Hno: Víctor M. Cuevas Soto. 2da Iglesia Bautista de Moa ´El Calvario´. Los líderes de hoy en día suelen preguntarse porque los resultados no son proporcionales con sus esfuerzos en la obra de Dios. Las buenas intenciones no han sido muchas veces suficiente a quienes desean que la obra del Señor Jesucristo avance en la tierra. Planeamos, oramos, persuadimos y al final de la campaña la sombra de la inconformidad, nos hace compañía en nuestras reflexiones finales.
Quienes están involucrados en este bregar no son máquinas. Redimidos mortales que cuentan con llamamiento divino, gracia y poder de Dios son los encargados de ello: individuos que, a pesar de calificar como ministros o líderes del evangelio, tienen marcas hechas por su naturaleza débil y emocional. Por ello, no nos queda otra alternativa como líderes cristianos, que apostar a la efectividad para saltar estos obstáculos internos. La psicología contemporánea lleva al hombre a una dirección contraria a lo espiritual a través de proyectos y alternativas a favor de sus necesidades.
Lo que no podamos hacer nosotros en el ámbito espiritual quedará como opción a esos programas humanos que alejarán a la humanidad del tratamiento espiritual que necesitan.¿Qué es efectividad? La efectividad describe el proceso mediante el cual, después de haber asimilado lo espiritual, el líder cristiano es capaz de producir efectos útiles en la vida de los hombres.La efectividad no es evaluada por la posibilidad o el tener, la última palabra lo tiene el hacer o producir. Me explico: estar dotados intelectualmente, poseer herramientas afines para ejercer influencia sobre las masas, finalmente no es la llave para producir efectos útiles en ellas. Si la capacidad, habilidad personal, carisma cristiano, no nos ha aportado el todo para ser efectivos, podemos diagnosticar que el problema no está en nuestras aptitudes, sino en nuestras actitudes al enfrentar cada reto en el ministerio.
Comencemos echando un vistazo a las áreas en las que es posible reconocer la efectividad:
En lo que somos, Si somos personas optimistas impregnaremos en nuestro trabajo como líderes grandes cuotas de entusiasmo y fe. Si somos líderes llenos de visión, nuestros colegas verán sendas claras a pesar de los obstáculos que se presentan en ellas, Jesús dijo:’ La lámpara del cuerpo es el ojo; así que si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz ’Mt 6:22. El Maestro veía lo que somos en correspondencia con las cosas en las cuales ponemos nuestra atención (‘Poned la mirada en las cosas de arriba, no en las de la tierra’) y señaló como, lo que somos, nos hará personas que irradien luz, ejemplos vivientes de lo que se desea llegar, antorchas encendidas para mostrar el camino hacia logros espirituales concretos, señal inspiradora en la oscuridad cuando tantos vientos de doctrinas empañan la visión de la Iglesia, luz que llama la atención hacia lo espiritual y entusiasma hacia el logro de metas divinas. En lo que hacemos, Como seres racionales que somos siempre evaluaremos las enseñanzas de alguien a la luz de sus hechos. Jesús habló de la inefectividad de los líderes de su época y en copiosas ráfagas llenas de verdad dijo de ellos: ’En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.
Así que todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen y no hacen’ Mt 23:2-3. Jesús dio el merecido crédito de sus enseñanzas, pero no habló así de sus hechos mostrando en ello la causa de su inefectividad, en cambio, el ministerio de Jesús fue efectivo porque supo mostrar con hechos lo que decía acerca de su persona y misión. Él dijo ser el Hijo de Dios y como tal anduvo sanando en toda la tierra de galilea, dijo ser la resurrección y la vida y como tal resucitó al tercer día, alegó que para seguir en pos de Él se debía de tomar la cruz y se aferró a su cruz cuando le crucificaron, enseñó orar por nuestros enemigos y le oímos decir en la cruz acerca de sus matadores: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, proclamó tener una relación personal y especial con el Padre y en acto de dolor y sufrimiento le oímos clamar en la cruz: ¡Padre porque me has abandonado!, arrancando del corazón de quienes le veían morir la muestra más fehaciente de su efectividad en su ministerio:¡Verdaderamente este es el hijo de Dios!. En lo que logramos, para que una pintura sea considerada una gran obra de arte, al pintor no le es suficiente ser un buen pintor.
Para lograr un material exquisito el esfuerzo y la dedicación no encierra toda la verdad del éxito, todo ello vale mérito si irrumpe como algo valioso a los ojos de quienes juzgan, si logra los efectos deseados por el artista en los críticos de su obra. Así mismo, gastamos tiempo y dinero en nuestra preparación personal, avanzamos hacia el área de la integridad y sin embargo si no hay impacto no hay efectividad. No olvidemos la enseñanza de Jesús usando como ejemplo el sembrador que sembró la semilla, dijo:’Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno’ Lc 8:8. Sembrar en buena tierra, abonar lo necesario para que nazca y podar en su tiempo procurando los buenos frutos no encierra todo para ser efectivos, hay que lograr el objetivo (…y llevó fruto…). De Juan dijeron su contemporáneos mucho tiempo después de su muerte: … pero todo lo que dijo de este era verdad. Ante todo empuje eclesiástico siempre habrá barreras en el camino (excepción de aquellas que responden a ambiciones humanas). La efectividad es una de esas actitudes que son desafiadas constantemente en estos tiempos.
Ser efectivos en nuestro contexto es un reto muy grande, ya sea por los obstáculos internos que presentamos nosotros mismos o por las piedras muy bien intencionadas que son puestas en nuestro camino. En los tiempos en que estamos viviendo, disfrutamos de grandes méritos científicos materializados en avances tecnológicos que han puesto en las manos del hombre, posibilidades de eliminar el hambre y las penurias humanas. Sumémosle a esto lo generalizado e impregnado en la psiquis humana que está el humanismo como variante para traer grandes soluciones sociales y no olvidemos el ‘punto de sal’ que da la concepción materialista. En resumen, un mundo donde las relaciones se miden por conceptos de mercado o intentos de avances sociales a espaldas de Dios ha traído consigo que el Evangelio no aparezca como la visión que debe ser atendida sino como una más entre otras.
Esto crea un clímax tensional entre las aspiraciones del mundo y las nuestras, entre los programas del mundo y los nuestros aún cuando muchos de nuestros objetivos sean similares. Veamos los riesgos que esto trae: El Evangelio no es visto como la visión que debe ser atendida, este pasa a considerarse a niveles culturales-seculares. Si el Evangelio que presentamos idealmente responde al criterio de la efectividad del mundo, morirá ante el mundo. De esta forma el Evangelio conservaría la forma (contenido y programa) pero no sería efectivo desde la perspectiva divina.Unas de las barreras más peligrosas de hoy en día para ser efectivos son los errores que se cometen dentro de nuestro contexto religioso. Hemos vividos en la historia del Evangelio dos tipos de apostasía (Católica y Protestante) pero en estos último tiempos estamos envuelto en la Evangélica de la cual se desprenden líneas erróneas de encarar la actividad espiritual.
Proyección modernista: Participación y acción política donde se abandonan las premisas evangélicas como solución, se pierde el diagnóstico espiritual según la idea de Dios y su visión. El mundo nos presiona tentativamente diciendo: ‘Si no enfrentas el problema a nuestro lado, eres parte de el’.Aunque el mejor contexto para explicar este fenómeno es el que vivimos, en los tiempos bíblicos se vieron destellos de este cáncer. Bajo el ministerio efectivo de Samuel los líderes de su tiempo consideraron una variante ‘moderna’ del gobierno de Dios sobre su pueblo, esto inevitablemente excluía a Dios como el Juez y Guiador de Israel. Quien hacía el diagnostico espiritual ya no sería Dios, sino hombres y el buen desempeño de la visión estaba sobre la base de la relación espiritual del Líder principal (Rey) con Dios.
Hoy en día el secularismo se ha metido tanto en las congregaciones evangélicas, que se adoptan formas y métodos mundanos para lograr frutos de arrepentimiento. Estas formas y métodos funcionan en quienes no son redimidos porque su origen es carnal y diabólico, en nuestro contexto espiritual dejan de ser efectivos. El fruto del Espíritu, ¡ES DEL ESPIRITU!. proyección pseudo espiritualista: Traduce la efectividad en términos sobrenaturales exclusivamente: ’Somos efectivos a partir de los dones’. Esta visión no lo incluye todo para ser efectivos. Se absolutiza un solo aspecto de la espiritualidad. En este sentido el líder se desentiende de lo que debe ser para enfocarse solamente en lo que puede hacer. La falta de lo demás adultera lo otro; cuando perdemos de vista lo que debemos ser adulteramos lo que somos en cuanto a dones.proyección tradicionalista: Según esta línea, ser efectivo se expresa en términos misioneros. Se fundamenta en el nivel de alcances cuantitativos y no cualitativos. Esto representa un peligro potencial, alguien dijo: ’lo que el mundo necesita es restaurarse no congregarse’. Para ellos ser efectivos representa tener una rigurosa relación textual (Biblia).
La relación espiritual es a través del texto, se deifica el texto y suplanta la acción que le toca a Dios. Esto solo nos provee de las demandas de Dios, llegamos a saber lo que Dios quiere pero nos vemos impedidos de llegar allá; el Evangelio se llena de añorancias; claros de adonde debemos llegar pero sin poder hacerlo. Esta claro que somos tentados desde adentro y desde afuera a tomar posiciones erróneas para lograr efectividad. Se impone la necesidad de descubrir en nuestro contexto eclesiástico que nos lleva a ello. Un buen diagnóstico de las corrientes modernista, psuedoespiritualista o tradicionalista en nuestros ministerios quitará el tóxico que nos arrastra hacia la inefectividad ministerial, estas han tomado caminos alternativos para logar objetivos divinos pero aun es posible escuchar a Dios decir ‘porque mis caminos no son sus caminos y sus pensamientos no son mis pensamientos’. En la sección siguiente a esta nombrada La unción como causa de le efectividad ministerial, platicaremos un poco acerca de la unción como el único medio del ministro para ser efectivos. Es la unción el canal de Dios para seamos, hagamos y logremos en el Reino. Lo afectivo de nuestra relación con Cristo depende de lo efectivo de nuestro ministerio en El.