Recuerdan que en Lucas 18:9, Lucas introduce la parábola del Fariseo y el Publicano de esta forma: “dijo también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros”. A primera vista puede parecer insignificante, pero fíjense que dice que Jesús le contó esta parábola A algunos que confiaban en sí mismos como justos. Esto no dice que él dijo esta parábola ACERCA de ellos. Jesús miraba a los Fariseos a los ojos y les contaba una parábola que implicaba que ellos se creían muy justos. No estaba hablando acerca ellos sino a ellos.
Aunque parece ser insignificante, contiene una lección enorme para la salud de nuestra iglesia. Seamos así. No hablemos con otros acerca de los defectos de la gente. Hablemos con las personas mismas sobre sus defectos. Es fácil – y muy antojante a nuestra lengua pecaminosa – hablar de la gente. Pero es difícil – y a menudo sabe amargo – hablar con ellos. Cuando usted habla acerca de ellos, ellos no pueden corregirle o voltearle la conversación y hacerlo el problema. Pero si usted habla con ellos sobre un problema, puede ser muy doloroso. Se siente más seguro hablar sobre la gente en lugar de hablar con ellas.
Pero Jesús no nos llama a tomar decisiones fáciles. Él nos llama a tomar decisiones de amor. A corto plazo, el amor a veces es más doloroso que la evasión de conflicto auto- protector. Pero a la larga, nuestras conciencias nos condenan por tomar la ruta fácil y hacemos poco bien para los demás. Por lo tanto seamos más como Jesús en este caso y no hablar de la gente sino hablar con ellas, tanto con palabras de ánimo, debido a las evidencias de gracia que vemos en sus vidas, así como con palabras de cautela o advertencia o corrección o hasta reproche. Pablo nos exhorta a utilizar una amplia gama de palabras para una amplia gama de necesidades: “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos” (1 Tesalonicenses 5:14).
No quiero decir que usted no puede criticar al Presidente Bush sin antes llamarlo por teléfono. Como tampoco quiero decir que no puede discutir mi sermón, tanto en forma negativa como positiva, sin antes venir a mi. Los personajes públicos se exponen y entienden que cada cual tendrá una opinión sobre lo que ellos dicen. Eso esta bien. Lo que quiero decir es que cuando usted se da cuenta de que un hermano o hermana está en las garras de alguna actitud o comportamiento pecaminoso, saca la viga de tu propio ojo, y entonces ve con ellos y trata de ayudarles con humildes consejos bíblicos.
Quizás cuéntales una parábola. Eso es lo que Jesús hizo en Lucas 18:9-14. Y es lo que Natán hizo a David, luego de su pecado con Betsabé y contra Urías (2 Samuel 12:1-4). Pero usted no tiene que ser tan creativo. Dar cariño a la persona a la que usted se enfrenta es más importante que la creatividad.
Lo que deseo para nuestra iglesia es que seamos libres de chismes. Seamos francos y honestos y valientes y humildes. Jesús era en ocasiones increíblemente franco. El amor a veces suena de esa forma. Él fácilmente pudo haber sido acusado de insensibilidad o desamor. Pero nosotros sabemos que Él fue la persona más amorosa que jamás haya existido. Así que sigámosle en este respecto. Él murió por nosotros para que todas las vigas y pajitas en nuestros ojos sean perdonadas. Esto debería darnos tanto valor así como cautela en nuestro trato con los demás. En especial cuando nos damos cuenta que las faltas de nuestros hermanos y hermanas también han sido perdonadas por Jesús.
Qué increíble es nuestro fundamento para las relaciones. Una comunidad de personas perdonados, justificados, llenos del Espíritu que aman crecer en la gracia. Gracias por querer confiar y seguir a Jesús en su manera de hablar con los otros en vez de hablar el uno del otro.
Feliz de estar de regreso
Por Pastor John Piper. Desiring God.org