“Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos”.
Marcos 8: 22-25
El episodio pintaba para uno mas de esos milagros que dejaban atónitos a las personas, después de alimentar a cinco mil y a cuatro mil, de andar sobre el mar, de sanar enfermos en Genesaret, de sanar a un sordomudo, a un endemoniado, a la mujer de flujo de sangre, la hija de Jairo y muchos milagros mas, un ciego nada mas seria otra muestra del poder divino que de Jesús emanaba.
Los discípulos a lo mejor pensaban dentro de si: “seguro que le dice que tus ojos sean abiertos y comenzara a ver”, a lo mejor otro pensaba que se pararía sobre una roca y desde ahí le gritaría “se sano”, pero esta vez no era diferente, si, diferente porque Dios tiene un estilo único de actuar en cada situación, es ahí en donde no podemos enfrascar la imaginación de Dios para obrar en nuestra vida, pues El puedo actuar de la forma menos pensada.
En esta ocasión Jesús quiso hacer algo diferente:
Primero, tomo de la mano al ciego (v. 23) que lindo es cuando dejamos que Jesús nos tome de la mano, porque cuando somos nosotros quienes queremos tomarlo de la mano fácilmente lo soltamos, pero cuando Jesús nos toma de la mano, El no nos soltara pues tiene un propósito para nuestra vida.
Segundo, le saco fuera de la aldea, esto es señal de que muchas veces Dios necesita sacarnos de la aldea para tener un mejor ambiente para actuar en nuestra vida, no es que no pueda actuar en la aldea, sino que prefiere tener momentos íntimos con nosotros. A veces Dios te sacara a lugares a solas en donde puedas experimentar el Poder de Dios, sin duda los momentos íntimos que tenemos con Dios son los que nos ayudan a mantenernos firmes.
Tercero, actuó de una forma única, dice la el verso veintitrés: “y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le pregunto si veía algo”, escupir en sus ojos es una muestra mas que Dios tiene un estilo único de actuar, a veces Dios nos escupirá los ojos para que podamos ver con claridad, otras veces nos hablara para que nos levantemos, en otras ocasiones nuestra fe será la llave para poder alcanzar su favor y así podemos citar cientos de situaciones diferentes por las que Dios puede actuar.
Cuarto, un primer toque no basto, luego de la pregunta de Jesús el ciego contesto: “Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan” (v. 24), hay momentos en la vida que Jesús se encuentra con nosotros, pero nuestra vista esta tan limitada que en lugar de ver lo que Dios quiere que veamos, vemos a los hombres como árboles, es decir aun no podemos ver con claridad lo que Dios quiere para nosotros.
Es ahí en donde entra el quinto paso, dice el verso veinticinco: “Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos”, hubo necesidad de un segundo toque el cual fue efectivo para terminar la obra que se había comenzado.
Hermano amado, muchas veces al igual que este ex-ciego necesitaremos un segundo toque en nuestra vida, mas aun cuando hemos perdido la visión de lo que Dios quiere que veamos. Hay momento en el caminar cristiano que por una u otra situación perdemos la visión que Dios nos había dado, en momentos como esos son que tenemos que permitir que Jesús realice estos 5 pasos para poder restaurar nuevamente nuestra visión y podamos ver con claridad lo que Dios quiere que veamos.
¿Cuánto tiempo mas esperaremos para permitir que Jesús de ese segundo toque?, ¿Será que aun concientes de que lo necesitamos nuestro orgullo no nos permitirá recibirlo?, mas allá de todo orgullo humano que te lleve a pensar que eres casi perfecto y que no necesitas ese segundo toque, quiero decirte que en la vida espiritual todos necesitamos no solo un segundo toque, sino que a veces un tercero, un cuarto, un quinto o los que sean necesarios para aclarar nuestra vista y poder tomar nuevamente la visión clara que Dios quiere para nosotros.
El Segundo toque es una muestra de que Jesús no se rinde en su intento de darnos una visión clara de lo que quiere para nuestra vida.
Autor: Enrique Monterroza
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