«Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por medio de las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.
Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar si justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.» (Romanos 3:19-28)
La Perla Negra de Sabu
Nosotros hemos estado orando por mucho tiempo en preparación para esta conferencia en la Arena Deportiva Chang-Choong de la capital Seúl. Y lo que parece haber empezado ayer ya está en su día final. A lo largo de las muchas conferencias que hemos tenido en el pasado en arenas deportivas en varias ciudades, muchas personas han oído el evangelio. También en esta conferencia que estamos teniendo ahora, muchas personas han estado escuchando con mucha sinceridad. Aún el día de ayer, estuvieon aquí hasta las 11 de la noche. Sin pensar en ir a casa, ellos estaban en por todos los rincones del estadio compartiendo sobre la fe. Eso me hizo sentir muy feliz y agradecido. A través de esta conferencia, mi sobrino que era un incrédulo fue salvo anoche. Mi esposa estaba tan llena de alegría, abrazándolo y llorando, que me conmovió profundamente.
Yo sinceramente aprecio y le agradezco a todas las personas que ayudaron a manejar y preparar esta conferencia: al rodaje de Jigu Record Co., quienes nos proporcionaron buen sonido y video; a todas los hermanos y hermanas en Seúl; y un agradecimiento especial a todas las personas que desde otras ciudades oraron por esta conferencia. Y especialmente estoy agradecido con Dios por trabajar en nuestros corazones y permitir que los corazones de muchas almas fueran abiertos para que ellos pudieran oír el evangelio.
Al principio, cuando me preparaba para la conferencia, yo pensaba sobre lo que necesitaba ser dicho y cómo. Pero ahora está llegando el final, y me preocupo por tener suficiente tiempo para entregar el mensaje durante esta hora. Las muchas palabras pueden hacer el narrativo aburrido, así es que hoy yo quiero usar esta hora compartiendo con usted la gracia del Señor que se le ha dado.
Hace mucho tiempo en la India, vivía un hombre llamado ‘Sabu ‘, que era un famoso cazador de perlas. Cuando él era joven, él podía entrar en el océano más profundamente que los demás para sacar las perlas. Sabu tuvo un hijo quien él también esperaba se convertiría en un gran buzo de perlas cuando creciera. El hijo, tal como se esperaba, creció para hacerse un excelente nadador con una capacidad pulmonar mayor que cualquiera. Él podía entrar en el océano más profundo y sacar perlas. Conforme su hijo crecía, Sabu se envejeció y ya no tenía fuerza para entrar en el océano. Solamente tenía sus esperanzas en su hijo para poder vivir.
Un día, cuando las olas del océano se pusieron turbulentas, el hijo entró en el océano para buscar una perla. El tiempo pasó: cinco minutos, diez minutos, y todavía no subía. Las personas creyeron que como el hijo era un excelente nadador , definitivamente sacaría una perla grande. Como el tiempo pasó sin señal de su salir a la superficie, las personas empezaron a preocuparse, y el corazón de Sabu se puso muy preocupado. Una hora, y después dos horas pasaron. Pero todavía, él no salió. Varias horas después apareció un cuerpo. Sabu alzó el cuerpo y lloró. En la mano de su hijo había una perla negra, era del tamaño de un puño. En ningún otro lugar del mundo habia perla negra semejante, tan bonita y preciosa. Pero la mano que sostenía esa perla estaba tan dura como una piedra.
El hijo de Sabu vio esta perla preciosa, y para conseguirla entró más profundo en el mar. La tentación había estropeado su juicio, y desordenado su cálculo del tiempo. Cuando ya no pudo sostener su respiración, subió muerto. Sosteniendo el cuerpo de su hijo muerto, Sabu lloraba. Pero el cuerpo pronto empezó a deteriorarse y heder, así que tuvo que enterrarlo. Después, la perla negra que su hijo había encontrado se volvió como en su mismo hijo precioso. Siempre que él quisiera ver a su hijo, sacaba la perla y lo recordaba. Muchos años pasaron después y Sabu envejeció y su tiempo de morir se aproximaba.
Un día un misionero de América vino a la India para predicar el evangelio. Él era vecino de Sabu. Ellos se hicieron amigos cercanos, y así el misionero le habló sobre el evangelio. Sabu no estaba interesado, y decía, «¿Qué clase de religión es esta? Nosotros necesitamos intentar no cometer pecado con todo nuestro esfuerzo. Sólo entonces podremos tener una posibilidad de ir al cielo. Si nosotros no hacemos obras, la muerte de Jesús por nuestro pecado no tiene sentido.» — Y no quiso creer en el evangelio.
Pero todavía, el misionero aún siguió hablándole sobre el evangelio. Sabu todavía negaba la verdad. Sabu el anciano creía que él tenía que ir al Río de Ganges y bañarse en el agua antes de morir para ser limpio de su pecado. Así que él planeaba ir allí algún día. Pero Sabu tenía una preocupación; ¿que haría él con la perla que había atesorado como a su propio hijo? Después de mucho pensamiento, tomó una decisión. «Esto ha sido para mí como mi hijo mismo, así es que yo necesito dársela a alguien en quién yo más confíe.» Decidió darle la perla a su vecino, el misionero. Así es que invitó al misionero a su humilde choza. Después de charlar, Sabu le dijo, «Misionero, mañana yo dejaré esta ciudad para ir al Río de Ganges, y no regresaré. Después de bañarme en ese río, yo quiero terminar mi vida.» Y entonces sacó la perla para mostrársela.
Cuando el misionero vio la perla se asustó. «Nunca he visto perla semejante en hermosura, en todo el mundo. El color es tan brillante.»
«¿Misionero, le gustaría quedársela?»
«Esta es la primera vez que veo una perla así. Aunque yo quisiera tenerla, no podría comprarla.»
«Entonces, simplemente quédesela.»
«¡Que! ¿Qué está diciendo usted? Hasta una perla pequeña puede costar miles. ¡Esta debe costar cientos de miles! Yo no puedo aceptarla con una limpia conciencia.»
Sabu entonces le habló sobre la perla, y de cómo la había adquirido; sobre la muerte de su hijo, y de cómo él había guardado la perla hasta ahora.
«Como yo voy a dejar esta ciudad y como la perla que mi hijo encontró era como su vida para mí, yo necesito a alguien, en el que yo puedo confiar, para guardar la perla. Esta perla es la vida de mi hijo. Misionero, cuídela bien usted.»
Después de escuchar esta historia, el misionero dijo,
«Esta perla cuesta miles de dólares. Yo no tengo ese tipo de dinero, pero yo quiero tener la perla así es que yo le pagaré tres mil dólares por ella.»
«Yo no estoy vendiendo esta perla, ¿cómo puedo vender yo a mi hijo? Simplemente tómela.»
«Oh, no…Yo no puedo aceptar esa perla. ¿Cómo puedo quedarme yo con semejante perla tan valiosa gratuitamente? Tengo por lo menos tres mil dólares que yo le puedo dar.»
Ellos discutían, ‘Sólo déjesela.’ – ‘No, tengo que pagar.’ Y Sabu se enojó.
«Yo no sé por qué usted no entiende lo que estoy diciendo. Ésta no es una perla, ¡es mi hijo! ¿Cómo puedo vender yo a mi hijo? Si usted no se la quedará, no lo haga. Pero si lo hace, simplemente llévesala gratuitamente. Si usted me pagara un centavo, yo no podría dársela.»
Después de un rato, el misionero se tranquilizó y habló:
«Sabu, usted no puede vender a su hijo por dinero. Dios quiere perdonar nuestro pecado con la sangre de Su Hijo Jesucristo sin condición alguna, con gracia solamente. Gracia significa sin precio ni reembolso. Es gratis. Cuando yo le dije que le compraba la perla con dinero, usted se enojó. Aquéllas personas que quieren comprar la gracia de Dios con dinero o con su esfuerzo son las personas que más blasfeman a Dios.»
En ése momento Sabu exclamó, «¡Creer en Dios es diferente a la religión! La religión da bendiciones a aquéllos que obran y se esfuerzan, ¡pero Dios da esta gran bendición gratuitamente!» Comprendiendo esto, Sabu recibió la gracia de Jesús gratuitamente y fue redimido de su pecado. Ésta es una historia verdadera que ocurrió en la India.
OBRAS
Estimados, esta conferencia es principalmente sobre este asunto siguiente. Muchas personas piensan así, «El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.» Y se culpan a sí mismos por no vivir la vida de fe. Ellos dicen, «Si yo lo intento con más fervor; más oración; pago diezmos; y voy a menudo a la iglesia,»… y piensan que si hacen estas cosas pueden ir ante Dios por una bendición, y tener una mejor vida de fe.
Sin embargo, la verdadera fe no es lo que nosotros hacemos, sino que es Jesús entrando en nuestro corazón y haciendo Su obra. Mientras las personas más intenten hacer su propia obra, ello desgastará (herirá) su fe más y más. Pero, por el contrario, si nosotros simplemente pudiéramos sentarnos y entender la promesa del Señor, entonces Jesús podría empezar a trabajar en nuestra vida.
Una vez, un hermano de mi iglesia vino a visitarme. Este hermano me dijo que él era salvo, pero que él todavía iba a la cantina para tomar toda la noche, y todavía apostaba en el salón de billar (pool) toda la noche. Un día su suegra vino a su casa para visitar. Y puesto que ella estaría quedándose por algún tiempo, él no quería comportarse así de nuevo hasta después de que ella se fuera. Pero él no podía resistir el impulso. A pesar de todo, salió, tomó licor toda la noche, y regresó temprano la mañana próxima . Su suegra le dijo, «Yo no sabía que usted era ese tipo de persona. Mi hija se casó con el hombre equivocado.» Y esto hizo al hermano pensar esto, «Si yo le digo al pastor acerca de esto, quizás él me regañará, y entonces quizás yo pueda dejar de tomar.» Así es que vino para ser regañado.
Gente, yo he estado practicando la vida de fe por más de 30 años. Es decir que yo he aprendido por experiencia que no funcionará si nosotros meramente hacemos resoluciones, decisiones, planes, y tenemos determinación. Nada se logrará por medio del esfuerzo propio. Puede parecer que funcionará, pero no lo hará. Sin embargo, si el Señor trabaja en nuestra mente, dejar de tomar y fumar no sería problema.
Yo pregunté si él era salvo y dijo, «Sí.» Yo le pregunté si todos sus pecados fueran perdonados, y él respondió, «Todos perdonados.» Le pregunté otra vez, «¿Está Jesús en su corazón?» Respondió diciendo, «Si Jesús está en mi corazón, ¿por qué me comporto yo así?» «Si Jesús está con usted,» le dije yo, «¿No tendría Jesús el cuidado de las cosas que usted no debe estar haciendo? Él es el guardián de nuestro corazón.»
El hermano respondió, «Si Jesús está en mi corazón, por qué me comporto yo así?»
«¿Si no está bien, no lo arreglaría el Señor?» Dije yo.
Él preguntó, «¿Entonces, por qué no hizo el Señor nada al respecto?»
«Aunque el Señor quiere ayudar,» yo le dije, «Usted está aferrándose a su propio comportamiento. Hasta que usted se someta, Jesús esperará.»
«Pastor, entonces yo no soy el responsable. Así es que viviré de la manera que yo quiero.»
Yo dije, «En lugar de vivir a la manera que a usted le gusta, déle una oportunidad a Jesús para trabajar en usted». El hermano se rió, y salió. Este hermano tenía la noción de que él no debía tomar, o jugar billar, o hacer cosas malas, mas bien pensaba que él tenía que leer la Biblia y orar. Pero bueno, ya que hasta el mismo pastor le dijo lo contrario, está bien. Él decidió vivir la vida como a él le agradara.
Ahora gentes, escuche cuidadosamente a lo que yo estoy a punto de decir. ¿Qué es lo que detiene nuestra fe? ¿Es el no orar, ni leer la Biblia, el testificar; y el comprometerse a estas cosas? Pronto todas estas cosas se convierten en una carga; y terminamos pensando así, «Yo tengo que orar.» Y entonces nosotros ya no queremos orar. Yo mismo he experimentado esto.
No es un gran lío cuando yo estoy ocupado haciendo la obra de Dios y sucede que me salto una comida. A veces, cuando estoy sumamente ocupado, me salto dos o tres comidas a la vez y no me afecta. Pero, si mi intención es la de empezar a ayunar desde la mañana, entonces, aunque haya comido el desayuno, me da tanta hambre. Si intento ayunar después de la hora de la cena, a pesar de haber comido un desayuno y almuerzo más grande, me pongo más hambriento y hasta más rápido. Yo soy un pastor, pero usted podría confortarse en saber que mis puntos más débiles son cuando ayuno, y las vigilias de oración.
Cuando algo sucede en la iglesia, y los hermanos y hermanas sugieren que oremos toda la noche, yo soy el que tengo el tiempo más difícil. Yo deseara que no pasara, pero como pastor yo no lo puedo desalentar. «Empezando esta noche,» ellos dicen, «la vigilia de oración empezará.» Así es que me voy y duermo de 4 p.m. a 6 p.m., y después de dormir, ceno y bajo hacia la iglesia para empezar la sesión de oración durante toda la noche.
Si empiezo acostándome en el piso sobre el pecho, me da un dolor de cabeza. Yo necesito llevar una almohada para apoyar mi cabeza para la sesión de la oración. Y entonces pienso, «Así va a estar bien.» Pero mi cabeza se pone tan pesada cuando estoy orando por la noche. Así es que, usando ambas manos, intento sostener mi cabeza. Dejando mi Biblia e himnario a un lado, me pongo de rodillas, y empiezo a decir, «Señor……» Después de unas cuantas oraciones empiezo a quedarme dormido. Una vez en una ocasión similar, mientras estaban orando yo me quedé dormido profundamente. De repente, todo se quedó callado y yo pensé que ya era mi turno, de manera que empecé a orar, y después que yo terminé los hermanos empezaron a reírse. El Pastor Woo, quién fue el encargado, dijo, «¿Pastor, se quedó dormido usted?» Lo que sucedió fue que cuando yo empecé a orar, ya todos habían terminado, y estaban a punto de salir y regresar a casa.
De manera extraña, las sugerencias tales como ‘ oremos ‘ o ‘ Lea la Biblia ‘, se convierten en cargas en lugar de alegría. Amados, los fumadores que quieren dejar de fumar dicen, «Hoy es el último día que fumo, así que fumaré todo lo que pueda.» Y terminan fumando más que antes. Personas que fumaban una caja de cigarros al día fuman más que antes. De manera que al día siguiente, las personas que fumaban una caja de cigarros al día fuman más. «Mañana dejaré de tomar, y como hoy es el último día, tomemos.» Desde aquel momento en adelante ellos tienden a tomar más que antes.
Hay gente que se dice, ‘Yo no debo hacer tal-y-tal cosa.’ Cuando esta ley entra en nuestra mente, somos cargados, cansados, e irritados. Si al estar estudiando, la madre dice, «¡Estudie!», los niños se irritan. Al limpiar, la declaración «¡Limpie!» nos irrita. Cuando los niños están intentando hacer algo, las palabras, «¡Hágalo!» los enojan. Intentar hacer las cosas mejor es bueno, pero las palabras de madre «Descansa un momento,» son preferidas. ¿Sabe usted por qué a los niños de hoy no les gustan sus madres? Las madres presionan a sus niños demasiado, cuando los niños ya están esforzándose.
Mientras críaba a mi hija, yo le decía, «Eun-sook, no estudie tan duro. Si usted no va a la escuela secundaria, yo la contrataré en la “Casa de Publicaciones Buenas Nuevas”. Si usted no entra en una universidad, venga trabaje en la iglesia; yo la contrataré como secretaria.» Y al final, ella no sacó malas calificaciones. Gentes, la naturaleza humana es compleja. Creer en Jesús es gozoso; llegar a conocer al Señor es una cosa maravillosa. La gracia de Dios produce agradecimiento. ¿Entiende? Pero decir ‘Haga esto, Haga lo otro’ irrita a las personas. La mentalidad humana es única. Cuando es jalada de frente, se cae de espaldas. Cuando se jala de atrás, se cae de frente. De aquí que, en las iglesias de hoy, las exigencias tales como ‘Ore, predique, pague los diezmos, y etc., entre más se piden más muere nuestra voluntad. Las gente no lo entienden. La oración no llega a la vida de un individuo diciéndole, «¡Ore, Ore!»
Si el Espíritu Santo trabaja en nuestro corazón, nosotros oraremos hasta el amanecer. Aunque nosotros no planeamos orar toda la noche, empezamos a orar temprano por la tarde, y continamos hasta el alba del día próximo. La misma cosa sucede al leer la Biblia. Nosotros decimos, “bueno, sólo una página más” y leemos una página y otra más, hasta que hemos leído el evangelio de Mateo; y terminamos leyendo el evangelio de Marcos, Lucas, y Juan. Así es cómo trabaja la fe.
¿Sabe usted de Zaqueo? Él era el principal cobrador de impuestos. Él sólo se preocupaba por el dinero. Él vendería hasta su propio país, si haciendo esto se pudiera enriquecer. ¿Habrá alguno entre ustedes que también ama el dinero? Supongamos que un día un amigo le dice, «Zaqueo, Jesús viene por aquí, vé y conócelo. Si usted lo conoce, ciertamente terminarás dando la mitad de todos tus bienes a los pobres. Y cualquier cosa en que hayas defraudado, la devolverás cuadruplicada.» ¿Hubiera ido Zaqueo a encontrarse con Jesús? Él hubiera huido lejos diciendo, «Yo no puedo dejar que estas posesiones que he a*****ulado me sean quitadas por Jesús.» ¿Le dijo Jesús a Zaqueo que vendiera sus posesiones? Sin embargo, encontrándose a Jesús, y escuchándolo, ¿fueron cambiados sus pensamientos o no? Cuando él fue confrontado, él entendió que los pensamientos de Jesús eran superiores a los suyos. Hasta ese momento, él sólo vivía por el dinero. Pero él comprendió cuán equivocado había estado. Jesús no le dijo, «¿Cuánto tiene usted?» o «Venda todas sus posesiones y déselas a los pobres.» Pero cuando el espíritu de Jesús entró en el corazón de Zaqueo, su interés en las posesiones se convirtió como el interés de Jesús hacia ellas. Ya todas sus posesiones no le importaban más. Es por eso que Zaqueo dio la mitad de sus posesiones a los pobres y pagó todo cuanto había defraudado. Antes de encontrarse a Jesús, Zaqueo no podría pensar que él iba a cambiar.
Un día, una mujer de Samaria fue al pozo y se encontró a Jesús. ¿Le dijo Jesús que fuera al pueblo y predicara? Él no lo hizo. Si la mujer de Samaria hubiera sabido, cuándo vino al pozo, que ella se encontraría a Jesús y entonces iría y predicaría en el pueblo, ella habría dicho, «¿Cómo puedo predicar yo? Sería muy vergonzoso. Aunque me ofrecieran dinero yo no lo haría, es más ni voy a ir al pozo hoy.» Y ella habría huido lejos. Sin idea alguna, la mujer Samaritana vino a sacar agua, y se encontró a Jesús. Después de hablar con él ella empezó a predicar.
Querer testificar y tener a alguien diciéndole que testifique, son dos cosas diferentes. Cuando, en mi corazón, yo quiero dar donaciones y lo hago, o cuando alguien me está diciendo que lo haga, ambas son cosas diferentes. Hoy, algunas personas dicen, “si usted no da diezmo, usted tendrá un accidente, y su negocio ira a la ruina.” Esas personas deducen que Dios lo castigará si usted no da diezmo. Pero la verdad es que Dios no aceptará ninguna ofrenda, aunque sea la décima parte de su ingreso, si no viene del corazón.
En las iglesias, al dar una donación, no dejes a tu mano izquierda saber lo que hace tu derecha. Aunque hay una caja para las ofrendas, publicar que esta persona o aquélla persona dio una gran suma de dinero por lo cual agradecemos al Señor, es abominable para el Señor. ¿Acaso están lo oídos de Dios demasiado sordos como para oír o están sus ojos demasiado cerrados como para no ver? No. Esto no es darle una ofrenda a Dios, sino manipular a las personas para que hagan mayores donaciones a la iglesia y en tal caso, Dios no se agrada. Si su iglesia hace eso, hay un problema. Si usted asiste a una de estas iglesias, usted necesita verificar si el pastor ha nacido de nuevo. Si usted da una donación, no mencione su nombre. Dé a Dios lo que usted siente en su corazón. Aunque sea poco, dé una donación de la que Dios se agrade en recibir. ¿Entiende? Hacerlo del corazón y hacerlo por la ley son dos cosas totalmente diferentes. Dios dijo, «Si tu corazón no está dispuesto, no lo hagas.»
Amigos, hay un retrato famoso llamado ”La Risa de Gioconda.» Los Coreanos le dieron el nombre, «La Risa de Gioconda”, a un papel higiénico. Así es que el gobierno italiano protestó. Para los italianos «La Risa de Gioconda» es un nombre precioso, pero en Corea es un nombre que se usa en el inodoro. La pintura de «La Risa de Gioconda» es famosa porque un artista italiano muy famoso llamado Davinci la pintó. Si una persona enojada mira esa pintura, la cara parece estar enojada, y si una persona feliz la mira, le parece sonreír. Encaja con cada humor. Cuando uno está enojado, uno ve el mundo entero con enojo. Si usted se siente como llorar, el mundo parece estar triste. Algo de mayor importancia con respecto a «La Risa de Gioconda», es que es una pintura incompleta porque le hace falta una ceja. En nuestra iglesia hay un artista que constantemente está pensando intentando visualizar un cuadro. Cuando la inspiración le llega, él no ve a nadie ni a nada. Él simplemente va directamente a su estudio para dibujar locamente. Cuando la inspiración termina, él ya no puede dibujar. Si él continúa, estropeará el dibujo. Yo no puedo entender ese tipo de inspiración. Pero los artistas cierran sus ojos para captarla. Cuando esta inspiración llega, ellos dibujan día y noche, sin pensarlo. El artista dice que dibujar la imagen es trabajo duro, y sólo pensar sobre el asunto agota.
Gentes, la verdadera fe es iniciada por el Espíritu. Si el Espíritu Santo no trabaja en su corazón, usted simplemente debería descansar, como lo hace el artista. El simplemente ‘hacer algo’ es de la carne, no del Espíritu Santo. Algunos días, habrán tiempos cuando el Espíritu levanta su corazón.
Hoy, las universidades teológicas enseñan muchas diferentes maneras de predicar, ministrar, preparar sermones y otros deberes pastorales. Ellos enseñan, ‘Al predicar un sermón, un pastor debería hacer ciertos gestos. Un portavoz en una campaña debe usar gestos del tamaño del púlpito,’ y muchas otras reglas semejantes. Así que, en campañas de avivamientos el púlpito debe ser grande, para que puedan usar gestos grandes. Este tipo de cosa no es una obra de fe. La fe es que el Señor entra en nuestro corazón y levanta nuestro espíritu. Si el Señor trabaja en nuestro corazón, no tenemos otro deseo sino predicar y agradecer y alabar al Señor.
Yo no llegué a ser pastor por mi voluntad. Por 19 años yo había estado yendo a la iglesia y luchando con mi pecado todas las noches. Ni una vez gané esa batalla. Siempre terminaba pecando. El 7 de octubre de 1962, yo experimenté mis pecados ser lavados tan blancos como la nieve. Mi corazón revivió, y yo no podía dejar de hablar. El Señor verdaderamente había perdonado todos mis pecados. Cuando yo leía la Biblia, el Espíritu Santo me hizo entender el significado espiritual interior y no solamente el significado literal de las palabras. Esas palabras me tocaron profundamente. Hasta dormía con la Biblia en mis brazos muchas veces. Las palabras levantaron mi espíritu. Por la noche, yo sostenía la Biblia y hasta la besaba. Yo no podía dejar de hablar sobre el evangelio. Por eso es que hoy estoy aquí. Yo no estoy aquí por mi deseo. La fe es así; simplemente brota.
RINDIENDO EL EGO PERSONAL
No obstante, muchas iglesias hoy animan a sus personas de esta manera, «Gente, David era valiente, así es que nosotros también debemos ser valientes.» «Debemos amarnos el uno al otro.» Esto se convierte en la ley. ‘Nosotros necesitamos amar, diezmar, predicar, y venir a la iglesia el domingo. Pero la voluntad es débil…..’ Quedamos atrapados en la ley, e intentamos *****plirla tan esforzadamente, pero no podemos, así que nosotros terminamos viviendo una vida de indiferencia. Si nosotros intentamos, el Señor no trabaja en absoluto, porque no hay ningún otro en este mundo que sea más caballeroso que Jesús. Ya sea que usted lo haga bien o no, Él no dice, «Hazte a un lado. Yo lo haré.» Pero si fuera yo, yo diría, «Hazte a un lado, si usted no puede hacerlo, yo lo haré.» Sin embargo, Jesús, siendo tan humilde, espera hasta que usted se rinda, ya sea que usted lo logre o no hacer. Cuando usted finalmente dice, «Señor, yo no puedo hacer esto ya, hazte cargo tú,» y lo admite con sus labios, yo apuesto a que todo lo que es dicho por sus labios es oído en cielo. Pero el admitirlo tiene que venir del corazón y no solamente de nuestros labios. Cuando usted deja sus maneras y sus pensamientos, no confiando en sí mismo, entonces el Señor empieza a trabajar en su corazón. ¿Entiende usted?
Una vez en la ciudad de Sachun, Corea, yo estaba buscando comprar un edificio para empezar una iglesia. Pero no podía encontrar uno, así que en cambio compré una casa. Después de muchos meses de reunirnos en ése lugar, yo decidí construir un nuevo edificio para la iglesia. ¿Se construye un templo encima de una casa? No. Antes de construir, primero hacemos planos y la diseñamos. Entonces una excavadora destruye la casa vieja en pedazos. Y ni un solo pilar debe permanecer en pie. Nosotros hacemos nivelar el lugar y entonces empezamos a construir. Igualmente, Dios quiere construir Su reino en nuestro corazón. Por ello, Él quebranta todos nuestros pensamientos, opiniones, y orgullo. Pero si su mente está fija firmemente, Dios no trabajará.
En estos días, las personas no pueden creer en Dios, así que, ¿quién hace el trabajo? Ellos tienen que. Si el tigre no está, entonces el conejo se vuelve rey. Cuando un adulto no está alrededor, los niños tienen que cuidar la casa. ¿No es así? De la misma manera, ellos confían más de sus propios esfuerzos, que en la habilidad de Dios.
El libro de los Hechos, Capítulo 1, trata acerca de la promesa de Jesús, Capítulo 2, muestra a las personas recibiendo el Espíritu Santo en el día de Pentecostés. En el aposento alto de Marcos, 120 personas se reunieron y recibieron el Espíritu Santo. ¿Cómo recibieron ellos el Espíritu Santo? Dios les prometió el Espíritu Santo. Jesús dijo,
«Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. » (Hechos 1:4,5)
Ésta era una promesa absoluta. En el día de Pentecostés el Espíritu Santo vino. ¿Se reunieron los once discípulos y las 120 personas para orar para recibir el Espíritu Santo? Muchas personas dicen que en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo vino mientras ellos estaban orando. Ellos no conocen la Biblia. El Espíritu Santo no vino mientras ellos estaban orando, dice, «Cuando llegó el día de Pentecostés, el Espíritu Santo vino.» En ese día, ellos solamente se reunieron, sin orar. En ese momento el Espíritu Santo vino, no debido a la oración, sino debido a la promesa de Dios. Pero al ser humano le gusta pensar que recibieron una bendición debido a lo que ellos hicieron. Las personas que están del lado equivocado de la fe piensan que debido a su trabajo (obra), ellos conseguirán una bendición. Ellos piensan que dando diezmos, ellos serán bendecidos y su negocio prosperará.
Gente, Dios no se agrada de ese tipo de fe. A menudo, yo oro por los pacientes hospitalizados. Algunos de estos pacientes dicen, «Pastor, si Dios me sana de esta enfermedad, yo viviré para él por el resto de mi vida.» Cuando yo oigo estas palabras, me entristezco. ¿Es acaso posible que nosotros podamos vivir para Dios para siempre? Pedro dijo que aunque tuviera que morir, él no negaría al Señor; pero antes de caer el alba, lo negó tres veces. Ésta es la mente humana. Por consiguiente usted no debe negociar con Dios. Decir, «De hoy en adelante yo viviré para Dios, así es que hágame bien a cambio.» No diga este tipo de cosas, simplemente reciba la gracia de Dios. No trate hacer algo por usted mismo, ni diga, «Tengo que hacer algo.» Las obras que usted ha hecho no importan. Dios sólo quiere darle Su gracia.
Antes yo mencioné a un hermano que preguntó, «¿Pastor, está bien si tomo y fumo de hoy en adelante?» Yo dije, «No me pregunte a mí si usted debe dejar de tomar y fumar. ¿No podría Jesús hacerlo detenerse? Mire hacia el Señor, en lugar de mirar hacia sus propios esfuerzos.» El hermano se rió y salió. Yo pensé, «¿Qué si ese hermano empieza a tomar de nuevo?» y empecé a preocuparme. Sin embargo, mientras estábamos teniendo una conferencia en la iglesia de Jeonju, ése hermano vino. La conferencia de la semana próxima, que se realizaría en la iglesia de Kwangju, quedaba demasiado lejano para él asistir todos los días. Así que él alistó una maleta y vino a la iglesia de Kwangju para quedarse por una semana. Después, él dio un testimonio. Cuando él vino a la iglesia de Kwangju, ellos le pidieron que saliera y testificara. Aunque él no quería, él salió de todos modos, porque él estaba viviendo allí durante una semana. Su trabajo era repartir las hojas impresas a la gente en la calle. Al principio él quería terminar de repartirlos rápidamente, y empezó a repartirlos, pero muchas personas no aceptaron las invitaciones. Así que él se sentía y se preguntaba, «¿No saben ellos qué tipo de mensaje hay en estas hojas?» Y con ese pensamiento, repartió otra hoja impresa y detuvo a una persona y habló con él. Antes de que él comprendiera lo estaba haciendo, él había traído esa persona a la iglesia y le estaba predicando a él. Él estaba muy sorprendido de sí mismo.
¿Sabe usted lo que este hermano está haciendo ahora? Él no abrió una cantina ni un salón de billar, él se hizo un pastor, y él predica el evangelio ahora.
«Estimado Señor, yo no sé nada ya, así que usted debe hacerse cargo de las cosas. Podré caer, yo podré quedar en la ruina, pero usted tiene que tomar la responsabilidad.» Dejando todo en manos de Él, eso es confiar. Pero nosotros tenemos demasiado miedo de humillarnos y rendir nuestra voluntad, por ende nosotros no confiamos en Jesús. En lugar de que Jesús trabaje por nosotros, nuestros propios esfuerzos parecen ser los correctos. ¿Es la fe tratar duro de hacer algo por sí mismo? Éso no es fe. Gente, hasta con un simple comportamiento o conducta, si usted no puede dejárselo a Jesús, ¿cómo puede decir usted que usted cree en Jesús? Eso es rendir culto de labios solamente. Una vez, alguien fue al cielo, y vio muchos labios colgando, cada uno por un cordón en un cuarto, y le preguntó al guardia, » ¿Qué están haciendo todos esos labios allí?» Él dijo, «Los dueños de los labios, mientras en vivían en la Tierra creyeron en Jesús, pero en lugar de creerlo del corazón, ellos siguieron diciendo ‘Señor, yo creo,’ fueron fieles sólo de labios. Sus labios declararon creer muy bien. Cuándo llegó el tiempo para enviarlos al infierno, esas personas dijeron, ‘ no dijimos nosotros que creímos con nuestros labios?’ Así que nosotros les cortamos los labios con tijeras, enviando sólo los labios al cielo, y el cuerpo al infierno.» Alguien inventó esta historia, obviamente, pero hoy en día muchas personas sólo creen con sus labios lo cual es bastante triste.
LA VERDADERA FE ES DEL CORAZON
Amadas personas, la verdadera fe viene del corazón. Algunas personas hacen esto, ellos dicen, «El Pastor Park dice que está bien pecar,» haciendo comentarios calumniadores. O también, «Esa iglesia dijo que está bien cometer un pecado,» mal entendiendo el punto. Hasta el día de hoy, nunca he dicho en mi iglesia, «Deje de tomar, deje de fumar, no peque.» Los santos en mi iglesia, después de que ellos reciben el evangelio de Dios, Jesús se convierte en el guardián de su corazón. Porque a Jesús no le gusta tomar, naturalmente, sus corazones se alejan de tomar. A Jesús no le gusta fumar, así que ellos les deja de gustar el fumado. A Jesús no le gusta la fornicación, así que ellos empiezan a vivir una vida pura. Si Jesús se vuelve el dueño, es solamente por medio de Jesús que nuestra vida se renueva y se restaura. No es por nuestra propia voluntad que nosotros nos restauramos. Estos cambios son la manera de la verdadera Cristiandad. Algunas personas no han sido cambiadas interiormente, sino exteriormente, diciéndoles, «…….. haga esto o aquello,» y ellos están decididos a dejar de tomar, pagar diezmos, ir a la iglesia; y hasta lo logran, pero esto no tiene nada que ver con Dios.
Yo voy a decirlo una vez más: nuestro Dios sólo acepta a Jesucristo en nuestros corazones. Jesús entra en su corazón, y su corazón llega a ser influenciado por Jesús. Es por medio del espíritu de Jesús que usted cambia, y Dios sólo aceptará este tipo de cambio. Pensamientos tales como: “Como otras personas dan diezmos; yo también daré, como el diácono Kim piensa donar mil, yo pienso donar dos mil. Por estar yo observando a otras personas y porque los imito dando donaciones, ¿lo aceptará Dios? Hasta una simple moneda, si viene del corazón agradeciendo al Señor por Su gracia y diciéndole al Señor, «Yo daría todo lo que tengo, y no lo lamentaría, pero como yo sólo tengo esto, por favor acéptalo,» este es el tipo de ofrenda que el Señor anhela.
Dos personas diferentes podrían trabajar en la misma cosa, pero una persona está siendo influenciada por el Espíritu Santo en su corazón, y el otro por su propio esfuerzo. Estos dos tipos de corazones traen dos tipos de resultados totalmente diferentes. Ser influenciado por el Espíritu Santo no viene a cualquier persona. En estos días, las personas de Corea van a lo que es conocido como «montañas de la oración» y declaran que han recibido el Espíritu Santo hablando en una lengua extraña. También si las personas reciben inspiración en un sueño, ellos declaran que el Espíritu Santo vino hacia ellos. La mayoría de estas cosas son falsas. Porque el Espíritu Santo es el espíritu de Jesús, cuando el espíritu entra, usted tendrá semejanza a Jesús. ¿Entiende? ¿Si la mente del Pastor Park entra en su mente, en quién se convierte usted? En el Pastor Park. Si el espíritu que trabajó en Judas Iscariote entra en su corazón, usted se convierte en Judas Iscariote. Cuando el Espíritu Santo entra en su corazón, usted se vuelve como Jesús. ¿Hubo alguna ocasión en que Jesús se cayera y tuviera un ataque como algunos pastores lo hacen hoy? Si Él lo hubiera hecho, ésa sería la manera de recibir el Espíritu Santo. Yo he leído los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas, y Juan, pero yo no han encontrado en ninguna parte donde Jesús se cayera y tuviera un ataque. Él no trabajó así. Cuando el Espíritu Santo entra, no sucede así. Ése es el espíritu de Satanás engañando a las personas.
Cuando yo leo la Biblia, dice que no debería haber más de dos o tres personas que hablan en una lengua desconocida por medio del Espíritu de Dios en la iglesia a la vez. Y ellos deben hablar solamente si hay un intérprete presente, pero si no hay ninguno, ellos deben callar. Incluso con un intérprete, sólo una persona debe hablar a la vez e incluso entonces, ellos no deben hablar todos a la vez. En algunas iglesias, 60 o 70 personas hablan en una lengua desconocida lo cual es contrario a lo que se escribe en 1 de Corintios, capítulo 14. A las personas les falta la fe hoy en día, así que ellos se convierten en defensores de esas cosas. Usted no debe ser engañado por este tipo de cosa, mas bien usted debe abrir sus ojos a las palabras que están escritas en la Biblia.
Lo diré una vez más: no importa lo que usted haya hecho; Dios no aceptará su trabajo. Solamente lo que Jesús ha hecho aceptará Dios. Si usted intenta ser santo, honrado, justo, o hace cualquier tipo de trabajo que, si es un resultado de sus propios esfuerzos, Dios no lo aceptará. Pero si Jesús lo justifica, usted es justo; si Jesús lo ha santificado, usted es santo. Es por eso que la división definitivamente debe hacerse acerca de si su santificación es o no por medio de sus propias obras o a través de la obra de Jesús.
Cuando yo fui a Alemania, yo vi el Muro de Berlín que dividía el Este del Oeste. Después de la caída del Muro de Berlín, los orientales y occidentales cruzaron la frontera. Mientras yo estaba allí, yo conocí alrededor de unas 30 personas que viajan de Corea Norte. Todas las mujeres de ese grupo usaban ropa coreana tradicional, así fue cómo yo reconocí que definitivamente ellos eran de la Corea del Norte. Todos usaban las insignias de ‘ Sung Kim II’ y sólo el líder llevaba una insignia de color diferente. Yo dije, «Yo vine de Seoul.» Yo los saludé, y ellos me devolvieron el saludo. Les pregunté que si los trajes que llevaban eran hechos en la ciudad de Pyungyang y mi pregunta chispeó una conversación. Estas personas no tienen libertad alguna, tanto así que aún cuando viajan, ellos tienen que estar juntos en lugar de ir independientemente. Yo pensé que sería difícil encontrármelos de nuevo, así que al día siguiente fui al Muro de Berlín para predicar el evangelio. Habían dos personas de pie allí.
Yo los saludé, «¿Hola, de dónde vinieron ustedes?»
Ellos dijeron que ellos eran de Pyungyang y eran ingenieros de cómputo que vinieron a la Alemania Oriental para trabajar.
«Yo soy un pastor de Corea del Sur. ¿Tiene Corea del Norte la libertad de culto para adorar a Dios?»
Yo les hice esta pregunta pero lo único que ellos hablaban era sobre ‘ Sung Kim II’. Así que yo dije, » ¿Todo el pueblo está contentos con la política de Sung Kim Il?» Ellos contestaron, «Todos estamos contentos.»
Pregunté yo de nuevo, «¿Por qué lo alaban ustedes tanto?”
«No tenemos suficientes palabras para describir lo grande que él es.»
Yo hablé sobre fe que trabaja en la mente humana. Ellos respondieron que no sabían nada sobre la fe. Yo les di un libro diciéndoles, «Yo escribí este libro, ‘El Secreto del Perdón de Pecado y Cómo Nacer de Nuevo’. Por favor acéptenlo, ya que somos de la misma nación y nos hemos encontrado en tierra extranjera.» Cuando les ofrecí este libro un hombre miraba la cara del otro, así que yo se los ofrecí de nuevo; finalmente ellos lo aceptaron. «Lea este libro y empiece a vivir la vida de fe. Corea del Norte necesita creer en Dios para ser bendecida.»
Yo no sé si esos hombres leyeron el libro, lo tiraron en la basura, o lo leyeron a escondidas. Siempre que me encuentro a los coreanos del norte, ellos se ven tan indiferentes y duros, pero nunca están relajados. Lo único de que ellos hablan es sobre política. Por esto fue que les dije, «ya que nos hemos encontrado en un país extranjero, en lugar de hablar sobre la política, hablemos sobre lo que está en nuestros corazones.» Ellos no quisieron. Yo pienso que esa ideología asusta. Sólo habían pasado unas décadas, pero la brecha entre nuestra manera de pensar había cambiado grandemente. Somos una nación, pero los conceptos de norcorea son totalmente diferentes de aquéllos de surcorea.
Nosotros somos criaturas de Dios. Tras vivir miles de años bajo la mano de Satanás, nuestros pensamientos se han distanciado grandemente de los de Dios. Sin embargo, todavía hay personas, que, por sus propios pensamientos, piensan que si ellos oran, donan y se consagran, Dios aceptará sus esfuerzos. Teniendo esta equivocada perspectiva, ellos piensan que están viviendo la vida de la fe. Esta es la razón por la cual las iglesias de hoy se están convirtiendo en una gran religión superficial. Aparte de las palabras escritas en la Biblia, las buenas obras se enseñan hasta en el Budismo y Confucianismo. ¿Qué religión no predica sobre hacer cosas buenas? ¿Qué religión enseña a robar y a cometer adulterio? Todas las religiones nos dicen que hagamos cosas buenas. Pero la Cristiandad no se trata de la enseñanza de hacer cosas buenas. ¿Cómo puede salir bondad de un ser humano? Usted primero tiene que escuchar la palabra de Dios y entender el secreto del significado espiritual. La única persona buena que existió en la vida es Jesús. Cuando el espíritu de Jesús entra en una persona y hace buenas cosas, ésos son los hechos que son hechos verdaderamente buenos. Los hechos buenos que nacen de sus pensamientos son falsos, e hipócritas. Eso es lo que dice la Biblia.
PUNTO INTERMEDIO DE LA FE
La gente va a la iglesia los domingos, da donaciones, y apunta información personal en la sección de aplicaciones para afiliación religiosa diciendo que son Cristianos, pensando que son creyentes de Jesús. Pero a los ojos de Dios, muchas personas no lo son.
La pregunta verdaderamente importante es, «¿Está usted haciendo la obra por causa de la fe que tiene en sí mismo?» o » ¿Está permitiendo usted al Señor hacerlo?» A la gente también le gusta combinar las dos cosas, profesando que no hay nada malo con ello. Ellos trabajan, y Dios trabaja, pero nosotros tenemos que comprender que mientras nosotros trabajamos, el Señor no puede trabajar en lo absoluto. Dios espera que nosotros descansemos y lo rindamos todo.
Cuando Jesús estaba en la tierra, Él quería salvar a los sumos sacerdotes y a los Fariseos, pero no pudo, porque ellos pensaban de sí mismos como superiores. Pero la mujer sorprendida en adulterio, la mujer Samaritana, el hombre enfermo por 38 años, y el ladrón en la cruz, todos fueron salvos. ¿Sabe usted por qué todos ellos fueron salvados? Ellos estaban en el punto donde todos podían confesar, «No tengo esperanza; yo soy incapaz; yo no puedo lograrlo.» Todos ellos estaban en la condición de rendir la esperanza que tenían en sí mismos. ¿Qué más podía hacer una mujer adúltera cuándo está a punto de morir apedreada? El ladrón en la cruz se moriría en cualquier instante, ¿qué podía hacer él? Esto es la razón por qué la gracia de Cristo vino a ellos.
Romanos, capítulo 3, versículos 19 y 20 declaran:
«Pero nosotros sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por medio de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; ya que por medio de la ley es el conocimiento del pecado.»
Haciendo las obras de la ley, nadie puede ser salvo. A pesar de lo bien que usted siga la ley, a los ojos de Dios usted no puede juzgado como justo.
Durante la Guerra Coreana, mi familia buscó refugio. Cuando íbamos rumbo a cruzar el Río de Nakdong, una batalla estalló. Los cañones rugían, las armas de fuego disparaban, y los aviones volaban por encima. En lugar de cruzar el río, mi padre me metió en una cabaña. Él y yo nos escondimos bajo el piso. Mi hermana se escondió bajo la estufa, y allí podíamos estar seguros hasta que la batalla terminara. Todavía puedo recordar todo lo que había alrededor del Río de Nakdong. Habían muchas vacas muertas, pedazos de equipaje, y cuerpos muertos por doquier. Mi familia no pudo cruzar el río. Cuando los comunistas entraron en el Río de Nakdong, todos nosotros teníamos que subir a la montaña para volvernos a esconder. Ese periodo fue el tiempo más difícil para todos. El ejército Nacionalista y los comunistas lucharon ferozmente. Las personas que estaban en el medio fueron las que más sufrieron. Los comunistas bajaron y a punta de arma, nos dijeron que cocináramos para ellos. ¿Quién no lo hubiera hecho? Cuando los comunistas huyeron, el ejército Nacionalista entró. Las personas informaron al ejército Nacionalista de aquéllos que cocinaron para los comunistas. Entonces esas personas fueron matadas. Cuando los comunistas vinieron, lo contrario ocurrió y mataron las personas que cocinaron para los Nacionalistas. Así es que la gente fue matada de todos modos. Ya nadie confiaba en nadie. Debido a tanto informar que ocurría entre las personas, un incalculable número de personas murió. Durante el tiempo de guerra, las personas que vivían en el extremo del lado Norte o en el lado extremo del Sur, eran las personas más seguras. Pero las personas que vivían en el puro centro, la frontera, aunque detestaran a los comunistas, cuando los comunistas bajaban, tenían que estar del lado de los comunistas. Cuando el ejército Nacionalista llegaba, ellos tenían que estar de su lado para estar seguros. Por esta razón, estas personas siempre se sentían ansiosas e inciertas. Yo entonces entendí que las personas que vivieron en el centro durante la guerra fueron las más afectadas.
Habían unos hermanos gemelos. El mayor se hizo un comunista, y el más jóven se hizo un Nacionalista. Cuando los comunistas llegaban, el menor se hacía pasar como un comunista. Cuando los Nacionalistas llegaban, el mayor se hacía pasar como el hermano menor.
Ese tipo de cosas ocurrieron mucho en esos días. Lo mismo es verdad con la fe. La cosa más difícil para hacer es estar en el medio, sin saber qué hacer. Desde el principio, las cosas no funcionan a su manera, así que después, usted llega a creer en el Señor. Pero cuando la gracia del Señor y su esfuerzo se mezclan, todo simplemente termina en nada. Por consiguiente, si usted no confía en el Señor, y usted hace las cosas con su propia capacidad, cuando las cosas no funcionan, es entonces que usted se apoya en el Señor.
Por las obras de la ley, ningún ser humano puede ser justificado delante de Él. Por consiguiente, los pensamientos tales como, «De hoy en adelante velaré por *****plir con los mandamientos e iré al cielo,» y «Yo trabajaré duro para ser bendecido,» tienen que terminar para que viva la fe. Con esta creencia correcta, avance y comience la vida de verdadera fe. Su vida se volverá en una vida gozosa.
En los últimos 30 años de mi vida con Jesús, han habido tiempos de tremendas penalidades y circunstancias difíciles. Pero cada vez, el guardián de mi corazón Jesús, se hizo cargo de todos los problemas de manera especial. Aún hoy en día, muchas personas muestran hostilidad, y traman contra mí levantando calumnias. De igual manera, yo ni siquiera pienso sobre estas cosas, porque mi mente sólo está enfocada hacia el Señor. Yo todavía puedo sentir al Señor que me conforta, permitiéndome estar de pie, y dándome ánimo.
EL INTERCAMBIO DE MIS PECADOS POR LA JUSTICIA DE JESUS
Amados, si usted quiere creer en Jesús, antes de llegar la fe, usted debe dejarse primero. Para poder hacerlo, usted tiene que entender que usted no puede confiar en sí mismo. Aunque pueda haber hecho un compromiso (una resolución), usted tiene que comprender que que no funcionará. Cuando llega la desconfianza sí mismo, la fe en Jesús aparece. Al dejar el ‘yo mismo’, ocurre la confianza en Jesús. La negación personal es, entonces, el principio de confiar en Jesús. El Señor dijo, «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo.» Niéguese a sí mismo, deseche sus pensamientos, y tome un paso hacia delante para creer al Señor. Romanos 3:20 dice,
«ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.»
Nosotros no podemos presentarnos ante Dios guardando toda la ley. Veamos el versículo 21,
«Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios.»
No es lo que nosotros hacemos para guardar la ley, pero en cambio, es que sin la rectitud de Dios se manifiesta. Versículo 22,
«la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia.»
Ahora amigos, lo que sea que usted haya, aunque sea bueno, bótelo. ¿Cometió Jesús algún pecado mientras vivió sobre la tierra durante sus 33 años? ¿O hizo Él algún mal? Jesús, a los ojos de Dios, fue la única persona perfecta que jamás vivió. Él vivió rectamente. Jesús vivió rectamente durante 33 años. Esto es lo que Él nos dio a nosotros. Creánlo, Jesús nos dio Su justicia. Todos los pecados que usted haya cometido, la vida de maldad que usted ha llevado, Jesús cargó con todo. Nuestros pecados y la justicia de Jesús fueron completamente y totalmente intercambiados. Jesús no tenía pecado alguno, pero nuestros pecados fueron transferidos a Jesús. Por causa de nuestros pecados, Su castigo fue morir en la cruz. Aunque nosotros tenemos muchos pecados, Jesús los tomó, y nos dio Su justicia. Es por eso que nosotros somos justos. Jesús, que estaba sin pecado alguno, se hizo pecador, y fue crucificado. De igual manera, siendo injusto, pero teniendo la justicia de Jesús, nosotros podemos venir a Dios. Jesús no cometió ningún pecado como para haber sido clavado en la cruz, pero Él tuvo que ser crucificado por nuestros pecados. Nosotros no podemos hacer obra alguna para ir al cielo, pero por medio de la obra de Jesús nosotros podemos ir al cielo. Así que, si nosotros confiamos solamente en la obra de Jesús, nosotros recibimos la justicia de Jesús, y somos hechos tan justos como Jesús ante los ojos de Dios.
Éstas es la letra de un Himno, «Cuando Él venga al són de la trompeta, Oh, que pueda yo ser hallado entonces en Él; Vestido con Su justicia, Sin mancha para estar ante el trono.» ¿En este himno, de que nos vestimos? Nos vestimos con la justicia de Jesús, sin mancha listos a presentarnos ante la presencia de Dios.
El apóstol que Pablo dijo, «Cristo Jesus vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.» El apóstol Pablo era pecador. Pero él dijo, «soy santo.» Pablo era el principal de entre todos los pecadores, pero teniendo la justicia de Jesús, él dijo que era santo.
Había un tren rápido y un tren lento. Mi esposa compró un boleto para el tren rápido, yo compré un boleto para el tren lento. Si yo cambiara los boletos, mi esposa montaría en el tren lento aunque ella había comprado un boleto para el tren rápido. Y yo montaría el tren rápido, aunque yo había comprado el boleto del tren lento. Cambiando los boletos, los trenes fueron cambiados. Jesús y yo intercambiamos boletos. El boleto de Jesús era ir y vivir para siempre en cielo, mientras que mi boleto era uno de pecado, rumbo al infierno. Un día Jesús dijo, «Intercambie los boletos conmigo.» Yo dije, «Está bien,» y cambiamos. Jesús tomó mi boleto, y Él murió en la cruz como castigo por el pecado. Con el boleto de Jesús, aunque yo cometí pecados, yo puedo ir justificadamente al cielo.
Por consiguiente, ir al cielo no es un resultado de nuestra obra ni trabajo. La justicia de Jesús, el hijo de Dios que se nos da a nosotros creyendo, es nuestra. Nosotros vamos al cielo. «Ah…… ahora la justicia de Jesús es mía. Las buenas obras que Jesús ha hecho, son mías. Porque Jesús murió en la cruz por mi pecado, yo soy justo.» La fe es creer esto. Está escrito en la Biblia, «El justo por la fe vivirá.»
Mi fe resultó de una mera comprensión. Desde mi realización de este hecho, el Señor ha trabajado grandemente en mi vida. Lo que el Señor ha hecho en los últimos 30 años de mi vida, no lo puedo expresar con palabras. Aún ahora, el Dios vivo quiere trabajar en usted. Si usted quiere ser perdonado del pecado, primero deje sus buenas obras. Ya sean estas cosas buenas o cosas malas, deséchelas, y mire las obras de Jesús. Gente, el hermano que mencioné antes, intentó dejar de tomar y fumar, pero no funcionó. Pero cuando el asunto se le entregó a Jesús, él fue transformado de una sola vez.
Mi automóvil se descompuso, así que yo fui al taller de reparación para repararlo, pero no quedó arreglado correctamente. En mi iglesia, hay un hermano que es un mecánico, su apodo es ‘Park Gyver ‘ como en la serie de televisión ‘Mac Gyver’. Él arregló el carro utilizando solo sus manos. Yo le pregunté cuál había sido el problema, y él me dijo que el problema era debido a que el enchufe de la batería no estaba conectado apropiadamente, así es que solo arregló eso. Le pregunté cómo lo supo. Él dijo que cuando un automóvil se descompone, ya tiene ciertas partes determinadas que se deben arreglar. Después de la reparación, el automóvil operó tan fácilmente. Yo me sentía como que él realmente era un verdadero mecánico.
Igualmente, usted puede seguir intentando, pero usted nunca podrá eliminar su pecado. Déjeselo a Jesús. Ésa es fe. Cuando Jesús trabaja, su vida será transformada. Cualquier oscuridad, cualquier problema o pecado en el que usted esté, déjeselo a Jesús. Él ciertamente lo puede resolver todo. En la vida de la fe, deseche sus pensamientos de hacer algo por usted mismo, y déle una oportunidad a Jesús para trabajar en usted. Jesús puede hacer una diferencia positiva en su vida. Cuando el Señor es quién lo hace, la vida de fe se vuelve alegría y felicidad, y nosotros podemos gozarnos y estar agradecidos. Viva la vida de la fe, no la vida de estar atado a la ley.