Algunos aspectos de la literatura sobre iglecrecimiento pueden resultar confusos. Se nos ofrecen gran cantidad de programas, muchos de los cuales parecen afirmar: «Si hace como nosotros, alcanzará el mismo éxito.» Lo malo es que muchos de estos criterios se contradicen entre sí. Unos abogan por la creación de «megaiglesias» como el medio más eficaz para extender el evangelio, otros sitúan el tamaño óptimo de la iglesia casi a nivel de grupos pequeños; unos consideran que el secreto del éxito está en dirigir los cultos hacia los no creyentes, otros piensan que el objetivo de los cultos debe ser exclusivamente la adoración; unos piensan que para hacer crecer la iglesia se deben incluir estrategias de marketing, otros han conseguido ver crecer su iglesia sin haber oído jamás la palabra «marketing».
Tengo la impresión de que el principal problema reside en que hasta la fecha no se ha diferenciado con claridad entre «modelos» (criterios por medio de los cuales alguna iglesia, en algún lugar del mundo, ha conseguido resultados positivos) y «principios» (criterios válidos para cualquier iglesia en cualquier parte del mundo). En consecuencia hay muchos «modelos» que afirman ser válidos universalmente y muchos «principios», cuya validez universal es demostrable, que son considerados meros modelos.
En la ilustración de la derecha podemos ver dónde reside la diferencia entre ambos enfoques. El enfoque según modelo es el intento de aplicar a nuestra propia situación el programa de una iglesia que ha tenido éxito (en la mayoría de los casos una megaiglesia). Este planteamiento resulta fascinante porque lo que tanto se anhela para la propia iglesia ya está en funcionamiento en la iglesia modelo.
El enfoque según principios es diferente, aunque también parte de lo mucho que se puede aprender de los modelos que han tenido éxito en la práctica. Sin embargo, en lugar de limitarse a un modelo, examina cientos de «iglesias modelo», tanto grandes como pequeñas, para descubrir aquellos elementos que puedan considerarse de validez universal para cualquier iglesia y aquellos otros que, aun siendo interesantes, no pueden aplicarse de modo general a todas las iglesias.
Los principios obtenidos mediante la abstracción, esto es, despojando a los modelos de sus características culturales y locales, se individualizan para la situación específica de una iglesia en concreto. Este binomio abstracción/individualización resulta mucho menos atractivo para algunos que la simple imitación (escala 1:1) de una iglesia de éxito reconocido.
El desarrollo natural de la iglesia está basado en el enfoque según principios. Aunque no sea erróneo inspirarse en las iglesias modelo, si queremos ir más allá de la mera transmisión de entusiasmo, si queremos transferir elementos reproducibles, debemos descubrir los elementos que son válidos universalmente para la formación de cualquier tipo de iglesia.
(Texto y gráfico, DNI, 16 y 17)