Como ayudar a tu iglesia a encontrar satisfacción en Dios

Ama a Dios con todo tu corazón, alma, mente, y fuerza frente a otras personas. Esto es contagioso.

Ama a tu prójimo desde el poder de la gracia de Dios. Esto significa, muéstrales la belleza de Cristo a través de Su amor por ellos en la forma que tú les amas.

Cuenta las historias de quienes han sido cautivados por la belleza y gloria de Dios. Parece ser que las narrativas verídicas de las experiencias de la gente con la riqueza de Dios son muy inspiradoras.

Describe el valor de Dios – su tesoro – en términos exuberantes.

Enseña a la gente cómo orar por la transformación de sus propios corazones, es decir, enseñarles a orar como los salmistas «Inclina mi corazón a tu testimonio y no a la ganancia deshonesta».

La mayoría de la gente no sabe cómo tomar una palabra, frase u oración de las escrituras, memorizarla y repasarla vez tras vez en sus mentes, mirándola desde varios lados, hacerse muchas preguntas, aplicarla a diferentes aspectos de sus vidas y pensar en analogías en sus mentes. Pero es precisamente en esta meditación que los néctares en la fruta empiezan a fluir y despertar las papilas gustativas del alma.

Muestra a la gente cómo encontrar promesas específicas en la Biblia para que las saboreen. Cuando Pablo dice en Romanos 15:13 «Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer…» él señala que el gozo y la paz se elevan en la medida en que confiamos en las grandes y preciosas promesas de Dios. Por ende la gente necesita buscar promesas más profundas y mantenerlas en sus mentes y permanecer en ellas durante el día.

Ora por tu gente para que sus corazones se ablanden y se llenen de ternura y que sean más susceptibles a la belleza de Cristo.
Ayuda a tu gente a que no miren tanta televisión. En nuestra cultura, la televisión es una de las pocas cosas que más adormecen el espíritu. Aún los programas denominados «buenos» son igualmente banales y de poco intelecto y están lejos de ser ricos y distan de la rica capacidad para disfrutar de Dios. Y cuando se le agrega a eso una avalancha de propagandas sugestivas que acompañan a casi todos los programas yo entiendo por qué tantos de nuestros cristianos son espiritualmente incapaces de experimentar grandes pensamientos y emociones profundas.

Muestra a la gente biografías Dios-céntricas. Las luchas y los triunfos de los cristianos que han conocido la gloria y grandeza de Dios atraen y despiertan.

Muestra a la gente la forma de transferir sus alegrías por las cosas naturales a la alegría en Dios. Esto es los que quiero decir. Aun la persona menos feliz parece tener por lo menos una o dos cosas en su vida que le trae felicidad. Puede ser la familia. Puede ser el cielo nocturno en los bosques del norte. Puede ser la pesca. Ayúdalos a llevar a cabo la transferencia, es decir, tomar la línea de la música denominada «alegría» en sus almas y transferirla de lo natural a lo sobrenatural por un acto de fe en Dios, el creador de la familia o del cielo nocturno o de la pesca. Ayúdalos a ver que todas las cosas que son realmente placenteras en este mundo, que despiertan los placeres en el corazón, son regalos de Dios y reflejos de su carácter y bondad. Si pueden deleitarse en cosas naturales, entonces por la gracia del Espíritu Santo puede que sean capaces de trasladar esas alegrías a un nivel más alto y entonces descubrir alegría en Dios.

Llama a la gente a la confesión y la renuncia de los pecados que los invaden, que los hacen sentirse hipócritas, y bloquean el afecto real por Dios.

Enséñales acerca de la necesidad y el valor del sufrimiento en la vida cristiana y como no tiene sentido compararlo con la gloria que se revelará.
Estos son algunos puntos que podrán ayudar a tu gente.

Yo siento que las cosas que más ayudan son simplemente el cuidar de tu propia alma y el identificar qué es lo despierta deleite por Dios en ti, y luego compartir eso con otros.

Bendiciones para ustedes mientras desempeñan la gran tarea de partero al asistir en el alumbramiento del gozo en Dios en sus congregaciones.

Por John Piper. © Desiring God. Sitio Web: deseandoaDios.org