El Gozo de la Gratitud

Un día, un hombre se acercó a su pastor para contarle el problema que tenía. Ya no soportó esta vida, le dijo. Somos nueve personas que vivimos en un cuarto pequeño, y estamos demasiado apretados. ¡Ya no sé qué hacer! El pastor le dio un consejo: Esta semana, vas a meter la cabra que tienes al cuarto con ustedes. Al hombre le pareció increíble el consejo, pero el pastor insistió: Haz lo que te digo, y vuelve dentro de una semana.

Al cabo de una semana, el hombre regresó. Tenía ojeras negras por la falta de sueño, y temblaba de nervios. ¡Es horrible! dijo el hombre. Nadie puede dormir con esa cabra en el cuarto, y además ¡apesta! Está bien, respondió el pastor, regresa a tu casa y suelta la cabra. Vuelve la próxima semana, y cuéntame cómo sigue todo. Cuando se acabó la semana, el hombre regresó. La vida es bella, le dijo al pastor. Ahora disfruto de cada momento del día ya que sólo somos nueve, sin la cabra.

Muchas personas viven insatisfechos – no porque no tienen lo suficiente, sino porque no están contentos con lo que tienen. Vivimos en una cultura que basa su crecimiento en la creación del descontentamiento.

Se cuenta de la construcción del Canal de Panamá que los constructores norteamericanos enfrentaron una situación poco común con sus trabajadores panameños. Estos trabajadores ganaban mucho más en el proyecto de lo acostumbrado. Cuando habían ganado lo suficiente como para vivir por un tiempo, simplemente dejaban de trabajar.

Esto, por supuesto, resultó en una inestabilidad laboral que poco convenía a los ingenieros. De repente, se les ocurrió una idea. A todos los trabajadores les regalaron una copia del catálogo de Sears. Después de esto, muy pocos dejaron de trabajar. Soñaban con los bienes que veían en el catálogo, y para eso, había que trabajar.

Hoy no necesitamos de ningún catálogo para codiciar más bienes. Los comerciales existen para crear en nosotros necesidades que no sabíamos que existían. Aparatos que para nuestros padres y abuelos eran desconocidos, para nosotros son esenciales. Nuestro nivel de vida sigue subiendo, mientras que nuestro nivel de satisfacción sigue bajando. Algo está mal.

Lo que nos hace falta para contrarrestar los efectos del descontentamiento no es meter una cabra a nuestra casa. La solución está en la gratitud. Cuando aprendemos a desarrollar costumbres de gratitud en nuestras vidas, nos liberamos del ciclo de constantemente desear más, sin encontrar la satisfacción.

Por esta razón, podemos decir que

I. La gratitud trae gozo al corazón del creyente

Encontramos en Filipenses 4:6-7 la clave para encontrar la tranquilidad del alma:
4:6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
4:7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Muchas veces nos enfocamos en la parte del verso que nos dice que presentemos nuestras peticiones al Señor. Una lectura superficial del pasaje podría llevarnos a pensar que la forma de alcanzar la paz del alma es llevar todas nuestras preocupaciones al Señor en oración.

Esto es algo muy importante, y es un gran privilegio del creyente el poder llevar sus peticiones a su Padre celestial. Sin embargo, cuando vemos el pasaje en griego, notamos algo interesante: las palabras «con acción de gracias» ocupan un lugar central en el verso. Esta es la idea que se enfatiza.

Si oramos al Señor, entonces, pidiendo por todas nuestras necesidades, pero lo hacemos sin acción de gracias, es muy posible que no experimentemos la paz que describe el verso 7. Sin gratitud, no hay gozo.

Un antiguo himno dice: Bendiciones, ¿cuántas tienes ya? Bendiciones, Dios te manda más. Bendiciones; te sorprenderás cuando veas lo que Dios por ti hará. Sin embargo, si no nos detenemos para considerar esas bendiciones, y para darle gracias a Dios por ellas, quedaremos cautivos de este mundo con sus tesoros que cuestan mucho, pero nunca satisfacen.

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