En nuestra era actual, centrada en la gratificación inmediata, la relación conyugal puede llegar a destruirse fácilmente. El matrimonio fue diseñado con un gran propósito, y saber cuál es su objetivo primordial puede ayudarnos a mejorarlo ahora y para siempre.
Sabe usted cuál es el propósito fundamental del matrimonio? En ciertas naciones occidentales la tasa de fracasos matrimoniales se eleva hasta un cincuenta por ciento. Este solo hecho sugiere que la mayoría de las parejas casadas no saben por qué existe la institución del matrimonio y aún peor, que ni siquiera saben cuál es su objetivo esencial.
¿Cuántas veces ha oído a hombres y mujeres hablar de sus matrimonios de forma poco halagüeña? Algunos expresan sus pensamientos y sentimientos en cuanto al matrimonio con sarcasmo, duda o connotaciones sexuales.
¿Por qué se caracteriza al matrimonio en estos términos? ¿Por qué comienza el matrimonio en un estado de éxtasis y acaba en un hoyo negro de desdicha? ¿Por qué un hombre y una mujer, después de haber considerado su ceremonia nupcial como un acontecimiento crucial en sus vidas, terminan haciendo bromas al respecto y menospreciándola?
Existen buenas razones para esta paradoja. Para comprenderlas, debemos reconocer qué hay detrás de la institución del matrimonio y también qué fuerza es la que se empeña por arruinarlo y destruirlo.
La institución del matrimonio
En el comienzo del plan de Dios para la humanidad, él renovó la Tierra (Génesis 1:2) y la hizo habitable para todas las cosas vivientes (Génesis 1:21-31). Luego Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza . . .” (Génesis 1:27). Esta declaración nos da una idea de cuál es el objetivo principal de la institución matrimonial. Volveremos a examinar esto más adelante.
Dios creó a Adán del polvo de la tierra y a Eva de la costilla de Adán. Luego, Dios los juntó para unirlos en santo matrimonio:
“Entonces el Eterno Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que el Eterno Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
“Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:21-24).
Dios santificó la divina institución del matrimonio cuando unió al primer hombre y a la primera mujer. Solo Dios puede instituir y santificar la unión marital; no hay ningún ser humano que pueda hacerlo.
La historia de Rut demuestra la devoción a otra persona
La moraleja de la historia bíblica de Rut destaca cuán importante es la lealtad y el compromiso. Rut era una de las nueras de Noemí. Después de que Noemí perdiera a su esposo y a sus dos hijos en Moab, decidió regresar a Belén y les rogó a sus nueras que se quedaran en Moab.
Una de sus nueras lo hizo, pero Rut se rehusó. Eventualmente ella se convirtió en la esposa de Booz, pero sus palabras de devoción a su suegra han dado realce a muchas ceremonias de bodas a través del tiempo: “Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga el Eterno, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos” (Rut 1:16-17).
El compromiso y la lealtad que Rut manifestó hacia los lazos familiares y de amistad con Noemí es lo mismo que los esposos y esposas debieran expresarse mutuamente; sin embargo, el vínculo matrimonial es una unión incluso más estrecha.
Finalidad y meta supremas del matrimonio
El apóstol Pablo acertadamente compartió con nosotros la verdadera realidad que representa la relación conyugal: que la Iglesia de Dios se convertirá en una con Jesucristo, mediante una boda divina.Cristo, como el Novio, prepara a su Novia prometidapara la gran cena de bodas.
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
“Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:25-33; énfasis nuestro en todo este artículo)
En el libro de Apocalipsis, Cristo revela que se va a casar con la Iglesia: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero” (Apocalipsis 19:7-9).
Físicamente, el matrimonio está diseñado específicamente para los seres humanos, para que puedan aprender a amarse mutuamente y también a los descendientes que provengan de esta maravillosa relación diseñada por Dios. Los matrimonios no nacen, se hacen. En esta vida, tanto el esposo como la esposa deben trabajar en sus matrimonios, compartiendo y sacrificándose el uno por el otro (Efesios 5:21-28).
Los matrimonios humanos, que fueron magníficamente diseñados por un Dios amoroso, representan la realidad y el cumplimiento de la boda entre Cristo y la Iglesia. Este es el objetivo primordial del pacto conyugal.
Tal como hemos visto, al regreso de Jesús su Novia se habrá preparado (Apocalipsis 19:7). Aquella Novia, la Iglesia, se está preparando mediante la obediencia por fe a las leyes de Dios (Santiago 2:24, 26), poniendo a Dios primero en su vida y amando a su prójimo como a sí misma (Mateo 22:36-40).
Hechos a su imagen, un intruso, y una boda divina
Al comenzar este artículo mencioné que más adelante explicaría cómo es que Dios nos hace según su imagen. También me referí a cierta fuerza que lucha por destruir la sagrada institución matrimonial establecida por Dios. Primero que nada, analicemos lo que significa ser hechos a su imagen.
Nuestra forma corporal es un reflejo de la imagen de Dios (compare con Apocalipsis 1:14-17; 1 Juan 3:2). Pero aún más importante, Dios el Padre, a través de Jesucristo, nos está rehaciendo según su imagen espiritual, la que incluye el carácter espiritual que desarrollamos mediante el Espíritu de verdad de Dios (compare con Juan 16:13-15; Gálatas 2:20).
La institución del matrimonio es una de las formas principales que Dios utiliza para recrearnos según su imagen espiritual (Génesis 1:27; 1 Pedro 3:1-9; Filipenses 1:6). Él está creando en nosotros su carácter recto y haciendo que nuestra identidad sea una con él (Juan 17:22). Nuestros cuerpos físicos no durarán (2 Corintios 4:16); solo el carácter espiritual puede prevalecer (1 Juan 2:15-17).
En segundo lugar, con respecto a la destrucción del matrimonio y la familia, es importante saber que Satanás el diablo está enmarañando la unión matrimonial hasta hacerla irreconocible. Él ha cegado a la mayoría de la humanidad para que no pueda ver la inmaculada verdad en cuanto a Dios, su glorioso evangelio y la institución del matrimonio.
Satanás influencia a la humanidad para que se destruya a sí misma, porque está muy consciente de nuestro potencial en el Reino y en la familia de Cristo (1 Corintios 2:9). El diablo no puede destruirnos (Job 1:12; Lucas 22:31-32); sin embargo, sí puede influenciarnos para que nos autodestruyamos. Esto ayuda a explicar por qué la institución del matrimonio está continuamente bajo ataque.
A su regreso, Jesucristo se casará con la Iglesia en una boda divina. Dios nos dio la institución del matrimonio para ayudarnos a entender la relación profunda y amorosa que compartiremos con Jesucristo por toda la eternidad en su Reino. Usted puede trabajar desde ahora para hacer que su matrimonio sea más feliz, mientras se prepara para la meta suprema del matrimonio: ¡la boda entre la Iglesia de Dios y su Hijo Santo, Jesucristo!
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