Hay muchas cosas que requieren nuestra atención y devoción: nuestros trabajos, nuestros hijos, nuestros conyugues y nuestros pasatiempos-las demandas y distracciones de la vida. Tenemos que tener cuidado de no dejar que se vuelvan más importantes o de mayor prioridad que nuestra relación con Dios.
El primero de los diez mandamientos dice: No tengas otros dioses además de mí (lea Éxodo 20:3). Deuteronomio 5:8-9 (NVI) dice: “No hagas ningún ídolo ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso.”
Aun así ¿cuántas cosas de las que ocupan nuestro tiempo, dinero, pasatiempos y atención han tomado el lugar que le pertenece a Dios? Cualquier cosa se puede convertir en Dios para nosotros-cualquier cosa que adoramos o en la que ponemos una cantidad excesiva de tiempo. Aun sus sentimientos pueden convertirse en dios si usted permite que le controlen. Necesitamos preguntarnos a nosotros mismos: “¿me estoy inclinando ante Dios y su Palabra o ante mis sentimientos?
Otro reto que tenemos que confrontar es el vivir en un mundo lleno de personas que no quieren que Dios o su Palabra interfieran con sus vidas y rutinas. Parece que tenemos una epidemia de egoísmo en nuestro mundo hoy y crea todo tipo de situaciones no saludables. Por ejemplo, cuando las personas rehúsan honrar a Dios y seguir su sabiduría en las decisiones que toman, esto les causa que se abrumen con preocupación, resentimiento y amargura. Finalmente se presenta como una enfermedad en sus cuerpos. En nuestra cultura, este comportamiento causa una caída en nuestros estándares morales y actitudes.
Pero las buenas noticias son que no tenemos que conformarnos con vivir de esta manera. En Cristo, ¡podemos disfrutar de nuestras vidas en abundancia! (Lea Juan 10:10.)
Cómo establecer el hábito de vivir para Dios
La clave de tener la “vida abundante” de Dios-su amor, paz y gozo- es manteniéndolo en el lugar apropiado en cuanto a nuestras prioridades. “Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo:-Yo soy el Dios *Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable (Génesis 17:1 NVI). Note que Dios le instruye a Abraham a caminar y vivir en su presencia. Podemos hacer esto estableciendo hábitos diarios de oración, adoración y tiempo consistente y regular en su Palabra.
¡Amo la Palabra de Dios! Es maravillosa. Contiene sabiduría, aliento, consuelo e inspiración para todo problema o dilema humano concebible. Su Palabra trae paz y estabilidad a nuestro espíritu y renueva nuestra mente (lea Romanos 12:2). ¡Emociónese acerca de leer la Biblia!
Los beneficios de mantener a Dios primero
Que su meta sea tener una relación intima con Dios. Permítale entrar a cada área de su vida. Si usted está constantemente buscando respuestas y aceptación de otras personas, ore acerca de esto y pídale al Señor que le ayude a dejar de hacer esto y comenzar a poner su mirada en él. En Primara de Tesalonicenses 2:4 (NVI) dice: “hablamos como hombres a quienes Dios aprobó y les confió el evangelio: no tratamos de agradar a la gente sino a Dios.”
A medida que vivimos para agradar a Dios, él promete bendecir nuestras vidas y hacernos prosperar. La Biblia dice en Salmos 1:3 (NVI) que el hombre que camina en el camino de Dios es: “Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!”
Cuando tome la decisión de servir a Dios con todo su corazón y de ponerlo primero en su vida, su alma prosperará y su gozo y paz aumentaran. Recuerde apoyarse en él y pedirle: “Dios, quiero hacer esto, pero no lo puedo hacer sin ti.” Él no espera que usted viva para él en su propia fuerza o habilidad y él entiende cuando usted comete un error. Así que si se equivoca, no se rinda ante el desánimo ni permita que le detenga; confiéselo y siga adelante. Él le dará la gracia para hacer lo que necesita hacer. ¡Un día a la vez, usted y Dios juntos pueden lograr cualquier cosa!
Por Joyce Meyer.