La historia de José nos revela principios valiosos para prosperar en nuestro trabajo y crecer como personas. Su ascenso fue sorprendente ya que de esclavo y prisionero llegó a ser gobernador del imperio más grande de aquella época. Era el hijo favorito de su padre por lo que sus hermanos lo envidiaban tanto que deseaban matarlo.
Un día José soñó que doce manojos de trigo se inclinaban ante otro manojo que era el suyo. Este sueño significaba que sería exaltado para bendecir a los demás, pero los hermanos no lo interpretaron así. Entonces, lo dejaron caer en un pozo y lo vendieron como esclavo. José, el consentido y amado, se convirtió en alguien sin privilegios que debía humillarse.
Veamos que a pesar de ser muy joven, José ya tenía el sueño de trascender. El primer principio para crecer es tener el deseo y sueño de lograrlo. Dios no bendice ni prospera a quien no desea ser levantado. El éxito no es producto de la casualidad, sino resultado del esfuerzo y de luchar por ser los mejores en lo que hacemos. ¡Sacúdete la comodidad, conformismo y mediocridad! Lucha por alcanzar sueños grandes y retadores.
El deseo de un corazón de campeón no es lograr que alguien pierda sino ganar para que otros también ganen. Dios espera lo mejor de nosotros porque no fue mediocre en darnos talentos y dones , mucho menos será mediocre en esperar que los usemos. Por esa razón, espera que tengas sueños, anheles crecer y luches por lograrlo.
Potifar, el amo de José, vio que Dios estaba con él porque todo lo que hacía salía bien. Así que lo puso al frente de su casa y Dios lo bendijo (Génesis 39:1-5). Tu jefe puede ser el hombre más insoportable sobre la tierra, pero si ve que produces y das fruto, él mismo, aunque no sea cristiano, reconocerá que Dios está contigo. Debes ir a tu trabajo creyendo que el Señor te acompaña y quiere dar testimonio tuyo, no por el lenguaje que hablas o la música que escuchas, sino por los exitosos resultados que ofreces.
Así que el segundo principio es trabajar convencidos de que nuestro esfuerzo debe beneficiar a otros. Dios no bendice gente egoísta, bendice a quienes saben que su esfuerzo beneficia a otros. Si eres vendedor y tu prioridad es aprovecharte de tus clientes, tarde o temprano te descubrirán y no venderás más. Si abres tu empresa pensando que te harás rico, probablemente no será así porque las empresas y quienes laboran en ellas deben pensar en el consumidor, no en el beneficio propio. Trabaja pensando que alguien más se aprovechará de tu esfuerzo y te “sacará el jugo”, no tengas miedo de eso porque todos nos aprovechamos de esfuerzo de otros.
No importa a qué te dediques, si eres médico, abogado, carpintero, plomero o albañil, siempre piensa cómo puedes beneficiar a quienes te contratan. Así lo hizo José y al final, su recompensa fue grande. Pensar así hace que se cumpla una ley bíblica que dice: “El que es fiel en lo ajeno, sobre lo propio será puesto”. No tengas temor que tu vela se gaste por alumbrar a otros, para eso fue hecha. Alumbra, ofrece lo que tienes, sé generoso. Pídele al Señor que use tu trabajo, esfuerzo y sacrificio para prosperar y bendecir a otros.
La historia continúa relatando que la esposa de Potifar intentaba seducir a José quien no cayó en la tentación. Entonces, la mujer se vengó, acusándolo falsamente de intentar aprovecharse de ella y lo envían a la cárcel injustamente. Dos de los sirvientes de confianza de Faraón fueron enviados a la misma prisión donde José les sirvió y aprendió a conocerlos, tanto que fue capaz de notar el cambio de actitud después de la noche que tuvieron sus sueños y les preguntó qué sucedía (Génesis 40:1-8). Ellos le cuentan y José les dice qué significa cada sueño. El copero salió libre y el panadero fue ejecutado.
José aprendió que Dios desea bendecirlo a través de otras personas. Lo mismo sucede ahora, siempre será alguien a tu alrededor quien te firme el contrato que esperas, quien te presente a la mujer de tu vida. Dios no bendice a personas solitarias sino a quienes procuran estar bien con su prójimo.
Toda persona es una puerta que el Señor puede usar para bendecir, por eso, no te pelees con nadie, no rompas relaciones, no hables mal de nadie porque puede ser que estés criticando a la persona que Él quería usar para bendecirte. El tercer principio es aprende a valorar a cada persona, sin importar su raza, origen o nivel socioeconómico. Pídele al Señor que te ayude a valorar, servir y atender a cada persona que te rodea.
Dos años después, Faraón sueña siete vacas gordas y siete vacas flacas, además de siete espigas llenas de trigo y siete secas. Llamó a los adivinos pero nadie pudo interpretarlo. Entonces, el copero recuerda a José y lo manda a traer. Él le explica a Faraón que luego de siete años de abundancia, sufrirán siete años de hambre, por lo que debe guardar de las cosechas para poder alimentar a su pueblo. De esta forma, utilizó el don que Dios le había regalado. Usa tus dones para demostrar a todos que Dios está contigo.
José salió de la cárcel y lo pusieron a cargo de la Casa Blanca ¡el mismo día! Fue sobrenatural, por eso dice la Palabra que cuando Faraón escuchó su historia y su consejo, le dijo que sólo un hombre excepcional e íntegro como él podía asumir la responsabilidad de administrar Egipto y salvarlos del hambre (Génesis 41:37-43). Pasó por muchas pruebas pero nunca se soltó de la mano del Espíritu de Dios, ¡eso es lo asombroso! Hay gente que te hará daño, te envidiará y te odiará, pero nada debe alejarte del amor de tu Padre y de los valores que te ha enseñado, ese es el cuarto principio. No permitas que la envidia destruya tus sueños.
Es más barato no facturar las ventas de tus productos, pero hacerlo te quita la oportunidad de prosperar porque demuestras que no eres una persona digna de confianza. Es más difícil luchar por mantener la integridad pero cuando lo logras, Dios dice: “Este es un hombre excepcional, vale la pena que lo levante”. Recuerda que el Señor exalta a quien obra con rectitud. Tal vez hay un momento cuando no ves salida, pero llegará el día que mantener tus valores será la palanca que te levantará.
No permitas que lo malo te conquiste, vence en el nombre de Jesús para ser puesto por mucho gracias a tu perseverancia en lo bueno. Pídele al Señor que te bendiga, te prospere y te levante como a José. Agradécele por poner sueños en tu corazón y por ayudarte a trabajar con esfuerzo para alguien más. Si confías en Él, serás capaz de valorar a cada personas y te mantendrás firme en lo bueno para demostrar que eres digno de recibir Su bendición.
Por Pastor Rodolfo Mendoza.
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