El Reverendo Angus J. Mac Queen, cuenta una anécdota de James Garfield, antes de convertirse en el vigésimo (20º) presidente de los Estados Unidos y que explica muy bien la importancia de ESPERAR. Dice que Garfield era director de la Universidad Hiram de Chicago (Hiram College) entre 1857-1861, que para entonces era conocido como Western Reserve Eclectic Institute. Un día un padre de familia pidió a Garfield que simplificara el curso de estudios con el propósito de que su hijo pudiera graduarse más rápido, a lo que éste respondió: “Desde luego, pero todo depende de lo que usted quiera hacer de su hijo. Cuando Dios quiere hacer un roble, le toma cien años. Cuando quiere hacer una calabaza le lleva sólo dos meses” (Maxwell, 1996).
Al leer esta historia, podemos notar algo que comúnmente nos cuesta a los seres humanos como lo es ESPERAR. Así como este padre de familia sugirió a Garfield la posibilidad de que su hijo avanzara más rápido el curso de la carrera evadiendo parte del programa regular, muchas veces nosotros queremos que las cosas ocurran a la velocidad que deseamos, sin pensar que es necesario pasar por ciertas etapas, para alcanzar aquello tan anhelado y que Dios tiene preparado para nosotros.
“Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar” Salmos 119:49.
¿ROBLE O CALABAZA?
La respuesta de Garfield nos hace reflexionar en el tiempo que Dios invierte en nuestra formación y crecimiento al comparar este proceso con el de un roble. Un roble, es un árbol de apariencia majestuosa e imponente, llegando a superar fácilmente los 40 metros de altura y 12 metros de circunferencia; tiene un proceso de crecimiento lento que puede ir aumentando hasta los 200 años, y sus raíces pueden llegar a profundizar hasta 1,5 metros. Su principal característica es la dureza de su madera. Tal es su vinculación con la fuerza, que cuando decimos de alguien que parece un roble aludimos a su formidable salud o vigor.
Por su parte, una calabaza es el fruto de la planta calabacera; presenta forma esferoide o aplanada, de color naranja, y su tamaño oscila entre 25 a 40 cm de diámetro (algunas llegar a ser más grandes), llegando a pesar unos 25 kg. Su tiempo de crecimiento varía entre los 3 y 4 meses dependiendo de la variedad, época, clima y manejo de siembra. Al ser comparada con un roble, no se pretende minimizar el valor de este delicioso fruto, sino en pensar en el tiempo de duración que conlleva formar algo tan grande y fuerte como un roble, en comparación con la fragilidad de la calabaza.
“…pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa”. Isaías 6:13 (RV1960).
“…Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria”. Isaías 61:3 (NVI)
ESPERAR: ¿Una pérdida de tiempo?
En algún momento en la escuela o universidad, nos hemos preguntado ¿Por qué tengo que ver esta asignatura? ¿Por qué me mandan estas tareas? ¿Por qué tengo que realizar estas actividades? ¿Para qué sirven?. Al hacernos estas preguntas, realmente estamos considerando que parte del contenido es inútil o una pérdida de tiempo. Esto ocurre, porque nos gusta obtener resultados a CORTO PLAZO.
El padre del joven quería acelerar el proceso, pero acelerar este proceso iba a evitar que su hijo obtuviera ciertos conocimientos que iban a ser importantes en su carrera. ¿Se ha hecho usted la misma pregunta en algunas situaciones de la vida?, Se ha preguntado:
- ¿Porque estoy pasando esto?
- ¿Por qué algunas cosas no se dan a tiempo?
- ¿Por qué hay que transitar por ciertas situaciones?
Dios está interesado en moldear el carácter de Cristo en nosotros. Para ello Dios utiliza aquellas situaciones, eventos o circunstancias que llegan a nuestras vidas, a fin de lograr su propósito. Eso lleva tiempo y ese tiempo implica muchas veces que tenemos que ESPERAR.
EL CRECIMIENTO IMPLICA QUE DEBES ESPERAR.
- El Agricultor:
“…Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta la lluvia temprana y la tardía”. Santiago 5:7
¿Qué agricultor que siembra una semilla piensa que al día siguiente recogerá fruto solo porque la riega en ese momento? El agricultor sabe que el proceso de crecimiento de la planta implica que debe ESPERAR.
- La Mujer Embarazada:
“Como tú no sabes…cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas”. Eclesiastés 11:5
¿Qué mujer piensa que al quedar embarazada el día de hoy, el bebé nacerá al día siguiente? La mujer sabe que el proceso de gestación implica ESPERAR 9 meses, y que por más que desee ese proceso no se puede acelerar.
ESPERAR NO ES UN LLAMADO A LA INACCIÓN.
“Estar quieto y no hacer nada son dos cosas muy diferentes” Señor Han (Película Karate Kid)
A la mayoría de las personas nos gusta obtener resultados a corto plazo y sentimos que si no estamos logrando lo que deseamos, entonces no estamos haciendo nada. Frases como “debes tener paciencia” o “debes esperar”, generan un conflicto dentro de nosotros que lleva a frustrarnos, ya que consideramos que no estamos haciendo nada, o al menos lo suficiente. Pero, ¿Es esto cierto?.
En la vida y especialmente en los caminos del Señor, ESPERAR es vital para el crecimiento. Esto no significa que no estamos haciendo nada, sino que durante el proceso de espera, hay cosas que debemos hacer, que aunque no acelerarán el proceso, son importantes para que el resultado se obtenga.
¿Qué hace el agricultor mientras la planta crece y da fruto? Durante el proceso el agricultor no está inactivo, sino que riega, abona, fertiliza, poda, y cuida la planta hasta que ésta de su fruto. ¿Qué hace la mujer embarazada mientras el niño crece en el vientre? Durante este proceso, la madre cuida su alimentación, toma las vitaminas, se mantiene saludable, ya que esto garantiza también la salud del bebé al nacer y en las primeras etapas del desarrollo.
Parafraseando la frase del señor Han, debemos pensar que ESPERAR y NO HACER NADA son dos cosas muy diferentes. Al esperar estás haciendo algo: Estas confiando en que eso que estás haciendo traerá frutos.
HOMBRES QUE TUVIERON QUE ESPERAR:
La Biblia está llena de hombres y mujeres que tuvieron que esperar para poder ver logrado sus sueños y que Dios cumpliera Su propósito en sus vidas.
- JOSÉ: Un hombre que tuvo que esperar.
“Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez, y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía”. Génesis 37:3-5.
José era el hijo favorito de Jacob. Por esta causa sus hermanos lo aborrecían, y este sentimiento fue creciendo aún más a causa de los sueños que él tuvo. Aunque esos sueños eran de parte de Dios, y Dios tenía un plan con José; éste tenía que ESPERAR. José fue vendido por sus hermanos cuando tenía alrededor de 17 años (Gn. 37:2); y fue presentado delante del Faraón para ser nombrado gobernador de Egipto a los 30 años (Gn. 41:46). Aún tuvieron que pasar después de esto siete (7) años de abundancia, y al menos dos (2) años de hambre (Gn. 45:6) para poder ver el sueño cumplido. José no podía llegar a ser el hombre que Dios quería que fuera, si no aprendía ciertas lecciones que eran necesarias para cumplir el propósito de Dios.
- MOISÉS: Un hombre que tuvo que esperar.
Quizás conozcas la historia de Moisés. El evangelista D. L Moody resume la vida de este gran hombre de Dios de la siguiente manera:
“Moisés pasó sus primeros 40 años creyendo que era alguien, sus siguientes 40 años aprendió que no era nadie, y sus últimos 40 años viendo lo que Dios puede hacer con alguien que sabe que no es nadie”. Dwigth L. Moody. (Gell, R; 2015).
Hechos 7:23-29 dice que: “cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así. Y al día siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz, diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? Entonces el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros? ¿Quieres tú matarme, como mataste ayer al egipcio? Al oír esta palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde engendró dos hijos”.
A la edad de 40 años, Moisés creía que podía liberar a su pueblo del yugo egipcio. Esta idea de ser un libertador, la había adquirido sin duda de las enseñanzas de su madre (Éx. 2:9-10), en combinación con la visión conquistadora de los egipcios (Hch. 7:22). Sin embargo, y aunque Moisés era el hombre que Dios había elegido para cumplir la misión de liberar al pueblo, aún ese no era el momento. Moisés tenía que ESPERAR. Moisés debía aprender ciertas lecciones durante los próximos 40 años, que no había adquirido durante su estancia en el palacio del Faraón. Moisés debía aprender a depender del Poder de Dios y no de su propia fuerza.
- DAVID: Un hombre que tuvo que esperar.
Algunos eruditos afirman que David tenía entre 12 a 16 años cuando fue ungido por el profeta Samuel (1ª Sam. 16:13). Después de su enfrentamiento con Goliat, la fama de David comenzó a acrecentarse entre el pueblo (1ª Sam. 18:16). Sin embargo, y aunque David era un hombre que amaba a Dios y servía al rey Saúl con lealtad, éste comenzó a conspirar contra David, al punto de querer asesinarlo (1ª Sam. 19:2). Tal situación conllevó a David a huir delante de Saúl como un fugitivo haciéndose pasar como loco (1ª Sam. 21:13), resguardándose en cuevas (1ª Sam. 22:1-2), en el desierto, (1ª Sam. 23:14; 26:2), en tierra de los filisteos (1ª Sam. 27:1). Muchos de sus salmos fueron inspirados durante este tiempo de angustia y persecución. No fue sino hasta la edad de treinta años, cuando los ancianos de Israel nombraron a David rey sobre Israel (2ª Sam. 5:3-4).
“Sin lugar a dudas, David fue el mejor rey de Israel. Quizá a ningún otro hombre en la Biblia lo han estimado tanto Dios y los hombres. David se convirtió en la medida que se aplicaría a todos los demás rey de Israel Dios lo usó no sólo para establecer el reino, sino también para instruir a la nación en la adoración y la alabanza. Sus salmos quizás han inspirado a más gente que ninguna otra composición literaria”. (Ellisen, 1996). Todo lo anterior ocurrió gracias a un hombre que aprendió a ESPERAR.
¿QUÉ APRENDEMOS AL ESPERAR?
- Esperar nos enseña a desarrollar la paciencia.
- Esperar nos enseña a desarrollar la tolerancia.
- Esperar nos enseña a confiar en las promesas de Dios.
“Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto en él esperaré. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová” Lamentaciones 3:24-26
Al final, la actitud que tengas ante el proceso que pasas determinará si eres ROBLE o CALABAZA. Dios te bendiga grandemente!!!
Referencias:
- Maxwell, J. (1996). Desarrolle los líderes que están alrededor de usted. Editorial Betania: Nashville, TN.
- Ellisen, S. (1990). Hacia el conocimiento del Antiguo Testamento. Editorial Vida: Deersfielf, Fl.
- Gell, R.. (2015). Débiles en manos de un Dios Fuerte. Editorial: Diez Veces Mas Group: República Dominicana.
Alexander Guerrero H.
Escritor, Conferencista y Consultor Organizacional.