Por Fernel Monroy. ¿A usted le han perdonado mucho o poco? La persona que reconoce que le han perdonado mucho, es una persona que está dispuesta a amar; o evidencia, a consecuencia del perdón que le dieron en exceso o mucho, está dispuesta a amar mucho. Como aquella mujer que relata Lc. 7:37-48, leamos.
El Señor Jesús le dice a Simón: “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más? A quien le fue perdonado mucho. Efectivamente, al que más se le perdona, es el que más ama. Tenemos que reconocer que no se nos perdonó poco. La Biblia enseña que había un acta de decretos que nos era contraria. Ahí estaba todo lo malo que hicimos cuando estábamos sin el Señor. Y entonces tomó el acta de los decretos y la clavó en la cruz. ¿Cómo vamos a evidenciar que nos perdonaron mucho? Amando mucho.
Pero muchas veces no reconocemos o nos olvidamos de los múltiples favores recibidos por el señor. El Salmo 103 dice, “Alma mía, no olvides ninguno de sus beneficios, El es quien perdona todas tus iniquidades, que borra tus rebeliones, el que sacia de bien tu boca…”. Qué bueno es recordar cuánto nos han perdonado. No es bueno recordar las frustraciones, pero si es bueno reconocer de dónde nos sacó Dios y que El levanta del polvo al pobre.
Siempre tenga gratitud, el deseo de agradarle, de honrarle, reconociendo que le han perdonado mucho. Dios nos enseña en Su Palabra que al que más se le perdona, más ama.
Pero qué triste es sentirse pagado de si mismo, de tal manera que no se siente redargüido y conmovido, cuando la Palabra de Dios llega a su corazón. Usted que ha adquirido el beneficio de Dios, nunca llegue con la frente erguida, sino con la frente pegada al suelo, El lo va a exaltar. ¿Qué ocurre cuando se perdona? Usted tiene potestad y orden de parte del Señor, de perdonar las faltas de su hermano. Ya hemos disfrutado la misericordia y el favor de Dios. La palabra “Perdón”, según el hebreo y griego, se traduce como “Dar libertad”. La persona que no perdona y que no pide perdón, están en una especie de prisión y entonces. La persona se siente prisionera si guarda resentimiento, está encarcelada con resentimiento, si siente amargura contra alguien que le ofendió, está encarcelado en amargura; en deseos de venganza.
El perdón es la llave que trae la libertad del que se encuentra cautivo en un resentimiento, amargura. Cuando no se perdona, se está encarcelado.
¿Ya perdonó a su agresor? Para ser libre del resentimiento, amargura, etc., no es necesario que la persona agresora venga a pedirle perdón. Cuando el Señor estaba clavado en la cruz, Sus palabras fueron: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. ¿Le estaban pidiendo perdón los agresores? No. El los estaba perdonando, ¿por qué? Porque Jesús no quería estar encarcelado. Por el contrario, el perdón a Sus agresores le traería libertad. Cuando usted se encuentre en una situación en la que le han ofendido, le han hecho una injusticia, algo malo, han hablado mal de usted y comienza a sentir resentimiento, es el momento de buscar el auxilio de Dios y no permita que el sol se ponga sobre su enojo.
Cuando tengamos un problema con alguien, lo más conveniente es perdonarlo en nuestro corazón, porque de lo contrario, podemos quedar encarcelados en resentimientos, en deseos de venganza y nunca vamos a ser felices. Cuando las personas le dan y len dan vueltas al mismo asunto, se están encarcelando más, se meten en un calabozo y después en otro.
El capitulo 12 del libro de Números relata que Aarón y María hablaron mal de Moisés, lo difamaron. Como consecuencia “su hermana” María quedó leprosa. ¿Qué hizo Moisés? ¿Qué hace usted cuando escucha que su agresor se enferma?, Cuando usted lo mira en una situación difícil. ¿se alegra? ¿da gritos de júbilo? Cuando Moisés se enteró que María estaba leprosa, clamó a Jehová diciendo, oh Dios, sánala por favor.
En el vs. 24 de Mat. 18 encontramos “que había uno que le debía diez mil talentos”, esto representa la condición en que el Señor nos encontró a nosotros. La Biblia dice que estábamos muertos en delitos y pecados. Estábamos destituidos de la gloria de Dios. No había escapatoria ni solución. Estábamos reprobados y entonces, nos acogimos a la misericordia de Dios. Nunca lleguemos delante de Dios por la justicia. “El no tiene por inocente al culpable”. Nm. 14:18 ¿Hace justicia al agraviado? Claro que sí. Pero cuando queramos recibir recompensa de Dios, no vayamos con nuestras obras justas a justificarnos como el fariseo del templo, porque van a pesar las obras justas y las injustas, y sospecho que la balanza se va a inclinar más por las injustas. Vamos a salir reprobados.
Vs. 26. Cuando de alguna manera le fallamos a Dios, le ofendemos, debemos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios y cuando nos humillamos, Dios nos exalta. Encontramos que este hombre se acogió a la misericordia. Vs. 28. “Y saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiéndole, le ahogaba, diciendo: págame lo que debes”.
Mire la dimensión. Le habían perdonado 10,000 talentos. Un denario era el equivalente al salario de un jornalero. 100 denarios representaban 100 días de trabajo, que este hombre tenía que perdonarle. Es el equivalente a 6,000 denarios; eran 10,000 talentos X 6,000 denarios, igual a: 60 millones de días le había perdonado el señor y él estaba ahogando a su consiervo, por 100. Lo cual representa 3 meses con 10 días de trabajo. Mientras que en años son 166,666.66. El señor le perdonó 60 millones de denarios y él no pudo perdonar 100. La misericordia de Dios es tan grande, que no la podemos comprender. Dios nos ha perdonado mucho, por eso le amamos mucho.
Vs. 29-30. “Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Más él no quiso; sino fue, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda”. Cuando se encuentre en una situación difícil, perdone. No se olvide que a usted le perdonaron, fue lleno del amor de Cristo, de la gloria en la cruz del Calvario.
Vs. 31-34. “Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon a su señor todo lo que había pasado. Entonces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste: ¿No te convenía también a ti tener misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía”. Esto representa la palabra que dice en Salmos 18:25, “Oh Jehová, con el misericordioso te mostrarás misericordioso, pero vas a ser severo con el hombre perverso”. Hemos sido llamados a hacer misericordia. Misericordia significa amor a la miseria.
Vs. 35. “Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas”.¿Entonces qué va a pasar si no perdonamos? No nos van a perdonar. ¿Se da cuenta la importancia que tiene perdonar? Usted tiene la responsabilidad de perdonar, si quiere ser libre. De lo contrario va a seguir encarcelado en amargura, en resentimiento, porque el perdón también se traduce en Libertad, es la llave que nos da la libertad.
Debemos perdonar de corazón. Se puede perdonar del diente al labio. El Señor le dijo a su pueblo en más de una ocasión, “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mi”. Is. 29:13 Es importante perdonar a nuestros agresores, aunque estos no hayan venido a pedirnos perdón. ¿Necesita perdonar a alguien? ¿Le has fallado al Señor? ¿Te sientes indigno? ¿no puedes fluir en su presencia? ¿Hay aridez, indiferencia, estancamiento? Hoy puedes venir a El y buscar el oportuno socorro.
Pastor y Salmista: Fernel Monroy – www.Fernel.com