Dios escucha nuestras oraciones, y responde con poder
Si usted le pregunta a cualquier persona, de la religión que sea, si sabe lo que es orar, le responderá que sí. Si avanza un poco más y le interroga respecto a por qué y para qué orar, es probable que comience a tartamudear y si llega al último nivel y le sondea respecto a cuánto tiempo pasa orando, lo más probable es que le dirá que muy poco o nada. “Cuando me acuerdo”, fe lo que dijeron varias personas en una encuesta que realizamos hace pocos días.
La oración es una de las prácticas que más se menciona cuando alguien habla sobre espiritualidad. Lamentablemente es muy poco lo que se practica, y más cuando se trata del pueblo cristiano. Es más, usted, ¿pasa tiempo en oración?
Leí una reflexión de Myles Munroe que comparto con usted: “La verdadera pregunta no es si la oración es válida o no, sino más bien, ¿entendemos el arte de orar y conocemos cómo funciona? Comencemos haciendo un viaje a la tierra de la duda, deshaciéndonos del escepticismo y activando el más maravilloso poder que todo ser humano pose: el poder para influir en la tierra desde el cielo por medio de la oración”(Myles Munroe. “Entendiendo el propósito y el poder de la oración”. 2013. Whitaker House editores. Pg. 10)
La oración no es una disciplina más de la vida cristiana. Por el contrario, es la puerta de entrada a la Presencia de nuestro amado Hacedor. Es el camino que nos permite encontrarnos con Él y hacer realidad lo que enseñó nuestro amado Salvador Jesucristo: “Les digo la verdad, todo lo que prohíban en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitan en la tierra será permitido en el cielo.”(Mateo 18:18. NTV)
Esta es una palabra poderosa. ¿Qué significa? Que todo aquello que pidamos en oración, impacta los cielos, toca el corazón de Dios, y se ve reflejado en nuestro entorno. Vamos a la dimensión espiritual para impactar la dimensión física, material.
Resulta curioso, irónico y a la vez inquietante que muchos cristianos aceptan de buena gana todos los rudimentos: ir al servicio dominical o entre semana, leer la Biblia, desarrollar algún ministerio, aportar para el Reino de Dios… pero apenas hablamos de oración, el panorama cambia. A muchos creyentes el tema les resulta aburrido.
Esto sería comprensible en creyentes que apenas comienzan su vida de fe, pero no en quienes están desarrollando alguna actividad de liderazgo.
¿A qué se debe? A que no hemos valorado apropiadamente lo que significa orar y la conexión que nos genera con la dimensión espiritual, en la esfera misma donde Dios se mueve con poder. En otros casos, no comprendemos cómo opera la oración y es probable que nos preguntemos si Dios nos escucha. ¿Qué certeza tenemos de que seremos oídos?
Al mirar este cuestionamiento viene a mi memoria algo que leí sobre el famoso evangelista e intercesor, Rees Horwells: “Recuerdo a un joven cristiano que le preguntó:”¿Cómo conoce usted la voz de Dios?”. Él le respondió: “¿Puedes diferenciar la voz de tu señora madre entre muchas otras?”. Su interlocutor respondió: “Sí, desde luego”. Entonces Ress Howell le dijo: “Bien, es exactamente así como conozco la voz de Dios, porque he aprendido a identificar su voz así como tú podrías identificar la voz de tu señora madre.”(Norman Grubb. “Rees Howells, el intercesor”. 2013. CLC editores. Colombia. Pg. 11)
No identificamos la voz de Dios porque no oramos, y no oramos porque hemos desestimado esa maravillosa experiencia. ¿Debe ser siempre así? Por supuesto que no. Hoy es el día para imprimir una nueva dinámica a nuestra vida espiritual.
¿Recuerda cuando Dios creó al género humano y le delegó la tarea de ejercer dominio sobre la creación? Léalo en Génesis 1:26, 27. Si tomó unos minutos para hacerlo, le explicaré: Dominamos sobre el mundo físico, conforme a la voluntad de Dios, cuando oramos. ¿La razón? Mediante nuestra oración, lo imposible se torna posible.
Si no ha tomado la mejor decisión que toda persona puede asumir, hoy es el día para que lo haga. Reciba a Jesús como su Señor y Salvador. Le aseguro que no se arrepentirá.