Ps. Fernando Alexis Jiménez
Desespero, impotencia y la íntima sensación de que si no actuaban pronto, ese problema iba a prolongarse por muchos años más. Esta confusión de emociones embargaban al padre. Junto a él, dando alaridos estremecedores, su hijo. El no entendía muy bien de estos asuntos, pero le dijeron: “El chico está endemoniado”. Y lo único que le interesaba en ese momento era que su hijo fuera libre.
Lo que más le angustió es que los discípulos llevaban un buen rato intentando desalojar esa fuerza espiritual demoníaca. Los minutos pasaban y la situación se tornaba más compleja. “¿Qué hacer?”, se preguntaba el hombre. Pero un rumor entre la multitud le hizo notar que Jesús llegaba… Sintió paz. Y tras explicarle la difícil situación que enfrentaban “Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad”. La historia completa la puede usted leer en el evangelio de Marcos capítulo 9 versículos del 14 al 29.
¿Cuál es la medida de su fe?
Infortunadamente disponemos de todo, menos de un termómetro que pueda medir nuestro grado de fe. Y digo que infortunadamente porque si pusiéramos este termómetro en el corazón de los cristianos que abarrotan nuestras congregaciones, nos llevaríamos grandes sorpresas…
El Señor Jesús recriminó la poca fe de sus discípulos. Quizá estaban diciendo las palabras indicadas, en el momento oportuno, pero no tenían fe. Y ese es un gran inconveniente para ver las maravillas del Señor. La incredulidad cierra puertas para que señales y prodigios ocurran. De haber tenido una fe tan grande como un grano de mostaza, su orden al demonio para que saliera del cuerpo habría estado acompañada de autoridad. Si no hay fe suficiente, no hay autoridad…
Reconozca su grado de fe
Hay quienes aseguran que tienen mucha fe. Pero si realizaran un examen honesto, tendrían que admitir que les falta mucho trecho por recorrer. De ahí que la frase que expresa este angustiado padre a nuestro Señor Jesús, tenga una importancia fundamental: Creo; ayuda mi incredulidad”. Es admitir que nos falta mucho más para creer plenamente. Pero es necesario que lo admitamos ante Dios.
Deposite su confianza en Dios
Un segundo paso, el más importante: Deposite toda su esperanza y confianza en Dios. El Maestro obró cuando vio a ese padre que se rindió a él, reconoció que humanamente no podría hacer nada por su hijo y le dijo: Señor, ayúdame.
Recibo muchos testimonios de sanidad, de problemas familiares resueltos y en general de la forma como Dios manifiesta su gloria. Precisamente con nuestro Web master estamos próximos a abrir una sección con testimonios así. Pero en lo que deseo hacer énfasis es en el hecho de que en todos los casos, quienes recibieron milagros reconocieron la imposibilidad humana de hacer algo a favor y decidieron confiar en Dios. Y fue en ese momento donde los hechos sorprendentes, inexplicables, ilógicos, ocurrieron…
Le invito para que deposite toda su confianza en el Hijo del Dios altísimo, el Señor Jesucristo. Pídale en oración por ese milagro que necesita y espere en el tiempo de Él. Puedo asegurarle que verá grandes maravillas, porque nuestro Creador es maravilloso…
Si desea que le ayudemos a orar por una petición en particular, sea cual fuere, no dude en escribirnos…
Ps. Fernando Alexis Jiménez
Ministerio de Evangelismo y Misiones “Heraldos de la Palabra”
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