Promesa, Lugar y Provisión

Por Pastora Yolanda Quiñones. Lucas 1:26-38 2:1-21 Mateo 2. Introducción: La promesa había sido dada hacía más de 600 años (Isaías 7:14 9:6 Miqueas 5:2) Llevaban mucho tiempo esperando. ¿Cuánto tiempo llevas tú en espera del cumplimiento de tu promesa?  Te puedo asegurar que vale la pena esperar.

Había llegado el tiempo del cumplimiento. Hemos declarado este año como año de cumplimiento y así lo creemos de todo corazón, pero también sabemos que eso no significa que se cumplirán todas las promesas de Dios para nosotros pero sí que muchas de ellas se materializarán.

Cuando una promesa es dada además de la espera viene acompañada de otras cosas: ansiedad, dudas, circunstancias contradictorias y un plan estratégico de nuestro enemigo de impedir o aniquilar la promesa.

Una humilde joven campesina en un recóndito y apartado pueblo es sorprendida con una maravillosa palabra: había sido la elegida, había hallado gracia y favor delante de Dios para ser el vehículo, el canal del cumplimiento de la más grande promesa hecha jamás. María (Miriam) sería la madre del Salvador.

Toda promesa de Dios viene acompañada de sorpresa, temor y sentido de ineptitud personal para poder llevar a cabo la labor o la encomienda. María preguntó cómo sería eso posible si nunca había estado con un varón. Lo natural siempre interponiéndose a lo sobrenatural. ¿Cómo lo haré? No tengo los recursos, no tengo el talento, no tengo las capacidades. ¡No puedo!
Esa es nuestra naturaleza y nuestra humanidad. Cada vez que vemos ante nuestros ojos la promesa, la incapacidad y lo común y mundano se coloca enfrente como una gran muralla de imposibilidad para ver el cumplimiento de lo prometido.

La respuesta del ángel Gabriel no se hizo esperar, si el que te está prometiendo es Dios, si el que te está llamando es Dios, si el que te está encomendando es Dios, pues no te preocupes, Él pondrá todo en su lugar y perspectiva. El ángel le dijo a María, la manera natural de hacer las cosas no siempre es la que Dios utiliza, el tiene mejores y más grandiosas ideas, no necesitas un varón, sólo necesitas que la sombra del Altísimo te cubra y deposite en ti su semilla. El que creó al hombre una vez del polvo de la tierra, ¿no será capaz ahora de depositar un embrión en el vientre de una virgen? ¡Claro que sí!

No sólo el ángel le aclaró la pregunta a María sino que le dio una confirmación de lo que estaba por ocurrir, su prima Elizabeth, la anciana estéril, también tendría un bebé. Mientras esperas por la materialización de tu promesa, Dios te invita a mirar a tu alrededor y contemplar cómo sus promesas hechas a otros se cumplen. Te invita a ser partícipe del gozo de aquellos que llevaban tiempo esperando su milagro, su promesa y ya es una realidad. Te invita a maravillarte de que aunque su caso parecía imposible, que la esterilidad era total, que no se veía posibilidad alguna que se produjera nada, ahora ya se concibió y está a punto de parir el sueño o la promesa. Eso te confirma que si ocurrió con Elizabeth así ocurrirá conmigo. Parece extraño, inverosímil, contradictorio y antinatural pero así es Dios a la hora de cumplir sus promesas.

Además de la promesa, era necesario que todo alrededor se fuera organizando para la realización y cumplimiento. Toda promesa tiene condiciones que tú y yo debemos completar. La promesa ha sido dada, está sobre la mesa, tú y yo somos los protagonistas, de la parte de Dios. Él hará todo lo que Él sabe que tiene que hacer, de nuestra parte hay cosas que sólo tú y yo podemos hacer. Nos convertimos en colaboradores de Dios en el cumplimiento de sus promesas.

Dios puso en la mente y los planes de Augusto César, el dirigente del Imperio Romano a dar la orden para que se llevara a cabo un censo para que todo los que estaban bajo su poder, regresaran a su tierra de origen, a la casa de sus familias y allí ser contados. Dios estaba orquestándolo todo para que su promesa se cumpliera tal y como había sido dada hacía cientos de años atrás. Eso es el tiempo “kairos” de Dios, no es un tiempo cronológico es el tiempo preciso, exacto, el que reúne todas las condiciones para que se cumpla lo que Él ha prometido.
Dios tras bastidores como el gran Director de la obra, moviendo los actores, las circunstancias y los eventos para cumplir su propósito.

José, era descendiente de David. La ciudad de sus antepasados era Belén, la promesa decía que el Mesías, el que estaba en el vientre de María, tenía que nacer en Belén, así que a Augusto César se le tiene que “ocurrir” hacer este censo precisamente en los días en que María va a parir, ni unos meses antes ni unos meses después sino en el tiempo exacto.
Pero no sólo eso sino que José y María tenían que decidir obedecer el antojo de ese gobernante pagano y salir de la comodidad de su casa en Nazaret. Con María en sus últimos días de embarazo y todas sus molestias, sin las comodidades modernas de aviones, carreteras, guaguas con aire acondicionado y asientos acojinados sino montados en mulas, en caminos rocosos, con frío de noche y calor de día. Para que se cumpliera la promesa, José y María tenían que hacer lo que les correspondía, quizás sin entender a cabalidad, quizás con muchas preguntas e incógnitas pero sencillamente dejándose conducir por Dios.

Después de que se te ha dado la promesa tienes que llegar al lugar preciso y exacto para que ésta se cumpla. En el caso de José y María era Belén, una aldea, un lugar físico real, en tu caso o el mío puede ser también así. Un lugar específico, una iglesia, lugar de trabajo, pueblo o país. Pero también puede ser un lugar espiritual o emocional a donde debes llegar para que se cumpla tu promesa. Por ejemplo, quizás necesites llegar a un lugar espiritual llamado perdón, donde de una vez y para siempre entierres el rencor que te ha obstaculizado disfrutar de la promesa de gozo o de paz que Dios te ha hecho. Si llegas a ese lugar, el cumplimiento llegará. Puede ser también el lugar espiritual de fe, donde te desprendas de las dudas e incertidumbres y declares en el nombre de Jesús que se mueva la montaña y la veas moverse ante tus ojos. Puede ser el lugar espiritual de muerte a tus pasiones, donde te niegas a continuar con hábitos, vicios y costumbres que no te permiten ver hechas una realidad lo que por años Dios te ha prometido. Quizás necesitas llegar a un lugar emocional para ver realizada tu promesa. Un lugar donde abandones toda la ansiedad y preocupación y así veas a Dios actuar a tu favor de forma increíble dándote descanso y resolviendo la situación que te agobia.
Después de la promesa necesitas llegar al lugar donde se cumplirá la promesa sino, puede ser que no la veas materializarse, no culpes a Dios, Él ha hecho todo lo que Él tiene que hacer, tú has fallado en hacer lo que a ti te corresponde, moverte hacia el lugar del cumplimiento.

José y María llegaron a Belén, no los hospedaron en el hotel cinco estrellas de la aldea pero estaban en el lugar preciso, estaban en el lugar de la promesa. En pos del cumplimiento de tu promesa quizás te pase lo mismo, algunas de tus comodidades o medio ambiente sufrirá alteraciones, sabes lo único que te proporcionará paz y aliento, que estás en el lugar de la promesa, estás en el lugar exacto. Jesús nació conforme a lo dicho en la profecía. Ángeles lo anunciaron a los pastores y estos corrieron a ver al recién nacido Rey.

Cuando des a luz la promesa, ángeles y humanos se regocijarán contigo. El cielo y la tierra harán fiesta, se dará gloria a Dios en las alturas y se anunciará paz a los hombres. Los pastores creyeron lo anunciado por los ángeles y salieron corriendo a Belén, vieron al niño y esparcieron las noticias: “HA SIDO CUMPLIDA UNA NUEVA PROMESA DE DIOS”. Los pastores se regresaron a sus casas glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído.

Todo lo antes expuesto lo encontramos en el evangelio de Lucas pero falta una parte del relato que se encuentra en Mateo capítulo 2. Unos magos, la casta sacerdotal entre los persas y los babilonios, recibieron una revelación sobrenatural de que en Belén nacería el rey de los judíos. Esto de por sí era increíble, unos paganos, por alguna razón no específica conocían que estos acontecimientos ocurrirían en ese tiempo exacto. Estudiosos de las estrellas, habían visto un fenómeno en el cielo que les había indicado el nacimiento del Mesías y se dispusieron a ir a encontrarlo y adorarlo.
Muchas veces las promesas de Dios sobre tu vida no serán comprendidas por los más cercanos o los “entendidos” sino por aquellos que comprenden con sencillez las revelaciones de Dios. Los magos se dispusieron ir a Jerusalén, la capital de Israel, pues creían en su entendimiento limitado que de seguro allí sabrían algo acerca de este nuevo rey. Aquellos magos sabían más acerca del tiempo “kairos” de Dios y el cumplimiento de sus promesas que los sacerdotes, teólogos y estudiosos de las Escrituras. Teniendo la Palabra de frente eran incapaces de ver la revelación, ante sus narices estaba cumpliéndose la promesa pero eran incapaces de verla.

Falsamente Herodes mostró interés en la llegada del Mesías, falsamente demostró ser parte del regocijo, falsamente declaró que también él iría a adorarlo cuando lo que quería en realidad era asesinar la promesa en sus comienzos. No habría otro rey sólo él, lleno de envidia y egoísmo se propuso destruir el avance y crecimiento de la promesa. Muchos querrán hacer lo mismo, por lo que necesitas tener discernimiento de espíritu para que puedas comprender que todos los que aparentemente se alegran del cumplimiento de tu promesa, no lo hacen con sinceridad, el que estemos tratando con humanos garantiza que lidiemos con actitudes carnales como las de Herodes.

El que había conducido a los magos hasta allí no los dejaría a la deriva, la estrella volvió a aparecer en el cielo y los condujo hasta el lugar exacto donde hallarían al niño. Se postraron, lo adoraron y le presentaron tesoros: oro, incienso y mirra. Tres regalos que declaraban todo lo que aquel niño llegaría a ser: profeta, sacerdote y rey. Después recibieron clara revelación en sueños de que no regresaran a Herodes sino que volvieran a su tierra por otro camino. Lo mismo hará Dios contigo y conmigo nos dirá claramente las intenciones de aquellos que dicen ser partícipes de la promesa pero realmente no lo son.

Después de la promesa y del lugar del cumplimiento necesitas provisión para preservarla. Cuando Herodes se vio burlado por los magos, se enfureció y decretó asesinar a todos los niños menores de 2 años, la promesa tendría que ser asesinada desde sus comienzos pero lo que no sabía Herodes es que lo que Dios cumple y hace dar a luz nadie lo estorbará ni lo destruirá, Él es capaz de preservarlo y proveer para que sea completado tal y como Él ha dicho.
Un ángel apareció en sueños a José y le indicó que huyera con María y el niño a Egipto hasta que se le volviera a indicar que regresara. ¿Cómo enfrentarían esta crisis de dejar su casa para irse a un lugar desconocido? Era Dios preservando y cuidando que nada ni nadie dañara su plan y propósito. Los magos habían venido a adorar al Rey y a traerle provisiones no por casualidad ni porque tuvieran simbolismo alguno, era Dios nuevamente dirigiéndolo todo. El incienso, la mirra y el oro eran la provisión de Dios para José para que preservara y cuidara de su familia el tiempo que estuviera en Egipto.

Dios te da promesas, debes estar en el lugar físico, espiritual o emocional para su cumplimiento y te dará la provisión necesaria para que no muera tu promesa en el camino en medio de las tormentas o las crisis.
No sabemos cuanto tiempo exacto estuvo José con su familia en Egipto, lo que sí sabemos es que estuvieron a salvos y seguros hasta que otro ángel le indicó que regresaran a Israel.

Conclusión

Si has recibido alguna promesa de Dios, colócate en el lugar exacto para que veas su cumplimiento y luego confía y espera que Dios haga la provisión necesaria para que llegue a su cumplimiento total o término dicha promesa.

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