El matrimonio: compartiendo sentimientos

Esconder los sentimientos en el matrimonio es un juego peligroso, pero
es tan común que muchas veces no se le concede la importancia debida.
Quiz


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Esconder los sentimientos en el matrimonio es un juego peligroso, pero
es tan común que muchas veces no se le concede la importancia debida.
Quizás te sorprenda saber en cuántas diferentes formas el temor
mantiene al marido y a la mujer alejados de esa relación íntima que
ellos desearían tener. Todas hemos experimentado ese deseo de
conservar nuestra individualidad y, al mismo tiempo, sentirnos unidas
con nuestro esposo. En el mismo suspiro decimos «¡abrázame pero no
demasiado fuerte!» Ocultando los sentimientos
Cuántas veces el esposo llega a casa y ya al abrirle la puerta nos
damos cuenta de que algo le ocurre. Como consecuencia lógica le
preguntamos qué le pasa, y nos contesta «no es nada». Pero su rostro
y su cuerpo nos están diciendo lo contrario, que algo le está
molestando. Si indagamos un poco más, quizás nos conteste que no es
nada importante y que ya se le pasará. Aunque él no tenga la intención
de engañar a su esposa, existe una evidente contradicción entre lo que
dice y lo que se refleja en su rostro.
No importa lo que digamos verbalmente, no podemos esconder nuestros
sentimientos, especialmente de alguien tan cercano como nuestro
esposo. Quizás afirmemos que no estamos enojadas, pero nuestras
palabras hirientes nos traicionan. Puede ser que no admitamos que nos
sentimos defraudadas, pero la tristeza en nuestros ojos nos delata.
Probablemente digamos que la actitud de nuestro esposo no nos dolió,
pero las líneas profundas de nuestro rostro manifiestan otra cosa.
Podemos controlar lo que decimos, pero nunca podremos controlar
completamente nuestras señales no verbales (o silenciosas). Quizás
Dios nos hizo de esta manera en un esfuerzo de minimizar los posibles
secretos en el matrimonio.
Queriendo que fuéramos una sola carne, Él deseaba asegurarse que de
alguna manera algo de nuestros sentimientos más profundos salieran al
exterior aun cuando nuestras palabras estuviesen transmitiendo un
mensaje diferente.
Si tú, o tu esposo, tienen problemas en expresar los sentimientos,
recuerda que compartir honestamente sus sentimientos, el uno con el
otro es esencial para construir la intimidad en el matrimonio.
Trabajen juntos para aprender a no ocultar sus sentimientos, sino a
hablar con naturalidad de ellos, ya que son parte de vuestra vida encomún.

¿Qué pasa si fracaso?

El temor a fracasar en el intento es el obstáculo número uno. Los
esposos son los que más vacilan en compartir con sus esposas, casi
siempre porque no lo han hecho antes, y tratan de evitar todo aquello
en lo que de alguna manera pudieran fracasar.
La mujer necesita intimidad y, quizás durante años, intenta conseguir
que su esposo exteriorice sus sentimientos para evitar la frustración
que inexorablemente se va a producir ante necesidades no saciadas,
pero muchas veces se ve forzada a dejar de intentarlo. Y eso conduce
precisamente al segundo temor.

¿Y si me siento rechazada?

La barrera de un posible rechazo nos impide expresar cosas negativas o
dolorosas a nuestra pareja. No olvidemos que el temor, en todas sus
formas, es el más peligroso enemigo de la buena comunicación en el
matrimonio. Pero la Palabra de Dios dice que el amor perfecto echa
fuera el temor (1 Jn. 4:18). Al procurar, pues, buscar una mejor
comunicación a pesar de nuestros temores, el mayor grado de confianza
así logrado podrá desterrar esos temores que se han estadointerponiendo.
Cuando hay sinceridad y amor no se corre ese riego, pero si hay engaño
es posible que esa falta de honestidad en la pareja produzca ese
rechazo tan temido.Otro temor se expresa en estas palabras:

¿Y si pierdo el control?

Es natural el desear mantener el control de nuestra vida, pero la
intimidad en el matrimonio es un reto o desafío a ese control. Si no
hay una total confianza en el otro, una persona puede temer que su
pareja pueda usar la información confidencial en contra de él (ella) o
explotar esa intimidad como una forma de control.
Joaquín confesaba no hace mucho: «Yo he procurado hacer que Inés
pueda ver cuáles son mis necesidades. Le he dicho cuánto necesito
oírla decirme «te amo». Pero Inés rehusa hacerlo si yo no me avengo a
hacer todo lo que ella quiere. Me siento manipulado y controlado.
Ahora sé que es demasiado peligroso compartir mis más profundas
necesidades con ella, así que he dejado de hacerlo».
La buena noticia es que la comunicación honesta y persistente puede
romper esta barrera. Al crecer la confianza entre las dos, estos
temores pueden ser desterrados.¿Qué pasa si el compartir produce una pelea?
El conflicto es parte de la comunicación, ya que toda pareja tiene
derecho a tener distintas opiniones. «Todo tiene su tiempo», dice
Eclesiastés, y el compartir también. Hay cosas que demandan ser
compartidas diariamente. Otras, muy íntimas, que irán revelando tu
verdadera personalidad tendrás que pedirle al Señor te diga cuándo y
cómo hablar de esos sentimientos con tu esposo. Nunca producirá una
pelea aquello que se dice en el tiempo oportuno, son sinceridad, amor
y sabiduría.¿Y si nos unimos demasiado?
El temor de llegar a una intimidad donde se sienta que realmente somos
una sola cosa se debe a que tenemos miedo a no guardar un equilibrio
entre mantener la individualidad y desarrollar un mayor acercamiento
al cónyuge. Siempre está el peligro de que la personalidad de uno de
los dos domine la relación. Una pareja me dijo: «por supuesto que
queremos llegar a ser uno, pero todavía no hemos decidido cuál de losdos».
Llegar a disfrutar de ese equilibrio lleva tiempo. Elsa y Pedro
habían logrado ese equilibrio, pero ahora, al llegar a los 50 años de
casados, Pedro tuvo miedo de esa intimidad que siempre habían
experimentado, porque en ese momento sentía que no podía compartir con
Elsa sus sentimientos de preocupación al no querer que ella se
inquietara. Pero imposible fue todo intento de ocultarlos. Estaban
tan unidos que no necesitan hablar.Desenmascarando tu verdadera persona
Muy pocas personas están dispuestas a revelar la gama completa de sus
debilidades, aun a su cónyuge. Sin embargo, puedo garantizar que el
pretender defender una autoimagen ideal, habrá de erosionar la
intimidad de la pareja.
Para ayudarnos a evitar llegar a ser una contradicción viviente, todas
necesitamos recordar que Dios no nos ha llamado a defender nuestra
propia imagen, sino a proteger y desarrollar nuestro matrimonio.
Cuanto más consistentes son nuestras palabras, sentimientos y
comportamiento, más estaremos favoreciendo nuestro matrimonio.
No importa cuánto tratemos de disimular, no podemos realmente ocultar
nuestros sentimientos.Conclusión
Debemos enseñar a la juventud que ir al matrimonio, significa desear
formar una sola carne con la persona amada. Así de simple. Querer
compartir con esa persona, todo, conforme hemos declarado al momento
de contraer matrimonio. Debemos ir preparados y deseosos de cumplir
los votos hechos ante la presencia del Señor. Estar dispuestos a
cumplir Su mandamiento y ser los dos una sola carne; Y ambos poner en
práctica 1 Corintios 13.

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