El Altar Familiar

El sermón de hoy es un sermón peligroso. Existe un riesgo muy profundo en lo que vamos a ver en este día. El riesgo consiste en esto: que lo que les voy a enseñar se pueda convertir en simplemente otra obligación, otra cosa más que tengo que hacer porque si no, Dios se va a enojar conmigo, y estoy tan cansado de hacer tantas cosas para tratar de complacer a Dios.

No se trata de eso. Si tú estás viviendo una fe que se enfoca en hacer ciertas cosas para que Dios te ame, estás en una trampa. El amor de Dios no es algo que podamos ganarnos, sino algo que El libremente nos da y que nosotros simplemente recibimos. Por favor, si estás en esa trampa del amor que tiene condiciones, ¡libérate!

El peligro de lo que veremos hoy está en tomarlo así, como algo que tenemos que llevar como una carga pesada y como obligación. Pero no tiene que ser así. La realidad es que lo que vamos a ver hoy puede transformar tu hogar, trayendo gozo, paz y bienestar al corazón de tu familia.

¿A qué me refiero? Me refiero a la práctica del altar familiar. Antes de que salgan a buscar algunas piedras para construir un altar en la sala y un becerro para sacrificar en él, déjenme aclararles que el altar familiar no se refiere a un altar físico que se construye en la casa.

No, se refiere a la reunión familiar, preferiblemente diaria, donde como familia practicamos la presencia de Dios. El altar familiar consiste en pasar tiempo con la Palabra de Dios y en la oración, como familia. Vamos a ver tres cosas que logramos con la celebración del altar familiar, y luego hablar de algunas pautas para que sea de bendición y no por obligación.

I. El altar familiar refleja el compromiso familiar con el Señor

Lectura: Génesis 12:7, 12:8, 13:4, 13:18

12:7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido.
12:8 Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová.

13:4 al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová.

13:18 Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová.

¿Qué cosa notan en común entre todos estos pasajes? En cada lugar, notamos que Abraham levantó un altar para el Señor. Aquí claramente estamos hablando de un altar físico, un montón de piedras sobre el cual se ofrecían sacrificios de animales. Este era el lugar de adoración durante los tiempos de Abraham.

Lo importante del caso es la razón por la que Abraham lo hizo. ¿No podría haber simplemente hecho un altar en alguna parte, para visitarlo de vez en cuando? ¿Por qué edificó un altar en cada lugar que vivió? Ese altar servía como una señal visible de que Abraham y su familia estaban comprometidos con el Señor.

Comparemos a Abraham y Lot. El campamento de Abraham era un lugar de adoración, visto en la presencia del altar en cada lugar que vivió. La casa de Lot, en cambio, era un lugar de concesión. Lot concedió su autoridad como hombre justo a la cultura mundana y perversa de Sodoma. ¿Cuál fue el resultado? ¡Lo perdió todo!

¿Qué separa tu familia de las familias que te rodean? ¿Qué señal hay de que ustedes son diferentes? Dios no quiere que pongas imágenes en tu casa para reflejar su presencia, pues El es Espíritu. Tampoco es cuestión de poner un letrero en la puerta que diga: «Este hogar es cristiano».

La mejor forma de reflejar el compromiso familiar con el Señor es pasar tiempo con El, juntos, todos los días. Esto empieza a producir un cambio espiritual en la familia, porque la cosa más valiosa que tenemos es nuestro tiempo. Cuando le empezamos a dar parte de nuestro tiempo al Señor, El se empieza a manifestar entre nosotros.

Además de reflejar el compromiso familiar con el Señor,

II. El altar familiar educa a los niños en los caminos del Señor

La cosa más importante que puedes hacer para tus niños es enseñarles acerca de Dios. Se cuenta la historia de una cena en la iglesia. Una de las hermanas puso un letrero junto al plato de fruta que decía: Tome sólo una pieza de fruta; Dios está mirando. Más adelante había un plato de galletas, y uno de los niños había puesto otro letrero. Este decía: Toma todas las galletas que quieras; Dios está mirando la fruta.

Es chistoso, pero claramente ese niño no entendía que Dios está en todas partes, y lo ve todo. Dios quiere que todo niño aprenda acerca de El dentro de su hogar.

Lectura: Deuteronomio 4:9-10

4:9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
4:10 El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos;

¿Qué pensaríamos si viéramos a un hombre bien vestido y bien nutrido, acompañado por unos niños desnutridos, pálidos y vestidos de trapos? Concluiríamos que es un mal padre, porque no ha sabido compartir sus bendiciones materiales con sus hijos. Sería un escándalo.

Aquí Moisés nos enseña a no guardar las bendiciones espirituales que hemos recibido al conocer a Cristo para nosotros mismos. Tenemos que compartirlos con nuestros hijos, y enseñarles lo que hemos llegado a conocer del Señor. Cuando nos reunimos con ellos para orar y hablar de la Palabra de Dios, compartimos con ellos lo que hemos conocido de Dios.

Lectura: Deuteronomio 11:19-21

11:19 Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes,
11:20 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas;
11:21 para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra.

La vida del hogar cristiano tiene que estar saturada de la presencia de Dios. El resultado de esto, según lo que leemos en la Palabra, es que habrá bendición. Sólo si hablamos con nuestros hijos de las palabras de Dios, sólo si les enseñamos a obedecer y temer al Señor, podremos contar con la bendición de Dios sobre sus vidas.

El mejor legado que les puedes dejar a tus hijos no es una cuenta bancaria, una póliza de seguro de vida o siquiera una buena educación. El mejor legado que les puedes dejar es un legado de fe, enseñándoles a amar y temer a Dios.

Lectura: Salmo 34:11

34:11 Venid, hijos, oídme; El temor de Jehová os enseñaré.

Quítate de la cabeza la idea de que pierdes el tiempo cuando les enseñas a tus hijos. No pienses que ellos no pueden comprender; más bien, adapta la verdad a sus necesidades. Por ejemplo, un pastor conocido dice lo siguiente: «Cuando nuestros niños eran pequeños y les estábamos enseñando a orar, teníamos tres clases de oraciones: oraciones ‘por favor’, oraciones de ‘gracias’ y oraciones de ‘lo siento’.»

Es una forma muy sencilla de expresar la realidad de la comunicación con Dios. No es necesario enseñar a los niños a decir: «Amantísimo Padre celestial, queremos expresarte nuestra gratitud por la magna gracia que nos has mostrado al justificarnos gratuitamente mediante la propiciación realizada en el Calvario.» Esas palabras expresan grandes realidades, pero sería mejor expresarlas de una forma comprensible para un niño.

El altar familiar es el lugar principal donde puedes educar a tus hijos en los caminos del Señor. Si tienes niños en la escuela dominical, ellos reciben hojas de sus maestras con actividades que puedes hacer entre semana. También reciben hojas con lecturas bíblicas. Aprovecha estos recursos, o usa las hojas de la lectura semanal. Porque:
III. El altar familiar contribuye a la salvación de la familia

A través de su Palabra, Dios obra mediante las familias. El quiere que tu familia también sea impactada por su verdad, y que muchos lleguen a conocer su salvación. Así fue con un hombre que Pablo y Silas conocieron en la cárcel. No era otro reo, sino más bien el carcelero.

Lectura: Hechos 16:30-34

16:30 y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
16:31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
16:32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
16:33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
16:34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.

Como cabeza del hogar, cuando el carcelero se entregó al Señor, la bendición de Dios llegó a toda su familia. En su caso, todos creyeron en el Señor, y fueron bautizados juntos. Si tú como padre o como madre estás entregado al Señor, debes de servir como canal para que su bendición fluya a tus hijos también.

Por medio del ejemplo que les das, lo que les enseñas y las respuestas que ellos mismos ven a sus oraciones, tus hijos pueden acercarse más a ese día en que tomarán, por su propia cuenta, la decisión de aceptar a Cristo, y pueden ser fortalecidos en su fe.

¿Cómo puede suceder esto en una familia? La primera cosa que tiene que suceder para tener un altar familiar es que hay que fijar una hora para hacerlo y apagar el televisor. Podría predicar todo un sermón acerca de la televisión, pero basta con decir que no se van a morir si lo apagan por 10 o 15 minutos, y a la mejor les hace bien.

En segundo lugar, asegúrate de usar siempre la Biblia. Si tienes hijos pequeños, podrías usar un libro de historias bíblicas u otra fuente, pero asegúrate de mostrarles dónde se encuentra la historia en la Biblia para que vean que la Biblia es el centro de nuestra fe. No dejes la Biblia a un lado.

En tercer lugar, busca un ritmo – quizás puedan empezar con oración por diferentes necesidades familiares y de la Iglesia, y luego leer la porción bíblica. Si tienes un ritmo que siempre sigues en tu altar familiar, es más fácil de continuar. Sin embargo, es bueno variar de vez en cuando también – quizás cantando un corito, o mirando un videoclip.

En cuarto lugar, recuerda por qué lo haces. No dejes que se convierta en una costumbre más. Recuerda que, en esa mesa, tú y tu familia se están encontrando con el Dios del universo. En realidad, ésa es la parte más importante del día y de su vida familiar. Deja que tus niños compartan; no lo conviertas en un espacio para darles un discurso.

En quinto lugar, ¡hazlo ameno! Busca formas de hacer que los niños participen con preguntas y opiniones. Deja que ellos escojan de vez en cuando lo que se va a estudiar. Enséñales a orar. Asegúrate de que haya algo que puedan aplicar a sus vidas. ¿Qué quiere Dios que hagamos, pensemos o digamos?

¿Tienes un altar en tu casa? No me refiero a un montón de piedras o un retablo, sino más bien a un altar familiar diario donde puedes reflejar tu compromiso con el Señor, educar a tus hijos en la fe y buscar la salvación de tu familia. Si no lo tienes, te animo a comprometerte hoy con el Señor en empezar. Yo sé que será de bendición.

Visita la página web del Pastor Tony Hancock: www.pastortony.net.