El monte milagroso de Dios

Por David Wilkerson. Isaías 25 describe una increíble visión. En ella, el profeta Isaías es transportado al futuro, hasta los mismos últimos días. Las comentaristas Bíblicos están de acuerdo, esta es una de las imágenes más claras en la Escritura acerca del tiempo final. No es una predicción mística, nebulosa. Isaías nos muestra con precisión lo qué Dios se propone para las naciones y para su iglesia, justo antes del fin. Y ahora mismo, estamos viviendo en la mismísima hora que Isaías describe.

En los primeros cinco versos, Isaías resume lo que Dios tiene reservado para las naciones.

Primero, el profeta ve que Satanás ha levantado un imperio demoníaco, esclavizando a naciones enteras. El diablo ha mantenido cautivos a esta gente por siglos, con un asimiento de hierro.

Isaías describe esta obra demoníaca en términos de una ciudad poderosa. Satanás ha construido una fortaleza alta y masiva con paredes impenetrables. Es una ciudad-espíritu, llena con habitaciones, palacios y mansiones espirituales. Y esta poblada por principados y poderes demoníacos. Desde ésta ciudad, Satanás controla a todas las naciones bajo su autoridad. Él ha encarcelado a un montón de gente con espíritus de lujuria, codicia, asesinato, maldad de toda clase. Y él ha poseído a sus líderes, manipulándolos para mantener fuera toda influencia del evangelio

Estas naciones son una imagen del poder opresivo del infierno. Los pobres no tienen fuerza. Los necesitados están en gran dolor. Y tormentas rugientes traen terrible destrucción. Isaías describe estas tormentas como grandes ráfagas de calor intenso. Ellas representan tentaciones feroces como la humanidad nunca jamás ha experimentado. Estas tormentas diabólicas barren a través de naciones enteras con un poder aplastante.

Pero entonces Isaías contempla una vista maravillosa. Él mira con asombro como Dios trata rápidamente con la obra de Satanás. El profeta clama: “Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado. Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas.” (Isaías 25:2-3).

En un instante, Dios reduce el imperio de Satanás a escombros. Y de repente, las naciones bajo la tiranía demoníaca son liberadas. Isaías irrumpe en alabanza jubilosa al ver esto: “Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza.” (25:1). Él esta diciendo: “Señor, jamás eres tomado por sorpresa. Has hecho grandes maravillas en el pasado, y ahora tienes un plan para esta hora. Tu lo ordenaste desde la fundación del mundo.”

Mientras Isaías observa el plan de Dios desarrollándose, emociona su alma. Él exclama por las generaciones que siguen: “En los últimos días, Dios va a aplastar y aniquilar el poder de Satanás. Estos palacios de seres demoníacos extraños serán llevados a la ruina. Y la ciudad del diablo será reducida a un montón de polvo.

Ahora cadenas comienzan a caer de las mases quienes han estado atadas. Ellas son liberadas de prisiones satánicas de miedo y pecado. Isaías las llama “una gente fuerte” que quiere decir “una gente que estaba endurecida por el pecado”. Y él nos dice que esta misma gente comienza a glorificar a Dios. Por años, estuvieron aterrorizadas de su opresor, Satanás. Pero ahora temen únicamente al Señor, el que las libró.

En aquélla hora, el versículo 4 será cumplido a la vista del mundo entero: “Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro” (25:4).

Veo esto ocurriendo aún ahora para millones de gente en todo el mundo. Los pobres en espíritu se están fortaleciendo. Los necesitados son rescatados. Y los angustiados están encontrando una abundancia de paz. Cristo se ha convertido en su protección, su refugio, su defensor, su escondite. Cuando una ráfaga de ardiente tentación se acerca de ellos, choca contra una pared santa que está alrededor de ellos y se desintegra. Los una vez feroces ataques de Satanás caen al suelo inofensivamente.

En el versículo 5, encontramos una de las más gloriosas predicciones de todas. El hebreo original lee a continuación: “Dios va a someter el tumulto de los extranjeros…y hace callar la canción de los implacables.” La versión americana (King James) lee: “Tú humillarás el orgullo de los extraños…los terribles van a caer abajo.” Esto esta describiendo el terrorismo. Ya leímos en el versículo 3 de “la ciudad de las naciones terribles.” El Señor promete derribar a los terroristas.

Agradezco a Dios que nuestra milicia haya capturado a Saddam Hussein. Pero, la verdad es, aun con una coalición mundial guiada por los EE.UU., el terrorismo todavía no puede ser detenido. Es una tarea imposible para los seres humanos. Pero Isaías aclara como el cristal: Dios va a obrar de parte de su pueblo. Como el profeta prevé lo que viene a las naciones, aconseja: “No te agites ni tengas miedo. El Señor tiene un plan en marcha. Y ha estado en lugar desde antes de la creación. Él va a detener la amenaza del extranjero, del extraño, el terrorista.”

Las noticias de la televisión han mostrado a los terroristas bailando sobre los cadáveres de los soldados de los EE.UU. Pero Dios lo ha dado a conocer: “Su canción está a punto de terminar. Yo voy a subyugar a los terribles.” El Islam Radical no es una amenaza. El Señor ha prometido echarlo abajo. Él va a cambiar el cantar de los terroristas en luto.


En nuestro tiempo, hemos visto
la profecía de Isaías cumplirse
antes nuestros ojos.


Piensa en lo que ha pasado al Comunismo. Paredes literales han caído en Alemania, Rusia y por Europa Oriental. Ahora, la Cortina de Bambú está cayendo lentamente también, en China y Mongolia. Millones de personas que una vez vivieron bajo la tiranía de Satanás están siendo liberadas. Y muchos están oyendo el evangelio predicado por primera vez. Una “gente fuerte” que una vez estuvo endurecida en pecado, ahora está alabando a Dios.

Les digo, estamos viviendo en un tiempo especial. Jamás he visto algo como esto en mis cincuenta y más años de ministerio. El año pasado, nuestro equipo realizó una cruzada en Nigeria, y 500,000 personas vinieron en una sola noche. Hay un hambre de Dios que debe ser sin precedente. Estoy viendo cosas ocurriendo que yo jamás habría soñado posible.

Una de esas maravillas esta tomando lugar en Irán. Hace varias décadas, mi libro “La Cruz y el Puñal” fue publicado secretamente allí. Un estimado de 25,000 copias han estado en circulación. También, la película “Jesús” ha sido mostrada en secreto a cientos de grupos. Ahora, cientos de miles de iraníes son salvos por los mensajes del evangelio como éstos.

Recientemente recibí un informe conmovedor acerca de un programa de drogas de Reto Juvenil en una nación del Medio Oriente que no soy permitido nombrar. Esto país islámico está lleno del alcoholismo y la adicción a las drogas. Funcionarios del gobierno confiesan que el problema esta por encima de sus cabezas. Sin embargo, por el poder libertador de Jesucristo, ese programa Reto Juvenil ha producido cientos de graduados quienes han sido salvados, rescatados y liberados.

Un graduado es ahora el supervisor de una denominación Pentecostal allí. Él dice que el zar de drogas de esa nación recientemente asistió a una ceremonia de graduación de Reto Juvenil. El prominente líder islámico oyó a docenas de hombres jóvenes ponerse de pie y testificar cómo Jesús los sanó de sus adicciones. (Lo que el zar probablemente no supo fue que más de cien graduados han comenzado iglesias en aquélla nación). El gobierno ahora reconoce a Reto Juvenil como el programa contra las drogas más exitoso en el país.

Está sucediendo por todo el mundo en formas increíbles: ¡La ciudad amurallada de Satanás está cayendo!


Luego, Isaías profetiza acerca de lo que
Dios tiene reservado para su
pueblo en los últimos días.


Ahora, Dios vuelve la atención de Isaías a la iglesia. Él le muestra al profeta un banquete pródigo y sobrenatural ocurriendo en un monte: “Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados de gruesos tuétanos y de vinos purificados.” (Isaías 25:6).

¿Entiendes lo que está diciendo Isaías aquí? Este banquete maravilloso ocurrirá justo antes del regreso de Jesús. En ese tiempo, el pueblo de Dios no estará de luto, revolcándose en el miedo, estresados y vencidos. No parecerán como figuras frágiles y esqueléticas de flaqueza espiritual. No, Cristo va a regresar para encontrar a su pueblo festejando en «grosor llenos de tuétano.»

Dios mismo ha preparado este banquete. Y ahora mismo, el banquete ya esta en progreso, en esta hora final. El Señor nos está diciendo en esencia, «He guardado el mejor vino para lo último. Y ahora lo estoy derramando para mi pueblo. Ellos están festejando en cosas maravillosas en mi presencia.»

Veo este banquete increíble tomando lugar mientras viajo por todo el mundo. Hombres y mujeres jóvenes de Dios están hambrientos por un evangelio que los toque profundamente en sus espíritus. Han rechazado los evangelios del bombo, de muchedumbres y del profesionalismo. Solamente buscan estar encerrados con Jesús, para recibir revelación de él. Y están saliendo de la oración con un fuego que conmueve a todos a su alrededor.

Ahora, la montaña donde ocurre este banquete es muy significativa. Representa un lugar santo, una casa donde se manifiesta la presencia de Cristo. Es un lugar donde el pueblo de Dios tiene comunión y cena con él, adorándole en espíritu y en verdad. Esta montaña de la presencia de Dios es un concepto importante para su pueblo. ¿Por qué? Todo que el Señor está haciendo en estos últimos días está relacionado a su presencia. Y su banquete de grosor y del vino puede ocurrir solamente donde está manifestada la presencia de Jesús.

Ahora bien, cuando hablo de la presencia manifestada de Cristo, no estoy hablando de algo místico y del otro mundo. Cada vez que Jesús se hace conocer, todo el que este presente lo percibe. El salmista dice que las colinas se derriten como cera delante de la presencia del Señor (véase el Salmo 97:5). Simplemente dicho, cada pared espiritual y bloqueo carnal se evapora cuando Jesús se da a conocer. La presencia de Cristo es tan real cuando se manifiesta, que casi puedes tocarla.

Así pues, ¿y tu iglesia? ¿Es la tangible, perforadora, presencia manifestada de Jesús evidente en tu medio? ¿Se derriten las personas ante él, llorando por su pecado y regocijándose en la paz impresionante que él trae? ¿Caen de rodillas en una adoración a él que todo lo consume? ¿Y salen del lugar con un resplandor especial de estar en la presencia de Cristo?

¿Qué tal en tu hogar? ¿Los visitantes perciben la presencia de Jesús en tu casa? El aroma de su santidad, ¿impregna a tu familia, tu matrimonio, tus relaciones? ¿Hay las lágrimas de intercesión por miembros de tu familia, clamores de quebrantamiento, un deseo sincero de arreglar todo lo malo? ¿O, gobierna la carne?

Créeme, hay una montaña espiritual que es alta y santa. Y se encuentra solamente en la habitación secreta de oración. No importa cuan grande o pequeña sea su congregación. Todo lo que es importante a los ojos de Dios es la realidad manifestada de su Hijo. La presencia de Cristo tiene que ser completamente evidente al ojo, al corazón, a todos los sentidos. Si no es así, entonces ningunas de las obras gloriosas que Isaías predice tocará tal lugar.

Esas obras tampoco alcanzaran un hogar donde la presencia de Cristo se ha ido. Estas nunca pueden suceder si su presencia no es deseada, buscada y cultivada. Tal hogar será marcado por la confusión y la desesperación.

Cada hogar cristiano debe ser un lugar elevado, una montaña de separación del mundo y la carne, un vestíbulo santo de banquete con Cristo. Con todo esto no sucede en muchos hogares cristianos porque han sido profanados por la suciedad. La maldad obscena y vil es permitida a través de la TV, de películas y del Internet.

Cuan asombrados deben estar los ángeles mientras presencian tal maldad en hogares que deben estar cultivando la presencia de Jesús. Multitudes de cristianos ahora pasan su tiempo entreteniéndose en la pornografía del Internet, alquilando los videos sensuales, bebiendo la corrupción en la TV. Luego van a los cines y pagan para oír el nombre de Cristo blasfemado. Y se preguntan por qué la palidez de la muerte espiritual asoma sobre su hogar.

Es la obra del Espíritu Santo traer y mantener la presencia y el poder de Cristo, en nuestras iglesias, en nuestros hogares, nuestros corazones. Pero multitudes siguen contristando el Espíritu con nuestra idolatría. Te pregunto: ¿Cómo puede ocurrir la visión de Isaías de bendiciones gloriosas y de la libertad en una atmósfera de indulgencia lujuriosa? ¿Qué sentido tiene que oremos por nuestros seres queridos inconversos, cuando nuestros propios hogares están contaminados?

Dios se propone obrar una serie asombrosa de milagros que agobiarán nuestras mentes y nuestros corazones. Y él ha planeado esto desde antes que el mundo existiera. Si él ha ideado tal plan del pacto, entonces debe suceder y sucederá. Mas algunos no lo llegarán a la mesa de banquete. Aquellos que están tibios, amantes de la comodidad, la gente que se ha entregado a la locura del mundo por placer – ningunos de éstos estarán en el banquete.

Observa la descripción de Isaías de aquellos que están presentes: » Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de sustanciosos tuétanos y vinos generosos.» (Isaías 25:6). Esto habla de un pueblo que no está satisfecho con la leche de la palabra de Dios. Estos siervos aman la corrección de su Señor. Tienen hambre de la verdad sustanciosa, una palabra santa de pastores probados, un mensaje encendido en el fuego por el Espíritu Santo. Y ellos buscan la palabra de Dios diariamente por sí mismos, sedientos por probar su vino refinado y envejecido.


Ahora llegamos a los milagros que Isaías
predijo para el pueblo de
Dios en los últimos días.


«Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones.» (Isaías 25:7). Aquí tenemos dos profecías maravillosas. Y la primera implica a los judíos. El velo al que Isaías se refiere aquí es la ceguera espiritual que ha cubierto los corazones de los judíos desde el tiempo de Moisés. El apóstol Pablo habla largamente de esta ceguera:

«Cuando (ellos) se conviertan al Señor, el velo se quitará» (2 Corintios 3:16). «ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles…Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad» (Romanos 11:25-26).

Pablo creyó lo que Isaías profetizó sobre Israel: que el Libertador quitaría su velo de ceguera. Un remanente judío iba a volver al Señor y obtendrá su misericordia (véase 11:30). Amado, esta profecía se está cumpliendo ahora mismo. Alrededor del mundo, los ojos de los judíos se están abriendo a Cristo. Una revista secular reporta que los judíos ahora le están dando una nueva mirada a Jesús. Digo, «¡Aleluya!» Eso es todo lo que se necesita, una sola mirada.

Pero la profecía de Isaías también tiene otro significado. Tiene que ver con tu familia inmediata. Se aplica a cada cónyuge, cada niño, cada miembro de la familia que ha tenido un velo de ceguera espiritual echado sobre ellos por Satanás. Recibo muchas cartas de padres que escriben de sus hijos que están cegados por el enemigo. Criaron a sus jóvenes en un ambiente cristiano. Pero ahora están confundidos y desconcertados, diciendo: «No entiendo lo que sucedió. Ellos simplemente no creen. Nada de lo que digo penetra. Yo no puedo alcanzarlos.”

Pablo dice que el dios de este mundo ha cegado estos jóvenes. Han perdido la fe porque el enemigo ha apagado la luz del evangelio a ellos. Por lo tanto, no vale la pena que un padre busque una razón más profunda detrás de esto. Es toda la obra de Satanás. Él quiere mantener a esa criatura atada, confundida y en pecado. El problema va más allá de consejería, predicación o estrategias de crianza. Esto va a tomar un milagro, claro y sencillo.

Recuerda, la Biblia dice que el enemigo busca la vida preciosa (véase Proverbios 6:26). Él busca sembrar semillas de amargura y de implacabilidad en sus corazones y mentes. Así es cómo él vuelve almas tiernas y amorosas en esclavos al pecado. Y simplemente no podemos alcanzar a alguien que tenga un velo sobre su corazón. Las reprensiones solamente los endurecen.

No, nuestra batalla debe tomar lugar en el Espíritu. Después de todo, estamos en contra de un espíritu del dios de este mundo. Y ese espíritu malvado es afectado solamente por nuestro banquete en la montaña. Requerirá la presencia de Cristo en nuestras vidas tal como nunca la conocimos. Solo la realidad manifestada de Jesús derretirá la esclavitud de Satanás como cera, haciéndolo impotente contra nuestros seres queridos.

Cualquier rebeldía, drogas o festejar son todos velos de obstáculo. Por otra parte, no puede haber cambio en su hijo hasta que este dispuesto a perdonar. Y eso requiere un encuentro con el poder que derrite de la presencia de Cristo. Es tiempo de reunirte con Jesús al banquete. Isaías nos dice que Dios absorberá y echará a un lado todos los velos demoníacos.

Mas esta promesa se pone mejor. Cada huella de muerte espiritual en tu familia será absorbida también: «Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lagrima de todos los rostros «(Isaías 25:8). Puedes preguntar, «¿Puedo realmente creer esto? ¿No más lágrimas por mis seres queridos? ¿No más muerte espiritual agarrando a mi hijo? No puedo imaginarlo. Esta promesa no puede ser para hoy. Debe ser cuando Cristo reine en la eternidad.» ¡No! El versículo siguiente demuestra que esta profecía es para hoy: «y se dirá en aquel día» (25:9). Esta profecía se llama «una profecía de ahora.” Dios se prepone cumplirla en nuestra vida presente, en esta misma hora.

En los días venideros, muchos van a caer bajo el poder y la presencia de Cristo. Los que vuelven a él completamente – quienes se arrepienten, perdonan, y van a la montaña al banquete con él – verán todas sus lágrimas volverse en alegría. Alrededor del mundo ahora mismo, ríos inmensos de lágrimas están fluyendo de aquellos que ya están liberados. Después de los siglos de esclavitud satánica, las personas son desatadas de las cadenas. Y están llorando lágrimas de arrepentimiento y de alabanza para su Liberador.

Isaías estaba tan entusiasmado por lo que vio que casi estalló de asombro. Él profetizó que cuando comenzamos a ver las obras milagrosas de Dios en nuestro medio, gritaremos, «He aquí éste es el Señor. Le hemos esperado y nos mandó su salvación» (véase 25:9).

«…y quitará el reproche de su pueblo de toda la tierra» (25:8). La palabra, reproche, aquí es de la raíz hebrea sugiriendo “insultos, desgracia.» Esto habla de los poderes satánicos que se burlan y lanzan insultos contra los creyentes devotos. Tales ataques vienen especialmente cuando estamos orando para que un ser amado sea rescatado de una fortaleza demoníaca.

Quizás has oído estos insultos desde infierno. Te atormentan diciendo: «Te jactas que Dios contesta las oraciones. ¿Bien, dónde es su respuesta? Has ayunado y orado para tu hijo por años, pero todavía no has obtenido la respuesta. Después de todo este tiempo, nada ha cambiado. Él nunca se va a salvar.»

Luego oyes esta acusación: «Es culpa tuya. Tu sembraste las semillas de rebeldía en él. Fuiste tú quien endureció su corazón.» Amado, ésta es la primera reprimenda del diablo contra el pueblo de Dios. Nunca debemos escucharla. En vez de eso, debemos afirmarnos en la palabra segura de Dios a nosotros: » y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra;…» (25:8).


La profecía de Isaías cierra
con una predicción que es
casi demasiado increíble de creer.


Se pone mejor. Isaías previó la humillación de Satanás. Él miró también como Dios rebajó todo el poder y el orgullo de principados malvados. «Porque la mano de Jehová reposará en este monte; pero Moab será hollado en su mismo sitio, como es hollada la paja en el muladar.» (Isaías 25:10). Isaías aclara: La humillación de Satanás sucede en la montaña, en el lugar de oración y adoración, donde se manifiesta la presencia de Cristo.

Moab aquí era un enemigo real de Israel. Pero se convirtió en un símbolo que representaba todo lo que era malvado y satánico. Dios decía a su pueblo, «yo va a echar a Satanás en un alcantarillado. Estás a punto de ver a tu enemigo que te despotricaba derrotado.» Ahora, esto no se refiere al acontecimiento futuro cuando Dios encadenará al diablo y lo echará en una prisión infernal. No, esta humillación será atestiguada durante nuestra vida. Y será visto solamente por aquellos que esperan en el Señor, buscándolo en la montaña, y tengan su presencia manifestada en ellos.

Satanás aun reinará en el mundo malvado. Pero un remanente santo lo verá humillado en sus corazones y hogares. Dios lo pisará en un fango de agua residual. Y el diablo frenéticamente intentará nadar fuera de ella: Y extenderá sus manos por en medio de él, como las extiende el nadador para nadar;» (25:11). En hebreo, esta imagen sugiere torcer, haciendo artimañas. Simplemente dicho, cuando Satanás sepa que su ser querido ha comenzado a volverse a Jesús, él utilizará cada artimaña para mantener su apretón diabólico. Pero no debemos preocuparnos: Dios lo pisoteará debajo otra vez.

Al final, el Señor echará abajo cada muro de la fortaleza como ciudad de Satanás: «Y abatirá la fortaleza de tus altos muros; la humillará y la echará a tierra, hasta el polvo» (25:12). ¿Puedes imaginarlo? Quizás no puedes. ¿Tienes dificultad en creer una cosa tan increíble en tu vida? Te exhorto a que te afirmes en la profecía de Isaías. «… creed a sus profetas, y seréis prosperados» (2 Crónicas 20:20).

Pedro predicó que la visión de Isaías se estaba cumpliendo en la iglesia en Jerusalén. “Pero Dios ha cumplido así lo que antes había anunciado por boca de todos sus profetas: que su Cristo habría de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo, » (Hechos 3:18-19). Pedro razonó que si las profecías sobre Cristo fueron cumplidas a la letra, entonces todas las otras profecías se cumplirían. Y eso incluía tiempos de refrigerio al estar en la presencia del Señor.

Isaías refirió a tales tiempos de refrigerio o reposo (véase a Isaías 28:12). Éstas son tiempos cuando Dios elige restablecer y sanar. Y él no lo hace porque lo hemos ganado, sino para la gloria de su propio nombre. Pedro vio esto cumplido en Pentecostés: La presencia de Cristo fue manifestada, trayendo avivamiento y refrigerio a una muchedumbre de millares. Una multitud fueron liberadas, incluyendo a familias enteras. Vemos esto más adelante cuando Pedro llevo la presencia de Jesús a la casa de Cornelio, y la casa entera fue salvada.

Ahora mismo, creo que estamos en el mismo comienzo del último avivamiento. Vamos a ver a familias sacadas del cautiverio. Millones de deslizados tendrán sus velos quitados. E hijos e hijas rebelde restaurados a sus padres.

¿Cuál es nuestra parte? Debemos hacer como Daniel cuando él leyó la profecía de Jeremías y discernió los tiempos: «Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza» (Daniel 9:3). Daniel hizo lo que todos somos llamados a hacer: ir al monte santo de Dios. ¡Ojalá que cada siervo fiel de Jesucristo en estos últimos días se encuentre allí!

Derecho de autor © 2006 por World Challenge, Lindale, Texas, USA.

Deja un comentario