El ministerio del Espíritu Santo
Este es un tema muy fundamental dentro de la familia del Movimiento. Está dentro del modelo bíblico y es un principio muy importante de nuestra familia, porque además de principios como el discipulado, la vida de fe, y el aceptar las escrituras en forma incondicional nos hemos destacado por creer y aceptar la preciosa guía del Espíritu Santo. Amén.
Y yo quiero hablar de la guía del Espíritu Santo. Es verdad que para los siervos de Dios y para muchos hermanos el tema no es nuevo, pero nunca está demás poder recordarlo, porque el tema nos incluye a todos.
El ministerio del Espíritu Santo es amplio, es grande, es muy extenso, se destaca desde el principio hasta el final de la Biblia, lo encontramos en los patriarcas, en los profetas, en los jueces, en los libros históricos, en el Nuevo Testamento, en Jesucristo, en los apóstoles, desde el principio hasta el fin encontramos la guía gloriosa del Espíritu Santo.
Y quiero hablar también, de la importancia de tener el liderazgo de Dios. Se habla mucho de liderazgo, cada hombre y mujer en el Señor sabe y entiende que Dios levanta líderes, pero creo que en este último tiempo la palabra “líder” se ha desvirtuado un poco y en muchos casos se está reconociendo el liderazgo de gente que no está bajo la guía del Espíritu Santo. Por eso, es fundamental destacar por medio de las escrituras que el liderazgo de Dios siempre lo tuvieron hombres llenos del Espíritu, guiados y sujetos a las directivas del Espíritu Santo de Dios. Amén.
La guía del Espíritu y la experiencia humana
Vamos a ver también que el liderazgo de Dios con su pueblo no sólo fue en las “grandes empresas”. Muchas veces nosotros pensamos: “..necesito tener la guía del Espíritu porque voy a emprender algo grande..”, y nos confundimos porque Dios es Dios de las cosas grandes pero también de las cosas pequeñas, y muchas veces, en algunas pequeñeces de nuestra vida no nos hemos encomendado a Dios, no hemos tomado el tiempo necesario para decir estas sencillas palabritas:“..Señor guíame..”
Cuando estamos temerosos e indecisos o somos nuevitos en la obra y no tenemos mucha experiencia buscamos la guía del Señor, pero cuando a nuestra vida llegan las etapas del crecimiento, de las bendiciones espirituales, materiales, y de muchas cosas mas que alcanzamos, comenzamos a pensar que “ya tenemos experiencia” y no buscamos la guía del Espíritu. Preste atención a lo que le voy a decir estimado consiervo, respetado y amado en el Señor. En todas las áreas y en todos los niveles de la obra, jamás la experiencia humana podrá reemplazar a la guía gloriosa del Espíritu de Dios.
Aún grandes hombres de la Biblia como Josué se equivocaron, ¡Qué tremendo hombre!. Yo inclino mi cabeza para hablar de Josué y lo hago con reverencia, porque era un hombre que vez tras vez consultó a Dios y escuchó su voz cuando Moisés ya no estaba, pero de repente, cuando ya había conquistado la mitad de la tierra de los cananeos, y cuando las victorias eran una cosa diaria, casi una rutina, apareció gente disfrazada (los gabaonitas) y engañaron a un Josué confiado, que nunca habría sido engañado si hubiese consultado a Dios. De pronto Josué, un líder tremendo, un experimentado hombre de Dios, alguien intachable, por una circunstancia que no puedo saber, «no consultó a Dios». ¡Ayúdanos a nosotros Señor!
Estimado hermano, aún los paganos dentro de la deformación de su fe, consultan a sus dioses para tomar determinaciones, para dar determinados pasos. Aún dentro del satanismo y en pactos masónicos, hombres y mujeres buscan adivinos y agoreros que les puedan predecir algo, pero nosotros sabemos que la Biblia dice por medio del profeta: «…¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?…» y haciendo referencia a la Palabra de Dios dice: «…¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto es porque no les ha amanecido…» (1) Gracias al Señor que en nosotros ha amanecido la luz de un nuevo día por causa de Jesucristo. ¡Gloria a Dios!
La guía del Espíritu y la predicación del Evangelio
Y sobre la guía del Espíritu Santo, deseo leer varias escrituras. En primer lugar vayamos al capítulo ocho del libro de Romanos, el gran capítulo del Espíritu Santo. Note que la palabra Espíritu aparece dieciséis veces en este capítulo, y dice así: «…Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios…» (2) ¿A cuántos de nosotros Dios nos hizo hijos? Que glorioso es saber que a partir de que somos hechos hijos de Dios el Espíritu de Cristo habita por la fe en nuestros corazones y quiere guiarnos en todas las cosas.
El evangelio de Juan dice: «…Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir…» (3).
Note las palabras allí: “guiados”, “guiará” Aquí Jesús está hablando de su partida, está diciendo que El se va, «…os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros…» (4) Se dice que la palabra consolador proviene del griego paracleto que significa: «uno que está siempre al lado de nosotros para ayudarnos «, para guiarnos, para enseñarnos el camino a seguir. ¿No se siente bendecido por tener esta seguridad? ¡Gloria a Dios!
Y él nos va a guiar, él va a cumplir esta palabra, «…él os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta…» Quiero decirles hermanos que esto yo lo practico, aún cuando voy a subir al púlpito, antes de cada culto en la Iglesia de Banfield, estoy orando en el día: “..Señor guíame, dame tu palabra, enséñame que tengo que hablar, porque tus hijos se acercan a la iglesia a buscar una directiva de Dios, y yo no puedo hablar por mi propia cuenta..”,
¿Porqué oro así? Porque el Espíritu Santo no habla por su propia cuenta, piense un instante: ¡NO HABLA POR SU PROPIA CUENTA! Que terrible sería que como predicadores hablemos por nuestra propia cuenta, las cosas que nos parecen, las cosas que se nos ocurren. ¡Cuánta mentira hay en el mundo! ¡Cuántas cosas traicioneras!, por algo dice Juan, «…Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros…» (5) y no permitirá que seamos engañados.
Pero sepamos esto, la guía de Dios debe ser buscada, los santos hombres de Dios del Antiguo Testamento la buscaron, los apóstoles la buscaron, Jesucristo mismo ni siquiera hablaba por su propia cuenta, como él mismo lo dice: «…Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta…» (6) Cristo vivía en una total dependencia de Dios, y siempre estuvo dispuesto primero a oír su voz y luego a hablar.Y esto no significa entrar en un misticismo o espiritualismo y pensar «..tengo que ir al tercer cielo para recibir la guía de Dios..” No es necesario, estamos con los pies en la tierra, pero el Espíritu Santo está dentro nuestro para guiarnos a toda verdad ¡Gloria a Dios!
Pastores, hermanos, jóvenes, ¿Acaso no necesitamos en este tiempo tener la seguridad que estamos caminando en la dirección correcta?, ¿Cuántos tienen esta necesidad? ¿Y porqué lo necesitamos? Porque la misma Biblia dice, «…Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos…» (7), y el salmista dice: «…Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará…» (8), y eso debemos hacerlo día por día.
La guía del Espíritu y el mensaje de la cruz
El salmista David era un hombre lleno del Espíritu Santo, y dice dos cosas: «…Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud…» (9) ¿Cuántos necesitamos esto? Necesitamos aprender mas de la voluntad de Dios, y si abrimos nuestro corazón, Dios nos enseñará, porque lo que pide el salmista es ser guiado por el Espíritu Santo a una tierra de limpieza, a una vida recta, a una vida santa, a una vida con un testimonio de verdadero hijo de Dios. ¡Señor, enséñanos a hacer tu voluntad!
Nuestra carne no quiere doblegarse a la guía del Espíritu, el capítulo ocho del libro de Romanos habla de la tremenda dificultad que tiene la carne con el Espíritu Santo, por eso al principio dice: «…ninguna condenación hay para lo que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu…» (10) A veces pensamos que vivir conforme a la carne significa ser un poco “mundanito”, y eso es parte, pero quiero decirle que ser carnal es estar bajo los deseos de nuestra mente y pensamientos para hacer cosas como: “..a mi me parece..”, “..yo creo..”, “..yo entiendo..”, ¡Dios nos libre! El manual mas grande para la guía del Espíritu Santo es la palabra de Dios, ¡Gracias Señor por tu palabra!
¿Acaso Dios no tiene otras cosas para guiar?, sí, tiene consejos, palabra del cielo, profecías, tantas cosas, pero la palabra profética mas segura y el manual que nunca debe ser desechado es la bendita Palabra. ¡Gloria a su nombre! Hoy esta lleno de gente y de predicadores por todos lados que tienen sus propios caprichos de interpretación y dicen: “..siento del Espíritu..”, o “..siento en mi corazón..”, y muchas veces ese sentir es totalmente contrario a la palabra de Dios. Estimado hermano, no importa lo espectacular que puedan ser sus demostraciones, todo lo que no sea conforme a la palabra de Dios nunca lo acepte como guía de su vida.
Por eso dice la Biblia, con respecto a los profetas de Israel: «…Profeta de en medio de ti…te levantará Jehová…» pero: «…si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él…» (11) Hoy, en esta Babilonia espiritual, hay muchos predicadores con deformaciones doctrinales, con desviaciones, apartando el mensaje de la cruz, cuyo mensaje central no es la consagración, ni el arrepentimiento, ni la santidad, y que vienen con muchas ofertas y sin ninguna demanda. Sin embargo, todavía el evangelio posee las demandas del cielo, «…Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo…» (12) ¡Qué precio tan alto!, pero escuche la recompensa, «…para que donde yo estoy, vosotros también estéis…» (13) ¡Qué hermoso es esto! Pero recordemos que antes Jesús tuvo que pasar por la cruz, y si nosotros pasamos este proceso también tendremos la gloria de la recompensa.
La guía del Espíritu y la lógica humana
Voy a tomar un ejemplo muy conocido del Antiguo Testamento, el de Moisés, que de pronto pensó en una persona que era familiar suyo para que lo guíe en la marcha del desierto y se equivocó plenamente, pero Dios no lo defraudó, Dice la Biblia en el capítulo diez del libro de Números: «…Este era el orden de marcha de los hijos de Israel por sus ejércitos cuando partían.
Entonces dijo Moisés a Hobab, hijo de Raguel madianita, su suegro: Nosotros partimos para el lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien; porque Jehová ha prometido el bien a Israel. Y él le respondió: Yo no iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela.
Y él le dijo: Te ruego que no nos dejes; porque tú conoces los lugares donde hemos de acampar en el desierto, y nos serás en lugar de ojos. Y si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer, nosotros te haremos bien. Así partieron del monte de Jehová camino de tres días; y el arca del pacto de Jehová fue delante de ellos camino de tres días, buscándoles lugar de descanso.
Y la nube de Jehová iba sobre ellos de día, desde que salieron del campamento. Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen. Y cuando ella se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de Israel…» (14).
Si hacemos una breve reseña sobre esto, nos preguntamos ¿Qué tiempo era este? Israel ya había salido de Egipto y estando a los pies del Monte Sinaí recibió las tablas de la ley, también recibió el diseño del Tabernáculo que Moisés construyó conforme a lo que Dios le dijo. Ya habían pasado dos años, y aquella multitud desorganizada de gente que salió de prisa de Egipto porque no había tiempo, había estado recibiendo las instrucciones de Dios para organizarse. Tribu por tribu, con los ejércitos que pertenecían a cada tribu, ¡Un trabajo impresionante! pero llegaba el momento de marchar, y Moisés pensó: “..necesitamos que un experto nos guíe..”,
Esto me hace pensar, que a aquella organización tremenda que hizo Moisés, parecía que en ese momento le faltaba un verdadero guía, una verdadera directiva. ¡Gracias al Señor por el Movimiento Cristiano y Misionero! Es una familia y también una organización, pero sería como un esqueleto si solo fuera organización, porque lo mas importante es que permanece y sigue adelante por la gloriosa guía del Espíritu Santo. Quizás, muchas veces pensamos: “..si fuéramos mas organizados..”, pero la guía del Espíritu ha sido un principio fundamental y debemos luchar para que nunca se pierda.
Aún en las Convenciones no hay mucho programa establecido, pero Dios estuvo, está y estará siempre para guiar. ¡Gloria a Dios! ¡La voz de Dios está sonando como trompeta para que no andemos a tientas!, es cierto que tenemos luchas, pruebas, y momentos difíciles en el combate con las tinieblas, pero ¡No estamos a la deriva!, el Espíritu Santo nos «…guiará a toda verdad…», y Jesús dijo además: «…tomará de lo mío, y os lo hará saber…», ¡Gracias Señor! Porque estamos recibiendo tus directivas y tus palabras.
Después de las directivas recibidas por Dios, Moisés se encuentra con un hombre que tenía fama de ser un conocedor del desierto, que conocía los peligros que encerraba ese terrible desierto, que sabía donde estaban los arroyos de agua, que conocía los mejores lugares para acampar, y Moisés pensó: “..este es el hombre..”, su lógica humana lo llevó a pensar así. Hermanos, no dejemos que nuestros pensamientos prevalezcan sobre las directivas de Dios.
Tenemos nuestra propia lógica, pensamientos, intuiciones, que no son malos, pero ¡CUIDADO! podemos llegar a equivocarnos. En cada acción grande o pequeña, digamos todas las mañanas: “..Señor, guía mis pasos en este día, para saber que debo hacer..” quizás alguno está pensando, ¿Pero a Dios debemos molestarlo por cualquier cosa? Estimado hermano, si nos movemos como niños espirituales y dependemos totalmente de Dios, nunca caeremos en errores.
Diremos todos los días: «…me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre…» (15) tenemos que dar gracias a Dios porque diariamente podemos ser guiados por su Espíritu, y aunque esto parece muy sencillo, Dios nos ayude a vivir en la sencillez del evangelio.
La guía del Espíritu y la ayuda humana
Moisés pensó y antes de partir le dijo a su pariente: «…tú conoces los lugares donde hemos de acampar en el desierto, y nos serás en lugar de ojos…» y además, lo invitó a ser partícipe de todas las bendiciones que Dios le prometió a Israel «…Ven con nosotros, y te haremos bien…» pero este hombre respondió, como suele hablar la carne: «..yo no iré..». ¡Cuantas veces ponemos nuestra confianza en la carne!
En nuestra propia vida, en un amigo o hermano, y de pronto nos encontramos con una gran frustración, pero jamás seremos decepcionados por Dios si buscamos su guía y dirección cada día. Moisés le pidió ayuda a su amigo, el cual respondió que no iría. La carne no puede acompañar mucho a lo que es la vida en el Espíritu, porque la carne sigue siendo carne y Hobab, que es representativo de la carne, dijo: “..me vuelvo a mi tierra..”, -estoy parafraseando- “..no me gustan los cultos de ustedes ni un Dios tan fuerte como el que se vio en el Monte Sinaí, yo no iré, me vuelvo a mi parentela..”, y yo no puedo explicar porqué causa Moisés se sintió tan dependiente en ese momento pero le volvió suplicar, «…Te ruego que no nos dejes…»
Hermano, muchos te podrán abandonar, pero bendito sea Dios, y lo recalco con toda mi alma: Jamás el Señor te va a abandonar. Como dice David: «…Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá…» (16) A veces puede pasarnos que confiamos mas en la ayuda humana que en Dios, pero la Biblia dice: «…Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo…» y mas adelante dice: «…Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto…» (17)
Allí termina ese diálogo y comienza el viaje, y nadie sabe si Hobab fue o no con Moisés, pero yo tengo una interpretación: Hobab ya no aparece en esa marcha, pero sí aparece la nube y la columna de fuego que indicaban que Dios estaba presente, y el arca del Pacto la cual iba delante de ellos y les buscaba lugar de descanso.
La ayuda humana falló, pero Dios lideró a su pueblo y Moisés tuvo que aprender a encomendar su camino al Señor todos los días. En el verso treinta y cinco vemos a Moisés orando a Dios cada vez que la nube se movía diciendo: «…Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos…» Vemos a un Moisés que entendió que el arca se movía conforme a lo que Dios quería. Querido hermano, no podemos vivir la vida de siervos de Dios en la dirección que a nosotros nos parece, ¡NO! Jesús no lo hizo y tampoco los apóstoles. Tenemos que buscar la guía divina en todas las cosas.
La guía del Espíritu y la vida cotidiana
Moisés, que había experimentado la grandiosa salida de Egipto con las plagas, el brazo fuerte de Dios, el mar Rojo abierto, quizás pensó que buscar lugares de descanso en el desierto era un asunto muy pequeño para Dios, y nosotros muchas veces nos equivocamos en cosas pequeñas porque no se las encomendamos a Dios. ¿Se equivocó ud, alguna vez por no haber orado? Sí, nos hemos equivocado muchas veces por no buscar al Señor en las cosas sencillas, porque Dios es Señor de las cosas grandes pero también de las cosas pequeñas. El nos lleva a grandes y gloriosos pasos, pero también camina con nosotros en la vida cotidiana. ¡Gracias Señor! Porque en las cosas pequeñas también estás.
El libro de Deuteronomio nos muestra como Dios guió al pueblo. El mismo Moisés que le había dicho a Hobab, “..tu vas a ser nuestros ojos..”, es el que ahora escribe y muestra a Dios como el guiador, y lo describe como un padre que toma de la mano a su hijo: «…Y en el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado,….quien iba delante de vosotros por el camino para reconoceros el lugar donde habíais de acampar, con fuego de noche para mostraros el camino por donde anduvieseis, y con nube de día…» (18) ¡Qué figura tan tierna! «…Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo…» ¡Y lo sigue haciendo con nosotros! Porque por mas experiencia que nosotros tengamos ¡Podemos equivocarnos! pero Dios no falla y el que pone su confianza en el Señor tampoco.
Esta figura la encontramos muchas veces en la Biblia, el Salmo 73 dice: «…Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria…» (19) En el capítulo 11 de Oseas dice: «…Cuando Israel era muchacho, yo lo amé…..Cuanto más yo los llamaba tanto más se alejaban de mi…, Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos, y no conoció que yo le cuidaba…» (20) Cuánto tenemos que agradecer que a pesar de nuestros caprichos y rebeldías Dios ha sido fiel, como dijo Moisés: «…Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones…» (21).
Moisés pensó:“..Hobab es el mejor..” creyendo que para las cosas pequeñas no necesitaba la guía de Dios, sin embargo, este personaje defraudó a Moisés y no aparece mas en la historia, y yo le digo esto: Los seres humanos muchas veces fallamos y defraudamos a los demás, pero hay alguien que nunca nos va a defraudar ni abandonar, él dijo: «…yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo…» (22) ¡Gloria a Dios!
Si queremos vivir una vida sin tropiezos, debemos encomendar diariamente a Dios nuestros caminos. A veces pareciera que el Señor tiene que estar corriendo detrás nuestro, pero Jesús, hablando de sí mismo como el Buen Pastor dijo: «…va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz…» (23). ¡Ayúdanos Señor, a seguirte en todos tus caminos! Por eso dice Proverbios: «…no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión…» (24). Moisés reconoció el cuidado y la guía de Dios sobre Israel, cuando al final de sus días cantó: «…Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó. Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo….Jehová solo le guió, Y con él no hubo dios extraño…» (25).
Si usted y yo no buscamos la guía de Dios es probable que nos pase lo que le paso a Josué con los gabaonitas, o lo que le pasó a Moisés con Hobab. Digamos como David (que también cometió errores muy graves), «…Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen Espíritu me guíe a tierra de rectitud…» De pronto, no seamos caprichosos queriendo justificar errores tremendos, cosas horribles y pecados groseros, diciendo: “..bueno, después de todo Dios lo permitió..”, y pretendiendo insinuar que fue la guía del Espíritu. Dios no es ministro de pecado, ni es cómplice de nadie. El apóstol Santiago dice: «…toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces…» (26) Antes de decir que algo es de Dios analice si es puro, si es pacífico, si es lleno de bueno frutos, porque no todo lo que brilla es oro y porque esa es la sabiduría de Dios.
Seamos dependientes día por día del buen Espíritu de Dios, en forma práctica, a través de la oración, a través de consejeros, de hombres de Dios que él ha puesto con nosotros. Todos los días podemos esperar el cuidado y la dirección de Dios. Sea nuestra oración como la de David: «…Muéstrame oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad y enséñame…» (27) Este sea nuestro clamor: “..¡Guíame Señor! ¡Muéstrame Señor! ¡Encamíname Señor!..” Amén.
Pastor Orlando García
Referencias Bíblicas:
(1)Isaías 8: 19 y 20. (2) Romanos 8:14. (3) San Juan 16:13. (4) San Juan 16:7. (5) 1º de Juan 2:27. (6) San Juan 14:10. (7) Jeremías 10:23. (8) Salmo 37:5. (9) Salmo 143:10. (10) Romanos 8:1. (11) Deuteronomio 18:15 y 22. (12) San Lucas 14:27. (13) San Juan 14:3 (14) Números 10:28 al 36. (15) Salmo 23:3. (16) Salmo 27:10. (17) Jeremías 17:5, 7 y 8. (18) Deuteronomio 1:31 y 33. (19) Salmo 73: 22 al 24. (20) Oseas 11:1 al 3. (21) Deuteronomio 7:9. (22) San Mateo 28:20. (23) San Juan 10: 4. (24) Proverbios 3: 5 al 7. (25) Deuteronomio 32: 9,10 y 12. (26) Santiago 1:17. (27) Salmo 25: 4 y 5.