Vamos a la Palabra de Dios hermanos y vamos a continuar con nuestro sermón que iniciamos el domingo pasado sobre el costo de seguir a Jesús, el costo del discipulado y quiero seguir enfatizando esta dimensión de sacrificio que lleva a gran ganancia y de lo imprescindible que es que nosotros entendamos en qué consiste el llamado de Cristo exactamente y qué es lo que nosotros abrazamos cuando entregamos nuestras vidas al Señor cuando entramos en el camino del Evangelio.
A manera de resumen y también de reforzar lo que hemos aprendido, estábamos hablando de que muchas veces en la sociedad en que vivimos, en este siglo XXI y en esta cultura sobre todo en el norte en Estados Unidos y en Europa, como que el Evangelio está experimentando una evolución y no necesariamente hacia lo mejor, donde muchas veces no se está enfatizando la verdadera naturaleza de la vida cristiana que es una vida que incluye sacrificios, incluye la cruz; no solamente para nuestro paladín, nuestro prototipo que es Cristo Jesús sino también para nosotros. De ahí lo que el Señor dijo ¿no? «Si alguno quiere ser mi discípulo tome su cruz cada día y sígame.»
Hablábamos acerca de que el Señor, a diferencia de quizás muchos de nosotros no estaba totalmente contento con toda la gente que lo estaba siguiendo. En el tiempo de Su mayor popularidad, cuando grandes multitudes lo seguían, hay un pasaje que nos muestra que el Señor se volteó hacia esa gran multitud y les aclaró implícitamente que ellos necesitaban plantearse por qué lo estaban siguiendo y que no era por lo que Él podía hacer por ellos. No era por los panes y los peces que Él había multiplicado, no era por regresar a Israel a su antigua prominencia política, no era porque el Señor podía sanar sus enfermedades o libertarlos de los demonios que los oprimían; sanarlos de la pobreza, todo eso era cierto y Él lo había hecho y lo continuaría haciendo y lo continúa haciendo.
Pero esas son cosas accesorias, son cosas adicionales. Son beneficios adicionales de la vida cristiana pero no es el centro de la vida cristiana ni es aquéllo por lo cual debemos buscar a Jesús.
El hermano Gonzalo durante el devocional decía que: ¿qué pasa cuando nos diagnostican una enfermedad? ¿qué pasa cuando perdemos la casa? ¿qué pasa cuando perdemos el trabajo? ¿qué pasa cuando nuestro matrimonio no va exactamente como quisiéramos que fuera? ¿qué pasa cuando tenemos un jefe que no nos trata bien? cuando chocamos el carro, cuando no tenemos dinero para pagar el alquiler. Cuando vamos al supermercado y buscamos para pagar, descubrimos que no tenemos todo el dinero para pagar la compra.
¿Qué pasa en esos momentos? ¿podemos nosotros entonces también adorar al Señor, adorarlo, glorificarlo, sentirnos que estamos todavía en el centro de Su Voluntad? ¿podemos todavía experimentar el gozo en el cristianismo? porque ya se ha dado en nosotros una toma de consciencia de que eso no es verdaderamente lo que nos garantiza el amor de Dios, que hay otras cosas que son más importantes. Que podemos decir como dice el escritor de Habacuc que: «Aunque la higuera no florezca, aunque no haya vides en los campos, aunque no haya vacas en las majadas» aunque los billes no estén todos pagos «con todo nos gozaremos en el Señor.»
Yo recuerdo mi mamá cuando yo era muy chiquito allá en República Dominicana, que ella decía: «Mira cuando no hay nada en la cocina para cocinar pues yo me siento contenta en un sentido porque entonces me puedo dedicar a adorar más al Señor y alabarlo más.» Y de paso: cuando el Señor vino a nuestra familia todo cambió completamente. Vino la bendición, vino la provisión; pero primero mi mamá tuvo que entender que eso no era la razón por la cual servir al Señor, que hay otras cosas más importantes.
Y lo interesante es que cuando se da en nosotros esa entrega de nuestro ser total, que sabemos que vamos a servir al Señor llueva, truene o ventee, haya mucho o haya poco, la despensa esté llena o esté vacía, tengamos gran salud o no, entonces el Señor dice: ¿sabes qué? ahora te voy a bendecir, ahora te voy a proveer, ahora te voy a dar.
Porque irónicamente muchas veces en la vida cristiana no es hasta que nosotros nos despojamos de las cosas que las cosas comienzan a venir a nosotros. Muchas veces el Señor nos tiene que destetar, por usar esa palabra ¿no? de la dependencia, de las cosas materiales y entender por qué es que nosotros lo servimos y aprender a verlo a Él como el centro, y eso sólo llega cuando hemos pasado verdaderamente por un proceso de crucifixión. No sé si ¿me pueden ayudar, Javier allá arriba? algo estoy oyendo allá arriba que no está completamente bien, algún hueco allí. No sé si ustedes lo oyen allá pero yo sí lo oigo completamente bien.
Entonces hermanos ¿cómo se puede dar eso, cómo se da ese proceso en nuestra vida de poder llegar a ese punto en que nos independizamos de las cosas materiales? y eso sólo puede llegar cuando nosotros hemos pasado por un proceso, y Dios muchas veces nos va a pasar por eso. Es un proceso en que Dios va a ponernos en tiempos de sequía y de esterilidad en que nos van a faltar muchas cosas para entonces nosotros aprender que no nos morimos sin esas cosas.
Cuando el Señor nos despega de esas cosas y entonces podemos entender que nuestra vida no depende de eso, como dice el Señor Jesucristo que el hombre no depende de la comida, del pan y del vestido; la vida no consiste en esas cosas sino en toda Palabra que sale de la boca de Dios y Dios quiere pasarnos por ese proceso. Javier, todavía no está bien, por favor ayúdenme en eso porque me distrae, perdona. Soy un poquito obsesivo-compulsivo, sí, está prendido; no sé si esto será el problema. No, no creo, está bien.
¿Ustedes recuerdan el pasaje de Deuteronomio donde el Señor le dice a los hebreos que se recuerden el camino por donde pasaron en el desierto? Estuvieron cuarenta años en el desierto y Dios los mantuvo sólo prácticamente con el maná, y Él les dijo: Yo los pasé por eso para disciplinarlos, para que entendieran que no sólo de pan vivirá el hombre, para que ustedes se desprendieran del amor a las cosas materiales y ahora Yo los voy a entrar en una tierra que fluye leche y miel, y ahora les voy a dar todo lo que ustedes necesitan. Pero primero Dios tiene que pasarnos por ese proceso.
Y eso es lo que quiere que aprendamos cuando entramos a los caminos del Evangelio, y por eso es que Dios tiene que crucificarnos, Dios tiene que quebrantarnos para llegar a ese punto de nuestra vida. Y por eso es que mucho del Evangelio habla de eso, de dejarlo todo para encontrar a Jesucristo.
Hablamos de todos estos pasajes ¿no? donde una y otra vez, cuando estas grandes multitudes seguían al Señor Él les dijo: Hey, si ustedes no aborrecen a su padre y a su madre, a mujer e hijos y hermanos y aún a su propia vida no pueden ser Mis discípulos. Cuando llamó a Pedro y a sus compañeros dice la Biblia que ellos dejaron en tierra sus barcas, lo que era la esencia misma de su supervivencia. Dice que: «Dejándolo todo le siguieron.» Cuando el Señor sanó a Bartimeo el ciego, dice que: «Bartimeo dejó su capa y siguió al Señor.» Entonces ese es el llamado radical.
Cuando llamó a Leví, dice que Leví estaba atendiendo en la mesa de las colectas de los impuestos y a las rentas internas, y cuando Él llamó a Leví y le dijo: «Ven y sígueme» y Leví dejó, dice: «Dejándolo todo se levantó y le siguió.» Y Leví entonces dijo que le hizo un gran banquete en la casa de él, y en ese banquete él invitó a todos sus amigos, lo que nosotros tenemos que estar haciendo en nuestras vidas, invitó a todos sus amigos, toda la gente pecadora de la ciudad y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Leví dejó su profesión, invitó a todos sus amigos y entonces se convirtió en un evangelista y en un seguidor de Jesucristo.
En Marcos capítulo 8 dice que: «Jesús llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame; porque todo el que quiera salvar su vida la perderá y todo el que pierda su vida por causa de Mí y del Evangelio la salvará.»
Hay otro pasaje del cual leímos donde el Señor llama a una persona en el camino y este hombre dice: Señor yo te voy a seguir donde quiera que tú vayas pero él no entendía algo y es que, el Señor en realidad no tenía un solo lugar a dónde ir, Su vida era itinerante y el Señor le advirtió, le dijo: «Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo tienen nidos, mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.»
¿Estamos dispuestos nosotros a seguir al Señor donde quiera que Él nos vaya a llevar? ¿estamos dispuestos nosotros a acompañar a Jesús en Su camino a través de la Tierra? ¿estamos dispuestos a nosotros a seguir a Cristo cuando Él nos lleva a un vecindario peligroso por ejemplo para proclamar Su Palabra?
Yo les he dicho antes que cuando Dios nos llamó aquí a esta parte de la ciudad, nosotros teníamos un antiguo edificio que nos habían regalado en la ciudad de Cambridge, en el área de Cambridge Port, un área muy linda de la ciudad clase media, media-alta. Y el Señor nos entregó ese edificio completamente gratis y nosotros estábamos allí muy tranquilitos, muy bonita el área, muy decente. Pero el Señor me deparó un llamado para venir aquí a esta parte de la ciudad y dejar ese lugar que estaba tan cómodo para nosotros, no teníamos que pagar un centavo, el edificio nos lo habían regalado.
Y nos llamó a una parte tremendamente peligrosa de la ciudad porque ahí es donde Él iba, ahí es donde Él quería estar aquí en esta área, el Espíritu Santo quería establecer un lugar aquí. Y la pregunta que nosotros nos tuvimos que hacer en ese momento: Señor ¿qué hacemos nos quedamos aquí? como dijo Pedro: Hagamos tres tiendas, estamos cómodos aquí; aquí está la Presencia del Señor, aquí está la visión, aquí está el gozo del Señor ¿por qué no nos quedamos Señor aquí en la cima? y el Señor dijo: No, no, tenemos que bajar. Ahí hay gente que necesita de Mí.
Y entonces el Señor nos trajo a este lugar. Y así es que muchas veces nosotros tenemos que preguntarnos: Señor ¿dónde Tú quieres que yo vaya, dónde Tú quieres que te siga? Porque el Espíritu Santo se mueve por donde Él quiere y Él necesita gente con un corazón misionero que estén dispuestos a perderlo todo para que Él los pueda usar y cada uno de nosotros tiene que ser como un, yo voy a decir: un terrorista pero es un terrorista bueno, no malo.
Yo recuerdo una vez que me invitaron a predicar a una graduación de jovencitos high school en una Iglesia cristiana y yo creo que fui demasiado pesado, yo creo que, esa parte mía y yo les hablé de ser terroristas y de Jesús como el mayor terrorista de todos los siglos y eso parece que no les gustó a algunos; otros sí lo recibieron muy bien, pero aclaré, pero es que comparar a la Iglesia o a Jesucristo con un terrorista a mucha gente le rechinan los dientes cuando escucha eso.
Pero en un sentido sí porque esos terroristas, estos suicidas están dispuestos a perder la vida por su causa y a inmolarse para destrucción y para ser usados por el diablo. Bueno nosotros somos suicidas pero somos para Cristo y nosotros perdemos nuestra vida pero la ganamos, nosotros morimos pero resucitamos en Cristo Jesús.
A esos terroristas se les enseña a despreciar su vida, despreciarla completamente. Y tengo entendido que parte del entrenamiento para un terrorista de esos que se va a suicidar en una bomba de esas que va a explotar es que lo meten en un ataúd y cierran el ataúd, y lo bajan en una tumba real, y lo tienen allí por un tiempo para que él vaya pasando por el proceso mental, cerebral de verse muerto para ayudarlo a prepararse para la muerte que ha de venir.
¿Y sabe qué hermano? que nosotros tenemos que hacer algo así no tan tétrico ni tan lúgubre, pero en un sentido el Señor Jesús quiere que pasemos por un proceso de morir nosotros también a todo lo que nosotros amamos y consideramos valioso para poder entonces entrar en lo que Cristo quiere que nosotros entremos, para poder experimentar el gozo del Señor, para poder ser usados por Dios.
Dios no puede llenar a nadie que primero esté vacío. Dios no puede usar a nadie que no esté dispuesto a ir a donde el Señor le guíe aunque sean los lugares menos agradables del mundo. Pero ¿sabes qué? lo maravilloso es que, dice la Biblia, que cuando tú estás dispuesto a pagar el precio del discipulado, cuando tú estás dispuesto a morir como Cristo murió a todos Sus privilegios, prerrogativas y derechos, entonces es cuando tú verdaderamente encuentras tu vida. Cuando tú experimentas el gozo del Señor, cuando tú experimentas la dignidad a la cual Dios quiere llevarte, y ese es el proceso.
Jesús dijo, miren en Juan capítulo 12 versículo 23, una de mis imágenes favoritas: el grano de trigo. Dice que: «Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado» ¿a qué se estaba refiriendo Jesucristo cuando decía que había llegado la hora para que Él fuera glorificado, hm? ¿Se estaba refiriendo a que lo iban a venir a buscar con una carroza real y que lo iban a llevar con bombas y platillos al palacio de la ciudad? No, se estaba refiriendo a que lo iban a llevar a la cruz pero Él lo veía como Su glorificación, el momento para Él ser glorificado. En la cruz Él iba a ser glorificado.
Paradójicamente en el momento de mayor pérdida era cuando el Señor iba a verdaderamente encontrar toda Su gloria e iba a hacer allí en la cruz la mayor hazaña que jamás haya hecho alguien que fue, dice: derrotar a los principados y las potestades, anular los decretos que nosotros teníamos contra nosotros, el diablo siempre acusándonos, no teníamos a alguien que nos defendiera, exhibir públicamente y avergonzar públicamente los poderes demoníacos, alcanzar salvación para todos nosotros, toda la humanidad que se entregara a Cristo iba a poder ser salva por medio de Su cruz y todo eso lo hizo posible el sacrificio que Él asumió sobre Su Persona.
Por eso Él decía: Ha llegado el momento para que Yo sea glorificado y entonces añadió, refiriéndose implícitamente a esa dinámica paradójica y contradictoria de glorificación por medio de la humillación, Él dijo: «De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere queda solo, pero si muere lleva mucho fruto.» Ese es un versículo que todos nosotros debemos aprenderlo de memoria.
¿Quién es el grano de trigo? el grano de trigo no, el grano de trigo eres tú y soy yo. Yo soy el grano de trigo y tú eres el grano de trigo. ¿Qué pasa con un grano de trigo? usted con un grano de trigo, vamos a usar algo más conocido por nosotros, un gran de frejol digamos, habichuelas para los caribeños.
Si ese grano no se mete a la tierra y se siembra, si esa semilla ¿qué pasa con una semilla cuando entra a la tierra? el agricultor la mete hondo. Por eso es que los agricultores abren trillos en la tierra, porque si la semilla se queda solamente en la superficie no se da el proceso que tiene que darse. No, la semilla tiene que ser metida hondo dentro de la tierra, ahí está el primer símbolo de muerte. Si el grano de trigo no cae a tierra queda solo.
Ahora ¿qué pasa cuando una semilla es entrada en lo profundo de la tierra? Se inicia un proceso de muerte para esa semilla. Esa semilla comienza a interactuar con la humedad de la tierra, con los ácidos que hay en la tierra y comienza a podrirse la corteza, esa parte dura de la semilla, comienza a ser suavizada por los elementos de la tierra y va rompiéndose, porque si no se rompe eso ¿qué pasa? lo que está dentro, la riqueza de ese grano que está adentro ¿no? la corteza es para proteger la vida de adentro.
Es como el cráneo que protege el precioso cerebro que está dentro de ti, la corteza es eso. Y podemos decir que así es nuestra vida también. ¿Sabe hermano que nosotros nos enamoramos tanto de la corteza que nos olvidamos que eso no es lo que importa, lo que importa es lo que está adentro, el espíritu?
La corteza es tu cuerpo, la corteza es tu juventud, la corteza es tu belleza, la corteza es tu dinero, la corteza es tu casa, la corteza es tu trabajo, la corteza es tu profesión; todas esas cosas son simplemente cosas adicionales, son accesorios a la vida que está dentro de ti. Y nosotros nos enamoramos muchas veces de la corteza.
La joven se enamora de su belleza, el joven se enamora de su hombría falsa, el profesional se enamora de su salario de $250.000 dólares al año y de su BMW que cambia cada año y de los buenos bistecs que se come tres, cuatro veces a la semana y que se lo carga la compañía inclusive porque tiene una cuenta de gastos. Y entonces se proclama demasiado ocupado para ir a la Iglesia, para servir al Señor y en la corporación le dicen: mira, te estamos pagando mucho dinero, no se lo dicen así pero lo que le están diciendo es que: pero tienes que vender tu alma a la compañía, tienes que trabajar ochenta, cien horas si es necesario, tienes que descuidar a tu familia, no tienes tiempo para ir a la Iglesia y para servir al Señor; no puedes pasar tiempo orando, buscando de la Palabra, yendo a un retiro porque ese dinero que nosotros te pagamos tú tienes que retornárnoslo entregando tu vida para la compañía. Y si la compañía te dice que hagas algo no ético y mientas en los anuncios que damos o los productos que ofrecemos no importa.
Miren hermanos déjenme ponerme aquí autobiográfico un momentito. Yo compré un carro esta semana, gloria a Dios, un carrito pequeño, está de lo más bonito ahí, ya el mío me daba vergüenza ahí con todo el ruido que hacía cuando los hermanos me recibían allí a veces por la mañana. Pero ¿sabe que? cuando usted va, y de paso si hay alguien aquí que vende carros, no me refiero a usted; yo sé que usted es un cristiano serio y que no hace nada de eso pero óiganme hermanos a veces meterse en las manos de un vendedor de carros que sabe lo que está haciendo, eso usted encomiende su alma al Señor ¿sabe? porque hay treinta o cuarenta maneras en que ellos pueden siempre atraparlo en algo.
Oh sí te vamos a dar los vidrios ahumados pero te sacan el radio con seis bocinas y te dan otro carro y no te dicen que eso iba con el otro carro. Es decir es infinito el número de posibilidades en que ellos te pueden. Así es mucho del mundo corporativo de esta nación, está diseñado para atrapar al consumidor, para venderle cosas que no quiere, que no necesita, productos que no valen la pena para engañar a la gente en muchas maneras ¿y quiénes son los que tienen que hacer esas cosas?
Son los empleados y son cristianos muchos de ellos desgraciadamente. De nuevo no es que estemos tampoco súper, súper espirituales pero lo que les quiero decir es que el mundo es así, el mundo te pide, y yo creo que nosotros tenemos que caminar en el mundo livianamente. No podemos comprometernos tanto con el mundo que el mundo dicte lo que nosotros seamos y hagamos. Hay ciertos compromisos que hay que hacer, hay ciertas cosas pero tenemos que tener los ojos bien abiertos porque el mundo te va a pedir tu alma y el mundo te va a ofrecer una serie de cosas brillosas, atractivas, adictivas para que tú le vendas tu alma y las trampas que el diablo tiene son infinitas.
Y nosotros los hijos de Dios no podemos enamorarnos de esas cosas, eso es parte de la corteza. Lo que yo soy dentro de mí es mi espíritu, eso es eterno. Lo que vale la pena es mi relación con Dios, lo que vale la pena es lo que yo puedo hacer en este mundo en el Evangelio. Lo que vale la pena es lo que yo puedo invertir para gloria eterna.
La Biblia eterna dice que creemos riqueza en los cielos, no en la Tierra. ¿Cuántos de nosotros hemos pasado por el proceso de transformación que se requiere para verdaderamente saber dónde están nuestras prioridades?
Eso no quiere decir joven, adulto que estás trabajando para una corporación o que te estás preparando en un programa de administración de empresas o que tienes sanas ambiciones de logros, eso no quiere decir que tú hagas un voto de pobreza y andes por la calle mendigando, no. Pero quiere decir que tú tienes que tener tu prioridades bien establecidas, que lo primero es servir al Señor, darle al Señor lo mejor de ti mismo.
La Biblia dice que los ojos del Señor contemplan toda la Tierra para descubrir a aquéllos que son de corazón perfecto para con Él para mostrarse a favor de ellos. Y muchas veces para llegar a ese punto de convicción y de establecer las prioridades correctas tenemos que decirle al Señor: Señor pásame a través de un proceso de que yo pueda ir despegándome del apego a las cosas materiales de este mundo. Crucifícame, corta las conexiones entre el mundo y yo para que entonces yo pueda caminar correctamente, para que yo pueda entender qué es corteza y qué es grano, qué es cáscara y qué es esencia.
Y de nuevo: eso es lo que el Señor está diciendo acá, volviendo a la metáfora que el Señor usa: Si el grano de trigo no cae a tierra, mantengámonos ahí en esa imagen. Cuando el grano cae, como les decía, comienza un proceso de putrefacción, de decaimiento de la corteza exterior, entonces voy a darle otra vuelta más a eso porque el Señor me aclara de nuevo.
¿Saben muchos de ustedes? porque yo les hablo por experiencia personal, el Señor tiene que muchas veces debilitarte y tienes que pasar por sufrimientos y pruebas como el grano de trigo, cuando la tierra está actuando, cuando la tierra está actuando, la humedad está actuando, los químicos de la tierra, las sales, los ácidos de la tierra están destruyendo la parte de afuera eso es análogo a cuando nosotros estamos pasando por diferentes situaciones en nuestra vida.
Y nosotros creemos que wow, esa casa. Si yo pierdo esta casa me voy a morir, si yo pierdo este novio me voy a partir en pedazos, no voy a poder vivir y el Señor dice: ¿sabes qué? te lo voy a quitar para ver qué pasa. El grano de trigo, la corteza se está quebrantando, se está rompiendo.
Y no es que el Señor es cruel, es que el Señor nos ama tanto que Él está dispuesto a pasarnos por la disciplina de un hijo de Dios y ¿sabe que a la gloria del Reino de Dios se llega a través de muchas luchas y padecimientos? No es que Dios es cruel. Es que un día cuando nosotros estemos en el cielo entenderemos cuan poco importantes eran las cosas que nosotros en este mundo consideramos imprescindibles.
Dice el apóstol Pablo que cuando estemos en el cielo conoceremos como somos conocidos, veremos la realidad tal y como es. ¿Tú sabes que? mucha gente se preocupa: bueno, mis hijos cuando yo me muera ¿qué va a ser de ellos? Mira cuando tú te mueras tus hijos no te van a preocupar más. Tú los vas a ver desde el cielo posiblemente y vas a entender que lo que ellos están pasando es parte de un plan glorioso que Dios tiene, que ellos van a tener que pasar por sus propias luchas y sus propias tribulaciones como tú pasaste por ellas y así como tú sobreviviste ellos también van a sobrevivir, y las oraciones que tú dejaste aquí invertidas y las cosas que tú invertiste en el Reino de Dios los van a bendecir y los van a perseguir dice la Palabra: «Hasta la tercera y cuarta generación.»
Se me ocurrió un buen título para un merengue, se lo voy a sugerir a Juan Luis Guerra si algún día: en el cielo no hay gente deprimida. Porque cuando la gente en el cielo mira a este mundo entiende que todo lo que pasa en este mundo, todo, todo; un niño que se muere prematuramente en el vientre de su madre, un joven que un carro lo golpea en la calle y muere, un volcán que eructa y mueren 100.000 personas, mire hermano: a la luz de la eternidad todo tiene sentido. Todo en última instancia refleja el amor, la gracia, el poder, el control, la gloria de Dios, todo, todo aún lo que nosotros no podemos entender.
Toda la existencia es un tejido misterioso de cosas buenas y aparentemente malas pero a la luz de la eternidad todo tiene absoluta coherencia, a la luz del control de Dios sobre todo lo que pasa en este mundo todo tiene significado, todo refleja la bondad y el control de Dios.
El diablo no puede ganar ni una sola batalla. Mire: el diablo creyó que cuando estaba subiendo a Cristo a la cruz iba a ganar y no sabía que lo que estaba haciendo era la derrota más grande que él iba a recibir. El diablo está condenado a hacer siempre la Voluntad de Dios. El diablo es un instrumento que Dios usa para poder hacer lo que Él quiere en este mundo ¿sabe? En última instancia Satanás es el perro de Dios por así decirlo, sinceramente.
Me cubro con la sangre de Cristo cuando digo eso porque en realidad es simplemente un instrumento que Él usa para llevar a cabo. No es como que un día Él se levantó y dijo: ¡oh! creé algo, Satanás. No, Él sabía lo que iba a pasar en este mundo pero Él usa este poder para ciertas cosas.
Pero cuando nosotros estemos en el cielo, cada uno de nosotros aunque tú dejes, esto lo digo si hay alguien que está preocupado: cuando yo me vaya ¿qué va a ser de mis hijos? Mira, cuando tú pases por las puertas del cielo en ese mismo instante ya no hay preocupación para ti. No hay temores, no hay nada, tú vas a entenderlo todo claramente, tú vas a saber el por qué de las cosas, tú vas a saber que sí, aunque tus hijos pasen por tribulaciones, aunque en el mundo haya guerra y todo esto, no estés deprimido; celebra, si tú estás en Cristo para ti no hay condenación, para ti no hay muerte, para ti no hay tristeza, para ti hay solo gozo, celebración.
Lo que tú consideras tan importante en este mundo Dios te lo quita pero es para tu bien y para tu bendición. Dios lo que quiere es enseñarte que tú, verdaderamente no hay nada que tú necesites de este mundo prácticamente, que lo único que tú necesitas es a Él. Si tú lo tienes a Él tú lo tienes todo lo demás con Él.
Y yo he aprendido que muchas de las cosas por las cuales nosotros pasamos, los sinsabores, las crisis, las luchas de la vida, si nosotros estamos en Cristo y le hemos pedido al Señor que tome control de nuestra vida, todo eso es simplemente diseñado para el entrenamiento de un hijo de Dios. Dios te pasa a través de estos procesos para quebrantarte, para debilitarte y a eso es a lo que venía originalmente; que muchos de nosotros vamos a tener que ser debilitados.
Hay muchos hombres que van a tener que perder esa fuerza extra que tienen, esa hombría, esa testosterona extra que les está dando problemas en su vida. Hay muchas mujeres que van a tener que perder quizás esa belleza carnal que hay en ellas y convertirse en siervas verdaderas de Dios. Hay jóvenes que están llenos de inseguridades y otras cosas y Dios los va a tener que pasar por pruebas para que entonces lleguen a un punto de humildad y de entrega verdaderamente de su vida para entonces el Señor poder hacer de ellos grandes profesionales, grandes siervos de Dios, hombres sabios y entendidos, gente verdaderamente poderosa en el Señor.
Pero hay que pasar por el trapiche, hay que pasar por el proceso de la crucifixión. El grano de trigo tiene que caer a tierra, el grano de trigo tiene que caer por un proceso de deterioro. No hay vida si no hay deterioro primero. ¿Qué mujer ha dado a luz sin que su vientre se deforme? ¿y qué mujer después de dar a luz ha vuelto totalmente a la misma sutileza y agilidad que tenía antes? siempre alguien para un precio por la vida, siempre hay dolor, siempre hay incomodidad; siempre hay un grado de fealdad en toda producción de vida.
Y así mismo pasa con nosotros. Si nosotros queremos crecer en los caminos del Señor, si nosotros queremos llegar a ser gente verdaderamente poderosa y alegre, y gozosa en el Señor primero Dios tiene que tomar una cuchilla y comenzar a cortar cosas de nosotros porque esta carne es impura y la carne no agrada a Dios, y no puede entrar al Reino de los cielos.
Hasta que nosotros no llegamos a este punto de decir: bueno Señor Tú sabrás lo que haces, aquí te doy una carta firmada, quítame lo que Tú quieras y deja tan sólo lo que a Ti te plazca de mi vida, hasta que no pasamos por ese proceso. Porque si tú quieres ser verdaderamente un hombre, una mujer de Dios, prepárate porque Dios no crea guerreros si no los pone a través del campo de guerra y entrenamiento en su vida.
Y por eso es que cuando tú vienes al Reino de Dios, cuando tú entras al Evangelio tú tienes que saber que no vienes solamente a bailar y a pasar una fiesta todo el tiempo, y que todo te va a ir bien desde ese día, no va a haber nada; no, vas a pasar por esfuerzos y ejercicios espirituales porque Dios va a crear un hombre, una mujer poderosa y es de esa manera que tú llegas a ser todo lo que Dios quiere que tú seas y puedes apreciar las cosas del Evangelio.
Entonces volviendo a la imagen, el grano de trigo cae a la tierra, comienza el proceso de quebrantamiento, de debilitamiento. Hay cosas que Dios te va a quitar, cosas muy amadas, cosas que tú verdaderamente adoras y que tú crees que sin esas cosas no puedes vivir. Son cosas preciosas para ti, parte de tu personalidad, tú amas esas cosas, te dan placer, te dan gusto y el Señor dice: eso es un impedimento así que te voy a poner a través de una serie de ejercicios.
Toda la vida cristiana si está viviéndose auténticamente y verdaderamente es un proceso de quebrantamiento gradual y paulatino, toda la vida. Si usted viene al Evangelio acostúmbrese a eso, no venga a un Evangelio falsamente fácil porque lo que van a estar haciendo es que le van a estar vendiendo un embeleco. Cualquier Iglesia que le diga que el Evangelio es solamente ganancia y buenas cosas, y bendición aparente, y dinero, progreso y, no. Hay crucifixión también, hay pruebas, hay ejercicios espirituales, hay el grano de trigo cayendo a tierra, muriendo.
Entonces Dios te pasa por ese proceso y dice la Biblia que si el grano de trigo no pasa por ese proceso de caer a la tierra y morir no puede dar fruto. Cuando la corteza: todo lo que tú amas, todo lo que tú consideras importante, bello, cuando la corteza se comienza a quebrantar por las grietas que abre la cáscara cuando se abre por ahí comienza a subir algo que es la vida que está dentro de la corteza.
Por eso es que usted ve muchas veces, el grano de trigo se mete a tierra y pasan días y usted cree que no está pasando nada, no se ve nada. Pero un día usted ve una cosita verde, transparente casi, delicada, es la vida que estaba metida dentro de la corteza. Y así pasa con nosotros.
Y todo depende de cómo reaccionas a las pruebas, a las luchas, a los sufrimientos, a las pérdidas de la vida. Tú tienes dos opciones cuando pasas por una prueba, una dificultad. O te amargas o te haces más fuerte y más bello. ¿Cómo se amarga uno? se amarga uno rebelándose contra Dios cuando Dios te quita algo que tú amas. Te amargas, te debilitas cuando rehúsas ver lo que Dios está haciendo a través de eso, cuando te niegas a moldearte y besar la mano del que te ha abofeteado, cuando levantas la cabeza en rebeldía y le dices a Dios: me vendiste una falsedad, no te quiero. Cuando gritas, te deprimes, te rebelas, pateas contra Dios, te amargas, cuestionas; entonces el trato de Dios se convierte en un aguijón para tu vida.
Dice la Biblia: «Dura cosa es dar patadas contra un clavo.» ¿Cómo se fortalece uno? cuando tú mansamente aceptas la disciplina de Dios y dentro de tu dolor y tu natural lucha tú sabes: bueno ahora estoy pasando esto pero en algún momento voy a tener que volver a donde mi Papá, inclinarme delante de Él y besarle la Mano y decirle: hágase Tu Voluntad y no la mía. Me diste un golpe y todavía estoy sin aliento pero te amo y te voy a servir de alguna manera.
¿Sabe qué? que hay momentos así que uno recibe un golpe muy grande en su vida y es natural que uno se sienta adolorido y se sienta a veces hasta molesto con Dios, pero dentro de usted tiene que llegar el punto en que usted diga: sí pero tarde o temprano voy a tener que volver donde mi Papá y le voy a tener que dar un beso. Cuando se me pase la perreta voy a tener que volver donde Él y bendecirlo.
Está bien, puede haber tiempo, es natural que la carne se duela. El grano de trigo si pudiera gritar y tuviera consciencia como nosotros gritaría cuando se está rompiendo su corteza, pero tarde o temprano nosotros tenemos que entender: no, esto es parte del proceso de Dios. Esta vida no es nada, esto es un espejismo. El dinero se va, la belleza se va, el vigor de la juventud se va. Tarde o temprano terminamos en la vejez y en la tumba, ese es el destino de todo ser humano.
Las cosas en este mundo se deterioran, desde el momento que salen de la tienda ya comienza el deterioro y todos nosotros pasamos. Entonces yo creo que el cristiano tiene que llegar a ese punto donde entienda que todo en este mundo es una contingencia, es simplemente un accesorio. No se enamore de nada, no se apegue de nada porque si Dios se lo pide usted está obligado a dárselo porque es para su bien, es para su bendición y eso es parte de su crecimiento, eso es parte de la plataforma que usted necesita para su futura glorificación.
Eso es parte de la cruz que usted tiene que pasar como la pasó su Maestro también. Usted no es mejor que su Maestro. El Señor dijo: «Si esto lo hacen con el árbol verde qué no harán con el árbol seco.» El Señor dijo: Si esto Yo lo tengo que pasar qué no tendrán ustedes que pasar.
Hermano: si tú vienes al Evangelio entiende que ese es el llamado de Jesucristo. Entonces el Señor dice: si el grano de tierra no cae a tierra y muere, y pasa por el proceso de perder las cosas que le gustan, de perder su corteza tan linda, de perder esa cualidad de estar enterito y bonito y que uno puede coger algún tissue y brillar ese grano de haba o de trigo, sí qué bonito y brilloso. Si el grano de trigo no está dispuesto a verse feo y deteriorarse, y verse feo lo que está adentro que es la vida no puede salir.
¿Y saben qué hermanos? que la cosa más maravillosa es cuando un hombre, una mujer mientras se bebe sus lágrimas comienza a sentir como que brota de dentro de él o ella algo diferente. Hay un amor diferente, hay un entendimiento de Dios diferente. Esta persona comienza a leer la Biblia y comienza entonces a entender cosas.
Lee los Salmos de David y ve a David sufriendo y siendo perseguido o arrepintiéndose de un pecado, de una caída y dice: wow, yo he estado allí, yo entiendo lo que está diciendo. Ven a Cristo decir: Llevar Mi yugo sobre vosotros y él entiende lo que quiere decir, tomen su cruz cada día y síganme, haya pues en vosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, entiende una cantidad de cosas.
Piensa en Cristo y como él o ella ha pasado por su propia crucifixión entiende ese varón experimentado en quebrantos que es Jesús, entiende lo que es la crucifixión, lo que es el viernes, tres días debajo de la tierra como el grano de trigo y comienza a ver la Biblia de una manera muy diferente. Comienza a entender los valores de la humildad, la mansedumbre, el amor, la paciencia; esa persona que era tremendamente impaciente intolerante de los demás ahora como que está dispuesta a tolerar ofensas y a ser más gentil con las personas.
Esa persona que se creía la gran cosa en el mundo ahora sabe que: yo no soy nada, yo necesito la misericordia de Dios como cualquier otra persona. Nadie puede llegar a lo que es la madurez cristiana, a lo que la Biblia llama: El fruto del Espíritu Santo a menos que no sea a través de padecimientos, pruebas y dificultades. Y si no está dispuesto y preparado para hacerlo entonces no merece ser un discípulo de Jesucristo, no va a ser verdaderamente un hijo de Dios.
Dice la Palabra que: «¿Cómo puede amar un padre a su hijo si no lo disciplina antes?» dice la Biblia que Dios al que ama, disciplina. Si no lo disciplina es porque somos bastardos dice la Palabra. Si tú no estás experimentando en tu vida quebranto, dificultades, pruebas, esfuerzo mira preocúpate porque quizás eso quiere decir como que Dios quizás no está trabajando en tu vida.
Pero si Dios está trabajando en tu vida te va a estar entrenando fortaleciéndote como un atleta que se expone al ejercicio, se expone a la resistencia para que sus músculos se hagan más grandes, para que sus pulmones puedan tomar más aire. Hay que pasar por las pruebas, el grano de trigo tiene que caer a la tierra, tiene que morir. Tienes que entender que el Evangelio no es solamente aparentes triunfos y tienes que saber por qué sirves a Cristo, si lo sirves por los panes y los peces o porque Cristo es el tesoro más grande que un hombre, una mujer pueda tener y está dispuesto a darlo todo para tener eso.
Si el grano no cae a tierra y muere queda solo. Si lo único que tú haces es venir a la Iglesia hermano, hermana y pasar por un proceso superficial, si tú no te dejas tratar por Dios, si tú no estás entregando cosas que tú amas, si tú no estás padeciendo algún tipo de disciplinas y prueba, si no estás mejorando cada día, si no estás llorando lágrimas delante del Señor, si no estás orando, si no estás buscando de la Palabra, si no estás dejando malos hábitos, si Dios no está transformando tu mente, si no hay cambios en tu vida, si no estás pasando por diferentes procesos de entrenamiento, si no le estás entregando al Señor algo que tú amas.
Si la vida cristiana no es esfuerzo, si tú vienes a la Iglesia solamente cuando tienes ganas y cuando todo está bien, si tú le das solamente al Señor cuando tienes exceso no eres verdaderamente un discípulo, no está pasando lo que tiene que pasar en tu vida. El grano no está cayendo a tierra y está quedando solo, por eso tanta gente viene a la Iglesia y no experimenta el gozo del Señor.
Tanta gente viene a la Iglesia y la Palabra permanece cerrada, la abren y es como de plomo, escuchan los sermones y es como si les hablaran en chino. Dan vueltas en las mismas situaciones año tras año. Su vida es la misma, su matrimonio es el mismo, su carácter es el mismo, no cambian. Su vida de servicio al Señor es la misma, su condición de depresión y de insatisfacción es la misma, oran y Dios no oye, interceden y no ven respuesta. Nadie ha venido al conocimiento de Cristo por medio de una intervención de ellos, no han dado fruto.
¿Por qué? porque no hay muerto, porque no han caído a tierra, porque no han permitido que el Señor haga la Obra en sus vidas. Si el grano de trigo no cae a tierra y muere queda solo, paradójicamente cuando el grano de trigo muere, cuando hemos pasado por el proceso de trituramiento y crucifixión, disciplina, prueba, esfuerzo comenzamos a dar fruto. Viene el gozo del Señor, viene la paz, vienen las oraciones contestadas, viene el conocimiento de la Palabra, viene el amor por el Señor; viene inclusive la prosperidad, viene la provisión milagrosa, viene la multiplicación de esa vida.
La gente te busca, comienza a buscarte por un consejo. Misteriosamente la misma Palabra que tú decías antes que no hacía hueco en la gente la gente la escucha y es tocada. Dios te comienza a proveer oportunidades para servirlo porque el grano de trigo ha caído a tierra, está muriendo, la corteza se ha ido quebrantando, la vida cerrada en la corteza ha ido saliendo y la Biblia dice: «Pero si muere lleva mucho fruto.» Si muere lleva mucho fruto.
Por eso es que yo le digo hermanos que, el costo del Evangelio, yo le decía a los hermanos esta mañana no es un costo verdadero, es una inversión porque en realidad la ganancia es después que tú pasas por el proceso de la crucifixión. La belleza y el gozo vienen después de la fealdad y de la tristeza.
El domingo de resurrección viene después del viernes de la crucifixión. El canto de los ángeles parados sobre la piedra que cubría la tumba y el gozo de los discípulos de saber que el Maestro ha resucitado, y de saber que todo lo que Él decía era verdad viene después de la noche desgastadora en el palacio de Herodes siendo abofeteado, siendo cuestionado, pasando una noche de desvelo y después cargando esa terrible y pesada cruz, y sintiendo el dolor de los clavos sobre las manos y los pies, y metiéndose en la cueva de la tumba por tres días, y yendo a los infiernos como dice la Palabra, ¿qué pasó allí? no lo sabemos.
Pero todo ese proceso de muerte es lo que da lugar al domingo de gloriosa resurrección donde María y Marta van y el ángel les dice: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Cuando tú pases por tu propio proceso de entrega en tu vida van a decir: hey ¿por qué están buscando a fulanito en tal sitio o en tal lugar? no, él está vivo, él está haciendo la obra del Señor, está creciendo, está siendo bendecido.
Quiera el Señor hermanos, quiera el Señor hacernos entender este proceso. Estoy predicando estos sermones porque siento que el Señor está llamándonos a tomar consciencia de que la vida cristiana es una vida de pruebas, de tribulaciones, luchas pero también es la vida más gloriosa que usted se pueda imaginar pero primero usted tiene que perderlo todo para ganarlo todo, primero tiene que estar dispuesto a saber qué es importante y qué no es importante. Primero tiene que saber qué es corteza y qué es esencia. Primero tiene que saber que todo lo que Dios le quiera pedir nunca Dios le va a quitar nada porque Dios es cruel sino se lo va a quitar porque es para su bien y su bendición.
«Llevad Mi yugo sobre vosotros porque Mi yugo es liviano, ligera Mi carga.» La idea es que el yugo del Señor es más liviano que el yugo que el diablo te puede poner pero hay que llevar el yugo del Señor porque es un entrenamiento, te fortalece, te bendice, te hace más liviano.
Vamos a pedirle al Señor que se apodere de nuestros corazones y de nuestras mentes. Yo quiero invitarles, invitarme a mí mismo en esta mañana, en esta tarde a decirle al Señor: Señor yo entiendo lo que es corteza, yo entiendo lo que es cáscara y lo que es esencia, y te entrego la cáscara y te entrego la esencia. Rompe mi corteza, rompe mi carne para que la vida que está dentro de mí, el Espíritu Santo que Tú has puesto dentro de mí pueda salir a través de la debilidad, a través de mi carne que se ha hecho transparente y frágil, y a medida que mi carne va decayendo mi espíritu se vaya fortaleciendo, para que Tú entonces puedas hacer Tu Obra a través de mi vida.
Y yo renuncio a todo apego, a todo aferramiento a cualquier cosa de este mundo, te entrego lo que yo más amo con temor y temblor. Te pongo mis ilusiones juveniles, los sueños del futuro, las cosas que yo más amo, los rasgos de mi carácter y mi personalidad y mi temperamento, todos mis apetitos, las cosas que me dan placer, todo lo pongo en Tus Manos Señor. Entrega ahora mismo al Señor todo lo que hay en ti para que tú puedas entonces experimentar lo que es el verdadero gozo de la vida cristiana, entonces pueda comenzar verdaderamente la fiesta.