Rev. Julio Ruiz. (Génesis 37:3-11, 26-28, 36)
INTRODUCCIÓN: Cuando Jesús hizo alusión a los que daban testimonio de él, mencionó un texto que debiéramos seguirlo de cerca: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ella tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn. 5:39). ¿De cuáles Escrituras estaba él hablando? Bueno, hasta ese momento las que se conocían eran: la ley, los escritos y los profetas.
El Antiguo Testamento fue escrito antes que Jesús naciese (desde el punto de vista de la carne). Sin embargo, cuando él habló de su persona en las antiguas Escrituras, lo que estaba diciendo era que buscaran las distintas figuras, las ilustraciones, los tipos… que mostraban a su persona.
Con esto estamos diciendo que Jesucristo es la llave que abre toda la Biblia. Dios nos ha amado tanto que desde mucho antes nos reveló distintos cuadros que hablan de Jesucristo. Uno de las grandes revelaciones de Cristo fue hecho en la persona de José, el penúltimo hijo de Jacob. Alguien lo dibujó con su túnica de varios colores, y mostró su rostro y sus manos como si fuesen ensangrentados por la cruz del calvario.
Al ver la persona de José no resulta forzado encontrar una asombrosa comparación entre él y Jesucristo. Entre todos sus hermanos, él fue “el hijo favorito”. Fue abusado, vejado, maltratado y vendido por ellos. Sin embargo, después fue exaltado en la gloria de Egipto, para terminar siendo el perdonador y restaurador de sus hermanos. ¿De qué manera, entonces, José nos revela a Cristo? ¿Cuál es el enorme parecido que hay entre él y Cristo?
I. JOSÉ NACIÓ PARA SER UN HIJO AMADO
1. El hijo amado de Jacob. El v. 3 es descriptivo a este respecto: “Y amaba Jacob a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores”. Esto nos habla de la devoción que el padre tenía hacia su hijo. Los padres que han tenido a sus hijos en una edad avanzada suelen desbordar sus sentimientos expresados en una especial ternura. Llegan a ser verdaderos hijos amados y mimados.
2. Amado por su comportamiento. Jacob desarrolló un amor más profundo por José debido a su comportamiento comparado con el de sus hermanos. José sabía de la fama y testimonio que tenían. Cuando regresaba de pastorear sus ovejas le traía a Jacob un informe completo sobre la conducta de sus hermanos.
Había en él un sentido de obediencia. No se ve ninguna protesta; ninguna queja. Por esa obediencia hizo su último viaje para ver a sus hermanos. Desde aquel momento no vería más el rostro de su padre. Cuando Jesús se hizo hombre salió del seno del Padre. No fue sino después que ascendió que volvió a tener la gloria que tuvo con el Padre “antes que el mundo fuese”.
3. ¿Dónde está el paralelismo de José con Jesucristo? Cristo fue amado y reconocido por su Padre. Por lo menos un par de veces se oyó la voz celestial de una manera muy clara que decía: “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17). Y, “este es mi Hijo amado, a él oíd” (Mt. 17:5). Curiosamente el nombre “José” significa abundancia, o uno que se multiplica.
El nombre de Jesús significa “Jehová salva”, y esa salvación es abundante, lo que representa el nombre de José: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10:10). Ambos, José y Jesús, fueron distinguidos por su obediencia absoluta. De Jesús se dice: “En quien no hubo pecado ni se halló engaño en su boca”. Es muy curioso que aun cuando José era pecador, la Biblia no menciona ninguno de sus pecados. Se habla de los pecados de los demás hombres, pero no se dice nada de los de José. Ambos fueron amados, pero también fueron odiados.
II. JOSÉ PADECIÓ INJUSTAMENTE
1. Un extraño en la familia. Aun cuado José era un hijo amado por el padre, fue odiado por sus hermanos. La pureza de su carácter y el no ocultar el mal comportamiento de sus demás hermanos le hizo ganador de un vil desprecio. José fue marcado para sufrir. Un día, en obediencia a su padre, José fue a ver de sus hermanos.
Seguramente servía no solo de un espía del comportamiento, sino que llevaría provisión para ministrar las necesidades de ellos. Aquella ocasión, lejos de del padre protector, provocó una excelente oportunidad para deshacerse de alguien que estaba denunciando los pecados que ellos cometían. El versículo 18 nos dice que cuando ellos le vieron “conspiraron contra él para matarle”.
Aquella fue una clara demostración que su presencia era una molestia; él era un extraño para ellos mismos. Había dicho que era un soñador, con delirios de grandeza, por lo tanto había que quitarle tales sueños. De esta manera, el atentar contra su propio hermano era una clara señal de su sufrimiento. Desde allí él fue un “siervo sufriente”. Los sufrimientos de Cristo tuvieron que ver con el menosprecio. Juan dice que “a los suyos vino y los suyos no le recibieron” (Jn 1:12). Jesús también fue extraño a su familia.
2. Vendido por piezas de plata.
El primer asunto que es observado es que José no murió cuando sus hermanos lo habían determinado, pues al ser lanzado en la cisterna, se halló que la misma estaba vacía. De esta manera José fue traicionado por sus propios hermanos. Fue vendido por veinte míseras piezas de plata en manos de impíos. Es así como José fue a parar a Egipto, de donde comenzará toda una historia de salvación.
Jesús también fue traicionado por uno de sus íntimos hermanos. Fue vendido por treinta piezas de plata. Curiosamente se nos dice que cuando él nació y el malvado Herodes quiso matarlo, fue llevado a Egipto para que se cumpliese la profecía que decía: “De Egipto llamé a mi hijo” (Oseas 11:1). ¿Qué pensaría José cuando fue abusado, maltratado y vendido por sus hermanos? Desde entonces pasó de un hijo amado a sufrido.
3. Sufrimientos injustos.
José fue vendido a Potifar, uno de los altos funcionarios egipcios. Una vez allí la Biblia dice que ese varón fue bendecido en extremo por la presencia de José, por cuanto el Señor estaba con él. Pero eso no duró mucho tiempo, pues la mujer de de Potificar, queriendo seducirlo, y frente a la decisión de José de no cometer semejante pecado, fue denunciado y puesto injustamente en la cárcel.
Desde allí comenzó a pagar el precio de su lealtad y pureza. Sin embargo, la actitud de José sobre cómo enfrentó toda esta prueba (vendido por sus hermanos y ahora preso por una falsa acusación), es digna de ser apuntada. En todo esto no hubo protesta. No hubo quejas. No renegó de su condición. Fue como una oveja muda en medio de sus trasquiladores. Sufrió en silencio. Esperó hasta ver la obra de Dios en medio de todos esos sufrimientos. ¿Qué decir de Jesucristo? No hubo engaño en su boca. No hizo pecado.
La única razón de sus terribles sufrimientos fue porque “siendo hombre se hizo igual a Dios”, de acuerdo a sus enemigos. ¿Por qué Jesús fue rechazado? Porque él vino para denunciar el pecado de los hombres. Así como José dio un mal reporte de su hermano y eso le llevó a este sufrimiento injusto, también Jesús ha dado un mal reporte del mundo y eso le hizo sufrir.
III. JOSÉ SE CONVIRTIÓ EN UN SOBERANO EXALTADO
1. La túnica de diversos colores.
¿Por qué Jacob le hizo a José una túnica con diversos colores? ¿Qué había detrás de todo esto? Es cierto que él no era el primogénito, pero si lo era de Raquel, la mujer que Jacob más amaba. A los que le correspondía la primogenitura, la habían perdido por sus comportamientos. La túnica representaba las distintas facetas del carácter de José, pero a su vez tipificaba las distintas facetas de Cristo.
Juan contempló al Verbo divino, diciendo: “Vimos su gloria, llena de gracia y de verdad”. En esos colores también se podía ver a un Jesús que mostró todo su poder, pero a su vez que cautivó aun hasta los más pequeños. Bien podemos decir que Jesús posee una túnica con diversos colores. El salmista habla de él diciendo que Dios le ungió con óleo de alegría. Jesús es un Cristo feliz. Todas sus facetas nos cautivan. Toda su persona nos atrae.
2. Sueños de grandeza.
A José se le conoce como el “soñador”. Los primeros sueños, donde se veía sobre todos sus hermanos y aún sobre su propio padre, despertaron el celo y la reprensión de su padre. Pero esos sueños no vinieron porque había tenido una mala digestión, sino porque el mismo Dios estaba detrás de ellos. Mire este sueño: “He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí’ v. 9.
Eso no eran sueños normales. En esto había una profecía que tenía que ver con cosas muy grandes para el futuro. Ni los hermanos ni su padre comprendían los sueños de José. Lo tildaron de excéntrico, y le reprocharon porque pensaban que gobernaría sobre ellos. Los sueños de José reflejaban un dominio futuro. La gente comenzó a odiar a Cristo porque él dijo que gobernaría soberanamente sobre todos sus hermanos, pero más aun, sobre todo el universo. Cuando habló de esta manera sentenció su propia muerte.
3. El más grande después del Faraón.
Después que José dio una correcta interpretación de los sueños perturbadores del Faraón y le orientó sobre lo que tenía que hacer durante los siete años de abundancia, fue exaltado como el soberano sobre las tierras de Egipto. Esta fue la decisión del Faraón: “Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú” (Gén. 41:40).
Desde entonces la gloria de José brilló hasta la hora de su muerte. Fue el gran varón de Egipto, reconocido por su sabiduría, prudencia, administración y dirección de semejante nación. A esto solo añadiremos, que en el caso de Cristo, él ha ahora está exaltado en gloria. Él, ha diferencia de José, es soberano sobre todos los reinos. Su dominio es universal y su reino desde la eternidad y hasta la eternidad. Por lo tanto, él es el soberano celestial y el soberano terrenal. Los restos de José fueron llevados a Canaán. El cuerpo de Cristo fue resucitado y ahora está en un estado de gloria. Él es el Señor sobre toda las cosas.
IV. JOSÉ SE CONVIRTIÓ EN EL SALVADOR DE SUS HERMANOS
1. Le hizo ver a sus hermanos su falta.
Cuando el hambre se hizo insoportable, Jacob envió a sus hijos a comprar comida en Egipto, el único lugar donde había. Cuando ellos llegaron José se aseguró que sus hermanos cambiaran de actitud al tratarles de espías. Duraron tres días presos y al final tuvieron que decir: “Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos…” (Gn. 42:21).
En todo esto que José hizo con sus hermanos, incluyendo la copa y el dinero colocado en los sacos de trigo, así como el haber dejado a Benjamín consigo, tenían como fin, no el de vengarse de lo sus hermanos le hicieron, sino el de enseñarles la necesidad de un cambio en la conducta. Cuando Jesús vino, su tarea fue la de hacerle ver a la gente su mal proceder. Pero no vino para condenarlos sino a salvarlos.
2. Se descubrió ante ellos con gran llanto.
Preparó un gran banquete en medio del hambre reinante. El momento para revelar su identidad había llegado. Sus emociones ya no daban para más. El texto que se usa para hablar de la explosión del llanto de José, es por demás elocuente: “Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón” (Gn. 45:2).
Sus hermanos le habían propinado mucho dolor, pero en lugar de vengarse ahora llora en la presencia de ellos, diciendo: “Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él” v. 3. Más adelante dijo estas palabras: “Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros” v. 5. ¿No fue esta misma la actitud de Cristo? Hicieron con él todo, hasta llevarle a la cruz, y desde allí dijo estas palabras: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. El sufrimiento de ambos bendijo al final a los hermanos.
3. Los salvó de la muerte.
El hambre de aquellos siete años acabó con todo. Muchas vidas seguramente perecieron a consecuencia de esto, pero toda la familia de José, un total de sesenta y seis de ellos, fueron salvos. José trajo a su padre, sus hermanos y toda la familia y les hizo vivir en Egipto: “Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó Faraón” (Gn. 47:11). De esta manera José se constituyó en el salvador de sus hermanos.
Él fue el gran eslabón en el programa divino para la salvación del mundo por medio de Israel. Jesucristo fue enviado también a “Egipto”, tipificando al mundo, para salvarlo. Pero en su caso, no solo salvó a los hombres de sus pecados, sino que los condujo más allá de la tierra prometida. Su meta final fue llevar a los hombres hasta el cielo mismo. José salvó a sus hermanos de la muerte del hambre, Jesús les salvó de la muerte espiritual. Esta es la salvación necesaria.
CONCLUSIÓN: Jesús fue enviado y aborrecido por sus hermanos como José. Jesús fue vendido por piezas de plata como José. Jesús fue despojado de su túnica como José. Jesús fue puesto en una tumba por tres días; José puesto en una cisterna vacía. Jesús fue exaltado en gloria como lo fue José en Egipto. José dijo que lo que sus hermanos hicieron, Dios lo encaminó para bien. La muerte de Jesús sirvió para salvar a la humanidad.
COLUMBIA BAPTIST CHURCH
Iglesia Bautista Hispana de Columbia
Falls Church, 04/03/2007
Rev. Julio Ruiz, pastor
Mensajes acerca de Cristo en el
Antiguo Testamento