Es importante prestar atención al fenómeno de los embarazos en adolescentes
Fernando Alexis Jiménez
Laura siempre se quejó que sus padres eran anticuados y constituían un “dolor de cabeza” para su años adolescentes. “Deberían dejarme en paz”, les gritó una noche antes de cenar cuando le llamaron la atención por llegar tarde. La furia brillaba en sus ojos. Cerró la puerta del cuarto con grosería, se enclaustró y ni siquiera respondió a la voz susurrante de su madre cuando le insistía que comiera algo. Dentro de la habitación se tapaba los oídos con las almohadas para no escucharla.
Hoy el panorama es diferente. A sus catorce años, pronto será madre. La embarazó el “mechudo” sobre el que tanto le alertaron sus padres y que a ella le parecía “encantador” porque iba contra la corriente y era un chico malo. Le dijo por teléfono, en medio de improperios, que no iba a responder. Laura acudió a sus padres lloriqueando. Ellos, padres al fin, la aceptaron y están dispuestos a ayudarla.
Aumentan embarazos en adolescentes
Un informe basado en la Encuesta de Demografía y Salud 1990-2010 para Colombia, prendió las alarmas al revelar que crece el número de mujeres que se unen a un hombre a muy temprana edad y que dicho vínculo queda sellado por el nacimiento de hijos. Lo grave del asunto es que las uniones terminan desintegrándose muy pronto. ¡Nuestros adolescentes creen que la maternidad y el matrimonio son un juego!
Principalmente en zonas rurales de Colombia, adolescentes quedan embarazadas y se unen a su pareja mientras que en las zonas urbanas el promedio es de 22 años para asumir ese compromiso. Mientras que en 1964 la tasa de fecundidad por mujer era de 7,4 hijos, en el 2010 disminuyó a 2,1 pero se unen en relación a muy temprana edad. Entre 1995 y 2010, el embarazo en mujeres entre 15 y 19 años pasó de 18 al 21,1%. El 87% de las adolescentes que mantienen relaciones sexuales usan preservativo. Otro indicativo preocupante: el 95,3% de menores de 22 años, reconoció una vida sexual activa.
El investigador de Profamilia, Juan Carlos Vargas, reconoció que “iniciar la vida en pareja de forma temprana, también aumenta las posibilidades de tener hijos siendo adolescentes o muy jóvenes”. Este hecho se ve reflejado en el crecimiento del riesgo de embarazo adolescente, debido a que las prácticas sexuales son cada vez más tempranas. “La madre soltera y sus hijos, enfrentan el drama”, admitió (Citado en Diario ADN, Colombia. 28/02/2014. Pg. 14)
Medellín es una ciudad preciosa de Colombia. Sin embargo saltó a las noticias con un reporte preocupante de la Secretaría de Salud según el cual, 6.967 mujeres entre los 10 y los 19 años, quedaron en embarazo en el 2013. Mientras que en el 2011 fueron 6.880 mujeres en el mismo rango de edad. Sin contar que estudios de la Gobernación de Antioquia revelan que el 82,5 por ciento de los embarazos adolescentes acaban en un aborto clandestino.
De la mano con este reporte estadístico viene otra información alarmante relacionada con el aumento de enfermedades de transmisión sexual. Según indicadores mostrados en el Concejo de Medellín, el porcentaje de adolescentes gestantes con sífilis que han sido diagnosticadas y tratadas antes de la semana 17, es del 40,9 en el 2012 y de 42,3 en 2011. Además, el año pasado, se detectaron tres casos de sida en mujeres adolescentes gestantes.
Lina Marcela Orozco, trabajadora social de la Universidad de Antioquia, explica que “los chicos están permanentemente bombardeados por medios de comunicación y la sociedad de consumo con información que les estimula a tener una vivencia sexual sin límites”. (Citado en Diario ADN, Colombia. 24/02/2014. Pg. 7)
Tomo como referencia el estudio para alertarle sobre lo que puede, sin duda, estar ocurriendo en su propia ciudad y país.
No podemos alejarnos de la realidad que nos rodea
¿Le sorprenden las estadísticas? Personalmente a mi no, porque son un reflejo del panorama que vive Latinoamérica. Pareciera que los adolescentes no han soltado el biberón y ya están pensando en experimentar una sexualidad irresponsable que dejan como saldo hijos sin padres.
Este es un fenómeno social creciente que tiene como alimento toda la suciedad que reciben diariamente nuestros chicos a través de la publicidad. “Vive a plenitud tu sexualidad”, promueven los anuncios, pero ocultan que tras la irresponsabilidad hay adolescentes embarazadas, hijos sin padres y jóvenes contagiados de enfermedades sexuales que echan a perder su futuro.
¿Podemos hacer algo? Por supuesto. Recobrar los principios y valores que desde siempre, dieron solidez a la familia. Tomar tiempo para abordar esos temas que sonrojan, con nuestros hijos. Advertirles sobre los peligros que encierra una adolescencia sin responsabilidad, y retomar algo que es fundamental así nos tilden de arcaicos: Las relaciones sexuales son un privilegio del matrimonio.
De la mano de esta decisión, viene la oración. Es esencial que Dios gobierne nuestros hogares, como enseña el libro de las familias ganadoras que es la Biblia: “Si el Señor no construye la casa, el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo. Si el Señor no protege la ciudad, protegerla con guardias no sirve para nada. Es inútil que te esfuerces tanto, desde la mañana temprano hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque Dios da descanso a sus amados.”(Salmo 127:1, 2. NTV)
Dios debe gobernar nuestras vidas y nuestro hogar. Hasta tanto no ocurra, estaremos en graves problemas no solo en la relación de pareja sino en la crianza de nuestros hijos.
El primer paso para edificar adolescentes con principios y valores, es brindándoles ejemplo como hombres y mujeres de fe. El segundo, orar por ellos. Y el tercero: Inculcarles preceptos que pongan en alto la moral. Es algo infalible.
No podemos renunciar a nuestra responsabilidad
Los progenitores tenemos mucha responsabilidad en todo cuanto ocurre con los hijos. Cabe preguntarnos: ¿Qué educación y orientación brindamos a nuestros hijos? Es una pregunta que nadie más que usted puede responder. El asunto es de responsabilidad por ellos: nuestros hijos e hijas.
Me cuestionará usted: ¿Responsabilidad? Sí, porque desde que la semilla del hombre fecunda el óvulo de la mujer, ya hay vida, un nuevo ser. Es una bendición de Dios para nosotros, pero debemos velar por esa bendición que nos regaló, siempre: desde que nacen hasta que llegan a su edad adulta.
Le recuerdo lo que dicen las Escrituras: “Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte. Los hijos que le nacen a un hombre joven son como flechas en manos de un guerrero. ¡Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos! No pasará vergüenza cuando enfrente a sus acusadores en las puertas de la ciudad.”(Salmo 127:1-3. NTV)
Responsabilidad, entonces, implica cuidar de nuestros chicos y chicas. Tomar tiempo para hablar con ellos. Escucharles. No escandalizarnos cuando digan algo que rompe nuestros esquemas. Instruirles. Darles confianza. Estrechar los lazos de amistad.
Hoy es el día para que tome la decisión de cambiar. En lo personal, pero también en la esfera familiar. El primer paso que debe dar es recibir a Jesucristo como su único y suficiente Salvador. Le aseguro que no se arrepentirá. Tomado de Su mano poderosa, emprenderá el camino hacia el crecimiento personal y espiritual que anhela.