Seré yo capaz? Podré yo hacer esto?

Yo les hago una pregunta, mis hermanos, yo no sé si en algún momento usted se ha preguntado a sí mismo, ¿podré hacer esto? Yo no sé si usted se ha encontrado en alguna situación en su vida donde en algún momento usted se haya dicho a sí mismo, ¿podré yo hacer esto? Podré yo llevar esto a cabo? Tal vez en su trabajo o de repente, usted se enfrenta a un proyecto nuevo y le están poniendo ese proyecto en sus manos, y de repente usted le dice al jefe o a su jefe, sí, no hay problema, pero por dentro usted está como que guau, y yo voy a poder hacer esto?

O tal vez usted es un estudiante en universidad o en colegio, o como usted quiera decirlo, y de repente, usted se cruza con una materia que usted está totalmente bloqueado, bloqueada, con esa materia, y usted día tras día usted llega al salón de clase y usted está preguntándose, guau, podré yo hacer esto?

Tal vez usted es un padre o una madre, y sea que sus hijos sean niños o que ya tenga hijos adolescentes y quién sabe si ya sus hijos salieron del nido y están casados y teniendo sus propios hijos ahora, y usted está preguntándose, guau, podré yo hacer esto? Podré ser el tipo de padre, el tipo de madre que estos niños necesitan? O con tu esposo, con tu esposa, te lo has preguntado en algún momento? Los distintos conflictos que puedan surgir en una relación matrimonial, en algún momento te encuentras tu solo, tu sola, en una esquina de la casa, en la sala, o en el comedor o en el basement y te sientas y te estás preguntando, guau, podré yo ser el tipo de esposo, esposa que mi cónyuge necesita?

O si eres un soltero, una soltera, por no dejarlos afuera a ustedes también, y estás ahí en tu lucha del diario vivir y las hormonas te suben y te bajan y estás tratando de vivir a la luz de la palabra, y quieres ser fiel a lo que Dios demanda de ti en esta época en tu vida, y hay veces que las cosas se ponen tan y tan fuertes que tu te dices, guau, podré yo hacer esto?

Podré yo llevar a cabo esta vida? O cuándo llegará mi momento donde esta vida mía va a cambiar? Podré yo hacer esto? El asunto es que en distintos momentos, en distintas etapas, sea donde sea nos encontremos, tu y yo, bien sabemos que nos hemos preguntado, podré hacer esto? Seré capaz de hacerlo?

Se me ocurre decir, hay veces que nos vemos en la tentación de hacer el mal y aún esa pregunta, en ese contexto surge en nuestra cabeza. Guau, podré yo hacer esto? Pasas por el licor land de la esquina y algo en tu cuerpo te la pide, y tu te estás diciendo, guau, será yo capaz de volver ahí otra vez? Sí, en muchas maneras, siempre nos preguntamos, seré yo capaz? Podré yo hacer esto?

Y yo les digo algo, mis hermanos, no estamos solos en ese sentir. Distintas personas en distintos lugares alrededor del mundo en este mismo momento están luchando con esa misma pregunta. En este mismo momento que tu y yo estamos compartiendo esta palabra hay alguien que se está preguntando a sí mismo, podré yo hacer esto? Podré yo llevar a cabo esto? Podré responder a este reto que se me está presentando delante?

Aún en la Biblia hay innumerables casos de personas y aún naciones enteras que en algún momento se preguntaron, podré yo vivir a la luz de este estándar? Podré yo enfrentar esa otra nación? Y esas naciones tendían a mirarse a si mismas con ojos de que no podían. Y yo entiendo, mis hermanos, que es todo cuestión de perspectiva. Lo importante es cómo en nuestra mente y en nuestras emociones nosotros vemos la situación.

Si nosotros vemos esos retos con nuestros propios ojos humanos, nuestra capacidad de creer que podemos hacer algo va a ser menor. Porque del alguna manera u otra en nuestra naturaleza humana siempre tendemos a mirarnos como que somos poca cosa. Pero cuando miramos esas situaciones y las enfrentamos a los ojos, a través de los ojos de Dios, de la perspectiva de Dios, la capacidad de uno sube, tiene como un upgrade a otro nivel.

Y yo entiendo, mis hermanos, que Dios anhela y desea que nosotros nos veamos a través de sus ojos. Sabe, Dios es un Dios de paz. Por qué digo esto? Porque cuando nos enfrentamos a esos retos muchas veces nos ponemos ansiosos. La ansiedad trata de dominarnos y de neutralizarnos por completo. Y al yo decir que Dios es un Dios de paz, es porque Dios quiere que tu estés en paz.

El texto Hebreos, capítulo 13, vayan conmigo, verso 20, dice:

“…Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda buena obra para que hagan su voluntad, haciendo él en ustedes lo que es agradable delante de él a través de Jesucristo al cual le damos toda la gloria por todos los siglos. Amén…”

Miren estas palabras: el Dios de paz. Como empieza ese texto, el Dios de paz. Por qué esto como les dije? Si uno se deja llevar por esos retos que trae la vida, esos retos de lo desconocido, esos retos de que uno se pregunta, lo puedo hacer o no lo puedo hacer? Nuestra tendencia humana es responder ansiosamente.

Si usted es una de esas personas que ante cualquier reto usted se puede quedar bien cool, tranquilo, esto es pan con mantequilla. Yo me quiero sentar a sus pies y aprender de usted un poco.

Pero si usted es a veces como yo, que cuando me enfrento a un reto tal vez mi cara está como que tranquila, pero por dentro estoy en una barca en una tormenta. Señor, levántate que me hundo. Ahí es donde yo veo esta idea de que Dios es un Dios de paz, es un Dios de shalom, que aún a pesar de las circunstancias él quiere que nosotros podamos estar confiados, tranquilos en él, esperando en él, esperando en sus promesas.

Así como él es el único que puede traer paz a todos los rincones del mundo, también puede traer paz a cada rincón de tu mente y tu corazón. Cada rincón de mente y tu corazón, en los lugares más recónditos que tal vez tu ni te acuerdas que tienes ese espacio en tu ser, aún ahí Dios puede traer paz.

No tan solamente eso, a él que resucitó de los muertos, a nuestro Señor, y gran pastor Jesucristo. Yo les digo esto, mis hermanos, si en el momento más abrumador de su vida Dios tuvo el poder para resucitar a su Hijo, cuánto más él no va a poder tener el poder para responder a la situación en la cual nosotros nos podamos encontrar.

Imagínese usted por un minuto lo que Dios sufrió cuando estaba viendo a su Hijo siendo torturado en la cruz. Cada puñetazo, cada cachetada que le daba a él, él lo sentía también, lo sufría. Aunque él sabía que era un propósito, un designio que ya se había trazado, pero él lo sufría y lo sentía, ese dolor de ver a su Hijo muriendo en la cruz. Se habrá sentido ansioso Dios? Se habrá sentido desesperado Dios?

De alguna manera u otra él se tuvo que haber dolido con esa situación, pero él ejecutó un poder que se iba por encima del poder de la muerte para levantar a su Hijo y para ponerlo, sentarlo al lado de él una vez más, sentado en gloria, hacerlo sentar, reinar por todos los siglos eternamente a su lado, dándole un nombre que es sobre todo nombre.

Si Dios pudo hacer eso con su Hijo, cuánto más no podrá hacer con nosotros. Ay, que me duele el callo que tengo en el pie… Dios puede curar un callo y lo bajo a un nivel tan simple como eso, pero no es que estoy degradando la capacidad de Dios. No, Dios es capaz de hacer mucho más. Dios es capaz de poder consolar a un hombre, a una mujer que han perdido a su hijo y convertirlos en instrumentos de fortaleza para otros. Eso es algo que solamente Dios puede hacer.

Dios puede usar una persona que le han dicho, te quedan 6 meses de vida por la enfermedad que tienes, y Dios puede usar esa persona para convertirse en un instrumento de sanidad para otros. Eso es algo que solamente Dios lo puede hacer. Dios puede tomar una persona deprimida, hundida en sus propias circunstancias y lo puede tornar en un instrumento de fortaleza, de apoyo y de ánimo para otros, sanando y restaurando a esa persona por completo. Dios lo puede hacer.

Dios tiene la capacidad de hacerlo. Él es nuestro buen pastor. Una afirmación del salmo 23, cómo dice Jehová, es mi pastor y nada me faltará, nada me faltará. No estamos hablando solamente de cosas en la nevera, o cosas en la alacena, estamos hablando de ti y de tu vida en lo personal, en lo más íntimo, de todas aquellas cosas que tu puedas necesitar en tu vida, sabiduría para tomar una decisión concerniente a tus negocios, a tu matrimonio, a tu relación con tus hijos, o aún tu conexión aquí en la iglesia, cómo servir. Dios te puede hablar a esos niveles.

Dios puede suplir a esas necesidades en tu vida, en tu corazón. Dios lo puede hacer. Porque él es tu pastor y él se encarga de que nada te falte. Por qué esto, mis hermanos? Porque hay un pacto y nosotros sabemos muy bien que Dios no quebranta sus pactos, Dios los cumple. Hay un pacto de sangre.

Ustedes se recuerdan ese mensaje del domingo? Ese pacto que se hace con sangre es un pacto incorruptible, no se puede romper, es un pacto eterno. Y ese es el pacto que él ha hecho contigo y que él ha hecho conmigo. Nosotros podemos tratar de romper y violentar ese pacto o anular ese pacto, olvidarnos de ese pacto y vivir nuestra vida como nosotros queramos. Pero ¿Saben qué? Aunque nosotros hagamos eso el Señor va a mantener su lado del pacto y va a estar ahí pendiente a ti, buscándote a ti, ayudándote. Él cumple siempre su lado. Él sabe que hay un pacto que lo está atando a tu vida y que a ti te ata a él también.

Por lo tanto, mis hermanos, Dios es el que nos capacita a nosotros. Que ese mismo Dios nos capacite de todas aquellas cosas buenas para poder hacer su voluntad. Si yo fuera a preguntar cuántos hoy se sienten capaces. No me levanten la mano. Si yo te fuera a preguntar para que tu reflexiones en tu mente y en tu corazón, te sientes capaz? Te sientes capaz de hacer la voluntad de Dios en la manera que eso se pueda manifestar en tu vida? Si hay alguna gota de duda en tu mente o en tu corazón, como bien dice el libro de Santiago, si algunos de ustedes le hace falta sabiduría, pídala a Dios el cual da a todos abundantemente y sin reproche y le será dada.

Dios de la abundancia de su riquezas en gloria, él está dispuesto a darte aquellas cosas que tu necesitas. Él es el que da sus dones para que su cuerpo, su iglesia, pueda crecer de acuerdo a Primera de Corintios, capítulo 12, que lo dice muy bien ahí, Dios es el que da dones a través de su espíritu, a unos los equipa de una manera, a otros los equipa de otra, para que el cuerpo pueda crecer en una manera bien compleja, pero a la misma vez completa.

Si tu necesitas que tu vida de buen fruto, Dios de su espíritu, él es el que permite que esos frutos crezcan en ti. De acuerdo a Gálatas capítulo 5, verso 22, cuál es el fruto del espíritu? Amor, paz, paciencia, gozo, benignidad, mansedumbre, templanza, fe. Ante todas estas cosas no hay ley, no hay ley que se pueda parar en contra de eso.

Si tu no te sientes capaz en tu carácter como persona de poder llevar a cabo una relación saludable con otra persona, mira, pídele a Dios que el fruto de su espíritu se manifieste en ti, que él te capacite con el fruto de su espíritu, con ese sentido de amor, de paciencia, de benignidad hacia otros a tu alrededor. Es más contigo mismo para que tu puedas vivir en armonía con otros a tu alrededor. Él te hace capaz.

Nunca digas, no, mi relación ya no tiene resultado, ya esto se terminó. No te entierres siete pies bajo tierra demasiado rápido, pídele a Dios, Dios capacítame a poder vivir a la luz de ese fruto de tu espíritu, de los dones de tu espíritu. Ayúdame a poder vivir, Dios mío, como tu pides y mandas de mí.

Sí, pero pastor Omar, no es fácil, la gente sigue con sus mañas. Señor, aunque la gente siga con sus mañas ayúdame a vivir a la luz de tu palabra, Señor. Tu eres el que me capacita para yo poder vivir a la luz de esto. Tu eres el que me capacita para yo no romperle la cabeza a la otra persona, sino poder curar sus heridas. Tu eres el que me ayuda, el que me capacita para poder hacer eso.

Él nos hace competentes, mis hermanos. No tengas dudas de esto. Por qué digo esto? Él es el que está operando en ti, me encanta esta parte del verso cuando dice, haciendo él esto en nosotros, lo que es agradable a él, por medio de Jesucristo. Han escuchado esa frase ¿verdad? que dice, Dios obrando en nosotros y a través de nosotros. Eso es lo que este texto está llegando.

Cuando él te capacita, él está obrando en ti, es como él se mete dentro de ti, a través de su espíritu, él entra profundo a tu corazón y empieza a moverte, empieza a inquietarte, empieza a mostrar cosas ahí dentro de esos rincones más recónditos de los cuales estábamos hablando, él empieza a mostrar esas áreas y empieza a dirigirte para tratar contigo.

La palabra lo dice, Dios a quién él ama, él disciplina. Y esa disciplina no significa que le va a estar dando con una correa de cuero, esa disciplina significa que le va a mostrar el camino que él desea que esa persona pueda seguir. Es una corrección, es una enseñanza que le está dando, que le está brindando a esa persona. Porque él quiere que sus hijos y sus hijas vivan a la luz de sus principios, a la luz de sus mandatos, a la luz de estatutos. Eso es lo que Dios anhela y desea de nosotros.

Y para que nosotros podamos vivir a la luz de eso, él está dispuesto para entrar, para meterse y trabajar contigo, tomar un bisturí, abrir esos lugares más delicados en tu vida, pero tratarlos con la mano del mejor cirujano y hacer esas operaciones en ti. Porque al hacer eso en ti, él sabe que va a poder llegar a otros.

Dios en ti y a través de ti. Dios te capacita a ti y a través de ti logra alcanzar bendición para otras personas. Mis hermanos, cierro mi pensamiento así, todos nosotros en distintas maneras tenemos nuestros retos de la vida. Hoy mismo, antes de empezar el servicio yo me enfrenté a un reto. Y gracias a Dios que pone a otras partes del cuerpo para ayudar cuando uno tal vez no está totalmente preparado, equipado para lidiar con esa situación. Eso es Dios mandando a sus ángeles, Dios poniendo a personas alrededor, y yo le doy gracias a Dios por eso, porque en esa forma yo veo cómo el cuerpo de Cristo interviene, una parte ayudando a la otra, una parte moviéndose con la otra, y no significa que una parte esté mal y la otra esté bien. No, es que el cuerpo en sus funciones está trabajando unos con otros, y Dios a través de su espíritu está buscando cómo conectar a todas esas partes, una con la otra, y trabajar unos con los otros para sanarnos, para restaurarnos, para que todos podamos ser parte de un cuerpo bien fuerte, bien fortalecido.

Esta situación que yo viví hoy me enseña a amar a la gente más todavía y no reaccionar humanamente, sino amar a la gente aún más. Porque eso es lo que Dios manda, lo que Dios pide de nosotros. Cada uno de nosotros, en la manera en que sea, la situación en la que sea, Dios está ahí dispuesto para obrar, para transformar nuestras vidas y convertirnos en el tipo de hombre y mujer que él desea que nosotros seamos.

Ciertamente, mis hermanos, yo no estoy queriendo señalar a nadie aquí, pero yo estoy seguro que todos nosotros nos identificamos a la luz de esta palabra. Dios es el que está ahí para capacitarnos, para enseñarnos a cómo vivir, y no reaccionar de acuerdo a los patrones de este mundo, sino que podamos reaccionar a los patrones, el estándar de su palabra, así es como él anhela y desea que nosotros vivamos.

Mí oración y mi deseo es, mis hermanos, que momento a momento, minuto a minuto, porque esto es algo de cada segundo de la vida, nosotros estamos lidiando con cada una de estas situaciones, cuando menos uno se lo espera, sale una situación que pone estos principios a prueba, los pone en pregunta, los pone en duda. Cuando menos tu te lo esperas, algo sucede que es como que, guau, y esto de dónde salió? Yo no estaba preparado, no estaba preparada para esto, podré yo hacer esto? Mira, en el nombre de Jesús tu puedes.

Jesús está en ti. Él está obrando en ti y si viene un reto, si viene una circunstancia nueva, él está ahí para equiparte, para prepararte, para enseñarte el camino a seguir. No hagas de la situación tu enemigo, sino que permite que la situación se convierta en tu laboratorio de aprendizaje, para que tu puedas ver la mano de Dios obrando en ti y obrando en otros a tu alrededor.

Si podemos decir amén a esta palabra, yo te invito a que te pongas de pie y vamos a orar. Amado Dios, estamos delante de tu presencia, Señor, al haber recibido esta palabra, Señor, una palabra tan profunda pero que sabemos, Señor, que así de profunda puede llegar a nuestras vidas, a nuestros corazones, así es tu palabra, Señor, que llega hasta lo más profundo de nuestro ser, discerniendo las intensiones de nuestro corazón y revelándonos cómo estamos, Señor, para alinearnos cada vez más a los deseos de tu corazón y no a los nuestros, Señor.

Padre, yo te suplico que en tu soberanía estas palabras que se han compartido, Señor, puedan llegar a cada uno de los corazones de mis hermanos y hermanas, y que seas tu, Señor, operando, continúa esa tarea, esa labor, Señor, en medio de nuestras vidas, de enseñarnos a cómo ver nuestra vida a través de tus ojos y no a través de los nuestros, Jesús, a vernos como hijos e hijas tuyas, Señor, y poder recibir de ti, Señor, esa capacitación que solamente tu das, que tu puedes dar para llevar a cabo la vida, Señor, en las distintas facetas, en los distintos contextos, en los cuales nosotros nos podamos mover, como hombres, mujeres, esposos, esposas, hijos, hijas, padres o madres, empleados o empleadores, sea como sea, Señor, que nosotros podamos vernos a través de tus ojos y dejar que esta palabra corra y de vida, Señor, en medio de nosotros.

Enséñanos a vivir, Señor. Enséñanos a vivir a la luz de tu palabra. Y yo te ruego, Padre, que esta palabra traiga sus frutos, Señor, que esta palabra no vuelva atrás vacía, sino que cumpla con el propósito que se ha enviado hoy. pido tu bendición sobre cada uno de mis hermanos y hermanas, Señor, en esta noche, pido tu cobertura sobre cada uno de ellos, Señor, que al salir de aquí e ir a nuestros hogares, Señor, que tu nos lleves con paz, nos lleves con bien, que tu nos concedas un sueño reparador, Jesús, y que si así tu lo permites mañana al despertar podamos levantarnos con nuevas fuerzas y energías para enfrentar cualquier reto que el día de mañana pueda traer, y que al enfrentarnos a ellos, Señor, podamos decirnos a nosotros mismos, puedo hacerlo porque el Señor está en acción en mí. El Señor es quien me capacita, el Dios de paz que levantó al Señor de los muertos puede levantarme a mí de esta situación y llevarme al lugar que él quiere que estemos.

Te damos las gracias, Jesús, y a ti te damos toda la gloria, toda la honra y todo el honor. Amén. Amén. Gracias Jesús. Gracias Dios. Hermanos y hermanas que el Señor les bendiga, que el Señor les guarde, el Señor haga resplandecer su rostro sobre ustedes y les conceda su paz. Salúdense unos a otros, que tengan buena noche, mis hermanos, bendiciones.