La oración que hace que el infierno tiemble

Por David Wilkerson
Cuando se escribió el libro de Daniel, Israel estaba bajo la cautividad de Babilonia. Cuando ocurren los eventos relatados en el capítulo 6, después de una vida larga ministerial, Daniel tenía ochenta años de edad. El profeta de Dios y predicador había sobrevivido a dos reyes babilónicos, Nabucodonosor y a su hijo Belsasar. Ahora Daniel servía bajo el rey Darío. A través de sus muchos años de ministerio, Daniel siempre fue un hombre de oración. Y ahora, en su edad de anciano, el no pensaba disminuir su intensidad.



Las Escrituras no mencionan que Daniel sentía agotado o desanimado. No menciona nada de él tener un nido para descansar o una casa de campo donde él pudiese pasar sus años dorados sin ninguna responsabilidad. Al contrario, Daniel estaba sólo comenzando. Las Escrituras demuestran que cuando este hombre *****plió los ochenta años, sus oraciones hacían que el infierno temblara, enfureciendo al diablo.

En ese tiempo, Darío había promovido a Daniel al cargo más alto en la tierra. Daniel ahora servía como uno de tres presidentes, gobernando sobre príncipes y gobernadores de algunas ciento veinte (120) provincias. La Biblia también dice que Darío favorecía a Daniel sobre los otros dos presidentes. Él puso a Daniel a cargo de formar una política de gobierno y enseñaba a todos los que eran asignados a la corte y a los intelectuales. “Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino”. (Daniel 6:3).

Obviamente, Daniel era un profeta ocupado. Nadie podía llevar a cabo esos roles tan demandantes sin estar terriblemente ocupado. Puedo imaginar las clases de presiones que habían sido puestas sobre este ministro con su agenda y sus reuniones que le consumían su tiempo.

Sin embargo, nada sacaba a Daniel de su tiempo de oración. La oración permanecía siendo su ocupación central, tomando precedencia sobre las otras demandas. Simplemente, Daniel nunca estaba demasiado de ocupado para dejar de orar. Tres veces al día, él se alejaba de todas sus obligaciones, sus cargas y demandas como líder para pasar tiempo con el Señor.

Daniel nunca tuvo que consultar a otros líderes “exitosos” sobre cómo llevar a cabo su llamado. Él no tuvo que asistir a seminarios para saber cómo ministrar a las multitudes que estaban bajo su cuidado. Él simplemente se retiraba de todas sus actividades y oraba. Y Dios le contestaba. Daniel recibía toda la sabiduría, dirección, mensajes y profecías mientras estaba de rodillas.

Creo que Daniel es un ejemplo a nosotros de lo importante que es tener a un ministro que ora durante los tiempos de crisis. Vemos esto en sus años de comienzo cuando regía Nabucodonosor. En un punto, el rey tuvo un sueño perturbador que lo dejó aturdido, confundido y obsesionado. Él le rogó a sus videntes que le explicaran el significado del sueño, pero nadie pudo.

Esto enfureció a Nabucodonosor. Él le dijo a su corte: “Ustedes solo me dan palabras necias y vacías. Están evadiendo, tratando de ganar tiempo. Pero yo quiero la verdad. Quiero respuestas a mis más profundos anhelos”. Finalmente, decretó que todos sus videntes fueran matados – astrólogos, caldeos, magos y adivinos, hasta sus “hombres sabios” incluyendo al joven Daniel y a sus tres compañeros.

Cuando Daniel supo de su mandato de muerte, él se reunió con sus tres amigos. Usted puede estar seguro que esta reunión no fue para compartir o explorar opciones, o para ver cómo los otros judíos iban a salir con un plan de sobre vivencia. No, Daniel y los tres jóvenes hebreos sabían que ellos tenían que escuchar directamente de Dios. Así que se fueron de rodillas y clamaron a Dios por misericordia y revelación.

Qué oración tan increíble Daniel ofreció: “Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes y pone reyes; da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas y con él mora la luz. (Daniel 2:20-22).

En este momento, la iglesia del Antiguo Testamento estaba en su punto más bajo. El pueblo de Dios perdió su canción, sus alabanzas fueron silenciadas y ahora estaban alejándose espiritualmente. La prosperidad increíble en Babilonia había agarrado los corazones de muchos. Y de seguro que Satanás estaba regocijándose por la condición de Israel. Entonces, para hacer las cosas peor, motivó a Nabucodonosor a emitir el decreto de muerte para Daniel.

Ahora todo israelita que estaba cautivo miraba a Daniel. Su futuro dependía de su comunión con el Señor. Ellos se preguntaban: “¿Habrá alguien a quien Dios le habla todavía? ¿Habrá alguien que pueda leer los tiempos y sepa qué esta sucediendo? ¿Quién podrá discernir los secretos de Dios?”

Daniel sabía exactamente lo que estaba sucediendo. Y él podía haber actuado en cualquier número de maneras. Él pudo haber organizado una marcha grande en el capitolio para demandar justicia para los judíos. Pero, usted ve, el mundo y el infierno no están impresionados por las multitudes, números o demostraciones. Ni tampoco les impacta las iglesias súper grandes con muchos edificios y membresías. A ellos no los conmueve lo inteligente o educados que son los ministros jóvenes que usan las encuestas para conseguir resultados preguntando: “¿Qué temas desean ustedes que desean que evitemos en nuestros sermones? ¿Cómo podemos acomodarles a ustedes para que así vengan a la iglesia?”

No – la única forma que este mundo será impactado es a través de la palabra que expone el pecado que revela el corazón. El mundo necesita escuchar pura verdad del Espíritu Santo que corta a lo ligero y contesta el lloro de un corazón dudoso.

Creo que el rey Nabucodonosor es un retrato del ser humano moderno, que gime: “Tengo poder e influencia. Tengo todas las posesiones materiales que deseo. Pero no tengo paz. Tengo preguntas y necesito escuchar las respuestas. Todos ustedes que dicen que hablan por Dios – intelectuales, personas que pertenecen a cultos, hasta gente del paño, si no pueden contestar al lloro de mi corazón, entonces no tienen razón de existir. No tienen propósito. No sirven para nada a la sociedad.”

Cuando estuve en Dallas recientemente, visité a una congregación que se anunciaba como una “iglesia de comunidad”. El servicio fue tan casual, que fue horrendamente irreverente. Las personas tomaban su refresco y comían donas mientras los niños corrían desenfrenadamente.

El servicio comenzó con una parodia cómica sobre cómo comprar un automóvil. Entonces el grupo de alabanza cantó varias canciones genéricas – canciones de amor que usted puede cantar a su novio(a). Finalmente, el pastor con un doctorado, subió al púlpito con un pequeño papel en su mano que contenía su mensaje. Él habló por diez minutos sobre cómo usted deleitarse con su trabajo.

Este ministerio había comenzado a través de un censo que se hizo en la comunidad que le preguntaba a la gente lo que ellos deseaban en una iglesia. Como resultado, los servicios fueron diseñados para que no confrontaran a la audiencia. Sin embargo, según yo miraba a la congregación, vi hombres y mujeres que obviamente tenían serios problemas que necesitaban respuestas. Los adolescentes parecían aburridos. Mi corazón de desgarró por esta gente. Todos allí necesitaban una palabra del cielo, pero solo estaban recibiendo paja. ¿Por qué? Los hombres en el púlpito estaban evadiendo porque ya habían perdido su comunión con Dios.



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Cuando esta nación vea la escritura de
juicio en la pared, entonces clamarán
por líderes de oración.


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Cuando el dedo del juicio de Dios se hace aparente en América, la gente ya no podrá tornarse a los predicadores de la prosperidad que dicen: “Todo esta bien”. Mas bien, ellos reaccionarán como los israelitas – buscando de la compañía de Daniel, gente de Dios que saben leer los tiempos.

En Daniel 6, el hijo de Nabucodonosor Belsasar reinaba. Este rey pagano hacia una gran fiesta para los miles de sus señores. Mientras las festividades de borracheras seguían, el rey le dijo a sus sirvientes que trajeran los vasos de oro y de plata del templo judío en Jerusalén. Pronto, los señores del rey, las esposas y concubinas tomaban salvajemente de los vasos sagrados.

De momento, en un momento, supernatural, los dedos de la mano de un hombre aparecieron en la fiesta y comenzaron a escribir un mensaje en la pared. Era una amonestación de juicio que estaba a la puerta. Las Escrituras dicen: “Entonces el rey palideció y sus pensamientos lo turbaron y se debilitaron sus lomos y sus rodillas daban la una contra la otra. El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos.”

“Y el rey dijo a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación será vestido de púrpura y un collar de oro llevará en su cuello y será el tercer señor en el reino. Entonces el rey Belsasar se turbó en gran manera y palideció y sus príncipes estaban perplejos.” (Daniel 5:7-9).

Que escena tan llena de horror. Sin embargo, le digo, un día bien pronto, América la próspera experimentará este mismo tipo de choque. La escritura esta ahora en la pared y sin duda, juicio esta a la puerta. Como Belsasar, los líderes de nuestra nación están turbados, sus lomos se han debilitado y sus rodillas tiemblan.

Sin embargo, a pesar de esto, ministros en América están predicando una paz falsa. Por toda la nación, pastores que están conformes dicen que Dios nunca haría que América caiga porque nosotros enviamos tantos misioneros por todo el mundo. Estos pastores no mencionan que el juicio está seguro por venir porque hemos asesinado a 40 millones de bebés a través del aborto. Cuando la letra aparezca en la pared, estos pastores se van a quedar mudos. Ya ellos están fuera del reino de Dios porque Dios revela su sabiduría sólo a gente que ora.

Yo le digo a todos los pastores: Dios te ayude si no eres una persona de oración. En estos tiempos de maldad y deleites de la carne, debes de estar encerrado con Dios. ¿Qué harás cuando la letra de Dios aparezca y tu gente pregunte que le leas los tiempos? ¿Cuántos chistes harás desde el púlpito? ¿Cómo le contestarás cuando interrumpan tu sermón y pidan: “Por favor, pastor, díganos qué esta sucediendo. ¿Es esto juicio? ¿Qué vendrá próximo? ¿Porqué usted no nos alertó sobre lo que va a suceder? Usted nos dijo que todo estaba bien – pero hemos perdido todo.”

Estoy continuamente sorprendido por lo que dicen los que hacen las investigaciones sobre lo que la gente quiere para así inducirlos a que asistan a la iglesia. Servicios “contemporáneos” parecen funcionar ahora en tiempos de prosperidad. Pero vamos a ver qué sucede cuando el dedo de Dios aparezca y las cuentas de banco comiencen a disminuirse, sus niños se vuelvan a las drogas y sus familias se quebranten. Las ovejas no desearán escuchar predicaciones de dulce de algodón. Querrán la verdad, pura y sin adulterar.

La corte del Belsasar tembló a este cambio de eventos. Nadie sabía lo que estaba sucediendo. De repente, la borrachera cesó. Y, como el rey tembló, alguien dijo: “Hay un hombre en el reino, en el cual mora el espíritu de los dioses santos, …por cuanto…mayor sabiduría y entendimiento, interpretación de sueños, y descifrar enigmas y resolver dudas están en Daniel.” (Daniel 5:11-12).

Así que Belsasar envió por Daniel. Él le dijo al profeta: “Todos estos hombres sabios no me pueden decir nada. No pueden interpretar la letra escrita en la pared. Pero he oído que tú puedes discernir los tiempos. Por favor, dime la verdad y quita mis dudas. (Ver 5:16).

Cuando Daniel habló, él no habló con rodeos o con lisonjas. Él había estado de rodillas y sabía exactamente lo que esta gente deseaba escuchar. Así que le dijo las cosas como eran: “Y tú … Belsasar, no has humillado tu corazón…sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido…Contó Dios tu reino y te ha puesto fin…pesado has sido en balanza y fuiste hallado falto”. (Daniel 5:22-23,26-27).

Esta era la clase de verdad que Belsasar y sus súbditos deseaban escuchar. Era el tipo de verdad que podía resolver las dudas porque les decía exactamente donde estaban parados. Verdaderamente, Belsasar estuvo agradecido y llamó a Daniel el tercer señor del reino.

Por favor, no me digan que los que no son convertidos no desean recibir convicción o predicación directa. ¡No es así!



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Cada persona que ora enfrenta peligros.


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Cualquier persona que ora azota el infierno. Y Satanás hará todo lo que este en su poder para callar las oraciones de esa persona. Daniel había probado la efectividad de sus oraciones bajo Nabucodonosor y Belsasar. Ahora, bajo el reino de Darío, Satanás inició una gran conspiración para silenciar las oraciones de Daniel. Las oraciones del profeta habían estremecido tanto al infierno que un diablo enfurecido organizó el gobierno completo de Babilonia en contra de Daniel.

Recuerde, Daniel había sido puesto sobre todo líder de la tierra. Estos políticos vieron en Daniel sabiduría, respeto y favor y esto los hizo bien celosos de Daniel. Y ellos conspiraron contra Daniel: ”Entonces los gobernadores y los sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel y ningún vicio ni falta fue hallado en él.” (Daniel 6:4).

Daniel era inocente, así que los líderes de Babilonia no podían sorprenderle ni en una sola falta. Ellos finalmente concluyeron que la única manera era conseguir que el profeta fallara era a través de su devoción a Dios. Ellos decían: “No encontraremos ocasión alguna para acusarle, excepto no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.” (6:5) ¿Se podrá decir esto de nosotros hoy?

Estos líderes sabían que Daniel oraba hacia Jerusalén tres veces al día. Y ellos atribuyeron su favor a sus oraciones. Así que fraguaron un plan para detener las oraciones de Daniel. ¿Cómo? Creo que trataron de mantener ocupado a Daniel para que así no tuviera tiempo de orar. Sus ayudantes buscaron involucrarlo en cosas importantes relacionadas al reino para que así no pudiera orar.

Amados, esto es una de las formas que Satanás usa contra los creyentes. Y es una conspiración que prevalece entre los ministros. Si preguntas a un pastor por qué no ora, probablemente te dirá que no tiene tiempo. Las demandas de su rol de pastor le consumen mucho tiempo y él tiene que usar el tiempo que le sobra para preparar sus sermones.

Muchos cristianos caen en la misma tentación. Dicen: “Tengo muy poco tiempo para orar. Mi trabajo consume todo mi tiempo”. Hasta las amas de casas dicen: “No tengo un momento en el día para orar. Cuando consigo vestir a mis niños, limpiar la casa y hacer las comidas, no me queda tiempo.”

El filósofo Soren Kierkegaard se refirió a la ocupación de los cristianos como un narcótico. Observó que los lleva a tener doble pensamiento. Dijo que, según las personas caen en tareas más profundas, su amor por la verdad se le escapa más y más hacia el olvido. Entonces, con el estímulo masivo de sus actividades y sus demandas de su tiempo que van en crecimiento, se les hace imposible que ellos entiendan el peligro en el cual se encuentran. Ellos tienen el espejo de la palabra de Dios pero no pueden estarse quietos lo suficiente como para ver lo que refleja.

Creo que una persona ocupada que ora raras veces tiene una condición peor que una persona que tiene una enfermedad terminal. ¿Cómo? Poco a poco se va acostumbrando a su condición. Y según pasa el tiempo ora menos y se hace menos consciente de Dios. Poco a poco sus convicciones se deterioran hasta que las pierde completamente.

Daniel sabía que no podía sobrevivir sin la oración. Así que, siguió orando, aunque sus colegas le daban mas y más trabajo. Ya saben la historia. Ellos finalmente decretaron una moratoria para que no se orara por treinta (30) días. Era una ley intencionada sólo para Daniel. Con todo y eso, Daniel no cesó de orar sus oraciones que hacían temblar al infierno – y terminó en el foso de los leones.

Usted se preguntará, ¿qué era lo que motivaba a Daniel a orar tan intensamente? ¿Qué le hacía seguir orando, aún con una sentencia de muerte sobre su cabeza? ¿Por qué este hombre de ochenta años continuaba abriendo su corazón a su Señor tan fervientemente, cuando el resto de la iglesia ya no buscaba de Dios?

Considere el esfuerzo inmenso que le tomaba a Daniel a consagrarse a la oración. Después de todo, vivía en la ciudad de Nueva York de su tiempo – grande, majestuosa, rica Babilonia. Y él vivía en un tiempo de apatía espiritual – borracheras, en busca de deleites y avaricia entre la gente de Dios. Más que eso, era un líder con distracciones por todos lados.

Le digo a usted, la oración no viene naturalmente a nadie, incluyendo a Daniel. La oración disciplinada es fácil de comenzar pero fuerte para continuarla. Nuestra carne y el diablo atentan en contra de ella. ¿Cómo nos hacemos gente de oración?



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En tiempos de declinación espiritual y
juicio inminente, Dios busca cierta clase
especial de persona que ora.


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En Jeremías 5:1, Dios le suplicó: “Recorred las calles de Jerusalén y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; y yo la perdonaré.» El Señor decía en esencia: “Seré misericordioso, si puedo encontrar una persona que me busque.»

Dios había bendecido y protegido esa gente. Y ellos continuaban cruzando todos los limites de moralidad, cometiendo adulterio y asociándose con rameras. Y peor, no se entristecían por el pecado y no deseaban corrección. Así que Dios, buscó un hombre quebrantado que quisiera interceder – pero no pudo encontrar ni solo uno.

Ezequiel 23 describe una tragedia similar. Los profetas y sacerdotes de Israel se habían convertido en lobos devoradores. Se hicieron ricos de almas inocentes, robado a los pobres y a las viudas. Profanaron la santidad de Dios, viendo ninguna diferencia entre lo limpio y lo sucio. Cerraron sus ojos al pecado, predicando mentiras y diciendo falsamente: “Así dice el Señor”.

Dios suplicó en vano por un solo hombre que se resistiera a todo eso: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí a favor de la tierra para que yo no la destruyese; y no lo hallé. (Ezequiel 22:30).

Ahora, durante la cautividad de Babilonia, Dios encontró a ese hombre en Daniel. Y hoy, mas que nunca en la historia, el Señor esta buscando a esa misma clase de hombres y mujeres de Dios. Él busca siervos fieles que estén dispuestos a “hacer vallado” y “pararse en la brecha”, trabajos que sólo pueden llevarse a cabo a través de la oración.

Como Daniel, esa persona se encontrará con la Palabra de Dios en su mano. Cuando el Espíritu Santo vino a Daniel, el profeta estaba leyendo el libro de Jeremías. Entonces fue que el Espíritu le revelo el tiempo de Dios para la liberación de Israel. Según llegó la revelación, Daniel fue provocado a orar: “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová mi Dios…” (Daniel 9:3-4).

El Espíritu de Dios está examinando las iglesias de la nación y en los estudios de los pastores, buscando a aquellos que se derramen diligentemente sobre su Palabra. Esos siervos no están meramente buscando conocer la Biblia. Están buscando poder espiritual, modificación del pecado, la verdad que liberta. Ellos ven claramente lo que esta sucediendo en la tierra, porque lo reconocieron a través de la Palabra de Dios. Una vez que Dios encuentra a esta gente, él los bendice con un espíritu de oración.



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Un siervo de oración ve la condición de
la iglesia – y él se identifica
con los culpables.


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Daniel tenía que estar contento cuando vio que el tiempo de Dios de avivamiento había llegado. Mas cuando vio la condición espiritual de Israel, el profeta se entristeció. La gente se había saciado con los pecados de Babilonia – buscando deleites y prosperidad, alejándose de las normas morales que una vez habían honrado.

Daniel sabía que el pueblo de Dios no estaba listo para recibir su restauración. No obstante, ¿el profeta vapuleó a la gente? No – Daniel se identifico con el decaimiento moral alrededor de él. El declaró: “Hemos pecado… nuestra es la confusión de rostro…porque contra ti pecamos…(nosotros) cometido iniquidad y hemos hecho impíamente.” (Daniel 9:5,8).

Creo que lo mismo es cierto de la iglesia de Jesucristo hoy en día. No estamos en condiciones de responder al deseo de Dios de hacer un gran avivamiento en nosotros. Como Israel, estamos contaminados con los pecados de nuestra sociedad malévola.

Una ley en California obliga a las escuelas elementales a que enseñen a la homosexualidad como un estilo de vida alternativo. Borracheras se han propagado desde las universidades a la escuela superiores y secundarias. El Internet se ha hecho una súper vía para propagar la pornografía. Casi treinta años atrás, yo predije en mi libro La Visión que una caja electrónica traería formas viles de pornografía a nuestros hogares (VCR’s). Hoy, 90 por ciento de actividad en el Internet envuelve la pornografía.

Sencillamente puesto, vivimos en una Babilonia moderna. Y trágicamente, los cristianos han adoptado las maneras pecaminosas de la sociedad. Nuestro ministerio recibe cartas regularmente de esposas cristianas que escriben: “Sentía a mi esposo alejándose de mí y yo no podía entender porque. Entonces un día abrí la puerta de su lugar de estudio y lo aprehendí mirando pornografía en el Internet.”

Los jóvenes son especialmente una fácil presa para los ardides de Satanás. Multitudes de adolescentes cristianos están sacando música diabólica a través del Napster. Conozco de una madre cristiana que llevó su computadora para aprender como entrar a los lugares del Internet donde entraba su hijo para saber que era lo que él estaba sacando. Cuando ella pudo abrir los archivos de su hijo, se llenó de horror: canciones de Charles Manson, el homicida; canciones para que maten a los policías; canciones de muerte, suicidio y todo tipo de sexo promiscuo.

Dios desea bendecir grandemente a su pueblo hoy – pero si nuestras mentes están contaminadas con el espíritu del mundo, no estamos en posición para recibir sus bendiciones. Daniel hizo esta declaración poderosa: “Todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros” (Daniel 9:13-14).

Usted preguntará – ¿Qué es la oración que hace que el infierno tiemble? Viene del fiel y diligente siervo que ve a su nación y a su iglesia caer más profundamente en pecado. Esta persona cae sobre sus rodillas, gimiendo, “Señor, no deseo ser parte de lo que está ocurriendo. Déjame ser ejemplo de tu poder guardador en el medio de tiempos malévolos. No importa si nadie más ora, yo oraré.”

Daniel concluía diciendo: “Aun estaba en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio… y me hizo entender, y hablo conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salida para darte sabiduría y entendimiento… porque tú eres muy amado.” (Daniel 9:21-23).

¿Dónde esta el pueblo que ora en la casa de Dios hoy en día? ¿Dónde están los pastores fieles que buscan a Dios día y noche? Estos son los que serán equipados con sabiduría y entendimiento porque son muy amados.

Como Daniel, estos siervos se identifican y confiesan los pecados de la nación y la iglesia. Y gimen en humildad: “Oh, Dios, muéstrame donde he estado apartándome, donde he fallado. Entonces ayúdame a enfrentarlo y a resolverlo. Lo que tome, Dios, mantenme en las rodillas. Yo deseo y anhelo ver a tu iglesia restaurada.”

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