Las creencias tradicionales nos han llevado a considerar la prosperidad
como algo antibíblico. Sin embargo, inspirado por el Espíritu Santo,
Juan dice que su deseo es que prosperemos y tengamos salud. Más
adelante, en el versículo 11 de 3 Juan, nos indica: «Amado, no imites lo
malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace
lo malo, no ha visto a Dios». Si la prosperidad fuera algo antibíblico,
¿por qué Él desea que prosperemos? Como ve, la prosperidad en sí no es
mala.
l dinero no es la raíz de todos los males. El amor al dinero es la raíz
de todos los males (1 Ti 6:10), y existen personas cometiendo este
pecado, ¡sin poseer ni un peso! Sin embargo, quiero que usted entienda
que la prosperidad abarca mucho más que las finanzas.
Cuando Juan
dijo que deseaba que prosperemos y tengamos salud, añadió la oración
«así como prospera tu alma». El hombre es espíritu: tiene un alma que
consiste de la mente, la voluntad y los sentimientos y, además, el
hombre habita en un cuerpo. Por lo tanto, existen la prosperidad
espiritual, la mental y la física.
Para prosperar
espiritualmente, usted debe nacer de nuevo. Cuando usted recibe a Jesús
como su Salvador y como el Señor de su vida, su espíritu nace de nuevo y
se restablece la comunión con el Padre celestial. Eso lo coloca a usted
en posición de recibir de Él todo que lo su Palabra promete.
Para
que su alma prospere, usted debe ser capaz de controlar su mente, su
voluntad y sus sentimientos. El acumular mucho conocimiento no significa
que su mente esté prosperando. La prosperidad mental ocurre cuando
usted utiliza la información que ha adquirido; cuando usted controla su
mente en lugar de ella a usted. En 2 Corintios (10:5) se indica: «…
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo». La persona que hace esto tiene control de su mente
y está en posición de prosperar mentalmente. Si la Palabra de Dios no
vive y opera en usted, no tendrá el dominio completo de su mente. De la
misma forma es como debe controlar su voluntad.
Cómo
controlar la voluntad
Algunas personas dicen «Señor, ayúdame a
quebrantar mi voluntad». Dios no quiere que usted tenga una voluntad
quebrantada para que Él pueda dominarla. Lo que Él desea es que usted
someta por completo su voluntad a la de Él para que ambas trabajen
unidas.
Cuando Dios creó al hombre, le dio una voluntad con
poder. En realidad, es una voluntad divina porque otorga al hombre el
derecho de escoger su destino para la eternidad. Solamente un dios tiene
ese poder. El hombre fue hecho a imagen de Dios y se le dio la voluntad
para que tome sus propias decisiones.
Usted puede irse al
infierno si así lo desea, y Dios respetará su derecho a hacerlo; por
supuesto usted no tiene que ir ahí, pero tiene la libertad de hacerlo.
Por otra parte, usted puede escoger a Jesucristo y a la Palabra de Dios y
pasar la eternidad junto a su Padre Celestial. ¡Qué privilegio! La
decisión es suya.
Cuando el alma de una persona prospera, su
voluntad está en armonía con la voluntad de Dios. ¿Cómo puede usted
estar en armonía con la voluntad de Dios? Mientras no conozca lo que su
Palabra dice, no podrá hacerlo, pues la Palabra y la voluntad de Dios
son una misma cosa. Una persona sincera no puede tener voluntad para
algo y expresar lo contrario. Si usted está en armonía con la Palabra de
Dios, quiere decir que está en armonía con la voluntad de Dios.
Cómo
dominar la naturaleza emotiva
Hablemos ahora acerca de nuestros
sentimientos, que son parte del alma. En primer lugar, Dios lo creó a
usted con una naturaleza emotiva. Usted fue creado a imagen de Él, por
lo tanto, Dios también debe de tener sentimientos.
Las escrituras
confirman que Jesús lloró (Juan 11:35) y que Dios se ríe (Salmo 2:4).
Por supuesto que expresar los sentimientos no es malo, sin embargo, para
que nuestra alma prospere, no debemos dejarnos llevar por los
sentimientos.
Los Evangelios revelan que Jesús sintió compasión.
Él dijo que solamente hizo lo que vio a su Padre hacer, por lo que la
compasión es una persona: el Padre. Jesús expresó sus sentimientos, pero
no se dejó llevar por estos. Él siempre ejerció dominio propio, y nos
dio el ejemplo a seguir: el alma que prospera debe mantener siempre sus
sentimientos en armonía con la palabra de Dios.
Su prosperidad y
su salud nunca serán mayores que la prosperidad y la salud de su alma.
Usted puede ser un creyente nacido de nuevo, incluso ser lleno del
Espíritu Santo, y sin embargo no prosperar en su alma.
Por
ejemplo, una santa mujer de Dios que viva en la pobreza, podrá hacer,
por medio de la oración, que haya avivamiento en la iglesia y que todos
en el pueblo sean salvos, pero estar siempre enferma y en cama por no
creer lo que dice la palabra de Dios con respecto a su propia salud.
La prosperidad verdadera
Lo que el mundo define como
prosperidad material (prosperidad de los sentidos) incluye el oro, la
plata, el prestigio social y el poder económico y político. Y lo que el
mundo define como prosperidad mental (prosperidad del alma) es «saberlo
todo».
Sume estos dos conceptos y el resultado será una persona
que usa su mente para obtener poder político y económico. Para el mundo,
esto constituye la definición total de prosperidad, y usted puede ver
fácilmente las desventajas.
La prosperidad verdadera es la
capacidad de solventar las necesidades humanas en cualquier aspecto de
la vida. La riqueza y el poder no pueden satisfacer todas las
necesidades.
El dinero es un dios pésimo: no puede comprar la
salud ni prevenir que las dolencias o enfermedades controlen el cuerpo
humano. Es cierto que se puede usar para comprar, hasta cierto punto, la
salud, pero la forma de sanar que el mundo utiliza es en realidad muy
limitada.
En el ámbito mental, una persona puede saberlo todo y
aun así no tener la capacidad de utilizar ese conocimiento para obtener
el dinero o la salud que necesita.
Solo la Palabra
¿Qué
produce la prosperidad espiritual, mental y física? ¿Qué une a estos
aspectos? La Palabra de Dios. En Hebreos 4:12, la Biblia dice que «la
palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos
filos», también dice que «penetra hasta partir el alma y el espíritu,
las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón».
Cuando usted anda en la
palabra de Dios, prosperará y tendrá salud. La voluntad de Él para con
nosotros es que tengamos salud total, y que todo nuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro
Señor Jesucristo (1 Ts 5:23). ¡Alabado sea Dios!
Por: Kenneth Copeland – www.kmc.org