Versículo de la Biblia: Salmos 23:5
Una mujer que sufría de heridas internas, pasaba día y noche buscando la manera de vengarse; hasta que llegó a leer la Palabra de Dios en Romanos 12:19-20 “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de
fuego amontonarás sobre su cabeza”. Consecuentemente, esta mujer dejó en manos de Dios la venganza, desde entonces pudo gozar del inmenso paz. Mientras estamos aquí tendremos encuentros con grandes y pequeños enemigos; pero ¿qué dice la palabra de Dios sobre estos encuentros? En Salmos 23:5 dice “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando”.
El Señor que no nos dejará solos ni abandonados
Primero, cuando estemos delante de nuestros angustiadores, dice el Señor que no nos dejará solos ni abandonados. Cuando nuestros angustiadores nos atacare, allí también está el Señor con nosotros. De modo que no mire al enemigo que ataca, sino al Señor que está con usted, y mediante su presencia obtenga paz y fortalecimiento espiritual. El profeta Eliseo siempre ayudaba al rey de Israel según la revelación de Dios, así el rey de Siria Ben-adad siempre terminaba acorralado.
De modo que ordenó capturar a Eliseo como sea de lugar. Un día Eliseo con su siervo pasó la noche en la ciudad de Dotán, escuchando esta noticia el rey de Siria envió soldados para sitiar la ciudad. El siervo se levantó temprana hora de la mañana y se quedó petrificado; porque la ciudad estaba sitiada totalmente por los soldados sirios. Corrió hacia Eliseo y le dijo “maestro estamos muertos, ya no tenemos esperanza, la ciudad está totalmente sitiada”.
Entonces contestó Eliseo y le dijo “no temas, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”. Luego oró a Dios y pidió que les abriera los ojos del siervo. Entonces Jehová abrió los ojos del criado y miró que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. Luego pidió Eliseo que los hirieran con ceguera y esta gente siguió a Eliseo hasta la ciudad de Samaria, donde terminaron cautivos.
A petición de Eliseo, el rey de Israel los alimentó y les dio de beber, luego los devolvió. Desde entonces los sirios dejaron de atacar a Israel por mucho tiempo. Como esta situación, aunque el enemigo esté alrededor nuestro, Dios está también alrededor nuestro; no estamos solos ni abandonados, Él está con nosotros.
Yo soy el buen pastor
En Juan 10:11-15 dice “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas”. Como dice la palabra, Jesús da su vida por las ovejas.
Los asalariados huyen cuando ven llegar al lobo, pero Jesús no es así, aunque pierda su vida, él protege a su oveja. Sujeta a su palabra estamos seguros de que Jesús está con nosotros, aún cuando el enemigo esté alrededor nuestro.
Dios adereza mesa delante de nosotros
Segundo, dice la Palabra que Dios adereza mesa delante de nosotros en presencia de nuestros angustiadores. Qué significa la mesa, significa un banquete. En medio de nuestros angustiadores que nos roba, mata y trata de destruirnos, Él adereza mesa en presencia de nuestros angustiadores.
Él nos entrega la victoria en presencia de nuestros angustiadores. Vean el ejemplo de David. Cuando David fue a visitar a sus hermanos que estaban peleando contra filisteos, se encontró con la sorpresa de que un general llamado Goliat estaba amenazando al pueblo de Dios. En I Samuel 17:8-11 dice “Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.
Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo”. Los israelitas estaban petrificados del terror ante las amenazas de Goliat; pero no así David, se llenó de ira al ver que un incircunciso blasfemaba al pueblo de Dios. Consecuentemente David confrontó a Goliat. ¿Cómo fue esto posible? Fue posible porque David tenía certeza que si el enemigo se presenta ante él, también Dios está con él.
Asimismo, Dios adereza mesa en presencia de los angustiadores. Sabiendo David que Dios prepararía un banquete ante el enemigo, confrontó a Goliat con valor. Tomó cinco piedras lisas del arroyo y su cayado, y tiró su honda con la piedra e hirió al filisteo al frente, quien cayó al suelo. Luego tomando la espada de Goliat le cortó la cabeza; al ver este espectáculo los filisteos huyeron de temor. Esto fue el banquete que los israelitas recibieron de Dios.
La Escritura dice que Dios adereza mesa en presencia de nuestros angustiadores. De modo que si el enemigo acampa alrededor nuestro, también Dios está con nosotros, y a ellos los usa para aderezar mesa. Así como Dios aderezó mesa a David de Goliat. Asimismo conocemos el hecho del rey Nabucodonosor y el banquete que Dios preparó con él.
El rey Nabucodonosor levantó una estatua de oro de 30 mts de altura en el campo de Dura. Y Mandó a todos los sátrapas, los magistrados y capitanes que al son de la bocina lo adorara. Pero Sadrac, Mesac y Abed-nego no se postraron a adorarle. El rey con ira dijo en Daniel 3:13-15 “Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo:
¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?”. Entonces ellos contestaron “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego; y de tu mano, pero si no, sepas que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”.
Estando ellos ante el enemigo, Dios también estaba con ellos. El rey lleno de ira mandó a echar a estos hombres al horno de fuego ardiendo y lo calentó siete veces más el horno. Pero lo sorprendente fue que dentro del horno estaban no tres, sino cuatro tomados de las manos y danzando. Y declararon que el cuarto hombre parecía al hijo de los dioses. Mandó entonces a sacar a estos jóvenes y descubrió que ni un pelo de ellos olía a quemadura. Esto es la mesa que Dios había preparado a estos jóvenes con el rey de Babilonia. Aunque el rey había deseado matarlos en horno de fuego, Dios lo encaminó a bien y les preparó el banquete como muestra de victoria. Arrodillado ante Sadrac, Mesac y Abed-nego, el rey Nabucodonosor se convirtió en creyente de Dios.
Tenemos otro ejemplo con el rey de Persia, Darío. Durante el reinado de Darío había tres gobernadores y uno de ellos era Daniel. Deseaba el rey poner a Daniel como gobernador sobre todo el reino porque su espíritu era superior a los otros. Pero los otros gobernadores buscaban la manera de hacer caer a Daniel. Entonces fueron al rey y le sugirieron que promulgara un edicto real durante 30 días todo el pueblo diciendo que adore solamente al rey y no a cualquier otro dios y los que desobedezcan sean echados al foso de los leones. Firmó el rey el edicto; Daniel sabiendo sobre el edicto entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como solía hacer antes. Aprovechando esta situación los gobernadores acusaron a Daniel.
En Daniel 6:13-16 dice “Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición. Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.
Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre”. Daniel fue acusado, fue echado al foso de los leones. Al día siguiente el rey Darío llegó y preguntó “Daniel, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?” Pero Dios había preparado la mesa con el foso de los leones. Envió Dios a su ángel y cerró la boca de los leones para que no le hiciese daño. Esto fue la mesa que Dios aderezó para Daniel, la victoria sobre los leones. Dios preparó el banquete con Goliat, con el horno de fuego y con el foso de los leones, y Él está con nosotros.
Unges mi cabeza con aceite
Tercero, luego de alimentarnos con el banquete, Él nos unge con su aceite. Dice la Palabra “Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Ungir con aceite significa colocarlo en un nivel más alto. En tiempos pasados, Dios ungiendo con aceite nombraba a los reyes de Israel y a los sacerdotes. David después de confrontar a Goliat, Dios lo ungió y fue rey de Israel. Si David no hubiese tenido encuentro con Goliat, tal vez siga como pastor de ovejas en el campo. Pero por Goliat, Dios le ungió como rey. De modo que el ataque de Goliat fue de bendición para Israel. Sin Goliat su copa no hubiese rebosado.
De manera que tener un encuentro con enemigo puede ser de gran bendición para nosotros. Después que Sadrac, Mesac y Abed-nego alimentaron del horno de fuego, fueron nombrados para un puesto más alto. Conmovido el rey Nabucodonosor, se arrepintió y aceptó a Dios.
En Daniel 3:29-30 dice “Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda libar como éste. Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia”. Cuando llegare el enemigo, nuestro Señor adereza mesa, luego lo engrandece. Daniel después de alimentarse la mesa que Dios aderezó en el foso de los leones, fue engrandecido. Todos los otros enemigos de Daniel fueron echados al foso de los leones con sus familiares. Luego que Daniel recibió la mesa que Dios preparó fue engrandecido.
Así tenemos en Daniel 6:27-28 “El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones. Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa”. Hasta el rey Darío emocionado se arrepintió y decidió tomar a Jehová como su Dios. Después de este acontecimiento, el rey lo nombró gobernador sobre todo su reino, y esto duró hasta el tiempo de Ciro. Dice la Escritura “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Es decir, cuando llega el enemigo, Dios preparará un banquete con ellos y nos entregará la mesa; después de alimentarnos nos ungirá con su aceite para luego engrandecernos.
En Juan 10:10 dice “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Cuando llegue el ladrón, Dios sacará su espada y preparará un banquete con ellos y nos los entregará, luego nos engrandecerá y hará rebosar nuestra copa de su gracia.
En I Corintios 2:9-10 dice “Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.” Cosa que nuestros ojos no ven, ni entendemos, ni escuchamos, pero allí el Señor nos entrega la victoria. En Lucas 11:11-13 dice “ ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pitan?”. Dios nos llena de su Espíritu Santo cuando pasamos momentos difíciles, para que estemos sobre y no debajo; cabeza y no la cola; prestando y no pedir prestado, y tener una vida victoriosa.
Es nuestro deseo no tener encuentro con ningún enemigo, lo cual es natural. Lo mejor será no tener enemigo, si es posible. Pero muchas veces recibimos ataques de los enemigos; aunque mi vida sea fiel, digno y honesto, se levantan enemigos que tratan de robarnos, matarnos y destruirnos. Cuando nos enfrentamos con ellos no sabemos qué hacer. Pero cuando se encuentren en esta situación, tenga fe en Jesús, nuestro pastor y sin tregua practique la fe.
Porque nuestro pastor no se apartará de nosotros por la presencia de los angustiadores; mas Él le hará frente. Luego con su espada preparará el banquete para nosotros. Sepa que sin los angustiadores nosotros no gozaríamos del banquete. De manera que tenga presente que cuando llegan los angustiadores, Dios llegará también con un banquete.
Por tanto no trate de vengarse del enemigo por usted mismo, porque dice el Señor que suyo es la venganza. En consecuencia, en lugar de maldecir a nuestros angustiadores, bendiga; porque ciertamente Dios los preparará como alimento para sus hijos. Nuestros angustiadores llegan a nosotros creyendo que nos derrotarán, pero nuestro pastor los hará frente y peleará en nuestro lugar; así aderezará mesa delante de nosotros, entregándonos la victoria.
Sin Goliat, David no hubiera experimentado la victoria, sin el horno del fuego Sadrac, Mesa y Abed-nego no se hubiesen catalogado como personas ilustres de la fe; si Daniel no hubiese entrado al foso de los leones, ¿cómo Darío sabría que Dios está vivo y colocar a Daniel como gobernador sobre todo su reino? Por tanto, no se olvide que los angustiadores son para nosotros un medio para Dios de engrandecernos y hacer rebosar nuestra copa de su gracia. De modo que Dios nos alimenta ricamente y mediante los angustiadores nos engrandece y hace rebosar nuestra copa de su gracia.
Dios adereza mesa cuando estamos sitiados por los angustiadores; luego nos unge y hace rebosar nuestra copa. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. De manera que el que carece de pastor cuando lleguen los angustiadores, serán lastimados, muertos; pero nosotros tenemos a Jesús, nuestro pastor que está con nosotros siempre. Él no nos dejará solos; porque Él para conquistar al enemigo murió en la cruz, entregado su cuerpo y derramando toda su sangre.
Luego de su muerte, resucitó de entre los muertos, Él es un victorioso. Si nosotros estamos con el Señor, Él manifestará su poder para preparar la mesa con los angustiadores; nos entregará la victoria sobre victoria. Consecuentemente nos engrandecerá y hará que nuestra copa reboce de gracia y de bendición. Por tanto, es de gran bendición contar a Jesús como nuestro pastor, y no hay razón para los que creen en él temer el ataque de los angustiadores. Porque los comeremos como pan.
Oración
Dios nuestro Padre, mientras vivimos en el mundo tenemos mucho encuentro sea a voluntad o no con muchos enemigos. Muchas veces tratamos de vengarnos por nosotros mismos; pero dice tu palabra que dejemos a la ira de Dios. Que tuyo es la venganza, que tú preparará un banquete a nosotros; oh Dios, de manera que pedimos dejar a nuestros enemigos en tus manos y darte a ti la oportunidad.
Oh Padre, gracias por enviar a Jesús como nuestro pastor. Porque está siempre con nosotros; con su vara y cayado nos guía y en presencia de nuestros angustiadores, aderezas mesa y nos entrega la victoria. Oh gracias Señor, porque nuestra copa está rebosando. Oh Señor sabemos que no tenemos miedo aún ante la muerte, porque tú lo venciste con tu resurrección; de manera que no tenemos nada de que temer. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas, estas son tus Palabras, oh Dios pedimos que siempre dependamos de ti, y sin temor vivir agradeciéndote. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.