1 Juan 2:12-14. "Os escribo a vosotros, hijos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. 13 Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os he escrito a vosotros, niños, porque conocéis al Padre. 14 Os he escrito a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno".
Este es el último domingo de la Semana de Oración. La razón por la que ponemos la Semana de Oración entre un sermón sobre la oración y un sermón sobre la Palabra de Dios es que estos son los dos grandes instrumentos de la gracia que Dios usa para transformarnos a la imagen de su Hijo (Romanos 8:29; Colosenses 3:10).
La Interdependencia de la Oración y la Palabra
En la Biblia, Dios nos habla, y en la oración, nosotros le hablamos. Y ambas son interdependientes en su efectividad. La Escritura nos enseña a orar y nos muestra qué orar y cómo orar, y nos da las bases para la oración, y nos anima porque Dios escucha nuestras oraciones. Y la oración aplica Las Escrituras sobre nosotros mismos y sobre otros. Convierte la Palabra en oración, e implora por la ayuda de Dios para la comprensión de la Palabra y para vivir la Palabra. Así que la oración y la Palabra son interdependientes en la forma en que nos ayudan a ser conformados a la imagen de Cristo.
Fuertes Por La Palabra De Dios
El verso en que nos estamos enfocando hoy es 1 Juan 2:14b: “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno”. Esta es la segunda vez que Juan dice esto: A mitad del verso 13, dijo: “Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno”. Así que en la segunda ocasión (para enfatizar, creo), no sólo dice que han vencido al maligno; dice otras dos cosas acerca de los jóvenes: Son fuertes y la Palabra de Dios permanece en ellos. Creo que menciona estas dos cosas debido a que una explica por qué han vencido al maligno: porque son fuertes; y la otra explica cómo son fuertes: por la Palabra de Dios que permanece en ellos.
Por supuesto, esto no es cierto solo en los jóvenes. Juan los singulariza, creo, porque frecuentemente tiende a llamar a todos los cristianos “hijos” (catorce veces en esta carta) para asegurarse de que sepan que está cuidando a los ancianos (padres) y a los jóvenes en la iglesia, y de que existe una guerra que debe pelearse contra el pecado y Satanás, y de que hay un papel especial para los hombres en la batalla. Pero el principio es el mismo para cada cristiano, anciano o joven, hombre o mujer. El maligno (el diablo) es vencido por la fuerza que viene por tener la Palabra de Dios habitando en nosotros.
Ese es el mensaje principal que quiero enfatizar hoy: Nuestra fuerza o triunfo sobre el maligno viene de nuestra permanencia en la Palabra de Dios. Si usted no entiende mucho de lo que hablamos, por favor entienda esto: Su fuerza para vencer al maligno viene de su permanencia en la Palabra de Dios (1 Juan 2:14). Mi oración es que esto sea un incentivo en este año y para que cada vez se sature más de la Biblia. Quisiera que el Señor pudiera decir sobre ustedes al final del 2007: “Ustedes son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno”.
La Victoria de la Palabra de Dios sobre Satanás
La Palabra de Dios nos capacita para vencer dos actividades de Satanás. Creo que todos sus esfuerzos por destruir la fe pueden ser calificados bajo estas dos actividades. Una es la acusación de Satanás, la otra es la tentación de Satanás. Él acusa y tienta. Él nos acusa con el pecado que ya cometimos, y nos tienta a cometer el pecado que no hemos hecho. Lo que Juan nos enseña es que la permanencia de la Palabra de Dios en nosotros es el método para vencer al maligno en estas dos actividades. Analicémoslas una a una y veamos cómo la Palabra de Dios obra en estos dos tipos de victoria.
1. La Victoria de La Palabra Sobre la Acusación de Satanás
Primero asegurémonos de ver que la acusación es una de las grandes actividades de Satanás contra los creyentes. El mismo nombre de Satanás significa acusador o adversario. Y Juan, toma este significado específico en Apocalipsis 12:10-11 y lo relaciona con la Palabra de Dios:
“Y oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado. 11 Ellos lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte”.
Lo que Juan quiere decir es que las acusaciones de Satanás caen sobre la tierra (son vencidas) cuando los creyentes confían en la sangre del Cordero, Jesucristo, para cubrir todos sus pecados y convertir esa verdad en su testimonio, aun si les costare la vida. Pueden morir por la persecución, pero son más que vencedores sobre el acusador. Las acusaciones del diablo son anuladas cuando estamos bajo la sangre del Cordero –es decir, cuando estamos “en” el Hijo de Dios quien murió por nosotros.
Jesucristo, Nuestra Propiciación y Abogado
Volvamos ahora a 1 Juan y veamos cómo lo expresa allí. En 1 Juan 2:1-2, Juan escribe: “Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2 El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero” (vea 1 Juan 1:7; 3:16).
Esta carta tiene dos objetivos: 1) que no pequemos, y 2) en caso de que pequemos, que Satanás no pueda acusarnos de modo que perdamos la esperanza del cielo y la santidad y huyamos hacia la vana mundanalidad. Juan nos recuerda dos cosas: primero, que Jesucristo es la propiciación por nuestros pecados -eso significa que llevó la maldición por nosotros (Gálatas 3:13; Romanos 8:3) para que la remoción de la ira de Dios fuera segura (propiciación); y segundo, que por esta causa, Cristo es hoy nuestro abogado ante Dios en los cielos. En otras palabras, si alguna acusación llega en nuestra contra, Cristo se presenta ante Dios con la infinita dignidad de su propia sangre y justicia para cubrir todos nuestros pecados e implorar exitosamente por nuestra causa (vea Romanos 8:33-34). Esto es parte de lo que Juan quiere decir en 1 Juan 3:8b, donde dice: “El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo”. Al morir por nosotros y propiciar nuestros pecados y presentarse como nuestro abogado en los cielos, Jesús anula el efecto de cualquier acusación que el diablo traiga en nuestra contra.
La Muerte Y Justicia De Cristo Son Nuestras
Ahora ¿para quién es hace esto? La respuesta es: Él es la propiciación efectiva y el abogado para todos los que están en él –todos los que están conectados con él a fin de que su muerte cuente como nuestra muerte y su justicia cuente como nuestra justicia. Esta es la manera en que Juan lo dice en 1 Juan 2:24: “que permanezca en vosotros lo que oísteis desde el principio [que es la Palabra de Dios ¡Y es la Palabra de Dios quien vence al maligno!]. Si lo que oísteis desde el principio permanece en vosotros, vosotros también permaneceréis en el Hijo y en el Padre”. Los que habitan en el Hijo, experimentan al Hijo como su propiciación y su abogado. Si usted no está en el Hijo, entonces no le experimenta como su propiciación o abogado. Y esto es una verdad, dice Juan (2:2), no solo para nuestro grupo, sino para todo el mundo. Todos y cada uno de los que están en el Hijo le experimentan como su propiciación y abogado. Y ustedes habitan en el Hijo cuando la Palabra de Dios permanece en ustedes.
Otra forma de decir que la Palabra de Dios permanece en nosotros es decir que la creemos. Es decir le damos la bienvenida y la recibimos, la abrazamos y atesoramos su verdad. Esto es lo que Juan llama fe; y la fe, dice, es lo que vence al mundo y al diablo. Aquí está 1 Juan 5:4-5: “y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. 5 ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”
¿Cómo trabaja la Palabra de Dios?
Déjenme por tanto, tratar de organizar las ideas a fin de que ustedes puedan ver cómo trabaja la Palabra de Dios para vencer las acusaciones del maligno. Estos son los pasos que hemos visto en el triunfo de Cristo sobre las acusaciones del maligno.
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Jesucristo, el justo (2:1), murió en nuestro lugar.
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La ira de Dios es propiciada; su remoción es asegurada.
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Cristo ha resucitado de la muerte e intercede por nosotros como nuestro abogado en los cielos sobre la base de esa propiciación.
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La Palabra de Dios –el evangelio- viene a nosotros y la recibimos por gracia y permanece en nosotros.
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De esta manera, habitamos en Cristo de modo que él se vuelve nuestra propiciación personal, y nuestro abogado; es decir, experimentamos lo que Cristo ha obtenido para nosotros.
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Satanás nos acusa de pecado (que es maldición) y trata de destruirnos con la culpa.
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Nosotros –como los jóvenes de 1 Juan 2:14- vencemos al maligno porque la Palabra de Dios permanece en nosotros y somos fuertes.
El Evangelio Permanece en Nosotros
No minimice el lugar crucial que la Palabra de Dios tiene en este texto. La recibimos y permanece en nosotros, y, por este medio, permanecemos o habitamos en Cristo, y entonces su gran victoria sobre la cruz derrota las acusaciones del diablo. Vencemos al maligno por la Palabra de Dios porque cada día esta Palabra permanece en nosotros. Está viviendo en nosotros. El evangelio –la gran historia de la redención y del gran Cristo de la redención y del gran Dios de la redención y del gran proceso de la redención y de los grandes efectos de la redención- este evangelio, esta Palabra de Dios, no es algo que creemos una vez y olvidamos. “Si lo que oísteis desde el principio permanece en vosotros, vosotros también permaneceréis en el Hijo y en el Padre” (2:24). Creemos la Palabra de Dios, y por eso “permanece” en nosotros. Y por esta fe que permanece en la Palabra que permanece, disfrutamos los beneficios de la obra de Cristo, de la derrota de Satanás y de sus acusaciones.
Por tanto, nunca piense que puede dejar atrás la Palabra. Piense en la Palabra como en algo vivo y activo, piense en ella como su conexión vital con Cristo en los cielos donde es su abogado infalible y lleno de gracia. Conviértase en un cristiano saturado de la Biblia. Todo en la Biblia es la Palabra de Dios. Todo en la Biblia es el fundamento inspirado de Dios y la explicación y aplicación del evangelio. Toda ella es inspirada y ella le es completamente provechosa. Sumérjase por tanto, y permita que la Palabra permanezca en usted para que disfrute el triunfo sobre las acusaciones del maligno.
2. La Victoria de la Palabra sobre la Tentación de Satanás
Dije que todos los esfuerzos de Satanás para destruir la fe podían ser calificados dentro de dos actividades: la acusación y la tentación. Juan dice que cuando la Palabra de Dios permanece en nosotros, somos fuertes y podemos vencer al maligno. Hemos visto cómo la Palabra vence en relación a la acusación de Satanás. Ahora veamos cómo trabaja en relación a su tentación.
Primero Juan 2:14b: “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno”. Si la Palabra de Dios permanece en ustedes, entonces son fuertes –fuertes primeramente para vencer la acusación del diablo, y luego para vencer la tentación del diablo. Si el diablo no puede socavar nuestra fe por la acusación, será implacable en su intento de socavarla con la tentación.
La Tentación Y La Prueba
Y la tentación es de todo tipo y clase imaginable. No piense solamente en los comportamientos inmorales. Piense en el cáncer y como una tentación para destruir su fe. Piense en el dolor insoportable. Piense en la pérdida de los seres queridos, y en la enfermedad de sus hijos, y en la adversidad financiera, y en las tensiones matrimoniales, y en el antagonismo político, y en los desastres naturales, y en el crimen amenazante, y en la violencia de las masas. La palabra para tentación en griego (peirasmos) es la misma tanto para expresar prueba como para expresar tentación. Esto es porque toda tentación prueba nuestra fe, y toda prueba de nuestra fe es una tentación a olvidar la fe.
Así que cuando 1 Juan 2:14 dice: “sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno”, quiere también decir que ustedes han vencido la tentación a vivir en pecado, y han pasado la prueba que pudo destruir su fe.
Venciendo Las Mentiras De Satanás
¿Cómo nos ayuda la Palabra de Dios a vencer las mentiras? Lo diré en muy pocas oraciones. Satanás tienta y prueba de una sola manera: miente. Y todas sus mentiras, concluyen en dos mentiras. En cada prueba, su mentira es: Dios es malo. Y en cada tentación su mentira es: el pecado es mejor. Dios es malo y el pecado es mejor. Él tiene una melodía que tocar y la toca de mil maneras.
La Palabra de Dios nos da la fuerza para vencer al maligno porque por la gracia de Dios, por medio del Espíritu, nos libera de esas mentiras con la verdad: Juan 8:32: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”; Juan 17:17: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad”. Tu palabra es verdad. Allí está. La Palabra de Dios nos hace fuertes para vencer al maligno porque satura nuestra mente con la verdad –la verdad acerca de Cristo, y la verdad acerca de la cruz, y del Espíritu, y de la fe, y de quiénes somos en Cristo, y del significado del pecado, y la calamidad, y la enfermedad, y la soberanía y bondad de Dios.
Y por esta verdad que enciende el espíritu y produce pasión, somos fortalecidos contra las mentiras del maligno. No somos engañados, nos sujetamos de la Palabra de vida, permanecemos en Cristo. Ésta no es una cura rápida para cada problema, es un estilo de vida. Pablo llamó Timoteo a pelear la batalla de la fe (1 Timoteo 6:12) y al final de su vida dijo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2da de Timoteo 4:7). Durante todo el camino, hasta llegar al final, pelearemos con el maligno. Y peleamos utilizando la palabra que sostiene la fe, y ganamos: “esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe” (1 Juan 5:4); “sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno” (1 Juan 2.14).
Que la Palabra Permanezca Ricamente en Ustedes
Cuando Noël y yo salimos un par de semanas atrás, en nuestro 38vo aniversario, nos dijimos el uno al otro: «hagamos que el último capítulo de nuestro matrimonio sea el mejor». No pensábamos en cosas más agradables, vacaciones más largas, más esparcimiento, más juegos, menos dificultades, menos trabajo, menos riesgo. Eso no es lo que quisimos decir. Quisimos decir: Entreguémonos de forma diferente a la oración y estemos juntos en la Palabra con la intención de ser más humildes, más amables, más pacientes, más empáticos, más cariñosos, más expresivos en el afecto, que podamos llevar más fruto en el testimonio, que podamos ser una mejor imagen de Cristo. Y para ese fin, nos establecimos a lo menos un nuevo plan para estudiar la Palabra y orar juntos por ese propósito específico.
Así sea soltero o casado, joven o anciano, hombre o mujer, chico o chica, ¿se nos uniría? Permita que la Palabra de Dios permanezca ricamente en ustedes y haga de sus vidas, vidas de oración. Su Padre en los cielos les dará buenas cosas cuando pidan. Y ustedes serán fuertes y vencerán al maligno.
By John Piper. © Desiring God. Website: ministros.org