En la fe radica el 100% de lo hacemos y somos. La iglesia, nuestra salvación, sanidad y prosperidad es resultado de la fe. Hebreos 11 habla de hombres de fe que fueron retados a hacer cosas que ojo no había visto ni oído escuchado. Dios reta a un hombre anciano que no tenía fuerzas para que engendre un hijo del que nacerán generaciones como las estrellas de cielo y arenas de mar. El mismo libro de la Biblia habla de Moisés, Josué, Daniel y otros hombres que como a nosotros, reta a realizar algo. El Señor le mandó hacer un arca a Noé quien nunca había visto una, no tenía TV para verla en el Discovery Channel. Seguramente ese hombre se preguntó para qué serviría si no llovía y no había inundaciones.
Todos se burlaban de él y le decían que estaba loco pero cuando las aguas se desbordaron le rogaban que los dejara entrar. Dios tiene planes sobrenaturales para nosotros. Mírate en una posición distinta a la de hoy y no dejes de soñar. Estás mal si no te sientes dispuesto a levantarte por algo mejor. Mañana siempre habrá algo más y pensarlo no es ambición sino fe porque nuestro postrer tiempo siempre será mejor. Al llegar la noche, siempre le digo al Señor que me dé el descanso para despertarme con ánimo el siguiente día que será mejor al que recién termina. Ejercita tu fe para que crezca, como los músculos de tu cuerpo que crecen cuando haces ejercicio.
El justo que cree
Busqué en el diccionario el significado de la palabra “valiente” y encontré que es quien actúa con mucha determinación ante situaciones arriesgadas, se pone en acción aunque exista el riesgo. Un piloto aviador me dijo: “Aprendí a volar bajo el principio del riesgo porque hay que tomar en cuenta muchos factores, el clima, las condiciones del avión, etc. Debo usar los temores a mi favor porque si confundo la valentía con la imprudencia puedo matarme. No es lo mismo usar el carro con poca gasolina pensando llenar el tanque en la próxima gasolinera que despegar sin el combustible suficiente y darse cuenta del error a 33,000 pies de altura”. Asumir los riesgos y dejar que obren a nuestro favor es una forma de avanzar y seguir hacia la meta.
El hombre valiente actúa con determinación aunque exista el riesgo y el temor. Animoso, osado, resuelto, esforzado, decidido y vigoroso son algunos sinónimos de la palabra “valiente” cuyo origen del hebreo es “ematz”, palabra compuesta por “ema” de “emén” que significa “creer”, (la palabra “amén” también viene de esta raíz) y por “tz” que significa “justo”. Combinadas, el significado es: “el justo que cree”, así que el hombre valiente es el justo que cree. Me gustó encontrar el significado porque pensaba que valiente era ser temerario, como el que conduce una motocicleta y salta veinte camiones sin saber porqué lo hace. Ese no es un hombre valiente sino imprudente. En la Biblia ser valiente es ser un justo que le cree a Dios.
Los hombres de los que habla Hebreos 11 son los padres de la fe que siempre recibieron un consejo específico de sus líderes y sabían que la fe da la oportunidad de visualizar un punto A para llegar a un punto B, ese destino donde debemos aterrizar, la pista final para realizar lo que Dios nos prometió. Ese punto no se moverá, eres tú quien debe avanzar para alcanzarlo. Visualiza tu existencia llegando allí, mírate en esa posición privilegiada, sano, próspero, con una familia feliz. Debes tener clara esa visión para luchar y obtener la victoria. No puedes ser conquistador sin no hay objetivo a conquistar. La Tierra Prometida no se obtuvo con una varita mágica sino con el esfuerzo de hombres que pelearon y ganaron. La vida es un constante caminar del punto A al B. Dios te traza metas que debes alcanzar. En nuestra iglesia es así, primero nos congregábamos en un lugar al que llamábamos “La bodeguita” pero luego el Señor nos llevó a creer por un templo nuevo y lo construimos, ahora dice que no nos acomodemos y construyamos otro más grande.
El Señor te llevará de gloria en gloria y de victoria en victoria porque eres Su hijo. Si te acomodas no vives por fe sino por lo que tienes y entonces no debes quejarte si algo te hace falta. Si eres valiente estarás dispuesto a luchar de guerra en guerra, como soldados que buscan el frente de batalla porque hay una victoria mayor. La energía que nos da ser valiente es como la mecha que enciende la bomba, el impulso que necesitamos para pelear. Ningún soldado deja de sentir miedo por mucho entrenamiento que reciba, más bien, aprende a vivir con éste, toma su fusil y avanza para conquista. La valentía nos lleva a conquistas, pero Satanás y la vida se encargan de hacernos pequeñitos y temerosos para que veamos los retos como gigantes invencibles. Josué y Caleb fueron espías enviados a la Tierra Prometida para evaluar el terreno. Los demás vieron gigantes que los molerían como insectos. ¿Qué ves en tu futuro, leche y miel o gigantes que te aplastarán? Todo lo define la valentía con la que pelees para alcanzar tu objetivo.
Dios y el pastor Cash Luna me dan la oportunidad de dirigir Noches de Gloria y tengo que viajar para decidir el lugar donde se realizará la cruzada, atender la invitación y la logística. Es difícil decidir el lugar porque hay que evaluar diversos estadios, coliseos y terrenos buscando el área ideal en tamaño y ubicación. Cada vez que lo hago, pido al Señor que me indique el lugar correcto porque quedamos mal si es muy grande y no se llena, como si es muy pequeño y no es suficiente para toda la gente que asistirá. A esto hay que agregarle el hecho de que nunca se tiene la certeza de cuántas personas llegarán porque no se venden tickets y la incertidumbre nos acompaña todo el tiempo. Así que confío en el Señor y cuando llego a un lugar, me siento y le pregunto: “¿Será aquí?” Si no escucho nada voy a otro lugar hasta que Él me indique dónde desea que se realice.
Cuando nos invitaron a organizar Noches de Gloria en Lima, Perú, me hospedé cerca del Estadio Olímpico, el más grande de la ciudad que tiene capacidad para 60,000 personas solamente en graderíos, ¡además de la pista de atletismo y la cancha de fútbol! Verlo atemorizaba, así que pedí a los pastores anfitriones que me llevaran a ver otros estadios. Deseaba encontrar una escusa para escuchar a Dios en otro lugar porque ese era muy grande y requería que estirara mi fe. Visité varios escenarios y repetí la misma rutina de caminar, sentarme, pararme y volver a caminar esperando que Dios me hablara pero nada sucedía. Incluso llegué a pensar que Él no deseaba que se organizara la cruzada y me dije: “No es el tiempo, vamos a otro país y regresemos el próximo año”. Pude actuar en temor y decidirme por uno pequeño, fácil de llenar pero otras veces he tomado decisiones dominado por el miedo y me va mal, así que prefiero creerle porque sé que me apoyará si es Él quien decide y no yo. Si le obedezco, me saca de cualquier apuro, pero si actúo solo, no me ayuda. Es como si yo te dijera: “Arriésgate al proyecto, yo te ayudo si algo falla”. Entonces te animas porque sabes que estaré allí, pero si te metes por tu cuenta no tendrás mi apoyo y deberás solucionar tus problemas.
En esa situación estaba cuando el pastor peruano me dijo: “¿Quiere ver el Olímpico?” Y le pregunté: “¿Lo darán?” Me comprometió a verlo cuando dijo que era muy probable que lo dieran porque la señora que lo administraba era cristiana. Eran las ocho de la noche cuando me paré frente a la pista de tartán viendo hacia los graderíos diciéndome: “¡Qué grande es este lugar!” En ese momento escuché que Dios me dijo: “Aquí es”. Di vueltas y vueltas como loco intentando fingir que no lo había escuchado, le pregunté al pastor Eduardo que iba conmigo qué pensaba y me respondió: “Te digo en un rato” porque El Señor le había dado la misma orden que a mí. Intenté encontrar pretextos y nos dieron las diez de la noche allí hasta que el Señor insistió y le obedecí. El día de la cruzada fue película. Faltaba hora y media para iniciar y el estadio se veía medio vacío. Tener el celular en la mano, saber que el pastor Cash llamará en cualquier momento para decir que va en camino y ver que el lugar aún no se llena ¡es una ansiedad terrible! El pastor anfitrión me decía que no me preocupara porque había veinte buses llenos de gente afuera pero cuando entraron fue como si el estadio se los tragara porque no se veía más lleno. Yo les pedía que se sentaran más separados para llenar espacio pero no sirvió de nada. Le preguntaba al pastor Eduardo si era cierto que él también había escuchado al Señor aquella noche y me dijo que sí, entonces, ¿habíamos fallado?
En esos momentos de angustia ante el fracaso sentimos que verdaderamente hemos dejado de escuchar a Dios y si nos descuidamos, el diablo saca los mariachis y celebra nuestra derrota. El pastor Eduardo se fue a orar o a llorar, no lo sé y yo le preguntaba al Señor qué estaba sucediendo. Entonces me dijo que fuera a la puerta donde encontré a un hombre vestido de militar que le decía a la multitud de afuera que hicieran una fila para entrar. ¡Intentaba que aproximadamente 60,0000 personas hicieran una fila! Y por más que le insistí para que abriera la puerta y dejara entrar a las personas que se ordenarían viendo fluir la fila, no lo hizo. Me decía: “Hermano somos de un Dios de orden y así no entrarán”. Entonces me llevé al encargado de las llaves, abrí las 25 puertas restantes y ¡en media hora el estado se había llenado! Muchas veces las bendiciones están retenidas por estorbos que debemos quitar. Si el médico te dice que tienes un cáncer mortal, tú debes decir: “Encontraré otro camino pero llegaré a mi sanidad”. Si la economía te angustia, no pierdas el rumbo y trabaja confiando en el Señor porque Satanás aprovecha cualquier cosa para alimentar el temor que debilita nuestra fe y nos hace fracasar. Bendito Dios la cruzada fue un éxito, vimos milagros y maravillas que nos llenaron de gozo. Debemos pelear con valentía todos los días para ganar.
El consejo para alcanzar lo que tienes prometido
Deuteronomio 31:1-8 relata el consejo que recibió Josué: Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel, y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto Jehová me ha dicho: No pasarás este Jordán. Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho. Y hará Jehová con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó. Y los entregará Jehová delante de vosotros, y haréis con ellos conforme a todo lo que os he mandado. Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará. Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar. Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.
Primero lo llamó a solas y luego le afirmó delante del pueblo que era el escogido para guiarlos a la conquista de la Tierra Prometida. El detonante para tu victoria es ser valiente y esforzado aunque tengas miedo y te digan que no alcanzarás la meta.
De la misma forma que el pueblo de Israel, vivimos tres momentos importantes con el Señor. El primer es Dios frente a nosotros con la nube y el vallado de fuego guiándonos. El segundo es Dios con nosotros porque dijo: “Donde tú vayas allí estaré, cuando avances avanzaré, lo que tú pisares será tuyo”. El tercer momento es cuando recibimos a Jesucristo y tenemos a Dios en nosotros, habitándonos y haciendo de cada uno Su casa. No es lo mismo tenerlo al frente, a la par o en nuestro interior. La diferencia es que te dará lo que pidas y lo que tu boca confiese será hecho porque te ha dado Su autoridad para que los demonios se sujeten, las enfermedades se vayan y te llene de bendición.
Josué conquistó porque Dios estaba con él, ahora imagina lo que puedes lograr al tener al Espíritu Santo dentro de ti. Seguramente Josué hubiera escogido tenerlo dentro que al lado porque las posibilidades de victoria se multiplican si el poder viene desde el interior. La valentía combinada con la autoridad que nos da la unción garantiza el éxito. La realización de la fe radica en la valentía de iniciar una batalla. Si quieres victoria debes ser conocido como valiente y esforzado.
En 1 Crónicas 22:13 David le dice a su hijo Salomón cuando le pide hacer el templo más hermoso de la historia: Entonces serás prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes.
El reto era muy grande, por eso le aconseja que se esfuerce y sea valiente. Lo mismo dice el ángel a Gedeón y a Daniel, el apartado para gobernar. Los hombres de los que habla Hebreos 11 siguieron ese consejo.
Derrotar a los gigantes
La batalla de Josué y el ejército no fue fácil. Uno de los reyes de la Tierra Prometida se había convertido en su aliado pero le dijo que temía a otros cinco reyes poderosos que gobernaban juntos y tenía un ejército invencible. Entonces Josué promete ayudarlo, sale a la batalla antes de tiempo y destruye a muchos enemigos. Los cinco reyes vieron que Josué era poderoso y valiente porque a pesar de que tenía un ejército pequeño estaba acabando con sus enemigos. Su deseo de exterminarlos era tal que le pidió al Señor que le permitiera acabarlos en un día. Y se lo concedió porque ¡el sol se detuvo y no cayó la noche hasta que el pueblo obtuvo la victoria!
Dios detuvo toda la creación y le dijo a Josué: “Te doy más tiempo”, tal como lo hizo con Abraham a quien le dio más tiempo a pesar de su edad y tuvo un hijo. Lo mismo hará contigo si eres valiente y deseas acabar con los enemigos que te impiden obtener la victoria. A veces la vida te dice que no vencerás, que no tienes edad ni fuerza para luchar pero Dios detendrá la luna y el sol para que alcances Sus promesas. Si le crees para que suceda, con autoridad puedes pedirle al tiempo que se detenga.
Josué vio que los cinco reyes se escondieron en una cueva y mandó a que los encerraran tapando la entrada con piedras. Cuando exterminó a todos, llamó a sus capitanes y les dio una lección de vida.
Josué 10: 22-25 cuenta lo que dijo e hizo: Abrid la entrada de la cueva, y sacad de ella a esos cinco reyes. Y lo hicieron así, y sacaron de la cueva a aquellos cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquis y al rey de Eglón. Y cuando los hubieron llevado a Josué, llamó Josué a todos los varones de Israel, y dijo a los principales de la gente de guerra que habían venido con él: Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de estos reyes. Y ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de ellos. Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra los cuales peleáis.
Josué les dijo lo mismo que escuchó de Moisés: sean fuertes y valientes para acabar con el enemigo. Tú debes hacer lo mismo, cree con todo el corazón, ponle el pie encima a los miedos e inseguridades porque la Tierra Prometida es tuya. Dios alargará los días de tu vida y añadirá riquezas y honra si demuestras que eres valiente. Aplasta a Satanás que está bajo tus pies y limpia tu zapato. Deja atrás los temores, argumentos, malas experiencias, noticias y chismes que te impiden avanzar porque todo eso tiembla ante la voluntad de un hijo de Dios que se sabe vencedor. Pon en el piso esa deuda o enfermedad que te asusta y limita porque ahora se acabará por la autoridad que viene sobre tu vida.
Sentirás el peso del poder de Dios sobre ti, la fe te levantará y tus ojos verán las cosas que no son como si fueses. Declara victoria en la guerra para que lo imposible sea posible. Somos hombres valientes y esforzados que tenemos la fe para derrotar los temores y angustias y alcanzar lo que Dios tiene preparado para nosotros. Declara que la enfermedad y pobreza están bajo tus pies, derrotadas en la cruz del Calvario por la sangre del Cordero. Ser valiente y esforzado no es ser imprudente, sino demostrar que Jesucristo habita en nuestro corazón. Él es el hombre fuerte y nosotros somos Sus instrumentos. Acepta el reto, recíbelo en tu corazón y da el primer paso hacia la victoria.
Por: Pastor Raúl Marroquín