manos son diestras. El príncipe pide, y también el juez, una recompensa, el grande habla de lo que desea su alma, y juntos lo traman». Los líderes están corruptos. Conspiran («traman»), para hacer tanto mal como puedan, y lo hacen bien.
Versículo 4: «El mejor de ellos es como un zarzal, y el más recto como un seto de espinos”. Si Miqueas tratara de acercarse a ellos, ellos le herirían. «El día que pongas tus centinelas, tu castigo llegará. ¡Entonces será su confusión!». Así que los centinelas son los destinados a ver cuando se acerca el enemigo, su día se acerca. El castigo se acerca.
Aun la Esposa y los Hijos
Ahora Miqueas va desde la cultura hacia el vecindario y la familia. Versículo 5: «No os fiéis del vecino, ni confiéis en el amigo. De la que reposa en tu seno, guarda tus labios”. En otras palabras, el pecado y la corrupción, y el engaño han penetrado tanto que es necesario estar alerta, para que ni siquiera la esposa nos traicione: «De la que reposa en tu seno».
Ahora los hijos. Versículo 6: «Porque el hijo trata con desdén al padre, la hija se levanta contra la madre, y la nuera contra su suegra; los enemigos del hombre son los de su propia casa”. Hay cinco personas en esta escena. Un padre y una madre. Un hijo y una hija. Una nuera. Así que el hijo está casado. Miqueas ya ha dicho que la situación es incierta entre el esposo y la esposa («De la que reposa en tu seno, guarda tus labios»). Y ahora dice que el hijo se está levantando contra el padre. Y la hija se levanta contra la madre, y la nuera está de acuerdo con la hija para ir contra la madre. Miqueas aun les llama los enemigos del hombre. Al final del versículo 6: «los enemigos del hombre son los de su propia casa». Se refiere, específicamente, a los hijos. Parece que las hijas están enfocando su resentimiento contra su esposa. Pero él lo siente.
Ahora, ésto es desgarrador. Algunos de ustedes viven exactamente en esta situación. Éste es el peor de los tiempos. La cultura está corrupta, y el matrimonio y la familia están en crisis. Ésa es la escena que describe Miqueas 7. Para algunos de ustedes, esa es la escena actual. Y para otros, será la de mañana.
¿Jesús Menciona esta Situación?
Antes de hablarles de la esperanza de Miqueas en esta situación, quiero que vean qué hizo Jesús con este retrato familiar del versículo 6. Vayamos a Mateo 10:34-36. Jesús describe el efecto de su venida: «No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada. [Entonces usa Miqueas 7:6] Porque vine a poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su misma casa”.
Aquí aparecen las mismas cinco personas, la misma referencia a los enemigos en nuestro propio hogar. Pero hay una diferencia impactante. Jesús dice que él provocará este conflicto. Versículo 35: «Porque vine a poner al hombre contra su padre. . .». No quiere decir, por supuesto, que él disfruta destruir familias. Lo que quiere decir es que su llamamiento radical a los discípulos sí quiebra las relaciones interpersonales. Unos creen, otros no. Un padre sigue a Jesús, un hijo no. Un hijo sigue a Jesús, un padre no. Una hija sigue a Jesús, una madre no.
¿Por qué Menciono a Jesús Aquí?
El propósito al mencionar a Jesús en esta escena es, primeramente, mostrar que la ruptura familiar en Miqueas no es, necesariamente, la única ruptura que puede haber en una la familia. Quizás se deba a la justicia que haya en la familia. Quizás todo parecía ir bien hasta que alguien se enredó seriamente con Dios, y con su pacto, y con su Palabra. Entonces comenzaron a llover las acusaciones. «¡Piensas que eres mucho mejor ahora que tienes tu religión! Las cosas estaban bien, y ahora piensas que el resto de nosotros necesita enderezarse».
Y la otra razón por la cual menciono a Jesús usando este texto, es para mostrar que nada hay de peculiar con los tiempos que describe Miqueas. Fueron malos en el Siglo VIII a.C. Fueron malos en el Siglo I d.C. Y son malos en el Siglo XXI. Hay personas que siempre viven en el peor de los tiempos, aun cuando no sea usted.
¿Qué tiene que decirnos, entonces, Miqueas sobre la paternidad con esperanza en el peor de los tiempos?
Lo que Miqueas Tiene que Decir: Confianza llena de Dolor
Él se describe a sí mismo (sospecho), como a un padre representativo del pueblo de Israel, y toma una posición de un hombre confiado y lleno de dolor. Ésa es la esencia de lo que quiero decirles acerca de la paternidad en el peor de los tiempos. Sean padres desde la posición de personas confiadas y llenas de dolor Y para asegurarnos de saber qué quiero decir con «llenos de dolor», y qué quiero decir con «confianza», necesitamos preguntar: ¿por qué está Miqueas lleno de dolor? ¿Y sobre qué base puede estar confiado? Veamos los versículos 7-9 para encontrar la respuesta a esas dos preguntas. ¿Por qué está Miqueas lleno de dolor? ¿Y cómo puede estar tan confiado?
Él No se Afirma en Su Propia Justicia
Justo después de decir, en el versículo 6 que: «los enemigos del hombre son los de su propia casa», dice en el versículo 7: «Pero yo pondré mis ojos en el Señor, esperaré en el Dios de mi salvación; mi Dios me oirá”. Así que en el peor de los tiempos, nosotros miramos al Señor. Quizás hemos tratado de mirar hacia otras partes. Nada funciona. Todo se resquebraja. Pensamos, quizás, que podemos hacer que la familia funcione. Quizás estos niños estuvieron en nuestro poder para moldearlos de cualquier forma que quisiéramos. Quizás si sólo tuviéramos los libros correctos sobre matrimonio, estarían en nuestro poder la confianza mutua profunda, el respeto, la admiración, y el afecto. Y ahora. Ahora miramos al Señor.
Pero tengamos cuidado. ¿Mirará Miqueas al Señor con su propia justicia? Algo así es posible. Él está diciendo: «Lo hice todo bien, hice todo lo que un padre hubiera hecho. Si esta familia no funciona, mi corazón está lleno de dolor, pero yo no soy el problema. Son ellos» ¿Es esa la postura de este hombre? No, no la es. Y espero que tampoco sea la de ustedes.
Víctimas del Pecado, Pero Conscientes de Nuestro Propio Pecado
Escuche lo que dice en los versículos 8 y 9. Escuche la confianza y el dolor. ¿Por qué está lleno de dolor?
No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré, aunque more en tinieblas, el Señor es mi luz. La indignación del Señor soportaré, porque he pecado contra El, hasta que defienda mi causa y establezca mi derecho. El me sacará a la luz, y yo veré su justicia.
Note el comienzo del versículo 9: «La indignación del Señor soportaré, porque he pecado contra El». Y es importantísimo que los cónyuges y padres noten este detalle, porque, en el contexto, Miqueas dice que él es, la verdadera víctima de los pecados cometidos en su contra. En el versículo 8: dice a su enemigo (quizás a su hija u esposa): «No te alegres de mí, enemiga mía”. No te regocijes a causa mía. Y en el versículo 9, a la mitad, dice que el Señor defenderá su causa, y ejecutará juicio por él, no en contra suya. «El me sacará a la luz, y yo veré su justicia».
En otras palabras, Miqueas sabe que se está pecando en su contra. Sabe que algunas de las acusaciones de sus enemigos son inciertas. Sabe que Dios está a su favor, y no en su contra. Dios le traerá de las tinieblas a la luz; le vindicará. Él se siente firme en esta confianza y en esta afirmación. Sorprendentemente confiado. Sin embargo, al explicar por qué el Señor está indignado y por qué él vive rodeado de tinieblas, Miqueas dirige la atención hacia su propio pecado. «La indignación del Señor soportaré, porque he pecado contra Él»
¿Por qué está Tan Lleno de Dolor?
Así que esta es mi respuesta a la pregunta: ¿Por qué está tan lleno de dolor? No está tan lleno de dolor, principalmente, porque se haya pecado contra él en la familia, sino porque él ha pecado. La postura de la paternidad con esperanza en el peor de los tiempos es la postura de una confianza llena de dolor. Y el dolor se debe, primeramente, a nuestro propio pecado, y sólo después, al pecado que se comete en contra nuestra. Ésta es la gran batalla que enfrentamos. ¿Encontraremos, por la gracia de Dios, el tipo de humildad que nos permita ver así a nuestras familias y a nosotros mismos?
¿Cómo Puede Estar Tan Confiado?
Segunda pregunta: ¿Cómo puede ser tan confiado, sabiendo que ha pecado? ¿Cómo puede hablar como lo hace cuando su propio pecado es tan prominente en su mente? ¿De dónde proviene este tipo de confianza? «No te alegres de mí, enemiga mía. Aunque caiga, me levantaré,. . . hasta que [Dios] defienda mi causa y establezca mi derecho. El me sacará a la luz, y yo veré su justicia».
La respuesta es dada al final del capítulo. Y el hecho de que sea lo último que se dice en todo el libro, y de que venga con ese énfasis, nos muestra cuán sumamente crucial es ese mensaje en este libro (de hecho, en toda la Biblia). Versículos 18-19:
¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, hollará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos sus pecados.
Miqueas está tan confiado en su dolor porque conoce a Dios. Él sabe lo que realmente es sorprendente y único acerca de Dios. «¿Qué Dios hay como tú?» Ello significa: No hay Dios como tú. Tus caminos son mayores que los nuestros. Tus caminos son más elevados que cualquier deidad en el mundo. ¿Y cuál es tu singularidad? Perdonas la iniquidad y pasas por alto la trasgresión de tu pueblo. Ésa es la singularidad peculiar del Dios de la Biblia, y no hay otro Dios.
Profundizando en el Perdón de Dios
¿Cómo entonces podemos ser padres con esperanza aun en los peores tiempos? ¿Cómo podemos ser padres con esperanza cuando nuestras propias familias están divididas tres contra dos y dos contra tres? Mirando al Señor. Clamando al Señor (versículo 7). Y nosotros clamamos a él con dos convicciones muy profundas. Una es que somos pecadores y que no merecemos nada de Dios. No hemos sido padres perfectos. Hemos pecado. Y no somos necios o ingenuos. Sabemos que también se ha pecado en contra nuestra. Pero todo en nuestra carne quiere pensar en lo que nos han hecho. Sólo el Espíritu Santo puede hacernos ver nuestro propio pecado. Sólo el Espíritu Santo puede hacernos ver nuestra propia culpa. Esa es la primera convicción profunda.
La otra convicción es que no hay Dios como nuestro Dios, que perdona la iniquidad y pasa por algo la trasgresión, y muestra misericordia en lugar de ira, y se deleita en el amor continuo. Estamos profundamente convencidos de que hemos pecado contra nuestro cónyuge, y de que hemos pecado contra nuestros hijos, y de que en todo esto hemos pecado contra Dios. ¿Ve usted cuán crucial son estas dos convicciones? ¿Cómo funcionan juntas, cada una haciendo posible la otra con mayor profundidad? Si usted no siente su pecado y su culpa, entonces no profundizará en el perdón de Dios. Pero funciona a la inversa, y ésto es crucial en las familias: si usted no conoce las profundidades del perdón de Dios, no profundizará en su propio pecado.
Estas dos convicciones profundas producen una confianza llena de dolor. Y ésa es la posición de los padres con esperanza, aun en el peor de los tiempos. Llenos de dolor por nuestro pecado en el vórtice de los pecados en nuestra contra, y confiados porque: «¿Qué Dios hay como tú?»
Confianza Llena de Dolor – Intensificada en Jesús
Y para los cristianos las dos caras de esta postura están fundamentadas e intensificadas por el conocimiento de Jesucristo y por lo que él hizo por nosotros en la cruz. Para Miqueas, Jesús era solo una esperanza en el capítulo 5: «Pero tú, Belén. . . de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. . . Y El se afirmará y pastoreará su rebaño con el poder del Señor» (Miqueas 5:2, 4). Este buen pastor puso su vida por las ovejas (Juan 10:11). Y cuando lo hizo, vimos (con mayor claridad que nunca) la grandeza de nuestro pecado (que requería tal extensión de sufrimiento) y la grandeza de la determinación de Dios al perdonarnos. Y por esa razón se intensifican el dolor y la confianza.
Así que si usted es padre en el peor de los tiempos, o quiere estar listo para ser padre en el peor de los tiempos, o simplemente quiere hallar esperanza en el peor de los tiempos, mire a Miqueas y mire a Jesús y tome esta postura, llénese de dolor por su pecado, y tome confianza a causa de Cristo. Entonces, en el poder del Espíritu Santo, disponga su corazón para ser el mejor padre imperfecto que pueda ser, por el amor de Jesús.
By John Piper. © Desiring God. Website: ministros.org