Nuestra Aflicción Sirve para Consuelo Suyo

Los pastores y su gente deben sufrir. «A través de muchas tribulaciones entraremos al Reino de Dios» (Hechos 14:22). «Vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos» (1 Tesalonicenses 3:3). «Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo» (Hebreos 12:6).

Las aflicciones sufridas por la familia de Dios vienen del Padre Celestial para nuestro bien. La siguiente es una gran reflexión sueca:

Aquel cuyo corazón es generoso más allá de todo límite
Nos da cada día lo que considera mejor-
con amor, parte dolor y parte placer.
Mezclando el trabajo duro con la paz y el descanso.

Es también bíblico. Job y Pablo tienen esto en común: Al ser atacados por Satanás sintieron la mano de Dios. Al final su sufrimiento venía del Señor y ellos lo sabían.

“El SEÑOR dijo a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu poder» (Job 1:12). Pero cuando la calamidad atacó, Job respondió, «El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó; bendito sea el nombre del SEÑOR» (1:21). Por segunda vez dijo el Señor a Satanás, «He aquí, él [Job] está en tu mano; mas guarda su vida» (2:6). Pero cuando vino la horrible enfermedad y la esposa de Job lo exhortó a maldecir a Dios, Job respondió, «¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?” (2:10). Y el inspirado escritor añade: «En todo esto no pecó Job con sus labios.»

Aun cuando Satanás está a veces involucrado como la causa más cercana de nuestras calamidades, no es pecado el ver a Dios como la causa principal, aunque más distante. Satanás diseña la destrucción de la fe (Job 2:5; 1 Tes. 3:5), pero Dios diseña la profunda curación de nuestra alma:

Yo solo diseño
tu escoria para ser consumida
y tu oro para ser refinado.

Al igual que Job, Pablo reconoció la espina en su carne como un «mensajero de Satanás» (2 Cor. 12:7), pero diseñada por Dios con un propósito lleno de gracia: «evitar que me vuelva muy eufórico [vanidoso].»

Satanás no tiene libertad de acción en el mundo, y mucho menos en la familia de Dios. Por tanto, en nuestra lucha contra el sufrimiento, nunca será suficiente consolación el decir, «Esto es de Satanás y no de Dios.» La única y genuina consolación vendrá al reconocer que el todo poderoso Dios lo ha hecho, y que El es infinitamente sabio y ama infinitamente a aquellos que confían en El.

No juzgues al Señor débilmente,
sino que confía en El por su gracia;
detrás de cada providencia ceñuda,
El esconde una cara sonriente.
Sus propósitos se conocerán pronto,
revelándose a cada momento
el capullo podrá saber amargo,
pero la flor será dulce.

Dios nos ha revelado uno de los propósitos por los que los pastores deben sufrir. Pablo dice en 2 Corintios 1:6: «Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación.» El punto principal de un sermón en base a este texto sería el siguiente: «Las aflicciones de un ministro Cristiano están diseñadas por Dios para lograr la salvación y consolación de su rebaño.»

Cuando Pablo dice a los Corintios que sus aflicciones servirán para la consolación y salvación de ellos, él quiere decir que existe un diseño y un propósito para su sufrimiento. ¿Pero de quién es el diseño? ¿De quién es el propósito? Pablo no diseña ni planifica sus propias aflicciones. Satanás por seguro no las diseña para dar consolación y salvación a la iglesia. Por lo tanto, Pablo debe querer decir que Dios diseña la aflicción de sus pastores con un propósito: el bien de la iglesia.

Dios ordenó el sufrimiento de Cristo para la redención de la iglesia (Hechos 2:23; 4:27f), y El ordena el sufrimiento de los ministros Cristianos para la aplicación de esa redención (Col. 1:24).

Este es un pensamiento muy sobrio pero también muy reconfortante. Por otro lado, significa que la vida de un pastor estará entrelazada con oscuros hilos de dolor. Sin embargo, también significa que toda aflicción que deba enfrentar está diseñada no solo para su propio bien sino para el bien de su rebaño. Dios nunca malgasta el regalo del sufrimiento (Fil. 1:29). Es dado a sus ministros como El lo estime conveniente, y su propósito es la consolación y salvación de nuestra gente.

Ningún sufrimiento pastoral carece de sentido. Ninguna adversidad es absurda ni carece de significado. Toda pena tiene un objetivo divino en la consolación de los santos, aun cuando nos sentimos menos útiles.

Respondiendo el «Porqué»

¿Cómo es que el sufrimiento de un pastor logra la consolación y salvación de su rebaño? El contexto de las palabras de Pablo sugiere el siguiente escenario:

Las circunstancias conspiran para acongojar el espíritu del pastor (Quizás la pérdida de la salud, la pérdida de un ser querido, deserción de un amigo, gente irresponsable, calumnias, desanimo o exceso de trabajo.) Las cosas se ponen tan mal que él incluso pierde la esperanza en la vida misma. Se pregunta a viva voz, «¿porqué?» la respuesta se encuentra en 2 Corintios 1:9. «Para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos.» Si por gracia, logramos tener la fe del tamaño de una semilla de mostaza en la soberana bondad de Dios en cualquier situación, descubriremos un bienestar indescriptible.

El principal propósito de Dios para nuestros problemas es que podamos abandonar nuestra confianza en nosotros mismos. Cuando lo hacemos, hay una sensación temporal de estar cayendo. Pero por la fe en la misericordia de Dios, caemos infinitamente más seguros, en los brazos de nuestro Padre, que tiene el control total al borde de la vida y la muerte.

¿Pero nos ha llevado a través de esta caída desgarradora solo por nosotros mismos? No. Si estamos afligidos, es para tu bienestar.» Ahora, como dice 2 Corintios 1:4, podemos «también nosotros consolar a los que están atravesando cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.» Solo una cosa nos consuela al final: «Dios, que levanta a los muertos.»

Todas las aflicciones pastorales son diseñadas con la gracia para hacernos confiar en Dios y no en nosotros mismos. Y por tanto nuestras aflicciones nos preparan para hacer lo que es más necesario para nuestra gente – que se fijen no en nosotros sino en Dios todo poderoso. Solo en esto se basa la consolación y la salvación. Por tanto, «Si estamos afligidos es para tu consuelo y tu salvación.»

Al menos otras dos veces en 2 Corintios, Pablo transmite este solemne mensaje. En 4:7-12, describe sus miserias ministeriales y las interpreta así: Estamos…llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.»

En otras palabras, «Si estamos afligidos, es para tu salvación.»

Cuando Pablo enfrenta debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y calamidades, y las acepta como una terapia de Dios llena de gracia, el poder de Cristo se perfecciona en su vida (2 Cor. 12:7-10). Y ya que es el poder de Cristo, no de Pablo, el que trae vida a la iglesia, podemos ver porqué dijo, «La muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida» (v. 12). Las debilidades y la aflicción en la vida ministerial de Pablo traen vida a la iglesia. Y lo mismo debe suceder con nosotros.

Cristo Nuestro Modelo

Finalmente, Pablo nos recuerda que éste es el modelo de Cristo: El trajo vida a la iglesia a través de la debilidad y la aflicción; y sus ministros deberían hacer lo mismo. “Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en El, pero viviremos con El por el poder de Dios para con nosotros”. (2 Cor. 13:4 KJV – la más literal).

Esta frase es complicada, pero creo que quiere decir lo siguiente: La vida de un ministro en Cristo comparte todas las debilidades (y más) que llevaron a Cristo a la cruz. Pero en nuestra debilidad, el poder de Dios interviene con dos efectos: Nos permite amar y servir a la iglesia y por tanto nos trae vida, ahora en el hombre interior (4:16) y finalmente, en la resurrección. Esta idea principal se repite en 13:9, «Nos alegramos cuando somos débiles y ustedes son fuertes.»

El pastor Cristiano no esperará consolar o salvar a su gente si no es siguiendo el camino del Calvario. “Por amor a vosotros [Cristo] se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos» (2 Cor. 8:9). Aunque Pablo se describe a si mismo «como pobre, más enriqueciendo a muchos» (2 Cor. 6:10). Pobres para que nuestra gente pueda ser rica. Pobres para que puedan ser fuertes. Afligidos para su consuelo y salvación.

Pero debe notarse que no hay ni un poco de auto compasión. Ya que no hay nada que deseemos más que «conocer [a Cristo] y el poder de Su resurrección, y. . . compartir Su sufrimiento, volviéndonos como El en Su muerte, siendo posible que yo obtenga la resurrección de la muerte» (Fil. 3:10-11).

Sabemos que es mayor bendición dar que recibir (Hechos 20:35). Así, aparte de toda idealización ingenua y romántica, el pastor Cristiano dice con Pablo, «Con toda nuestra aflicción, me regocijo» (2 Cor. 7:4). Ya que «si somos afligidos, es para su consuelo y salvación.»

By John Piper. © Desiring God. Website: ministros.org