Son las 5 de la tarde de un viernes, en un trafico inmenso donde el cansancio y presión de las labores diarias de toda una semana de trabajo te tienen agotada… claro sin contar las situaciones en la casa que han llegado a un momento de tensión entre tu y tu esposo, casi no se hablan y si lo hacen terminan discutiendo por lo que han estado aplicando la ley del silencio…
claro está, alrededor de las personas tienen que disimular por que hay que guardar las apariencias y evitar por todos los medios que las personas que los rodean puedan saber las presiones por las que han estado pasando ya que “hay que dar ejemplo”, mientras piensas en todo eso…En un momento dado utilizas el espejo retrovisor de tu auto y te das cuenta que el automóvil de la parte de atrás esta muy cerca de ti, te detienes a mirar y el caballero que se encuentra en dicho automóvil comienza a observarte y te sonríe sin darte cuenta le respondes y de momento comienzas a sentirte hermosa otra vez, surge un sentimiento que hace mucho tiempo no surgía y que habías olvidado. De momento reaccionas y te das cuenta que no esta bien lo que hiciste y tratas de disimular e ignoras a ese caballero y lo que sentiste, sigues tu camino hasta que el se da cuenta y el sigue su camino y deja de seguirte. Llegas a tu casa y comienza la rutina, la cocina, los niños, el esposo y te sientes súper cargada y muy agotada.
Llega la noche, en la habitación ni siquiera tu esposo te toca, o si lo hace, tu lo rechazas ya que la relación se ha enfriado y se han mantenido hiriéndose últimamente, te sientes utilizada, olvidada y sobre todo sin ningún valor. De momento llega a tu mente esos pensamientos de la tarde en donde recuerdas el caballero que te saludo y el sentimiento que sentiste, te sientes hermosa, bien e importante y comienzas a desear ese mismo sentimiento junto a tu esposo otra vez.
Pasa todo un fin de semana de compromisos inevitables y llega lunes ¡A trabajar! Pero algo ha pasado, llegas al trabajo y te sorprendes observando los compañeros que siempre veías y ahora los ves de una forma diferente, quieres saber si les interesas o no, cada vez que algún hombre se te acerca, quieres ver en sus ojos si hay atracción hacia ti, pero cada vez que notas algo rechazas esos pensamientos, te sientes culpable y te arrepientes, pero a la vez te sientes importante y hermosa. Sin saber aquella mirada a la que contestaste sin querer ha abierto un deseo en ti que nunca antes lo habías sentido…Haz entrado en una situación de lucha diaria entre tus emociones y lo correcto.
Tal vez te identifiques con esta historia de alguna forma, tal vez no. Vamos a ser honestas a veces en nuestra vida queremos hacer creer que no tenemos situaciones que realmente nos afectan, la presión de trabajo de nuestros esposos, de nosotras, los niños, la gente y todo lo que nos rodea, todo el tiempo esperamos de nuestra pareja que se de cuenta de nuestra necesidad pero ellos también están tan ocupados en sus situaciones que no pueden darse cuenta de que en nuestro interior gritamos desesperadamente por una atención que no recibimos.
Muchas veces creemos que adulterio es llegar a una relación íntima con otra persona que no es nuestro esposo, pero sabes muchas veces solamente el pensamiento puede llegar abrir la puerta del adulterio en nuestras vidas. Hoy día el índice de adulterio y divorcios en el pueblo cristiano ha aumentado tanto o más que los no cristianos, nos envolvemos tanto en nuestras responsabilidades que descuidamos nuestros hogares y ya no es solamente el hombre quien cede terreno en esta área, sino que cada vez son más las mujeres y sorprendentemente un número de líderes en las iglesias. ¿Por qué? Porque solamente se necesita una mirada, con una mirada se despiertan sentimientos que tenemos y que han sido enterrados para no hablar de ellos, se despiertan recuerdos de nuestro esposo o de noviazgos anteriores que tuvimos y crece en nosotros el deseo de volver a experimentar eso que hace tanto tiempo ha sido perdido. El hecho de que somos líderes nos limita hablar con alguien lo que muchas veces nos pasa, el temor a ser juzgadas duramente y aún más a que nuestro matrimonio se vea afectado.
Como líderes o creyentes, no estamos exentas de que estas cosas nos sucedan, siempre en nuestro trabajo vamos a tener problemas, carencias, momentos difíciles y aún más necesidades que muchas veces nada de lo que nos rodea nos podrá satisfacer ¡ni aún nuestros esposos! El enemigo está al tanto de lo que nos puede rodear en momentos dados, el mismo tratará de provocar esas situaciones para así tomar ventaja y tratar de hacernos caer o fallar a nuestro Dios, Familia e Iglesia y así destruir algo que puede ser poderoso en las manos de nuestro Dios. (El ladrón no vino sino para matar, hurtar y destruir. Juan 10:10)
Si se encontrará en esta o alguna situación similar alguna vez, no se avergüence, sino levántese sobre sus pies, no acaricie más esos pensamientos, ni le de lugar al enemigo y confiese a nuestro Dios su necesidad, pídale que ponga en orden sus cosas en el hogar y que le conceda la oportunidad de conversar con su esposo. (Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Santiago 4:7)
Hay momentos dados en que nosotras somos responsables de que nuestros esposos no se ocupen de nosotras o saquen tiempo para nosotras, ya que como los vemos muy ocupados, no queremos ser de más carga para ellos, muchas nos convertimos en “mártires” que sacrifican todo y doblegan tantas cosas en su interior que lo que sucede es que nos destruimos lentamente y eso mismo lo utiliza el enemigo en nuestro momento de crisis o debilidad para atacarnos.
No me malentienda, yo no le digo que se queje por todo, y que por todo forme una situación, es verdad somos ayuda idónea y debemos ser sabias para que el ministerio o nuestra relación no se vea afectado, pero si no habla con su esposo y trata de que el entienda lo necesario que es mantener esa llama en la relación en la que puedan intimar, amarse y conversar muchas veces hasta desahogar todas sus cargas, reír y llorar juntos si es necesario, ambos podrían verse en esta situación y el enemigo podría lograr su objetivo que es el de destruir un ministerio más! (Mejores son dos que uno… Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. Eclesiastés 4:10-11)
Cuídese de las miradas y de todo aquello que pueda hacerla caer. Recuerda mientras estemos en este mundo nunca estaremos exentas de la caída. ¡Solo se necesita una mirada!
Pero el que crea estar firme mire que no caiga. 1 Corintios 10:12