Manteniendo el Equilibrio

Por Jay Adams. Los predicadores conservadores tienden a errar en alguna de estas dos direcciones: pueden predicar el evangelio, y nada más que el evangelio, o pueden predicar el resto del consejo de Dios como si no tuviera relación con el evangelio. Ambos extremos logran un considerado perjuicio a Dios y su Palabra. Por eso la importancia de saber cómo mantener el equilibrio.

Obviamente todo extremo es malo; Dios no es Dios de los extremos, sino el Dios del principio central de las escrituras. En todas las cosas hay un equilibrio bíblico La predestinación no puede ser predicada al punto de excluir la responsabilidad humana y viceversa; la fe sin obras es muerta, las obras sin fe en Hebreos son llamadas «obras muertas» etc. … etc. … Es sobre el mantener dicho equilibrio al predicar que deseo añadir tan solo esta breve nota.

Aunque la brevedad de lo que tengo que decir no debe hacer pensar que carece de importancia. En realidad, es, probablemente, el punto más importante.

Los predicadores conservadores tienden a errar en alguna de estas dos direcciones: pueden predicar el evangelio, y nada más que el evangelio, o pueden predicar el resto del consejo de Dios como si no tuviera relación con el evangelio. Ambos extremos logran un considerado perjuicio a Dios y su Palabra.

No voy a detenerme en la clase de predicación que ve la salvación nada más que la salvación en cada pasaje bíblico pero sí afirmar que el «total del Consejo de Dios» consiste de mucho más que el camino de la salvación. El autor de los Hebreos quería adelantar con otras cosas también (Heb. 6:1-3). No quería demorarse más en el biberón quería progresar hacia la madurez, a través de alimentar a sus lectores con comida sólida (5:11 -14; 6:1). Estaría mal seguir trabajando sobre un fundamento que ya ha sido establecido (6:1). Así también cada predicador de la Palabra de Dios deberá llevar a cabo el arduo trabajo de aprender y enseñar mucho más que el mensaje de salvación

Aquellos que yerran en no alimentar, edificar y perfeccionar a los santos, un vez que han descartado sus pañales y están preparados para usar pantalones largos, muchas veces justifican sus exclusivas predicaciones del evangelio aludiendo a la misión evangelística de sus iglesias. Sin embargo evangelismo, principalmente, debería ser llevado a cabo por todos los miembros de la iglesia (Hechos 8:4) mayormente fuera de las reuniones regulares del cuerpo. Ni una sola persona es evangelizada en un servicio de adoración cristiana en el libro de los hechos (El manual de evangelismo del nuevo testamento). El énfasis mayor del sermón dentro del cuerpo es en todas las cosas que Cristo ordenó. Las epístolas del Nuevo Testamento proveen sólida evidencia de esa clase de predicación

Uno se pregunta si realmente es siempre el celo por evangelizar el que motiva a un ministro que sólo evangeliza en su predicación ¿No podría ser (en muchos casos) el camino fácil? ¿Acaso no es más fácil encontrar el evangelio en todas partes, sumarIe unas cuantas historias interesantes al mensaje, y luego concluir con una larga invitación? Me temo que demasiado a menudo, la falta de preparación, falta de conocimiento de los verdaderos objetivos de los pasajes, y razones similares, son las que en realidad se encuentran detrás de este tipo de mensajes.

Por otro lado, hay ministerios (muchas veces llamados ministerios de enseñanza o de exposición) en los cuales el evangelio (el plan de salvación) raramente es predicado, salvo aquellos pasajes con los que uno se encuentra a medida que lee un libro, en el cual el evangelio es tan evidente que no puede ser dejado de lado aún aquí, el planteo puede ser sobre el evangelio en vez de ser una proclamación de las buenas nuevas, que «Cristo murió por nuestros pecados . . . y resucito al tercer día». Tal enseñanza justificada a través del mal uso de Efesios 4:11,12).

Algunos de los sermones que son predicados desde este extremo o puesto están tan desprovistos del evangelio que podrían haber sido predicados en una sinagoga judía o en una iglesia liberal sin causar la más mínima conmoción. Ningún sermón dado por un pastor que cree en la Biblia, deberla ser aceptable en cualquiera de los dos casos (no estoy pensando en charlas especialmente preparadas para alguna de estas audiencias, lo que quiero decir es que su mensaje en su propia iglesia deberían ser tan distintivamente cristianos que ninguno de ellos pudiera ser confundido por nada menos que verdaderamente cristianos).

¿Qué, pues, debe uno hacer? Tengo dos sugerencias:

1 – Siempre incluya una exposición clara del evangelio en cada mensaje, aunque la mayoría de los sermones rutinarios no van a ser, en el sentido estricto, evangelísticos. Quiero decir que, todo mensaje debe proclamar (en alguna u otra forma) que creer en el Señor Jesucristo como Salvador es necesario para entender o hacer lo que el pasaje leído requiere.

2 – Por consiguiente, el predicador siempre debe descubrir la relevancia de la muerte y resurrección de Cristo en lo que sea que se esté ensañando. La luz de la cruz se reitera una y otra vez en la Biblia por entero, y la ilumina; ningún pasaje ya sea en el antiguo

o en el nuevo testamento puede ser predicado en forma apropiada sin entender y explicar cómo su mensaje se relaciona al evangelio.

Esta es la razón por la cual algunas personas pueden encontrar el evangelio dondequiera (porque está dondequiera). Sin embargo, no es usual que se encuentre solo. Más bien penetra, se defiende y le da vida a cada verdad y responsabilidad ensañada en las Escrituras.

Compruebe, por tanto, que lo que usted predica esté relacionado con el evangelio (por más que no siempre el evangelismo sea su mayor empuje). El evangelio debería ser tan claro que los no creyentes presentes tuvieran la oportunidad de ser salvados. (1 Cor.14:23-25). Sin embargo permita que la parte más importante del ministerio de la palabra esté dedicado a la predicación de «todo el Consejo de Dios». la predicación cristiana, dentro del Cuerpo, debería consistir de todo consejo de Dios ensañado en forma de redención. A medida que estudia las escrituras usted descubrirá que ese es el equilibrio bíblico en la predicación.

Usado con permiso. The Journal of Pastoral Practice – Vol. IV N. 1 1980

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