EL CUENTO DEL LADRON EN LA CRUZ

Lucas 23:43 » Entonces Jesús le dijo De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso»
Si esta petición fue sorprendente, la respuesta lo fue aún más, el sólo tratar de describir la escena es suficiente para hacer un cortocircuito en la más activa imaginación. ¿Un ex – convicto de aspecto rudo, pidiendo al Hijo de Dios vida eterna? No obstante, trate de imaginar que la apelación haya sido concedida. Esto va mucho más allá del plano de la realidad, ingresando en lo absurdo.



Pero, tan absurdo como pueda parecer, eso es exactamente lo que sucedió. El que merecía el infierno, logro el cielo, y nos quedamos perplejos, ¡Dios Mío! ¿Que estaba tratando de enseñarnos Jesús con esto? ¿Que estaba tratando de probar al perdonar a este malhechor, quien con toda seguridad nunca había mencionado la gracia y mucho menos había hecho nada por merecerla?

Bueno he llegado a formular una teoría, pero para explicarla, debo contarle un cuento que tal vez usted no crea. Se trata de dos vagos que entraron a un almacén de una gran ciudad. Entraron sin problemas, permaneciendo en ella lo suficiente para hacer lo que se habían propuesto, y escaparon ser vistos, lo que es inusual acerca de la historia es lo que estos tipos hicieron. No tomaron nada, absolutamente nada, Ninguna mercancía fue robada. Ningún articulo fue removido. Pero lo que ellos hicieron fue tremendo.

En vez de robar, cambiaron el valor de todas las cosas. Las etiquetas con los precios fueron arrancadas. Los valores fueron cambiados. Estos hábiles malhechores quitaron la etiqueta de US$395 de una cámara fotográfica y pegaron en ella una de US$5 de una caja de papelería ¡ellos renovaron todos los precios de la tienda!

¿Locos? Usted lo apostaría, pero la parte más loca de esta historia, tuvo lugar la mañana siguiente a esta historia, (usted no lo va a creer), La tienda abrió como de costumbre. Los empleados asistieron. Los clientes comenzaron a comprar. El lugar funcionó como de costumbre por cuatro horas antes de que alguien notara lo que había sucedido.

¡Cuatro horas! Algunas personas consiguieron Grandes baratillos, otros fueron estafados. Por cuatro largas horas nadie notó que todos los valores habían sido alterados.

¿Difícil de creer? No debiera serlo, vemos suceder algo parecido todos los días. Estamos dominados por n distorsionado sistema de valores. Vemos las cosas más valiosas de nuestras vidas vendidas por centavos y los artículos más baratos costando millones.

Los ejemplos son abundantes y contundentes. Un vendedor defendió sus practicas ilegales diciendo <<No confundamos los negocios con la ética>> Unos militares vendieron información confidencial de la nación por seis mil dólares, junto con su integridad, un miembro de gabinete de una gran nación fue atrapado comerciando ilegalmente con piedras semipreciosas. Un padre confesó haber asesinado a su hija de doce años de edad. ¿La razón? Ella rehusó acostarse con él.

¿Porque hacemos lo que hacemos? ¿Porque tomamos lo que es a todo color y lo pintamos blanco y negro? ¿Porqué son aceptadas las costumbres desacreditadas, mientras que las normas saludables perecen no tener sentido? ¿Que hace que nosotros demos tanta importancia al cuerpo y degrademos el alma? ¿Que hace que cuidemos el pie mientras contaminamos el corazón?

Nuestros valores están tergiversados, alguien ha entrado a la tienda y ha cambiado todas las etiquetas de los precios. Las emociones aumentan en prioridad, pero la importancia de los seres humanos, está todo el tiempo en niveles bajos.

Uno tiene que ser un filósofo para descubrir que causó tal problema en las prioridades humanas. Todo comenzó cuando nos dejamos convencer de que el ser humano solo vive el momento presente. Que el hombre no tiene sentido, que nosotros estamos en un ciclo. Que no hay ninguna razón o rima para esta absurda existencia. De algún modo obtuvimos la idea de que carecemos de significado. Atrapados en un pantano que no tiene destino, la tierra no es mas que un mausoleo giratorio y el universo es algo sin propósito. La creación resultó por casualidad y la humanidad no tiene dirección.

Perfectamente sombrío ¿Verdad?

El segundo enunciado es aún peor. Si el hombre no tiene destino, entonces no tiene deber, obligación ni responsabilidad. Si el hombre no tiene destino, entonces no tiene una dirección o meta. Si el hombre no tiene destino, entonces ¿Quien puede decir que es lo correcto o que esta equivocado? ¿Quién se atreve a decirle a un esposo que no puede dejar a su esposa y familia? ¿Quién va a decirle a usted que no puede abortar a un feto? ¿Que hay de malo en desecharlo? ¿Quién dice que no puedo pisotear a otro para llegar a la cima? ¿Esta su sistema de valores contra el mío? El mundo proclama que no hay absolutos. Que no hay principios ni ética. No hay normas. La vida está reducida a los fines de semana, a los cheques de pago y a las emociones rápidas. El saldo de todo esto es un desastre.

<<El existencialista – Escribe Jean Paul Sartre – encuentra extremadamente embarazosa la idea de que Dios no exista, porque al desaparecer Él, desaparece toda posibilidad de encontrar valores en el cielo inteligible… todo es en verdad permitido si Dios no existe, el hombre está, en consecuencia, abandonado porque no puede encontrar nada en que depender no dentro ni fuera de si mismo.

El hombre no tiene ni deber ni destino, el resultado lógico es que no tiene valor. Si el hombre no tiene futuro no vale mucho. Vale, en efecto, tanto como un árbol o una roca. No hay diferencia, no hay razón de estar aquí, por eso no tiene sentido.

Y usted ha visto los resultados de esta filosofía. Nuestro sistema está descompuesto. Lo sentimos inútil y sin valor, nos amontonamos, jugamos juegos, creamos falsos sistemas de valores. Decimos que usted es valioso si es hermoso, si puede producir, si puede hacer una buena jugada de Baloncesto o producir música popular contemporánea pegajosa. Usted es valioso si su nombre empieza con un «Dr…» o tiene un «Ph.D» al final. Usted es valioso si gana un nutrido salario mensual y maneja un carro extranjero.

El valor de una persona es ahora medido bajo dos criterios: apariencia física y éxito financiero.

Hermoso sistema ¿Verdad? ¿A donde deja a los discapacitados, a los feos o mal educados? ¿Que esperanza ofrece al niño que todavía está por nacer? ¿Dónde coloca a los ancianos?. No hay mucha esperanza, después de todo. Llegamos a ser números sin nombres, listas extraviadas.

Ahora, por favor, entienda: este es el sistema de valores del hombre; NO EL DE DIOS. Su plan es mucho más brillante. Dios con ojos relampagueantes, llega hasta el pizarrón del filósofo, borra el interminable y siempre repetitivo circulo de la historia y lo reemplaza con una línea; una línea llena de esperanza, prometedora, una línea que se extiende. Y, observando sobre el hombro para ver si la clase está mirando, dibuja una flecha al final.

En el libro de Dios, el hombre es de suma importancia. Tiene un destino sorprendente. Estamos siendo preparados para desfilar por el pasillo central de la fe y llegar a ser la esposa de Jesús. Vamos a vivir con él. A compartir el trono con Él. A reinar con Él. Nosotros contamos. Somos valiosos. Y lo que es mas, ¡nuestro valor es edificado desde adentro! Nuestro valor nace en nuestro interior.

Mire, si había lago que Jesús quería que todos entendiéramos era esto: una persona vale algo simplemente porque es una persona. Ese es el porque Él trató a la gente como lo hizo. Piense acerca de esto. La muchacha sorprendida en inmoralidad a escondidas con quien nunca debía hacerlo, fue perdonada por Él. El leproso intocable que pidió ser tocado, lo fue por Él. Y el caso del ciego que pedía ayuda y que estorbaba en el camino, fue atendido por Él. Y aquel viejo nacido jorobado y paralítico adicto a la autocompasión cerca del estanque de Siloé, también fue curado por Él.

Y no olvide el caso clásico del estudio hecho por Lucas sobre el valor de una persona. El llamado «Cuento del ladrón crucificado».

Si alguna vez había algún hombre sin valor, era este. Si alguien, alguna vez, mereció morir, probablemente haya sido este hombre. Si alguna vez existiera un perdedor, este tipo encabezaba la lista.

Tal vez esa es la razón por la cual Jesús lo eligió para mostarnos que es lo que piensa de la raza humana. Tal vez este criminal había oído hablar del Mesías. Tal vez lo había visto amar a los más humildes. Tal vez lo había visto comer con las prostitutas, los rateros y los malhablados en las calles. O tal vez no. Tal vez la única cosa que sabía sobre este Mesías era lo que ahora vio. Un predicador golpeado, azotado y colgado con unos clavos. Su rostro sucio de sangre seca, sus huesos visible a través de la carne, sus pulmones procurando respirar.

Por alguna razón le pareció que nunca había estado en mejor compañía, y de alguna manera se dio cuenta de que solo le quedaba la opción de una oración, y había encontrado finalmente a Quien podía orar.

-No es posible que me bendigas??

-Considéralo hecho.

Ahora, ¿Porque hizo eso Jesús? ¿Que ganaría por prometer a este desesperado un lugar de honor en la mesa del banquete? ¿Que podía ofrecer este desdichado y miserable en retribución? Si me refiero a la mujer samaritana, lo puedo entender. Ella podría regresar y contar el cuento. Y Zaqueo tenía algún dinero que podía dar, pero ¿Y este tipo? ¿Que podía hacer? ¡NADA!.

Precisamente, escuche: Escuche atentamente, El amor de Jesús no depende de lo que nosotros hagamos por Él. No, de ninguna manera. Ante los ojos del Rey usted tiene valor simplemente porque usted existe. No tiene que lucir bonito o cumplir bien. Su valor es interno e intrínseco.

Punto.

Piense precisamente sobre esto por espacio de un minuto. Usted es valioso, no por lo que hace o por lo que ha hecho, sino simplemente por lo que usted es. Recuérdelo. Recuérdelo la próxima vez que alguien procure estorbar su claridad espiritual. Recuérdelo la próxima vez que algún travieso manipulador trate de colgarle el precio de una caneca de basura del sótano en su valor como persona. La próxima vez piense acerca de la manera en que Jesús lo Honra… y sonría.

Yo lo hago, sonrío porque sé que no merezco un amor como ese. Ninguno de nosotros lo merece. Ningún esfuerzo que nosotros hiciéramos sería suficiente. Todos nosotros – por puros que seamos – no merecemos el cielo como tampoco ese ladrón lo merecía. Pero nosotros hacemos valer la «tarjeta de crédito» de Jesús, no la nuestra.

Y eso también me hace sonreír, pensar que hay ex-convictos caminando las calles de oro que conocen mas cerca de la gracia que miles de teólogos. Esa insólita oración del ladrón en la cruz representaba lo único que tenía, pero fue lo único que necesitaba, y Jesús lo recibió.

¡No se sorprenda que lo llamen el SALVADOR!



Con amor en Dios, para Rene.

Jorge Pino V.
Diacono Lider de Jovenes
Iglesia de Dios Voz en el Desierto
Santiago de Chile


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