La «profesionalización» del pastorado consiste en considerar la labor pastoral como una profesión análoga a las demás profesiones. Esta visión del pastorado está afectando y haciendo mucho daño. Como resultado, la preparación teológica es vista como un proceso de «profesionalización» del pastorado, reservada para una élite o «clero». Por ejemplo, los médicos se profesionalizan en las facultades de medicina y los pastores, a su vez, lo harían en los seminarios. Aunque se suele subrayar que el pastorado es primus inter pares («primero entre iguales», una profesión que está por encima de las demás profesiones), de todos modos el pastorado termina siendo considerado como una profesión.
El pastorado ¿es una profesión? … "Hermanos, no somos profesionales" (John Piper)
Otro resultado, no menos desconcertante, es la manera en que son percibidos aquellos que ya están sirviendo en el pastorado sin haber tenido la oportunidad de estudiar en una institución teológica. Son vistos como pastores «laicos» que no poseen la debida profesionalización. Siguiendo esta lógica, usando la analogía de las profesiones, son como aquellos que ejercen la medicina sin ser profesionales, sin haber estudiado en una universidad (en Perú, el ejercicio de la medicina sin haberse profesionalizado en ello, sin haber estudiado para ello consituye un delito contra la salud pública, es un acto ilegal).
Creo que el libro de John Piper, Hermanos, no somos profesionales, nos proporciona una perspectiva refrescante en medio de este árido movimiento que busca la profesionalización del ministerio pastoral.