Hace algunos meses tuvimos un ataque fuerte del enemigo que pudo ser fatal para nuestro matrimonio y ministerio, pues la palabra de Dios nos enseña que Satanás solamente viene a matar, robar y destruir, (Juan 10:10) sin embargo resistí con valor y busqué con desesperación el rostro del Señor en oración pidiéndole sabiduría para afrontar el problema. Allí postrada en su presencia vino a mi corazón la palabra del Señor “Toma el ejemplo de Sara” Al leer la Palabra (Génesis 12:11-17 y 1ª. de Pedro 3) entendí que había descuidado en muchas áreas a mi Esposo porque pensaba que todo entre nosotros era perfecto, y yo era la esposa ideal, los problemas eran para los matrimonios que ministrábamos pero no para nosotros.
La verdad es que las mujeres a veces tendemos a querer controlar las cosas, y aunque decimos que respetamos a nuestro esposo, con frecuencia no nos damos cuenta cuando nuestras palabras o acciones demuestran justo lo contrario. El Espíritu Santo me trajo revelación en medio de esta tormenta sobre la formula secreta del matrimonio. La hemos leído muchas veces pero la hemos ignorado. Esta se encuentra en Efesios 5:33 “En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo”. Dos palabras que tienen un profundo valor en el matrimonio: AMOR y RESPETO. El vocablo griego que se traduce por respeto en Efesios, es Phobeo, significa sobrecogimiento, respeto reverencial, veneración.¡Se trata que tengamos a nuestro esposo en gran estima!
Entendí que mi amor no era suficiente que mi esposo demandaba de mí respeto, comprendí que tanto la armonía como la felicidad en el matrimonio no se basan únicamente en el amor. Una esposa necesita amor, y el esposo necesita respeto. Sin amor, la esposa reacciona sin respeto; y sin respeto, el esposo reacciona sin amor, empezando de esta manera un ciclo negativo.
El mandato a las esposas
En 1ª. de Pedro Capítulo 3 El Apóstol Pedro exhorta a las mujeres diciendo “Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, al observar su conducta íntegra y respetuosa. Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios. Así se adornaban en tiempos antiguos las santas mujeres que esperaban en Dios, cada una sumisa a su esposo. Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ustedes son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor”.
El nos aconseja que tengamos una buena conducta y testimonio y nos insta a ser imitadoras de Sara, cuyo adorno era el interno, especialmente la sujeción a su esposo Abraham, a quien llamaba “Mi Señor”
Si yo te preguntara cuantas veces en la última semana le has dicho a tu esposo “mi amor, estoy orgullosa de ti” “Gracias por proveer para mis necesidades” “Eres un padre maravilloso” ¿cual sería tu respuesta? los hombres necesitan sentirse admirados y respetados. Una esposa que siempre critica o juzga a su esposo puede empujarlo a que se retraiga en un sentido emocional para autoprotegerse, de ahí que se convierta en poco amoroso cuando antes no era así. He escuchado a muchas mujeres decir “ya no me ama” o “nunca me dice que me ama” El respeto es la clave para motivar a un esposo.
El mandato a los esposos
De igual manera los esposos deben amar a sus esposas La Palabra de Dios les aconseja a los maridos “Vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil” (1ª. Pedro 3:7) “Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia” Efesios 5: 28-29)
Muchas esposas están anhelando sentirse amadas por sus maridos y esa esperanza se va volviendo una esperanza postergada y muchas veces olvidada porque lo único que encuentran es dureza e indiferencia de parte de ellos lo cual hiere profundamente su corazón. El esposo debe ganar el respeto de su esposa con amor. Hemos escuchado a muchos esposos decir “pero si ella sabe que la amo, no tengo porque decírselo” o “si no la amara no me hubiera casado con ella” pero sus actitudes e indiferencia lo único que demuestran es desamor.
1ª. de Pedro 3 en el verso 7 de ese capítulo es claro en manifestar que Dios escucha únicamente al esposo que honra a su esposa. Cuando un esposo no honra a su esposa como vaso frágil El no escucha sus oraciones, porque Dios no atiende al hombre que trata mal a su mujer, sino que le resiste. De esa manera el Señor protege el corazón sensible de las mujeres.
Si el Señor le dio al hombre autoridad en el hogar, también le dio responsabilidad, y El no escuchará a aquel que abusa de ese poder. El resiste al esposo para quebrantar su corazón y para que éste se de cuenta que no hace bien. Sólo aquellos hombres que amen, honren, y respeten la ternura y sensibilidad de sus esposas podrán tener comunión con el Espíritu Santo, porque el Espíritu es más sensible que las mujeres. Pero cuando son duros y ásperos con sus esposas, el Señor se aparta de ellos en sus oraciones, buscando que se humillen y arrepientan por esa dureza. Aquel que se endurece con su esposa, su corazón se endurecerá con Dios. Por eso Dios no recibe las ofrendas de los esposos desleales a sus esposas (Malaquías 2.13-14).
Si yo te preguntara cuantas veces en la última semana le has dicho a tu esposa “mi amor, estoy orgulloso de ti” “Gracias por cuidar de mis necesidades” “Eres una Madre maravillosa” ¿cual sería tu respuesta? las mujeres necesitan sentirse amadas y respetadas.
La escritura dice que en el principio hombre y mujer los creo. Cuando una pareja vive solamente para sus propios fines egoístas, tarde o temprano llega a vivir sin sentido, se conduce a la desilusión y al fracaso matrimonial. El deseo de Dios es que vivamos el uno para el otro, sin egoísmos, como una sola carne. Dios nos dotó de muchas capacidades a ambos, hombres y mujeres para cumplir con esta misión sagrada del matrimonio.
Mientras mi esposo y yo comenzamos a poner en práctica estos principios de la Palabra de Dios en nuestra relación como pareja, hemos visto un cambio sorprendente, nos sentimos enamorados, y disfrutamos mucho más el tiempo juntos.
Nuestra relación se vuelve tediosa y aburrida cuando no aplicando la Palabra de Dios a nuestra vida. Juan 15:9-10 – Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa.
Si aprendemos a obedecer y practicar las técnicas de Dios para el matrimonio podemos aprender a amar y respetar de manera incondicional a nuestro cónyuge. Ningún matrimonio experimentará un nivel alto de intimidad a menos que esté unido a Dios.
Via: VerdesPastos.com