El Precio de Entregarse a Dios por Completo

Una de las mejores formas de perder amistades y ser rechazado es entregándose a Dios por completo. ¡Toma en serio los asuntos espirituales; abandona todos tus ídolos; vuélvete al Señor con todo tu corazón y sé posesionado con Jesús; quita tus ojos de las cosas del mundo – y repentinamente te has convertido en un fanático religioso! Y te espera el peor rechazo de tu vida.

Cuando estuviste tibio, teniendo una forma de santidad sin poder – cuando no eras tan pecador, ni tan santo – no eras problemático para nadie, ni siquiera para el diablo. Las cosas estaban tranquilas; eras aceptado. Eras tan sólo uno de muchos creyentes a medias.

Pero cambiaste. Tuviste hambre de Dios. Fuiste convencido de pecado y no podías seguir jugando a iglesia. Te arrepentiste y te volviste al Señor con todo tu corazón. Abajo se fueron los ídolos. Comenzaste a hurgar en la Palabra de Dios. Dejaste de seguir las cosas materiales y te obsesionaste con Jesús. Entraste a un nuevo reino de discernimiento y comenzaste a ver cosas en la iglesia que una vez no te molestaron. Escuchas cosas del púlpito que quebrantan tu corazón. Ves a otros cristianos comprometiéndose en cosas mundanas, como una vez lo hacías tú. Por eso es que te duele tanto. Has sido despertado, volteado, quebrantado y contristado en espíritu. Y ahora tienes una carga dada por Dios por la iglesia.

Pero en vez de que tus amistades se regocijen o entiendan, ¡ellos piensan que te estás volviendo loco! Eres ridiculizado, mofado, y te llaman fanático.

Moisés fue tocado maravillosamente por la mano de Dios y despertado con relación a la atadura del pueblo de Dios. …le vino voluntad de visitar a sus hermanos los hijos de Israel. Moisés estaba tan entusiasmado por la gran revelación de liberación que había recibido que se apresuró a compartirla con los hermanos. Pero él pensaba que sus hermanos entendían que Dios les había de dar salud por su mano; mas ellos no lo habían entendido. (Hechos 7:23,25). Moisés fue el hombre más manso de la tierra; él estaba consumido con Dios. Él no se estaba comportando como el más santo; él se estaba moviendo en Dios, proféticamente. Él quería que sus hermanos escucharan y entendieran lo que Dios iba a hacer. Al contrario, lo rechazaron, diciendo, ¿Quién te hizo rey sobre nosotros? ¿Quién te crees que eres? Un día comprenderían – pero no ahora.

Cuando el Espíritu Santo me despertó hace años, cuando comencé a ver su llamado a la santidad y me puse en serio en cuanto a caminar en verdad y la Palabra se hizo viva, y cuando comencé a ver cosas que no había visto antes – quería compartirlo con todo el mundo. Llamaba a predicadores por teléfono y compartía lo que Dios me estaba diciendo. Con muchos de los que visitan mi oficina, gemía y abría mi Biblia y les señalaba verdades gloriosas de rendimiento total y pureza de corazón. Pensé que también lo veían. Pensé que amarían la Palabra y se arrodillarían conmigo a orar por un nuevo toque de Dios. Al contrario, la mayoría tan sólo pestañeaban. Decían cosas como: ¿Estás seguro que no te estas pasando del límite? O, Eso es algo pesado para mí. Y mientras más buscaba a Dios, menos le veía a ellos. Era como si derramaran agua fría sobre mi cara. Ellos no querían oír.

Si esto te está sucediendo desde que Dios te despertó, no estás solo. Quiero mostrarte y advertirte de la Palabra de Dios lo que debes esperar si estás dispuesto a seguir a Dios por completo. Puedes esperar tres reacciones: (1) Serás rechazado. (2) Serás echado fuera. (3) Serás apedreado.

 


Serás rechazado.


 

Jesús advirtió: Si fueran del mundo, el mundo los querría como a los suyos. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo los aborrece. (Juan 15:19). Muéstrame a un creyente que se ha convertido tanto en un amante y hacedor de la verdad, y te mostraré uno que será rechazado y perseguido por toda la iglesia tibia. Renuncia al mundo y el mundo renuncia a ti. Jesús tuvo muchos seguidores hasta que la palabra que él predicó fue percibida como muy fuerte – demasiado exigente. El grupo de aquellos a quienes le encantaba los milagros escuchó sus declaraciones y lo abandonaron, diciendo: !Muy difícil! ¿Quién puede recibirlo? Jesús se volvió a los doce y preguntó, ¿También ustedes se van? O, ¿Es Mi Palabra muy difícil para ustedes también? Pedro contestó: ¿A quién iremos si sólo tú tienes palabra de vida eterna? No, Pedro y los doce no se irían porque ellos amaban la palabra que los demás decían era muy difícil, muy exigente – porque estaba produciendo en ellos valores eternos. Se quedarían con la verdad, sin importar el precio.

Este es el asunto que cada cristiano debe enfrentar en estos últimos días: ¿Te volverás de la verdad que te convence, verdad que señala tu pecado, verdad que quita, corrige, y destruye tus ídolos? ¿Verdad que te llama a quitar tus ojos de las cosas del mundo, de ti mismo y del materialismo? O, ¿te volverás a prédicas que cosquillean el oído, suaves, tranquilizantes, que dicen todo-está bien? ¿Permitirás que el Espíritu Santo te examine, que te exponga?

La verdad liberta. Te hace libre de prédicas muertas, libre de pastores muertos, libre de tradición muerta, libre de doctrina de demonios. Libre de compañerismos que ponen la verdad a un lado porque no tiene mucho amor, como dicen. Los amantes y hacedores de la verdad desean entrar a la luz, tener toda obra secreta descubierta. Jesús dijo, Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios. (Juan 3:20,21). Aquello que es verdad genuina siempre expone toda cosa escondida. Cuando Jesús comenzó a poner luz sobre sus pecados escondidos, los judíos religiosos buscaron matarlo. Jesús dijo, Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham. Sin embargo, procuran matarme porque no está en sus planes aceptar mi palabra. (Juan 8:37). Ustedes, en cambio, quieren matarme, ¡a mí, que les he expuesto la verdad que he recibido de parte de Dios! Abraham jamás haría tal cosa. (versículo 40). El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero ustedes no escuchan, porque no son de Dios. (Juan 8:47).

La Palabra de Dios dice: Entonces se manifestará aquel malvado, a quien el Señor Jesús derrocará con el soplo de su boca y destruirá con el esplendor de su venida. El malvado vendrá, por obra de Satanás, con toda clase de milagros, señales y prodigios falsos. Con toda perversidad engañará a los que se pierden por haberse negado a amar la verdad y así ser salvos. Por eso Dios permite que, por el poder del engaño, crean en la mentira. Así serán condenados todos los que no creyeron en la verdad sino que se deleitaron en el mal. (2 Tes. 2:8-12).

Hoy en día existen multitudes de cristianos que no aman la verdad. Dios dice que es a causa de pecado secreto – teniendo placer en injusticia. Estos amantes de placer están en un horrible engaño. Como los judíos de los días de Jesús, están convencidos que ven. Ellos creen que son hijos de Dios y ferozmente rechazan cada palabra que expone sus secretos más profundos y sus lujurias. Algo que no es la verdad ha captado su corazón. No están abrazando la verdad como una perla de alto precio. Al contrario, abrazan algún placer escondido, algún ídolo, algún pecado familiar.

Anótalo. Aquellos que te rechazan, aquellos que te abandonan por la verdad tienen una razón fuerte. Te ven como una amenaza contra algo muy querido por ellos. Tu vida separada es una reprensión a su tolerancia y tibieza.

Pablo escribió a Timoteo: Ya sabes que todos los de la provincia de Asia me han abandonado (2 Timoteo 1:15). Pablo se había entregado por completo a esta misma gente, declarándoles todo el consejo de Dios. Él estaba sin culpa delante de ellos; santo, sin reprensión. Él fue rechazado por las iglesias en Asia y sus propios hijos espirituales lo evitaban. ¿Por qué?

Pablo estaba en la prisión ahora. Él estaba sufriendo. Él estaba en aflicción profunda; atado con cadenas; un prisionero del Señor. Pero un nuevo maestro se había hecho popular – un maestro que traía mensajes acerca de la prosperidad que cosquilleaban el oído. Alejandro el herrero me ha hecho mucho daño. El Señor le dará su merecido. (2 Timoteo 4:14).

Alejandro significa el que complace a los hombres. Alejandro y Himeneo estaban enseñando un evangelio falso que ministraba a la carne. Himeneo fue nombrado por el dios de los matrimonios. Esto representa un evangelio de amor, de celebración, de complacer al hombre sin santidad. Pablo los entregó a ambos a Satanás para la destrucción de la carne para que aprendieran a dejar la blasfemia (1 Timoteo 1:20). El entregarlos a Satanás no fue para la destrucción de sus cuerpos – sino de la doctrina carnal. Fue una experiencia de aprendizaje: para que aprendan a no blasfemar. ¿Cómo iban a aprender si estaban muertos? Estas doctrinas negaban todo sufrimiento – toda privación.

Pablo dijo que ellos hicieron naufragar la fe verdadera excusando el pecado; no tenían una conciencia pura. Ellos hicieron naufragar la fe a través de enseñanzas que complacen al hombre. Ellos rechazaron a Pablo por lo que ellos percibían era una pérdida de libertad en él. Ellos lo vieron como falta de fe. Para ellos, era el diablo que mantenía a Pablo prisionero. Si Pablo es tan santo – si él predica que Dios es todopoderoso – ¿por qué está sufriendo? Estaban avergonzados de sus cadenas. Y existen cristianos en la actualidad que te rechazarán; se avergonzarán de ti – porque estas pasando por alguna prueba o tribulación o enfermedad.

 


Serás echado fuera.


 

Jesús advirtió: Los expulsarán de las sinagogas; y hasta viene el día en que cualquiera que los mate pensará que le está prestando un servicio a Dios. (Juan 16:2). Jesús dijo, Estas cosas les digo, para que no se ofendan… no se sorprendan cuando la iglesia tibia los eche fuera – porque no me conocen a mí ni al Padre…

Jesús sanó a un joven que nació ciego. Él fue llevado a la iglesia para ser interrogado por los fariseos religiosos. Sus ojos fueron abiertos – ¡él podía ver!. Él dijo: …Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo. (Juan 9:25). ¿Se regocijaron por la visión de este hombre? ¡No! Ellos replicaron: –Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron. (Juan 9:34).

Ese hombre ciego que fue sanado representa al remanente santo – aquellos cuyos ojos son abiertos a la santidad de Dios. Anda, testifica como él lo hizo ¡Una vez estuve ciego y ahora veo! Te echarán fuera, diciendo: ¿Quién te hizo nuestro maestro?.

Si tienes intención de entregarte por completo a Cristo, ¡debes estar preparado para llevar su reproche! Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de ignominia. Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre. El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores. (Salmo 69:7-9). Esto se refiere primordialmente al sufrimiento de Cristo – ¡pero cómo él era en este mundo, así somos nosotros! Si lo persiguieron y lo reprocharon, harán lo mismo con todo aquél que muere a sí mismo. ¿Quién reprochó a Cristo? ¿Quién amontonó vergenza sobre su cabeza y echaron fuera su nombre como si fuera inmundo? ¡La iglesia centrada en el hombre!

¡Echar fuera a creyentes piadosos es el favor más grande que una iglesia centrada en el hombre puede hacerle! Escucho a cristianos decir: Mi iglesia está muerta – no me gusta lo que está pasando, ¡pero Dios me puso allí! Me quedaré y trataré de cambiar las cosas. Eso puede ser peligroso y contra las Escrituras. ¡Debemos salir de todo lo que sea de Babilonia! También puede ser la tradición lo que te esté deteniendo.

Pablo visitaba la sinagoga dondequiera que iba, Como era su costumbre, (Hechos 17:2). Él le predicaba a esa congregación ciega de Isaías, diciendo porque yo estoy realizando en sus días una obra que ustedes nunca creerán, aunque alguien se la explique. (Hechos 13:41). Pablo trató de persuadirlos, esperando que escucharan. Pero finalmente Pablo escuchó la profecía de Isaías tronar en su alma, Ellos, por su parte, se sacudieron el polvo de los pies en señal de protesta(Hechos 13:51). Pablo le dijo a esos judíos religiosos, Era necesario que les anunciáramos la palabra de Dios primero a ustedes. Como la rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, ahora vamos a dirigirnos a los gentiles. (Hechos 13:46).

Si asistes a una iglesia que ha escuchado la verdad y la hace a un lado, ¡Vete! Sal de allí – ¡o tus hijos se pueden descarriar! Olvídate de que Oh, mis hijos tienen amistades allí. Sí, y todos pueden crecer sin convicción de pecado, por la falta de poder o de la presencia de Dios. No vas a cambiar nada – ¡en ninguna manera! Pero ellos te pueden cambiar a ti. ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas? Salgan de en medio de ellos y apártense. No toquen nada impuro, y yo los recibiré. (2 Cor. 6:17).

 


Serás apedreado.


 

¡Serás apedreado por la mayoría! Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. –Señor Jesús –decía–, recibe mi espíritu. (Hechos 7:59). ¿Quiénes apedrearon a Esteban? ¡El concilio más prestigioso de aquellos días! Y lo llevaron ante el Consejo. (Hechos 6:12). ¡Fue un hombre contra la muchedumbre!

¡Aquí tenemos a un hombre, con los ojos fijos en Jesús! Sin embargo, es odiado. Escucha el odio de estos sacerdotes, de estos fanáticos religiosos: Al oír esto, rechinando los dientes montaron en cólera contra él. (Hechos 7:54). Entonces ellos, gritando a voz en cuello, se taparon los oídos y todos a una se abalanzaron sobre él, (versículo 57). ¿Qué había en este hombre justo que tanto enojaba a las multitudes religiosas? Él predicaba verdad que cortaba hasta el corazón. ¡Tercos, duros de corazón y torpes de oídos! Ustedes son iguales que sus antepasados: ¡Siempre resisten al Espíritu Santo! (versículo 51). Ustedes, que recibieron la ley promulgada por medio de ángeles y no la han obedecido. (versículo 53). ¡Él tenía que predicar la verdad! Tenían corazones que aún estaban aferrados al mundo – atados por la lujuria. Ellos conocían cuál era la ley de Dios, pero se negaban a obedecer. Crucificaron a Cristo.

La espada de dos filos de la verdad había cortado en lo profundo de sus corazones. Pero fue su testimonio de un cielo abierto que hizo caer la ira sobre él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. –¡Veo el cielo abierto –exclamó–, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios! Entonces ellos, gritando a voz en cuello, se taparon los oídos y todos a una se abalanzaron sobre él, lo sacaron a empellones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. (Hechos 7:55-58).

Esteban expuso mezcla, ¡doble ánimo! Entonces se hicieron un ídolo en forma de becerro. Le ofrecieron sacrificios y tuvieron fiesta en honor de la obra de sus manos. Pero Dios les volvió la espalda y los entregó a que rindieran culto a los astros. Así está escrito en el libro de los profetas: "’Casa de Israel, ¿acaso me ofrecieron ustedes sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto? Por el contrario, ustedes se hicieron cargo del tabernáculo de Moloc, de la estrella del dios Refán, y de las imágenes que hicieron para adorarlas. Por lo tanto, los mandaré al exilio más allá de Babilonia. (Hechos 7:41-43).

En esta época de gracia, si miras a una mujer con lujuria, has cometido adulterio a los ojos de Dios. Si odias, eres un asesino. Y si palabras maliciosas son lanzadas contra ti porque sigues a Dios por completo, ¡te están apedreando! Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser. (Prov. 18:6,8). Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas. (Salmo 64:3).

Jesús enseñó una parábola de un hacendado que tenía una viña y mandó a buscar los primeros frutos en el tiempo de la cosecha. Él envió a sus siervos. Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero. (Mateo 21:35) ¡Así sucede en la actualidad! Dios ha enviado a sus santos vigilantes para que reúnan el fruto de su viña. Pero al contrario, hay azotes verbales, asesinatos con odio, y te apedrean con palabras cortantes.

Tenemos una Compañía Esteban en la actualidad que puede decir, ¡puedo ver el cielo abierto! Es aquella visión clara de Jesús – aquella palabra cortante de verdad – ¡la cual invoca la ira de aquellos de corazón incircunciso!

Los israelitas trataron de apedrear a Josué y a Caleb por su llamado a entregarse por completo. Diez espías desanimaron al pueblo de Dios diciendo Entonces Caleb hizo callar el pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y poseámosla; que más podremos que ella. (Núm. 13:30). Pero ellos dijeron: Hagamos un capitán, y volvámonos a Egipto. (Núm 14:4). Y Josué hijo de Nun, y Caleb hijo de Jephone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos; Y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos meterá en esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra, porque nuestro pan es: su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová: no los temáis. Entonces toda la multitud habló de apedrearlos con piedras. Mas la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo del testimonio a todos los hijos de Israel. (Núm. 14:6-10).

Mi preocupación en esta historia no es por Josué y Caleb, porque Dios estaba con ellos. ¡Mi preocupación es por este pueblo de Dios que rechina sus dientes y levanta piedras! ¿Por qué un llamado a obediencia saca de ellos tal reacción? ¡Mira el llamado! Estoy convencido que una vez que el corazón está capturado por un ídolo o lujuria, la incredulidad toma control. La tolerancia y la incredulidad van mano a mano. Entonces, toda prédica contra la tolerancia les irrita y terminan peleando con Dios, mientras ciegamente confiesan su nombre.

 


Una advertencia.


 

¿Cómo reacciona el justo cuando es rechazado, echado fuera, apedreado? Jesús reaccionó, como un cordero no abrió su boca. No pidas fuego del cielo sobre aquellos que abusan de ti. ¿No sería mejor dejar que los defrauden? (1 Cor. 6:7). Si nos maldicen, bendecimos; si nos persiguen, lo soportamos;(1 Cor. 4:12). Ora por los que te usan despiadadamente.

No tengo tiempo para profetas arrogantes, con estilo propio que pelean o amenazan o echan maldiciones a diestra y siniestra. Cuando Semei estaba sobre en el monte tirándole piedras a David mientras retrocedía de Jerusalén y de Absalón, el capitán del ejército dijo, ¿Por qué maldice este perro muerto a mi señor el rey?Dejadle que maldiga, que Jehová se lo ha dicho. Quizá mirará Jehová a mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy. (2 Sam. 16:6, 9-10, 12).

Moisés se entregó por completo – subió la montaña – apartado con Dios, Y su rostro resplandecía. Y aunque los demás podían verlo, tanto así que el tuvo que ponerse un velo sobre su rostro, él mismo no sabía que su rostro resplandecía (ver Éxodo 34:29). Él ni siquiera se daba cuenta del reflejo de la santidad de Dios sobre él. Como Esteban, Moisés no estaba ostentando del toque de Dios en su vida. Ellos no tomaron aires de profeta. Ellos no amenazaban; ellos no hablaban de tener revelaciones nuevas o especiales. No pusieron cara de inmutables o mostraron piedad falsa. Humildad es la marca del alma que depende totalmente en Cristo. No existe orgullo espiritual en absoluto, ¡ninguna exclusividad!

 


La recompensa de entregarse
por completo.


 

¿Cuál es la recompensa? ¡Tener a Cristo de tu parte! Existen muchos otros premios por entregarse por completo, pero menciono solo éste porque es todo lo que necesitaremos. Pablo fue encarcelado en un castillo en Jerusalén con todo el sistema religioso deseando matarlo. La iglesia estaba escandalizada. Él fue acusado de contaminar el lugar santo, de predicar falsa doctrina. Hasta los soldados temían que Pablo fuera hecho pedazos; así que lo llevaron a la fuerza y lo encarcelaron en un castillo. Y la noche siguiente, presentándosele el Señor, le dijo: Animo, Pablo; que como has testificado de mí en Jerusalén, así es menester testifiques también en Roma. (Hechos 23:11).

El Señor mismo le habló a Pablo – ¡no un ángel! ¡Y qué palabra: Animo! ¡Viene más! ¡Pero tú puedes enfrentar cualquier cosa y a cualquiera si sabes que el Señor está a tu lado!

 

Por David Wilkerson

Usado con permiso por World Challenge P. O. Box 260, Lindale, TX 75771, USA.

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