Por Ray C. Stedman.
Todo el mundo sabe que nuestra histórica ciudad de Filadelfia, en Pennsylvania, fue llamada por la iglesia que vamos a estudiar hoy y su nombre significa «amor fraternal (aunque algunos habitantes de dicha ciudad la llaman «¡la ciudad del empujón fraternal!). La ciudad bíblica se encontraba situada aproximadamente a unas 28 millas al sudeste de la ciudad de Sardis y era la más joven de las siete ciudades, a las cuales van dirigidas estas cartas.
Filadelfia fue fundada alrededor del año 150 a. de C. por el rey Atalo de Pérgamo, cuyo apodo era Filadelfo, que quiere decir «amante de un hermano. Este hombre se destacaba por la admiración y el amor que sentía hacia su hermano, Eumenes, y nombró esta ciudad en su honor. Una de las características de la ciudad, que tiene una relación con nosotros aquí en «Bay area (la región de la bahía) era que la ciudad había sido destruida por un terremoto en el año 17 A.D., juntamente con Sardis y otras ciudades en aquella región. La mayoría de las otras ciudades se recuperaron con bastante rapidez del desastre, pero las sacudidas posteriores continaron en Filadelfia durante una serie de años, con el resultado de que las gentes tenían que estar continuamente huyendo de la ciudad. César Tiberio ayudó a Filadelfia a recuperarse del terremoto y, por gratitud, la ciudad cambió su nombre a Neocesarea (Nueva Cesárea) y llevó ese nombre durante un tiempo. Menciono estos hechos porque tienen relación con las promesas hechas en esta carta a la iglesia, como veremos.
La iglesia de Filadelfia es única entre las siete iglesias porque es la única iglesia contra la cual el Señor no tiene queja alguna. ¡Es la iglesia que deleita a Cristo! Me he fijado en algo sumamente interesante al leer a los diferentes comentadores que han escrito sobre esta carta. Los comentadores bautistas hacen que de la impresión de que ésta era una iglesia bautista, mientras que los comentadores presbiterianos la presentan como si pareciese presbiteriana. ¡En mi opinión el nombre completo de esta iglesia era probablemente Iglesia Bíblica de Filadelfia o (en inglés, PBC)!
El Señor se presenta a esta iglesia de una manera totalmente fuera de lo corriente, como vemos en el versículo 7 del capítulo 3:
«Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: El Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre, dice estas cosas:»
En todas las otras cartas el Señor se vale de símbolos para describirse a sí mismo que proceden de la visión que tuvo Juan de él, tal y como vemos en el capítulo 1. Sin embargo, en esta carta, usa otros títulos para describirse a sí mismo. Les dice claramente quién es y lo que hace. ¿Quién es? Es «el Santo y Verdadero, es santo y moralmente perfecto. No hay en su carácter la menor falta ni imperfección, además es la realidad genuina, el verdadero, el que se encuentra detrás de todo lo que existe. Ese es el Señor.
¿Qué es lo que hace? «tiene la llave de David. Esa es una referencia a un incidente del que ha quedado constancia en el capítulo 22 de la profecía de Isaías. En los días de Ezequías, el rey, había un cortesano (al que podríamos considerar como jefe de personal, porque era el encargado del palacio) que se llamaba Sebna. Le habían pillado cometiendo una estafa personal, que redundaría en su propio beneficio, y como resultado de ello Dios dice algo muy fuera de lo corriente y muy descriptivo acerca de él: «El (Dios) te asirá firmemente y te enrollará bien como a un ovillo, para lanzarte (como si fuera un tirador de plato) a una tierra espaciosa. Era una predicción de que habría de ser enviado a Babilonia, siendo reemplazado por un hombre santo, llamado Eliaquim, acerca del cual nos dice Dios: «Pondré sobre su hombro la llave de la casa de David. El abrirá y nadie cerrará; él cerrará y nadie abrirá. El Señor hace referencia a este pasaje de Isaías y se lo aplica a sí mismo: «soy el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra. Nadie se puede oponer a su voluntad. El gobierna los acontecimientos de la historia en la tierra. El es el que abre algunas puertas y el que cierra otras. Lo que él abre nadie lo puede cerrar y lo que él cierra nadie lo puede abrir. No hay ningún poder humano que pueda oponerse a lo que Dios decide.
Ahora le dice a la iglesia, comenzando por el versículo 8, cómo usará su poder para abrir y para cerrar.
«Yo conozco tus obras. He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque tienes un poco de poder y has guardado mi palabra y no has negado mi nombre.
El Señor le dice a una iglesia como la de Filadelfia que le abrirá puertas de ministerio y de servicio y nadie las podrá cerrar. El apóstol Pablo usa esta analogía acerca de sí mismo. En su segundo viaje misionero intentó ir a la provincia de Así con el propósito de predicar el evangelio, pero le fue prohibido por el Espíritu Santo y fue una puerta cerrada. A continuación intentó ir a Bitinia, en la orilla sur del Mar Muerto, pero el Señor no se lo permitió y se encontró con otra puerta cerrada, pero cuando fue a Troas tuvo una visión de un hombre de Macedonia, y se enteró de que el Señor le había abierto una puerta que le conduciría a Europa. El que Pablo se comprometiese a entrar por esa puerta ha cambiado el curso de toda la historia en el mundo occidental, afectando a toda la civilización desde aquellos tiempos. Fue una puerta abierta con un tremendo significado, que el Señor le había abierto a Pablo. Pero en 1ª de Corintios 16, dice acerca de Efeso, la capital de Asia: «porque se me ha abierto una puerta grande y eficaz y hay muchos adversarios. De modo que la puerta que había estado cerrada con anterioridad, le fue abierta posteriormente por el Señor.
En la actualidad estamos viendo algo totalmente fuera de lo normal en este mismo sentido. Sin ningún anuncio previo, el Señor ha abierto puertas en Polonia, en el este de Alemania, en Checoslovaquia y en Hungría, puertas que llevaban décadas enteras cerradas y es maravilloso ver de qué modo están respondiendo las personas a esa puerta abierta. Pero no muy lejos de estos países se encuentra una puerta cerrada, Albania, a orillas del Adriático, donde se halla el país más cerrado al evangelio en el mundo entero. En aquel país se les prohibe a los cristianos practicar su fe y no se permite tener iglesias. Es una puerta cerrada a cal y canto. Existen además otros países que también permanecen cerrados en la Europa oriental y se nos anima a orar por estos países, pero es Aquel «que abre y nadie cierra y cierra y nadie abre el que ha de hacer que nuestras oraciones obtengan respuesta.
Al llegar a este punto debo hacer una corrección al texto de la NIV (´nueva versión inglesa). Las palabras «sé que tienes poca fortaleza no son lo que dice el texto en griego, ya que en griego no hay ninguna palabra para decir «sé y lo que dice literalmente es «…porque tienes un poco de poder y has guardado mi palabra y no has negado mi nombre. A la iglesia se le está explicando el motivo por el que el Señor le ha abierto puertas y lo que dice el texto es: «he aquí he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque tienes un poco de poder y has guardado mi palabra y no has negado mi nombre.
Eso nos enseña algo muy importante. Nos dice que se abre una puerta cuando una iglesia *****ple las condiciones que le permiten ir adelante y pasar por esa puerta una vez que se ha abierto. La principal de esas condiciones es haber descubierto el poder del Espíritu porque el Señor se está refiriendo al poder espiritual. No se trata tanto de fortaleza, sino de poder, de un poder que se consigue por medio de la fe, es decir, esperando que Dios actúe. Las personas en la iglesia sienten que Dios puede hacer algo y esperan la oportunidad, la necesidad de aparecer, y cuando responden, se abre una puerta para realizar un servicio continuado, que posiblemente se abra incluso mas de par en par para que otros puedan entrar con ellos.
Estoy convencido de que Efesios 2:10 es, en cierto sentido, el versículo más emocionante del Nuevo Testamento. El apóstol Pablo dice: «Porque somos hechura de Dios (esta palabra también ha sido traducida por «obra maestra) creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Por eso es por lo que usted es cristiano, para que pueda realizar buenas obras, obras que sean de ayuda, de misericordia, de amabilidad, de testimonio, de amor, de consuelo, de consejo y de fortaleza. Eso es lo que son capaces de hacer cada uno de los miembros de la iglesia. Hemos sido «creados para hacer las buenas obras y luego viene la parte emocionante «que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Cuando se enfrenta usted con una necesidad es posible que al principio le parezca un tanto insignificante. Tal vez se trate de un vecino con un corazón apesadumbrado, quizás sea un miembro de la familia que tiene lo que puede causar la impresión de ser un problema bastante insignificante. Sin embargo, cuando usted reacciona frente a estas situaciones, se convierten en una puerta abierta. Puede surgir un ministerio de ellas que será para usted un desafío, un estímulo y bendición al *****plir usted con ese ministerio.
Fíjese en que el Señor le dice «tienes un poco de poder. Eso enfatiza, de un modo muy realista, el hecho de que la mayoría, si no todas, las iglesias a duras penas se dan cuenta del tremendo potencial que tienen para el ministerio. Yo mismo he pensado con frecuencia que se aplica a nuestra iglesia en PBC. En dos ocasiones esta mañana he tenido el privilegio de dirigirme a una gran congregación. Todos aquellos de ustedes que conocen a Cristo han recibido de él dones espirituales y han recibido, al mismo tiempo, la comisión de usar esos dones para bendecir a las personas y para atender a sus necesidades. ¡Pero qué pocos de nosotros lo hacemos! ¡Qué gran potencial poseería una sola congregación si todos ejercitasen el ministerio que les ha sido dado para usar esos dones espirituales que han sido concedidos a cada persona! Por eso es por lo que el Señor le dice a esta iglesia de Filadelfia: «tienes un poco de poder, pero no mucho y lo dice con la esperanza de que aumenten el potencial que tienen para el ministerio.
Tenemos que recordar que se promete la presencia del Espíritu a cada una de las iglesias sin condición alguna. ¡Cuando conocemos a Cristo el Espíritu viene a morar en nuestros corazones, pero el poder del Espíritu solo se concede a aquellas iglesias que aprenden a guardar su palabra y que no niegan su nombre! Esas dos cosas son de vital importancia para el ministerio de cada iglesia. En primer lugar, debe de estar presente la Palabra y Dios siempre planta su Palabra en el corazón de su iglesia. Debemos de predicarla, de enseñarla, de estudiarla y de conocerla de verdad. Y esto no es solo algo para los dirigentes, sino que todo el mundo en la iglesia debe conocer la Palabra de Dios. La Biblia es el libro mas asombroso que jamás ha visto el mundo, puesto que nos permite tener una percepción de la vida que no podemos encontrar en ningún otro lugar. Ninguna gran universidad en el país puede hacer que entendamos la vida de la manera como lo hace este Libro. Por lo tanto, debemos *****plir lo que dice, conocerlo, caminar conforme a él y amarlo, ¡empapándonos de la Palabra!
Pero por encima de la Palabra está el Señor mismo. Uno de nuestro antiguos himnos lo expresa de la siguiente manera:
Más allá de la página sagrada, te busco a ti, Señor. Mi espíritu te anhela, Oh Palabra Viva.
La Palabra es la que nos permite conocer el carácter de Jesús, tener comunión con él, y no negar ese carácter en nuestras vidas. Nuestras vidas deben ser un reflejo de todo lo que representa su nombre. Debemos de conocerle como el que está siempre presente y junto a nosotros y amoldar nuestro comportamiento a su vida. Esas son las cualidades que necesitamos para poder entrar por las puertas abiertas, que el Señor da a su iglesia y a las personas en ella.
En segundo el Señor dice en el versículo 9:
«He aquí, yo te daré algunos de la sinagoga de Satanás de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten. He aquí, yo haré que lleguen y se postren delante de tus pies y conocerán que yo te he amado.»
Cuando una iglesia se muestra receptiva y dispuesta a ser usada, el Señor se valdrá de su poder para «abrir y cerrar y hacer que sus enemigos la respeten y reconozcan abiertamente que Dios les está bendiciendo. Hemos visto esta frase «la sinagoga de Satanás también usada en la carta de la iglesia perseguida de Esmirna. Se refería a ciertos judíos en aquella ciudad que afirmaban ser descendientes espirituales de Abraham, pero de hecho no eran mas que sus descendientes físicos; su actitud con respecto a la verdad de Dios distaba mucho de la fe de Abraham. El Señor mismo se enfrentaba continuamente con los fariseos, que afirmaban ser descendientes de Abraham, pero Jesús les dijo: «sois de vuestro padre el diablo. De modo que aquí, en la ciudad de Filadelfia Jesús se refiere a esta oposición judía como «la sinagoga de Satanás, pero sucede algo sorprendente. ¿Qué es lo que hace que vengan por fin y se inclinen ante la iglesia y reconozcan que Dios la está bendiciendo? Es el hecho de que la iglesia reaccione frente a la oposición y la hostilidad con amor y con un evidente conocimiento de Dios, que estos judíos no poseen, a pesar de tener las Escrituras. Como resultado, vienen por fin y reconocen las bendiciones que está concediendo Dios a la iglesia de Filadelfia.
Algunos de ustedes habrán estado escuchando a Tuvya Zaretsky durante nuestra hora de Escuela Dominical hablar acerca de su educación judía y lo resistente que era al evangelio y a los cristianos. Para él el nombre de Jesús era anatema y con solo oír a la gente hablar acerca de él se ponía furioso. Pero conoció a cristianos que le trataron con amabilidad y que le quisieron a pesar de su ira y de su hostilidad. A la postre, acabó por darse cuenta de que la salvación está solo en Cristo y se hizo cristiano y actualmente está trabajando con «Jews for Jesus (judíos para Jesús) en San Francisco.
En dos ocasiones distintas me he reunido con un grupo de rabinos judíos bien informados y conocidos por todo el país, una vez en Los Angeles y en otra ocasión en Houston. Durante nuestra segunda reunión uno de los rabinos me dijo algo muy impresionante, me dijo: «ustedes los evangélicos premilenialistas son los únicos cristianos con los que realmente podemos hablar porque ustedes están convencidos de que hay un futuro para Israel. Eso nos permite comunicarnos con ustedes, pero los otros nos han dado por perdidos y no tenemos demasiado en común con ellos. Esa reacción se destaca aquí por el hecho de que cuando realmente representamos el amor y la compasión de Cristo, y entendemos las promesas del Antiguo Testamento, se puede comunicar con los judíos por todas partes y se encontrarán con que ellos respetarán lo que les digamos y lo que hagamos.
La tercera manera de que se vale nuestro Señor para ejercitar el poder de abrir y de cerrar la tenemos en esta asombrosa promesa del versículo 10:
«Porque guardaste la palabra de mi paciencia (nuevamente, esa no es una buena traducción porque lo que está realmente diciendo es «porque habéis guardado la palabra de mi paciente perseverancia que es una referencia a la propia perseverancia del Señor, que ha estado esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies, durante muchos siglos «debido a que habéis aprendido a esperar de esta manera está diciendo, «como habéis guardado mi palabra de paciente perseverancia) yo también te guardaré a la hora de la prueba que ha de venir sobre todo el mundo habitado, para probar a los moradores de la tierra.
Esa es una clara referencia a lo que el Señor mismo llama en Mateo 24 «la gran tribulación, un tiempo de tribulación como no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora ni habrá jamás. Encontraremos descripciones muy gráficas acerca de ella al seguir el estudio del libro del Apocalipsis. Y ha sido especialmente enviada para «probar a los moradores de la tierra. Eso no significa los residentes de este planeta, sino que es más bien una referencia a su actitud mental, a su estado mental. Se está refiriendo a aquellos que viven como si esta vida fuese lo único que hubiese, que tienen una mente materialista, que viven en el mundo por el mundo y para las cosas del mundo. Para revelar eso es para lo que será enviado el tiempo de prueba.
Pero la promesa hecha concretamente a la iglesia es que se liberará de esa hora de prueba. De hecho la palabra no es «de sino «fuera de, será librada y quedará fuera, no solo de la prueba, ¡sino de todo ese tiempo de prueba! Esta es una de las más claras promesas en la Biblia acerca del rapto de la iglesia antes de que comience la gran tribulación. Es una promesa acerca de la marcha de la iglesia, que Pablo describe de un modo tan gráfico en 1ª de Tesalonicenses 4: «Porque el Señor mismo descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos y habremos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para el encuentro con el Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor. Esta es una promesa maravillosa, que muchas señales indican que es posible que esté cerca ya.
Considerado desde el punto de vista de la historia cristiana, esta iglesia de Filadelfia es un anuncio de los Grandes Despertamientos Evangélicos, que tuvieron lugar en los siglos XVIII y XIX, siguiendo a la declinación que se produjo entre las iglesias de la Reforma. Los Hermanos Moravos en Alemania comenzaron a reunirse en pequeños grupos para orar, captando de nuevo una visión de Dios y lo que él podía hacer y finalmente enviaron a misioneros a otras partes del mundo. Comenzó en Inglaterra como el movimiento al que llamamos el Movimiento Puritano. John Bunyan, que escribió El Peregrino, fue uno de esos puritanos; John Newton, cuyos himnos cantamos con tanta frecuencia fue otro de ellos. Este Despertar incluyó también el gran Avivamiento de los hermanos Wesley y la predicación de George Whitefield tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. En este país incluye el movimiento conocido como el Gran Despertar con Jonathan Edwards como uno de sus dirigentes y los Jinetes del Circuito Metodista que viajaban a caballo por toda la costa este, ampliando posteriormente su recorrido al oeste, cuando la nación empezó a trasladarse al oeste. Yo mismo me he beneficiado de uno de estos hombres, llamado el Hermano Van, que vino al Territorio de Montana poco después de que empezase a poblarse debido a la fiebre del oro, yendo a las tabernas y a los campos mineros de Montana y predicando el evangelio, ganando a cientos para Cristo y fundando iglesias por todo el estado, la mayoría de las cuales existen aun, pero me temo que no les va demasiado bien.
Ese fue además un tiempo de reavivamiento del interés misionero. William Carey en Inglaterra tuvo una visión de la necesidad en la India y acabó marchándose a aquel país donde sembró el evangelio, realizando una gran obra en esa nación. Robert Moffet y su famoso cuñado, David Livingstone, fue a Africa donde realizó una labor impresionante. El misionero norteamericano, Adoniram Judson, fue a Burma y fue un pionero en la obra en ese país. Hudson Taylor fue como misionero al interior del continente chino. Tenemos otros muchos nombres de grandes misioneros que vivieron durante esa época de la historia. Es también el momento en que aparecieron grandes evangelistas, cuyos nombres todos recordamos, como George Whitefield, John Wesley, Charles Spurgeon (un pastor, pero además un gran evangelista), Charles Finney aquí en este país, y D.L. Moody, que dejó una gran obra tras de sí. Todos estos fueron como un anuncio de la iglesia de Filadelfia, que surgió con vigor entre la muerte que caracterizaba a muchas otras iglesias.
La apelación hecha por nuestro Señor se menciona en los versículos 11 al 13:
«Yo vengo pronto. Retén lo que tienes para que nadie tome tu corona. Al que venza, yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca jamás saldrá fuera. Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo, enviada por mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Tenemos de nuevo una renovación de la maravillosa promesa de Dios: «yo vengo pronto. Muchas personas preguntan al leer esto: «¿cómo puede decir eso? Esto fue escrito hace casi 2.000 años. La iglesia le ha estado esperando desde entonces, pero no ha venido todavía. ¿Cómo pudo decirle a esta iglesia «yo vengo pronto? La respuesta es considerar esta promesa en relación con el contexto. Acaba de describir un tiempo en el cual la tierra tendrá que pasar por las mas terribles tribulaciones que ha conocido jamás, la terrible y gran tribulación. Eso es algo que ha descrito muy claramente en su Discurso del Monte de los Olivos, en Mateo 24. En dicho pasaje tenemos una escena terrible del sol que se oscurece, de la luna que no da su luz, de las estrellas que caen de los cielos y de los corazones de los hombres, que les fallan al contemplar atemorizados las cosas que van a suceder en la tierra. Es en relación con ese acontecimiento con lo que Jesús dice que va a venir pronto. Al aproximarse el mundo a ese solevantamiento final y cataclísmico, deberíamos escuchar de nuevo su promesa de que va a volver pronto. El mismo dijo: «cuando estas cosas comiencen a suceder, mirad y levantad vuestras cabezas; porque vuestra redención está cerca. Su promesa de que viene pronto la pronuncia en relación con estas cosas.
En relación con lo anteriormente dicho lo que nos dice es: «aferrate a lo que tienes para que nadie te quite tu corona. Al hacerse los tiempos cada vez mas difíciles y al ser cada vez mas difícil ser cristiano y aumentar la hostilidad y volverse el mundo cada vez mas secular, dejando de lado todo lo relacionado con el cristianismo, que había practicado con anterioridad, tenemos que andarnos con cuidado para no darnos por vencidos y dejarnos arrastrar por las actitudes y los intereses mundiales. No debemos permitir que el deseo de alcanzar una posición, el prestigio, la fama, un hogar precioso y aquellas cosas que codicia el mundo se conviertan en algo de vital importancia en nuestra manera de pensar. «Aferraos a lo que tenéis dice Jesús, porque hay peligro de que alguien os quite vuestra corona, pero esa no es una referencia a la posible pérdida de la salvación, lo que está haciendo es referirse a nuestra oportunidad de prestar servicio en las edades eternas. Esa es la recompensa que se nos ofrece, la oportunidad de realizar un mayor servicio. James I. Packer ha dicho muy acertadamente:
La recompensa del cristiano no es algo que se gane directamente, no es un pago proporcional por unos servicios prestados, sino que es el don del Padre de una gracia generosa que da a sus hijos, muy por encima de lo que pudieran merecer. Además, debemos de entender que la recompensa prometida no es algo de una naturaleza diferente, que se une a la actividad por la que se concede, sino que es más bien, la propia actividad, la comunión con Dios mediante la adoración y el servicio, en su consumación.
Esta es la verdad que enseña Pablo en 1ª de Corintios 3. Hablando acerca de Jesús como la fundación puesta en los corazones humanos, el apóstol, dice: «si alguien edifica sobre este fundamento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno u hojarasca, la obra de cada uno será evidente, pues el día la dejará manifiesta. (Es el mismo día que describe el Apocalipsis). Porque por el fuego será revelada, y la obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará. Si permanece la obra que alguien ha edificado sobre el fundamento, él recibirá recompensa. Si la obra de alguien es quemada, él sufrirá pérdida; aunque él mismo sea salvo, pero apenas. como por fuego. Por lo tanto, la corona de la mayor oportunidad para prestar servicio es lo que se podrá perder. Jesús nos dice que no permitamos que nadie nos quite eso. No perdamos nuestras oportunidades, aprovechémoslas y recibiremos la recompensa.
A los que vencen y se aferrran a lo que tienen se les hacen dos promesas. Para empezar Jesús les dice: «yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca jamás saldrá fuera. Las cuatro columnas a cada lado de este auditorio sirven de soporte a toda la estructura de este edificio. Una columna es un símbolo de fortaleza y de permanencia. Nuestro Señor les está prometiendo a aquellos que se aferran a lo que tienen, una posición en la vida venidera de fortaleza y de permanencia; serán personas que soportan cosas. En Gálatas, el apóstol Pablo se refiere a Pedro, a Jacobo y a Juan como «pilares de la iglesia. La iglesia reposaba, en cierto sentido, sobre ellos para que les guiasen y para que enseñasen a los cristianos. En el templo de Jerusalén, que fue destruido en el 70 A.D. había dos grandes columnas delante del edificio, una llamada Jachin (que significa «establecido, permanente) y la otra Boaz («fortaleza).
Por lo tanto, los pilares son símbolos de fortaleza y de permanencia. «Nunca jamás saldrá fuera dice Jesús. Cuando visite usted unas ruinas antiguas se dará cuenta de que con frecuencia lo único que permanece en pie son las columnas. Esta promesa de Jesús de no volver a salir fuera es una referencia a la experiencia de estos creyentes de Filadelfia, que con frecuencia se veían obligados a huir de la ciudad por causa de los temblores de los terremotos que se producían. Cuando os esforcéis haciendo una obra por mi, dice Jesús, llegaréis a un punto en el que no tendréis que volver a salir nunca más, lo cual es una imagen de la seguridad, de la permanencia y de la fortaleza.
Entonces Jesús dice: «y escribiré sobre él el nombre de mi Dios…y mi nombre nuevo. Se escribirán tres nombres sobre el vencedor. Un cambio de nombre sería algo significativo para estos filadelfos porque la ciudad había tenido que cambiar su nombre dos veces en su historia. Se llamó Neo Cesárea cuando Tiberio les ayudó y posteriormente y en honor de Vespasiano, uno de los emperadores flavianos, volvió a cambiar su nombre a Flavia. (Para cambiarlo posteriormente a Filadelfia.) Por lo tanto, estas personas sabían bien lo que significaba tener un nombre diferente.
Jesús les dice: «Os daré tres nombres. Los nombres revelan el carácter de la persona a la que se le ha dado. El primero es «el nombre de mi Dios y esa es una promesa de que los creyentes serán hechos semejantes a Dios. En inglés «godliness es decir, santidad, es una forma corta de la palabra «godlikeness o sea, semejanza a Dios. El propósito del Espíritu en nuestras vidas es hacernos santos o semejantes a Dios. Si está usted creciendo y madurando como cristiano, cada año debería resultarle un poco más fácil vivir, ser más paciente, tener más compasión, entender a otros, y madurar en su manera de juzgar. Y usted debería ser cada día mas semejante a Dios, esa es la promesa que se le hace al creyente que vence por medio de la fe.
En segundo lugar, Jesús dice: «escribiré sobre él el nombre de la ciudad de mi Dios. Los dos últimos capítulos de Apocalipsis ofrecen una descripción gráfica de esta maravillosa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descenderá del cielo como una novia ataviada para el esposo, una preciosa esposa que se va a encontrar con su esposo. Esa es una vez más una imagen de una intimidad llena de amor; alguien fascinado por la belleza y la bondad de otro y deseando estar con él o con ella. Esa es la segunda promesa que se les hace a los que se aferran, que se mantienen firmes en medio de un mundo decadente. Conocerán la intimidad del amor que siente un esposo por su preciosa novia.
Finalmente, Jesús dice: «escribiré sobre él mi nombre nuevo. ¿Qué significa eso? Como un nombre simboliza el carácter de la persona, es una referencia al hecho de que cuando la obra de redención de nuestro Señor esté acabada tendrá un nombre nuevo. Todo el mundo quiere saber cuál será ese nombre nuevo, pero en Apocalipsis 19:12 se nos dice que cuando aparezca Jesús tendrá ese nuevo nombre escrito sobre él, pero es un hombre que ningún hombre conoce. Antes de que Jesús naciese en Belén se le apareció un ángel a José y le dijo que María le daría un hijo «y llamarás su nombre Jesús. ¿Por qué? «Porque salvará a su pueblo de sus pecados. Jesús es el nombre redentor de nuestro Señor y quiere decir «Yahve salva, pero cuando se haya acabado la obra de redención, cuando todos hayamos llegado a nuestro hogar en la gloria con él y haya concluido la obra salvadora y redentora de Dios, Jesús tendrá unas nuevas obras que realizar. ¡Nadie sabe en qué consistirán, será un papel nuevo, pero se le promete a la iglesia una parte en esas grandes nuevas obras! En los nuevos cielos y en la tierra nueva, ya no será necesaria la redención, pero se le dará a nuestro Señor un nuevo papel y la iglesia ha sido llamada a participar en ese nuevo trabajo.
De modo que nos encontramos nuevamente con la palabra de advertencia del Señor:
«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
¡Deténganse! ¡Escuchen! Presten atención al Espíritu. Examinen estas cartas a fondo porque nos hablan acerca de nuestro futuro destino.
——————————————————————————–
Nº de Catálogo 4194
Apocalipsis 3:7-19
Sexto Mensaje
10 de Diciembre, 1989
——————————————————————————–
Copyright © 1995 Discovery Publishing un ministerio de la Iglesia Peninsula Bible. Este archivo de datos es propiedad exclusiva de Discovery Publishing, un ministerio de la Iglesia Peninsula Bible.