«El cuidador de un faro que trabajaba en una costa rocosa recibía aceite una vez al mes para mantener su llama ardiendo. Como vivía
cerca de la p
«El cuidador de un faro que trabajaba en una costa rocosa recibía aceite una vez al mes para mantener su llama ardiendo. Como vivía
cerca de la población, no le faltaban visitantes. Una noche, una mujer necesitaba aceite para mantener a su familia caliente. Otra noche un padre necesitaba aceite para su lámpara. Otro necesitó aceite para lubricar una rueda. Todas las peticiones parecían legítimas, y el cuidador trataba de suplirlas. Hacia el fin de mes, se le acabó el aceite, y el faro se apagó, lo que causó que muchas naves se estrellaran en esa costa. El hombre recibió la reprensión de
sus superiores: «Se te da el aceite por una sola razón» – le dijeron- «Queremos mantener el faro ardiendo».
Reflexión:
No podemos suplir las necesidades de todo el mundo. No podemos complacer a todos. Aunque estemos llenos de buenas intenciones, podemos correr el riesgo de perder de vista la razón por la cual se nos confió el aceite.
Tomado de un artículo de Dante Gebel (Historias de aceite y luchadores de la galaxia)