(Pastores Gonzalo y Andrea Sanabria)
Dios siempre nos está enseñando, y utiliza diferentes circunstancias, situaciones y elementos para forjar en nosotros su carácter y ayudarnos a crecer de manera integral. El Señor usará distintos ambientes, personas y medios para hablarnos y darnos a conocer su carácter y propósito, por eso muchas veces nos sorprenderá…
JESÚS SE APARECE A SIETE DE SUS DISCÍPULOS (Devocional No. 070)
“Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada”, Juan 21:1-3.
En primer lugar vemos a los discípulos sin Cristo, es decir con ellos no estaba Jesús, y experimentan una ausencia de dirección, e invierten fuerzas y tiempo sin resultados. Este mar tenía varios nombres: mar de Galilea, lago de Genesaret y mar de Tiberias, se le llamaba mar por su gran tamaño en comparación con el país, pero realmente era un gran lago de agua dulce. Se ha distinguido por su gran cantidad de peces… es interesante que aunque el agua era dulce y los peces abundaban, estaban pasando por un momento triste y difícil: “aquella noche no pescaron nada”. Por eso es fundamental la guianza divina.
El Señor Jesús siempre llega en el momento preciso: “Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; más los discípulos no sabían que era Jesús”, Jn. 21:4. El texto bíblico nos dice: “cuando iba amaneciendo”, quizá 5:00 o tal vez 6:00 a.m. “se presentó Jesús”, seguramente volvían desanimados. Ellos “no sabían que era Jesús”= pero la mirada de Dios estuvo sobre ellos toda la noche.
Cristo tiene muchos títulos y uno es “Sol de justicia”, ellos no sabían que era Jesús, pero allí apareció, así que no importa cuán oscura, difícil y fría esté la noche, nuestro Sol de Justicia aparecerá y brillará, y todo el panorama cambiará. Dios tiene el poder de transformar el caos en bendición.
La presencia y guianza de Dios siempre marcará la diferencia: “él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces”, (V. 6). Que gran diferencia entre “toda la noche que no pescaron nada” y “cuando echaron una sola vez la red encerraron gran cantidad de peces”, solo basta seguir su dirección para ver los gloriosos resultados.
Los milagros de Cristo siempre deben acercarnos a Él, pues Pedro se lanzó al mar para llegar a la orilla donde Jesús estaba. En este lago, Jesús hizo 18 de los 33 milagros registrados. La Biblia dice que Pedro “se lanzó al mar” porque quería llegar primero a ver a su Maestro, valoró más la presencia de su Señor que las bendiciones y los milagros, no le importaron los peces, él quería estar con su Maestro, él fue más allá del milagro.
Reflexión final: Con su poder, Cristo cautiva tu atención; con su amor y cuidado, Cristo cautiva tu corazón. El amor a Dios va más allá de un milagro, es una profunda pasión por su presencia y por hacer su voluntad. Cristo es Dios todopoderoso, dador de vida, sólo en él hallamos vida eterna. Permitamos a Dios hacer su obra, sólo él sabe cómo hacerlo. Búscalo y sigue adelante, Dios cumplirá su propósito en ti.
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