Fernando Alexis Jiménez
Oró no una sino muchas veces. Anhelaba que su esposo, Alberto, dejara de beber. Al evaluar una y otra vez en la soledad de su habitación, en qué se había convertido su marido, rememoraba con nostalgia cuando lo conoció saliendo de la empresa un martes al caer la tarde.
Era alto, apuesto y la cortejó con una frase que le impactó. Ella se limitó a sonreír pero, al día siguiente, esperaba encontrarlo de nuevo. Y ahí estaba él, como siempre, sonriente…
Fue el inicio de una bonita relación que concluyó el día en que le anunció que estaba embarazada. Él la miró con una mezcla de molestia e incredulidad. “Debiste cuidarte”, le dijo, pero igual, decidió responder por ella y hacerla su esposa.
Y los recuerdos de aquella época se fueron desdibujando como una fotografía que termina, envuelta en plástico en un viejo álbum, perdiendo sus colores hasta llegar a sepia, ese matiz en el que no se sabe si es negro o quizá amarillento. “Añoro esa época con mi esposo”, se repetía ella mientras miraba el reloj de mesa para comprobar que entraba la madrugada, él no llegaba y, si lo hacía, sería al rayar el alba en estado de embriaguez.
Ese es el contexto en el que me escribió para decirme que había pensado en muchas alternativas, entre ellas quitarse la vida. “Nada tiene sentido”, relataba.
Le insistí como hago con usted hoy si está atravesando por una situación difícil en su matrimonio, que oraba. Que buscara al Señor y le entregara ese problema. Y lo hizo así, aun cuando muchas veces se desesperaba y de vuelta escribía con el ánimo de renunciar a todo, incluso a la vida.
La oración es el camino
Probablemente usted conoce en carne propio lo que es la amenaza a un hogar, amenaza de que se desmorone. Ore. No desmaye. Clame por su cónyuge. No se deje vencer por las circunstancias. Dios responde en su propio tiempo, pero el tiempo de Dios es perfecto.
El apóstol Pablo escribió: “Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.”(Filipenses 4:6, 7)
Es un texto para no pasar de largo, sino para leer con detenimiento. Nos lleva a reconocer que todos los afanes, en lo personal y en lo familiar, debemos someterlos a Dios. En segundo lugar, tener la certeza de que Él responde cuándo más lo necesitamos y, por último aprender a descansar en Dios.
Dios tiene su tiempo para responder
Por muchos años los hebreos estaban sometidos a la opresión de los egipcios y cuando quizá pensaron que Dios los había olvidado, Él respondió con poder y trajo—en el momento oportuno—la libertad que anhelaban (Lea Hechos 7:30-34).
La famosa autora, Lettie Burd Cowman, dice que “Dios nunca hace las cosas de prisa, por el contrario, invierte muchos años en todos aquellos que espera utilizar para un gran trabajo. El nunca piensa que los días de preparación son demasiado largos o penosos. A veces el ingrediente más dificil de soportar en el sufrimiento es el tiempo. Un dolor agudo que dura poco tiempo se sobrelleva facilmente; pero cuando la aflicción nos atormenta constantemente durante muchos años de la misma manera y con la misma rutina de desesperación agonizante, el corazón llega a perder su fortaleza y sin la gracia de Dios, con toda seguridad que nos hundiríamos en el mal humor de la desesperación.”(Lettie Burd Cowman. “Manantiales en el desierto”. Editorial Mundo Hispano. 2006. EE. UU.)
Es cierto, quizá esté a punto de renunciar. Siente que le abandonan las fuerzas. Sin embargo, si está atravesando una situación difícil con su cónyuge o uno de sus hijos, puedo asegurarle que encontrará la salida si busca a Dios. Él nunca llega demasiado tarde; Él sabe lo que es mejor. No se inquiete en vano, descanse en Él. Encontrará salida al laberinto.
Si quedó con inquietud respecto a la amable señora que me escribió desesperada por la situación con su marido, le diré que tres meses después y tras seguir orando por él, encontró respuestas de Dios. Un día llegó temprano a casa. Ella se extrañó porque era viernes y él no lo hacía así. Pero no solo le dijo que aprovecharía más tiempo en casa, sino que se tomó el trabajo de pedirle perdón… Dios sabe cómo y cuándo responder.
Discúlpeme una pregunta: ¿Mora Dios en su vida? Hoy es el día oportuno para que lo reciba en su corazón como su único y suficiente Salvador. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Ábrale hoy la puerta de su corazón a Jesucristo.
Léanos en www.guerraespiritual.org y www.bosquejosparasermones.com