Dios te formó con un objetivo. No eres producto de un “accidente”. Tal vez las circunstancias de tu concepción no fueron las ideales, pero tienes vida porque el Padre lo planeó y decidió, así que hay un propósito para tu existencia.
Nuestra memoria humana no recuerda cómo fuimos formados en el vientre, ni cuándo recibimos nuestro llamado, pero nuestra memoria espiritual sí lo recuerda. Todos tenemos ese mensaje, pero no lo buscamos en nuestro interior. Por eso, hay una alarmante estadística que dice: “De cada 100 personas, sólo 5 tiene una visión para su vida, las 95 restantes caminan sin visión y sin dirección, van donde los lleve la corriente por lo que no encuentran la realización personal”. Dios quiere mostrarte Su propósito. Quiere que veas dentro de ti y descubras la razón de tu nacimiento. Muchos preguntan porqué alguien muere pero nunca porqué nació. Todos tenemos una razón por la cual Dios nos regaló la vida.
La Palabra es enfática en decir TODO ayuda a bien si amamos a Dios de acuerdo a propósito con el cual nos llamó (Romanos 8:28). Esto significa que cuando encuentras el propósito de Dios para tu vida, encuentras la dirección para el futuro, pero también la revelación de cómo lo pasado ayuda a tu porvenir.
Cada circunstancia que te ha rodeado influye en tu futuro y ayuda al cumplimiento del propósito en la vida. El día de tu nacimiento, el tipo de familia con la que creciste. Influye el colegio donde estudiaste, los amigos que tuviste desde pequeño, ¡incluso la colonia donde viviste y el nombre que te pusieron son producto de la voluntad de Dios, no de la casualidad! Claro que no todo parece bueno cuando sucede, pero Dios es poderoso para transformar incluso lo malo, incómodo y desagradable en algo provechoso para tu visión. Solamente poniendo tu mirada arriba podrás encontrarle sentido a lo que dejaste atrás. Todo va encajando y tiene sentido al verlo a través de los ojos de Dios.
Nuestro Padre te formó, te regaló dones y talentos para cumplir un llamado. Cada talento está asociado a lo que Dios quiere que cumplas. Cuando descubres para qué eres bueno, descubrirás para qué te hizo Dios. Identificar lo que nos apasiona también es una buena forma de descubrir tu llamado. Todo lo que te gusta realizar está ligado a lo que Dios quiere que hagas.
Otra forma de descubrir la misión que Dios tiene para ti es recordar qué soñabas ser y hacer cuando eras niño. Todos teníamos sueños que incluían el deseo de bendecir a otros. Soñábamos con ser bomberos, policías o médicos. Yo soñaba con hacer algo para cambiar mi país. No dejes que el tiempo ahogue tus sueños, recuérdalos para descubrir tu propósito en la tierra.
Otro indicio que te ayuda a encontrar tu misión es pensar qué te gustaría que dijeran sobre ti en tu funeral. Piensa un momento, ¿te gustaría que te identificaran como un gran educador, empresario o padre? Todas estas preguntas te ayudan a encontrar aquello para lo que fuiste hecho. Insisto: Dios te hizo con un propósito, descúbrelo para no tomar las decisiones equivocadas y desperdiciar tu vida en actividades sin sentido. Algunos jóvenes escogen su carrera siguiendo a sus “cuates”, buscando algo que les provea dinero o que sea fácil de terminar. ¡Esas son las razones equivocadas! Para escoger, no debes ver hacia fuera sino hacia dentro, preguntándote ¿qué quiere Dios de mi? Si le pones atención, Él te dará la respuesta.
Escoger trabajo es igual. No te decidas por el empleo donde te pagan más, está más cerca de tu casa o donde trabajan tu amigos. Escoge trabajar en aquello que te apasiona, lo que te dará satisfacción personal y crecimiento aunque al principio ganes menos dinero y tengas que hacer más sacrificios. Porque cuando sigues una “visión”, la “provisión” de Dios te seguirá siempre. Cuando tu objetivo primario es hacer lo que el Señor te mandó, el dinero te sigue porque es un recurso que te enviará para cumplir Sus planes. ¡Yúju, abre los ojos y el corazón!
Para descubrir tu llamado, lo primero es tener el anhelo ardiente de saberlo y preguntarle al Señor. Decirle: “Necesito que me lo digas, quiero descubrirlo!” Cuando Él vea tu interés, te hablará. Lo impresionante es que tu propósito está escrito en la Biblia. Hay momentos cuando la lees y dices: “¡Ese soy yo, eso es lo que quiero!” No sé cómo funciona pero así es. Le sucedió a Jesús cuando dijo: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí(Hebreos 10:7)”.
El apóstol Pablo nos asegura que se olvida de todo lo pasado y ve hacia delante porque su único anhelo es descubrir y alcanzar la meta que Dios tenía para él y alcanzar el premio de ese supremo llamado en Cristo Jesús (Filipenses 3:12-14). Imítalo y dedícate a aquello para lo que fuiste enviado.
Dios quiere usarte de muchas formas. Dile: “haré lo que me has llamado a lograr”. Tu propósito no es un secreto imposible de descubrir, pídeles al Señor que te lo revele, búscale, escúchale, sé esforzado y valiente.
Atrévete a emprender el camino del propósito de Dios. Deja que tu llamado vea la luz y vive para que sea una realidad que honre al Señor. Dile que deseas cumplir Sus planes, prométele que harás lo que te ha mandado porque anhelas servirle y bendecir a quienes te rodean.
Por: Pastor Rodolfo Mendoza