Por Lucas Leys. Lejos del estereotipo de líder juvenil hombre, joven, gracioso, intérprete de la guitarra, seminarista y con una camioneta, las siguientes señales acompañan a cada líder juvenil eficaz (sea hombre o mujer).
Dios requiere algo más de un líder de jóvenes que saber cómo armar un buen programa para los encuentros semanales que organiza.
El liderazgo eficaz es el complejo resultado de una diversidad de factores. Aun así, se pueden identificar algunas características que acompañan a cada líder de jóvenes y adolescentes que logra hacer un trabajo sobresaliente. Lejos del estereotipo de líder juvenil hombre, joven, gracioso, intérprete de la guitarra, seminarista y con una camioneta, las siguientes señales acompañan a cada líder juvenil eficaz (sea hombre o mujer):
Señal 1: lleno del Espíritu Santo
Claro que esta característica no es exclusiva del liderazgo juvenil. Ser llenos del Espíritu Santo es condición obligatoria para ser un cristiano eficaz. Pero en el caso del líder o pastor de adolescentes, si no es lleno del Espíritu de Dios, su consejería se limitará a manejar recursos humanos, que por buenos que sean, no podrán satisfacer plenamente las necesidades de los jóvenes en conflicto. Tampoco nuestras motivaciones serán las correctas y nuestro trato no tendrá la eficacia de quien está provisto de la guía del Espíritu en la toma de decisiones.
La espiritualidad del líder juvenil es fácilmente discernible para los adolescentes y jóvenes de este tiempo. A ellos no les basta con un lindo sermón arriba de un púlpito. Las relaciones interpersonales cercanas entre los líderes y los jóvenes son indispensables para un ministerio sano. Pero es en esa cercanía que se puede notar mejor el verdadero carácter del líder juvenil. Aun cuando parezca que los adolescentes no prestan atención, miran de cerca si las palabras de los líderes cuando predican son vividas por ellos cuando están abajo del escenario. Si los líderes pretenden acompañar a los adolescentes a la madurez en Cristo, eso es imposible de hacer si ellos mismos no cultivan una relación de dependencia con el Espíritu de Dios.
Señal 2: tiene un sentido de llamado
Para muchos es obvio pensar que la decisión de ir a hacer misiones en lugares alejados y difíciles tiene una única explicación en un llamado especial del Señor. Pero el ministerio juvenil es tan transcultural como cualquier ministerio a otra geografía. Involucra cambios de lenguaje, diferentes vestimentas, música, danzas exóticas y distintas presuposiciones morales. Si aquellos que se disponen a participar del ministerio con adolescentes no tienen un llamado claro y específico a trabajar con ellos ocurrirá una de dos cosas o ambas: se sentirán muy pronto miserables o harán sentir miserables a sus adolescentes.
Tener la convicción de que Dios es quién nos ha convocado a hacer ese trabajo es la única fuente de afirmación en que deberíamos depositar nuestra confianza. Al final, los resultados serán impredecibles en el ministerio en general, y más aún en el ministerio que cuenta con la edad más impredecible. Solo un sentido de llamado claro hará entonces que el líder siga adelante.
Es tiempo de que se levanten líderes que no están «practicando hacer ministerio» mientras trabajan con los jóvenes, pues hoy hacen falta dirigentes que entiendan que han sido llamados por Dios a invertir en esta generación y a hacer un serio esfuerzo más allá de los aparentes resultados o de las expectativas de personas de otros ministerios.
Señal 3: está preparado para la tarea de aconsejar
La juventud es una época de muchas preguntas. La posmodernidad ha tornado compleja la dinámica adolescente; los cambios se han exagerado y los mensajes contradictorios abundan. Por eso es necesario que quienes guían jóvenes tengan respuestas contundentes y no ingenuas. El rol de modelo que a cada líder le toca debe ser ejercido con responsabilidad, y aquellos que han sabido aconsejar a sus adolescentes pronto comenzarán a recibir más muchachos(as) pidiendo consejos. Por eso, los líderes eficaces están preparados para la tarea de dar consejos comprometidos y sabios; para hacerlo se especializan en las cuestiones de la cultura, las crisis familiares, la identidad y en los distintos métodos para hacer una consejería eficaz. En otras palabras, trabajan y estudian para ser mejores consejeros. Pero un condimento que no puede faltar es ser confiables.
La confiabilidad es parte inherente a la capacidad de aconsejar y a la posibilidad de entablar una relación personalizada. Líderes que no poseen esta cualidad no tardarán en ser descartados por los adolescentes. El secreto de confesión es de vida o muerte para personas muy conscientes de sí mismas como son los jóvenes. Personalmente puedo decir que, aunque soy un predicador, he observado frutos más milagrosos en ocasiones donde tuve el regalo de poder dar la palabra adecuada en el momento justo a una necesidad específica de alguien. Seamos sinceros: la mayoría de las predicaciones quedan en el aire, pero esos momentos en que alguien se abre con una persona que para ella es importante tienen un impacto mucho más poderoso. Por eso es que me da lástima ver tantos líderes que solo dependen de un micrófono para comunicarse con sus jóvenes, pues se pierden tantas oportunidades por no ahondar en una consejería sabia…
Señal 4: está actualizado respecto a la cultura joven
El vértigo de cambio impulsado por los medios y el mercado exige una constante actualización de parte de los líderes juveniles. Las distintas tribus de adolescentes tendrán diferentes características en sus gustos musicales, en su vestimenta y en su lenguaje, y desconocer sus «ondas» equivaldrá a mostrar desinterés por sus gustos y atracciones. Un grupo de adolescentes requiere una disposición transcultural similar a la que necesitan las misiones en otras latitudes, solamente que el cambio es generacional más que geográfico. El líder eficaz estará atento a cuáles son las características de los adolescentes de su barrio y de su iglesia.
Una manera de lograr esta actualización es observarlos en los lugares donde ellos se juntan (escuelas, la puerta de las disco, hamburgueserías y demás). Otra manera recomendable es preguntarles a ellos mismos. Los jóvenes se sienten importantes cuando se les pregunta y por eso funcionan muy bien los cuestionarios y encuestas. Sacar a los jóvenes cristianos del templo y llevarlos a lugares públicos a hacer cuestionarios acerca del gusto y tendencias culturales no solo sirve a los líderes para estar actualizados sino que resulta una excelente actividad que los chicos agradecerán. Revistas, películas y programas de moda pueden bien ser auscultados para informarnos de qué es lo que los jóvenes están escuchando fuera de nuestro medio.
Si nuestra misión es ser luz, ir por todo el mundo y predicar las buenas nuevas de salvación tenemos que prestar atención a qué está pasando a nuestro alrededor, y si además queremos dar en el blanco con las preguntas que esta generación tiene, no podemos estar predicando siempre de la misma manera. Es necesario hacer contacto con sus puntos de interés y sus códigos culturales. Siempre que ve alguna buena revista con temas relacionados con las modernas tendencias juveniles, mi esposa me la compra porque sabe que quiero saber qué se viene o qué influye a los muchachos cuando están en la escuela o expuestos a los medios masivos de comunicación.
Señal 5: trabaja en equipo
Los líderes juveniles eficaces saben que solos no pueden lograrlo todo. Entienden que Dios capacitó a su cuerpo con distintos roles y dones (1Co 12.4–30) y que es tarea del líder equipar a otros para la tarea del ministerio también (Ef 4.12). Los líderes eficaces también entienden que la misión es más importante que la posición y por eso reconocen las habilidades de otros y les facilitan la tarea sumándolos al trabajo.
Son tantas y tan complejas las necesidades de los jóvenes actuales que es imposible para un o una líder estar cerca de todos sus adolescentes a menos que sea un grupo verdaderamente reducido. Pero si el anhelo de un ministerio juvenil es multiplicarse, hace falta mayor mano de obra. El liderazgo reconoce esto y dedica buena parte de su tiempo a reclutar voluntarios para su ministerio juvenil. Cuantos más líderes de calidad se tenga, más posibilidades de maduración y resolución de conflicto tendrán los jóvenes.
Los jóvenes no necesitan solo líderes atléticos que sepan tocar la guitarra y sean extrovertidos. Si hay algún miembro en el equipo de liderazgo con estas características, ¡sensacional!, pero hay jóvenes que se identificarían mejor con otras personalidades. Los mejores equipos son los que tienen una buena dosis de diversidad de intereses, personalidades y edades, y por tanto, contar con líderes adultos involucrados, por ejemplo, enriquece al ministerio con experiencia, contención y modelos.
Los líderes juveniles simplifican las tareas del ministerio consiguiendo y estimulando la gente adecuada para cada una de ellas.
Señal 6: incluye a los padres
Tratar de interpretar a los adolescentes fuera del esquema familiar sería un cuadro incompleto. Por eso los líderes no deberían ponerse en situación de competencia con los padres sino aprender a trabajar juntos.
La adolescencia no solo llega para los hijos, también les llega a los padres aunque en un rol diferente. El punto clave para muchos es la llamada «brecha generacional». Ser adolescente hoy no es lo mismo que fue ser adolescente en los años setentas, y esta realidad tiene diversas consecuencias. De todas maneras, la presente generación de chicos no puede desarrollarse positivamente sin el marco de estabilidad, comprensión y amor incondicional que los padres deben brindarles, y esto es reconocido por los líderes juveniles eficaces.
Trabajar con los padres no siempre es fácil. Yo también he tenido padres que ¡más vale perderlos que encontrarlos! Pero los líderes eficaces se esfuerzan por sumar al equipo de trabajo al menos a algunos padres que enriquezcan al ministerio con una imagen de familia y le dé a otros padres mayor credibilidad. Hay buenos programas que se pueden hacer para ayudar a las familias a tener un mejor tiempo juntas, y las fiestas son siempre una gran oportunidad: graduaciones, navidad, el día de la madre, el padre o la amistad. También podemos inventar otras «fiestas» para empezar a incluir a la familia y celebrar ese diseño de Dios para la vida del ser humano.
Señal 7: se especializa
Históricamente en América Latina se suele ver al ministerio juvenil como un escalón de ascenso hacia «el verdadero ministerio». ¡Qué error! Pienso que la escena irá cambiando en los próximos años, pero hoy, más y más estudiantes de instituciones teológicas se han dado cuenta de que Dios está llamando a una generación de líderes para que se especialicen en la tarea de evangelizar y discipular jóvenes. Desde hace poco más de una década, en países como Estados Unidos y Corea, un grupo cada vez mayor de estudiantes ha empezado a comprender el enorme desafío y la vitalidad que tiene el ministerio juvenil para la Iglesia de Cristo, y a la luz de esto se han ido agregando materias de ministerio juvenil a seminarios e instituciones teológicas. En algunas instituciones incluso se ofrecen maestrías y se empieza a hablar de doctorados en la especialización. Muy pronto esto se va a ver en nuestro continente.
Pero más allá de las posibilidades académicas existe la razón eje del ministerio juvenil: los jóvenes necesitan líderes preparados; ellos se merecen dirigentes que articulen una filosofía sensata y entiendan por qué hacen lo que hacen; que además interpreten las Escrituras desde el contexto contemporáneo y comprendan las realidades interiores propias de la edad. Necesitan también guías creativos, con buena capacidad de auto-crítica y capaces de comunicar la visión y de organizarse.
Los líderes juveniles sobresalientes se toman su trabajo muy en serio. Compran libros de ministerio juvenil, consiguen diversos materiales y estudian dedicadamente cómo ser cada vez mejores.
Por Lucas Leys
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