El quebrantamiento y restauración del alma

Por Fernando Ramirez de Arellano.  INTRODUCCIÓN:  TEXTO: Jn. 20:1-31
Al leer el capítulo 20 de Juan vemos cómo Cristo, ya resucitado, se aparece a varias personas para restaurarlas, consolarlas y edificarlas en una nueva fe en el Cristo resucitado.
Cristo antes de resucitar había experimentado primeramente un quebrantamiento total en su alma cuando cedió sus emociones, su intelecto y su voluntad en el huerto de Getsemaní ante Dios, su Padre.

En segundo lugar, fue también quebrantado totalmente en su carne cuando murió traspasado en la cruz del Calvario donde cargó no solamente con el pecado de la humanidad sino también con el castigo y el juicio que demandaba tal pecado.

Podemos afirmar que Cristo murió dos veces; una en el nivel del alma en la que murió así mismo para cumplir la voluntad de Dios y otra en nivel físico del cuerpo en la que murió así mismo por otros para hacer la voluntad del Padre.

Cristo murió primeramente en su hombre interior antes de poder hacerlo en su hombre exterior. Dios siempre desea trabajar primeramente en nuestro corazón y en lo profundo de nuestro ser antes de enviarnos a realizar alguna tarea o cumplir alguno de sus propósitos.

Es de mucha enseñanza ver el proceso que experimentó Cristo; primero fue quebrantado en su alma; en segundo lugar fue quebrantado en su carne; en tercer lugar fue resucitado y vivificado en el poder pleno del Espíritu; y en cuarto lugar fue exaltado hasta lo sumo recibiendo un nombre sobre todo nombre.

Solamente cuando hay un quebrantamiento del alma y de la carne en la vida del creyente; es que el Espíritu Santo puede manifestarse libremente trayendo el poder de la vida y de la resurrección de Cristo sobre nosotros.

Cristo que había resucitado y había atravesado con éxito el proceso del quebrantamiento del alma y de la carne se aparece a sus seguidores para restaurar sus emociones, su intelecto y su voluntad.

1.- TRES ENCUENTROS DE CRISTO RESUCITADO.

A.- Un encuentro con María Magdalena. María simboliza las personas que están rotas emocionalmente y representa a las personas que emocionalmente están quebrantadas porque las cosas no salieron como ellas esperaban.

María estaba desolada porque todas sus expectativas, sus sueños y el mundo que había construido alrededor de la figura de Jesús se habían colapsado con la muerte de Cristo.

María creía que entendía perfectamente lo que estaba ocurriendo, es decir, ella pensaba que Cristo había muerto para siempre, que todo se había acabado y que lo único que conservarían de Jesús serian los recuerdos y una tumba. Debido a esta percepción errónea de la realidad sus emociones y sentimientos la ahogaban en un constante lloro y clamor.

María simboliza a las personas que sus emociones y sentimientos no les dejan ver una luz de esperanza al final de la situación que están atravesando. María no tenía miedo ni de la gente ni del que dirán. Ella simplemente no entendía por qué había ocurrido lo que había ocurrido y sencillamente no lo podía superar.

En el versículo 1 vemos a María llegar la primara al sepulcro aun cuando era de noche. En el v.2 María volvió a los discípulos analizando y concluyendo que si la tumba estaba vacía es porque alguien se había llevado el cuerpo. En el v.10-11 regresó al sepulcro y permaneció hasta lo último. María no podía apartarse de la tumba porque estaba atada emocionalmente a ese lugar.

Así muchos de nosotros estamos atados emocionalmente a experiencias trágicas, de muerte, de dolor, de humillación que no podemos abandonar y que no nos dejan avanzar en las cosas que Dios tiene para nosotros el día de hoy.

Muchos de nosotros no queremos ni siquiera mirar esa tumba de muerte que para nosotros representa un fracaso, una humillación o mucho dolor. Son experiencias que han representado tal colapso en nuestras vidas que preferimos dejarlas un lado e intentar taparlas con el olvido. Pero la realidad es que hay una gran diferencia entre la sanidad y el olvido porque una herida no sanada jamás podrá ser olvidada.

Si nos encontramos en una situación parecida a la de María debemos alzar nuestros ojos para darnos cuenta que si existe una tumba vacía es porque también existe un Cristo resucitado junto a esa tumba.
Dios quiere llevarte a ese lugar de fracaso donde tal vez llegaste por culpa propia o ajena pero esta vez Dios te quiere llevar para sanarte , restaurarte y desatar el poder de la vida y de la resurrección sobre ti. No es sano ni bueno tener área en nuestras almas que no han sido sanadas por el Señor.

Jesús se apareció a María para restaurar y sanar todas sus emociones; para mostrarle que la realidad no era como ella pensaba que era; para desatarla en sus emociones y que nunca más viviera ligada a un sepulcro o una tumba vacía; y darle la seguridad de la vida y de la resurrección de Cristo.

B. Un encuentro con los discípulos (V.18-23) Los discípulos representan a las personas que están rotas en su voluntad y viven en temor porque no les gusta como son las circunstancias presentes.
Cristo no alcanza a sus discípulos hasta la noche. Había pasado todo el día y ninguno había vuelto al sepulcro para ver si Cristo había resucitado o para ver por lo menos si el dicho Maria, acerca del robo del cuerpo de Jesús, era cierto o no.

¿Por qué estaban en esta situación? ¿por qué no hacían nada? Por que los discípulos estaban atados en su voluntad porque tenían miedo a los judíos. Seguro que todos tenían el deseo de ir al sepulcro pero ninguno tenia la determinación suficiente de hacerlo porque estaban atados en su voluntad por el temor al hombre.

Estaban atados por el temor y este miedo a los hombres había roto su voluntad. ¿qué significa tener una voluntad rota? Significa que teniendo el deseo de hacer algo no lo haces y no queriendo hacer algo terminas por hacerlo (Ro.7)

Los discípulos pensaban que si Jesús había sido el primero en morir ellos sin lugar a dudas serian los siguientes por eso no se atrevían a salir de esas habitación.

Una voluntad rota te lleva siempre a vivir en un sitio cerrado como una cárcel donde no eres libre para tomar tus propias decisiones y el temor a las circunstancias te paralizan.

Para los discípulos la preocupación principal era la de sobrevivir y en ninguno de los casos habían contemplado salir a predicar abiertamente a todas las naciones. La voluntad de ellos estaba atada por el temor y por las circunstancias. Su alma tenía que ser quebrantada, restaurada y liberada por el Espíritu Santo

Cristo sale a su encuentra y les ministra a sus emociones diciéndoles: “Paz a vosotros” y con un mensaje nuevo que cambiaría la voluntad de ellos para siempre: “Yo os envío…recibid el Espíritu Santo”

Cada día tenemos que tener un encuentro con Cristo resucitado para que vivifique nuestra voluntad y la fortalezca para ser impulsados por su E.S a lugares que nunca pensamos llegar cuando estábamos en la cárcel del miedo y de la voluntad rota.

Si queremos tener una voluntad fuerte cada día debemos buscar un encuentro personal con Cristo para que su Espíritu Santo nos ayude a vencer cada circunstancia de tentación y nos impulse a ir más allá de lo que somos. Una persona que no tiene un encuentro personal diario con Cristo terminará teniendo un alma debilitada y una voluntad rota por la que el enemigo se infiltrará para llevarnos a una cárcel de inutilidad.

C. Un encuentro con Tomás. (v.24-29) Tomas representa a la persona que está atada en su intelecto porque sencillamente no creen las cosas de Dios, no creen a otros hermanos, no creen que las circunstancias puedan cambiar y le ponen condiciones a Dios para seguirle.

Tomás limitó su fe a ver y a tocar a Cristo, es decir, a sus sentidos físicos lo cual es muy típico hoy en día entre los no cristianos y de alguna manera también entre los cristianos porque muchas veces le ponemos demasiadas condiciones a Dios para que le creamos o para hacer su voluntad.

Tomás estaba ante una paradoja porque por un lado estaba limitado en su intelecto y por otro lado la solución a su problema no residía en el intelecto sino en una manifestación sobrenatural de Cristo resucitado.

Cristo se muestra a Tomás alcanzándolo en su necesidad, rompió todo argumento o limite intelectual al manifestarse resucitado y le permitió que le tocara para que cayera de rodillas clamando: “Dios mío y Señor mío”

Todos nosotros de alguna manera hemos sido como Tomás que hemos necesitado un encuentro y un toque de Jesús para caer de rodillas delante de el y convertirnos.

El poder de Dios vence, trasciende y sobrepasa todo intelecto humano y cuanto antes doblemos nuestras rodillas ante este hecho antes veremos su vida y su poder manifestado.

CONCLUSIÓN.

– ¿Estoy dispuesto a romper, a quebrantar y a humillar mis emociones y sentimientos para dejarlos moldear mi alma por Dios?
– ¿Estoy dispuesto a romper, a quebrantar y a humillar mi voluntad para hacer la de Dios?
– ¿Estoy dispuesto a romper, a quebrantar y a humillar mi excesivo intelectualismo para vivir la locura de la cruz y del E.S?

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