La revelación de Dios en el sufrimiento

Job ha estado viviendo en una miseria sin alivio durante meses, con llagas abiertas por todo su cuerpo. Durante este tiempo ha cargado el dolor de siete hijos muertos y tres hijas muertas. Toda su riqueza se desvaneció en una tarde. Se hizo repulsivo para su esposa, odioso para sus hermanos, e incluso los niños lo despreciaban mientras yacía sobre las cenizas fuera de la ciudad.

La vacilante fe de Job y sus quejas hacia Dios

Al principio, Job soportó estas calamidades con sorprendente sumisión: «El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor. . . ¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?».

Pero a medida que la miseria continuó durante meses, Job vaciló en su confianza de que Dios estaba a su favor. Al defenderse de la mala teología de Elifaz, Bildad, y Zofar, dijo cosas sobre Dios que no eran ciertas. Comenzó a insistir en su propia justicia a expensas de la justicia de Dios.

Por ejemplo, en 13:23-24, dijo: «Hazme conocer mi rebelión y mi pecado. ¿Por qué escondes tu rostro y me consideras tu enemigo?» Job solo podía pensar que Dios estaba ignorando su fidelidad y tratándolo como un enemigo.

Él sí llegó al punto donde confesó (en 19:25-27) que después de la muerte vería a Dios como su Redentor. Pero por ahora Dios le estaba tratando como un enemigo, no como a un amigo o hijo, al menos, así pensaba Job.

Y por eso se quejaba ante Dios: «¡Quién me diera saber dónde encontrarle, para poder llegar hasta su trono! Expondría ante El mi causa, llenaría mi boca de argumentos. . . ¿Por qué no se reserva los tiempos el Todopoderoso, y por qué no ven sus días los que le conocen? (23:3–4; 24:1; vea 13:23–24).

La teología superficial de los amigos de Job

Los tres amigos de Job habían adoptado la posición de que la severidad del sufrimiento de Job debía ser señal de algún terrible pecado en su vida. Dios está castigando a Job. Pero Job los silencia mostrando que no hay correlación en este mundo entre la justicia y la prosperidad o entre la maldad y el sufrimiento. A menudo, los justos sufren más que los malvados, y los malvados, a menudo, prosperan más que los justos. Job obtiene la victoria sobre la teología superficial de sus amigos.

La reprensión y el consejo de Eliú

En los capítulos 32-37, el amigo más joven, Eliú, reprende tanto a Job como a sus tres amigos. Estos tres amigos no habían podido explicar el sufrimiento de este buen hombre con su teología. Y Job había sido dicho cosas imprudentes y presuntuosas sobre Dios, a fin de justificarse a sí mismo.

La idea de Eliú es que Job es un hombre justo, aunque no perfecto, y que es amado por Dios. Dios no le está tratando como su enemigo, sino como a su hijo y amigo.

Dios, originalmente, permitió que los sufrimientos de Job comenzaran, para mostrar a Satanás y a los ejércitos del cielo que Job apreciaba más la dignidad de Dios que a sus propias posesiones y a su familia y riquezas. Pero después de que Job mostró que realmente amaba a Dios más que todo lo demás en el mundo, había otro propósito que Dios buscaba lograr al permitir que este sufrimiento se prolongara durante muchos meses.

Ése propósito, según Eliú, era eliminar el residuo de orgullo de la vida de Job, un residuo que yacía dormido en lo más profundo de su vida. Cuando Job fue suficientemente afectado con el sufrimiento, se despertó el sentimiento de orgullo en su vida y se reveló cuando Job trató de justificarse a expensas de Dios.

Un doble propósito para el sufrimiento en la vida de Job

Lo que hemos visto hasta ahora, entonces, es que el sufrimiento de Job tenía una doble explicación: su propósito al principio era demostrar el valor y la gloria de Dios, y su propósito continuo era refinar la justicia de Job. Su sufrimiento no es un castigo. No es una señal de la ira de Dios. El dolor de Job no es el dolor del látigo del verdugo, sino el dolor del bisturí del cirujano. La remoción de la enfermedad de orgullo es lo más amoroso que Dios podría hacer, no importaba cuál fuera el costo.

Recuerde las palabras del Señor: Es mejor sufrir el intenso dolor de arrancar un ojo, que permitir un pecado en en el corazón. Si esto no parece obvio para usted, a saber, que la santificación es digna de dolor en esta tierra, probablemente es porque usted no aborrece el pecado y no valora la santidad como Dios la valora, y como usted debiera. Examinémonos cuidadosamente en este sentido.

Se forma una tormenta y Dios reprende a Job

Hacia el final del discurso de Eliú (32-37), se había formado una tormenta y había llenado de admiración a Eliú. Es como si sintiera la cercanía de Dios en esta tormenta y llevara sus palabras hacia una conclusión. Y ciertamente, de alguna forma, del torbellino viene la voz de Dios a Job (capítulos 38-41).

En el 38:1-2, comienza Dios: «Entonces el Señor respondió a Job desde el torbellino y dijo: ¿Quién es éste que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento?» Alguien podría pensar que Dios está criticando las palabras de Eliú aquí, pero no es así. Está hablando a Job y criticando a Job.

Lo sabemos porque en el 42:3, cuando Dios está hablando, Job cita estas palabras del 38:2 y las aplica a sí mismo. Dice: «¿Quién es éste que oculta el consejo sin entendimiento?» Esta es una cita de Dios, en el 38:2. Y entonces Job responde (en la segunda mitad del versículo 3): «Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía».

Así que las palabras de Dios en los capítulos 38-41 no son una reprensión a Eliú. En ninguna parte Dios reprende o critica a Eliú. Eliú había tenido razón. Job escucha en silenciosa aceptación. Y cuando Eliú termina, Dios habla a Job y no a Eliú. Y por tanto ahora queremos saber qué más tiene que decir Dios a Job. Miremos y veamos.

El juicio de Job ante Dios

Job 38:3: «Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y yo te preguntaré, y tú me instruirás”. Dios ya ha sido demasiado cuestionado por Job. Ahora es tiempo de que Job sea puesto a juicio. Es tiempo de que Dios sea el abogado que interroga.

Permítanme tratar de resumir el interrogatorio sin leer todo el texto. No es exactamente lo que usted esperaría.

Preguntas sobre el mundo inferior

En 38:4-7, Dios se enfoca en la Tierra: «¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia». No estabas ahí Job, y no sabes cómo lo hice.

En 38:8-11, Dios se enfoca en la mar: ¿O quién encerró con puertas el mar, cuando, irrumpiendo, se salió de su seno […]?». Fui Yo, Job, Yo establecí los límites, no tú. No estabas ahí Job, y no sabes cómo lo hice.

En 38:12-15, Dios se enfoca en el alba: «¿Alguna vez en tu vida has mandado a la mañana, y hecho conocer al alba su lugar […]?» Tú nunca lo hiciste. No puedes hacerlo. No sabes cómo hacerlo. Yo siempre lo he hecho. Siempre lo haré.

En 38:16-18, Dios se enfoca en las profundidades del mar y la Tierra. Job, ni siquiera has estado alguna vez en el fondo del océano o alrededor del mundo. Y piensas que sabes lo suficiente para argumentar con Dios.

Preguntas sobre el mundo superior

Entonces, en la última mitad del capítulo 38, Dios deja de enfocarse en el mundo inferior, y empieza a enfocarse en el mundo superior.

Primero, en los versículos 19-21, pregunta a Job sobre el origen de la luz y la oscuridad: ¿Dónde está el camino a la morada de la luz? Y la oscuridad, ¿dónde está su lugar […]?» No sabes dónde está o cómo llegar allá. Pero Yo lo sé, Job. Yo hice la luz.

Entonces, en los versículos 22-30, Dios le pregunta sobre la nieva y el granizo, y sobre la lluvia y la helada: ¿Sabes algo sobre cómo almacenar granizo para el día de guerra? ¿Sabrías cómo dividir el cielo para hacer que llueva en una tierra donde no hay hombre alguno?

O levanta tus ojos incluso más, Job, (versículos 31-33), y mira las constelaciones: ¡Las Pleyades, Orión, Mazarot, la Osa! «¿Conoces tú las ordenanzas de los cielos, o fijas su dominio en la tierra?»

Si no, entonces regresa abajo y hablaremos de nuevo sobre la lluvia (versículos 34-38). ¿Puedes hacer llover? ¿Sabes cómo enviar el relámpago para que venga y diga: «¡Aquí estamos!»? ¿Puedes contar las nubes con tu sabiduría? ¿O es que mis pasatiempos terrenales extienden demasiado tu mente?

Así que sea que nos enfoquemos en la tierra o en el mar o en el amanecer o en el granizo o en las constelaciones o en la lluvia, el resultado es que Job es ignorante e impotente. Él no sabe de dónde vienen. No sabe cómo hacerlas funcionar. Está definitivamente rodeado de misterios, por encima y por debajo. Y también nosotros, porque los avances científicos de los últimos doscientos años son como cubos de agua salada sacados sacados del océano de la sabiduría de Dios y arrojados en un hueco en la arena mientras sube la marea. Dios no está impresionado. Y nosotros debiéramos sentirnos maravillados con nuestra ignorancia, no impresionados con la ciencia.

Preguntas sobre el mundo de los animales

Entonces vienen las preguntas sobre el mundo de los animales.

En 38:39-41, Dios pregunta, ¿quién cree Job que provee comida para los leones y las aves? «¿Puedes cazar la presa para la leona, o saciar el apetito de los leoncillos […]?». Yo lo hago, Job, por todo el mundo. ¿Puedes hacerlo?

O considera el nacimiento (39:1-4). ¿Conoces tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿Has observado el parto de las ciervas?» ¡Piensa en éso Job! Yo estoy por encima de todas estas cosas. Con cada ciervo salvaje en Minnesota que da a luz, Yo estoy. Con cada cabra montés en Suiza y Nepal, cuando dan a luz, Yo estoy allí; conozco sus meses. Yo cuido a los recién nacidos.

¡Piensa en éso Job! Cuando un hombre ve una obra de Dios, como tu sufrimiento, ¿puede ver él su relación con diez mil otras realidades en el mundo, como Yo? Si no, ¿¡cómo se atreverá a juzgar su sabiduría!?

Considera el asno salvaje (39:5-8). «¿Quién dejó en libertad al asno montés?» ¿Piensas que hay criaturas salvajes e impredecibles en el mundo Job? Adivina que. Yo las liberé. Les dí el desierto para que corrieran, y la montaña para que pastaran. Son la obra de mis manos. ¡Todo está en orden! Y tú nada tienes que ver con ello.

Y así continúa. El búfalo (39:9-12): tú no sabes cómo atarlo o usarlo. Él es mío.

La necia avestruz (39:13-18): abandona sus huevos, trata cruelmente a su crías. ¿Quién le hizo olvidar sabiduría? Yo lo hice, Job. Incluso las cosas más necias son mi diseño. Las avestruces y los mosquitos de Minnesota y las moscas negras. Yo las gobierno a todas mediante un diseño perfecto.

Por supuesto, no todos los animales son necios e inútiles. Toma el caballo de guerra (39:19-25), por ejemplo. «¿Das tú al caballo su fuerza? ¿Revistes su cuello de crin?» Job, tú no sabes cómo hacerlo. Soy el Único que sabe.

Finalmente, Job (39:26-30): «¿Acaso por tu sabiduría se eleva el gavilán, extendiendo sus alas hacia el sur? ¿Acaso a tu mandato se remonta el águila y hace en las alturas su nido?»

¡No! Sea que consideremos la presa de los leones, el nacimiento de las cabras monteses, la libertad del asno salvaje, la insubordinación del búfalo, la necedad del avestruz, el poder del caballo de guerra, o el vuelo del gavilán y el águila, el resultado es el mismo: Job es ignorante e impotente. Él no los hizo. Él no sabe cómo controlarlos. No puede ver qué están haciendo. ¡Y sin embargo este Job ignorante presumía de cuestionar los caminos de Dios!

Dios hace una pausa para escuchar la respuesta de Job

Así que al comienzo del capítulo 40, Dios hace una pausa en su interrogatorio para dar a Job una oportunidad de responder.

Y el Señor dijo a Job: «¿Podrá el que censura contender con el Todopoderoso? El que reprende a Dios, responda a esto. Entonces Job respondió al Señor y dijo: He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca. Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más.

Job está comprendiendo el mensaje: una criatura finita que no tiene sabiduría para hacer funcionar este mundo, y es definitivamente ignorante del 99.999% de este proceso nada puede instruir a su Hacedor y Gobernador sobre cómo hacer funcionar el mundo, ni siquiera para condenar a Dios por el modo en que lo hace funcionar.

Dios continúa su argumento contra Job

Dios presiona aún más su argumento contra Job en el 40:6-9, mientras habla de nuevo desde la tormenta.

Ciñe ahora tus lomos como un hombre, yo te preguntaré, y tú me instruirás. ¿Anularás realmente mi juicio? ¿Me condenarás para justificarte tú? ¿Acaso tienes tú un brazo como el de Dios, y truenas con una voz como la suya?

¿Son correctos los caminos de Dios simplemente porque Él es el Dios Todopoderoso?

Este es un argumento perturbador. ¿Quiere Dios decir que debemos someternos a la justicia de sus caminos simplemente porque Él tiene un brazo poderoso? ¿Se supone que reconozcamos Su derecho solo porque tiene poder? ¿Acaso algo es correcto y bueno solo porque Dios lo hace?

Pienso que la respuesta a esa pregunta es sí y no. Por un lado, no hay realidad mayor que Dios con la que podamos juzgar las acciones de Dios. Él no sería Dios si se sometiera a algo fuera de Sí mismo.

Pero, por otro lado, cuando decimos la oración: «Dios es bueno», o «Dios siempre hace lo correcto», Dios quiere que digamos más simplemente: «Dios es Dios». Quiere que veamos que Su poder no es correcto en el sentido de que podría ser caprichoso y arbitrario e irracional, y sin embargo correcto. Por el contrario, Él quiere que veamos que Su poder está inundado de propósitos.

Dios es un poder santo y lleno de propósitos

Así que en el 40:10-14, reta a Job a unírsele en este poder santo y lleno de propósitos.

Adórnate ahora de majestad y dignidad, y vístete de gloria y de esplendor. Derrama los torrentes de tu ira, mira a todo soberbio y abátelo, mira a todo soberbio y humíllalo, y pisotea a los impíos donde están. Escóndelos juntos en el polvo; átalos en el lugar oculto. Entonces yo también te confesaré que tu mano derecha te puede salvar.

Esto es muy diferente a decir: «Reconoce que mi poder es correcto, no importa lo que Yo haga». Al contrario, Dios dice: «Yo empleo mi poder para vestirme de esplendor y para abatir al soberbio y (por implicación) para exaltar al humilde». En otras palabras, la rectitud del poder de Dios no es simplemente que es de Dios, sino que sus propósitos son consistentes con Su excelencia.

La bondad de Dios es, simplemente: que Él exalta su gloria al abatir al soberbio y deleitar al humilde en Su excelencia.

Job se somete y adora

Así que mientras somete a Job, Dios no solo dijo: «El poder hace lo correcto. Así que deja de condenar mis caminos». Dijo, en primer lugar, hay diez millones de aspectos sobre hacer funcionar al mundo en los que no sabes ni lo primero, pero Yo los conozco perfectamente. Así que es presuntuoso asumir que puedes aconsejarme sobre cómo hacer un mundo más justo. ¡No puedes comenzar a conocer todo lo que tiene que tenerse en cuenta al tomar decisiones sobre cómo hacer funcionar el mundo para mi gloria y para el gozo de mi pueblo!

Y en segundo lugar, Dios mostró que Su poder no es arbitrario, sino que está lleno de propósitos. Y su propósito es sostener la gloria de Dios al abatir a los soberbios y bendecir a los humildes. Por tanto, Job no debiera presumir y acusar a Dios de ser arbitrario y caprichoso o irracional. Él debiera someterse a la sabiduría y bondad de las acciones de Dios y aferrarse a la promesa de que «[Dios] nada bueno niega a los que andan en integridad» (Salmo 84:11).

Tres actos de la sumisión de Job

Lo que realmente hizo en Job 42:1-6. Note tres actos de sumisión:

Versículos 1-2: «Entonces Job respondió al Señor y dijo: Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado». Se somete a la soberanía absoluta de Dios: que Dios puede hacer lo que le plazca, y que no está limitado por algo fuera de Sí mismo.

Versículo 3: Cita a Dios y luego da su respuesta. “¿Quién es éste que oculta el consejo sin entendimiento? Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía. Se somete a la sabiduría infinitamente superior de Dios y a Su conocimiento: reconoce que ha hablado sobre cosas que ignora.

Versículos 4-6: Nuevamente cita a Dios y entonces da su propia respuesta. “Escucha ahora, y hablaré; te preguntaré y tú me instruirás.” He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza».

Cuatro Lecciones

Las lecciones para nosotros son claras y simples y profundas:

Crea con todo su corazón en la soberanía absoluta de Dios. Ore para que Dios le dé ésa convicción.

Crea con todo su corazón que todo lo que Él hace es correcto y bueno. Ore para que Dios le dé ésa certeza.

Arrepiéntase por todas las veces que ha cuestionado a Dios o encontrado falta en Él por el modo en que le ha tratado. Ore que Dios le humille para ver estas murmuraciones como pecaminosas.

Siéntase satisfecho con la santa voluntad de Dios y no murmure.

Sea como el gran Jorge Müller de Bristol, Inglaterra. En el día del Señor, 6 de Febrero de 1870, su esposa Mary murió de fiebre reumática. Habían estado casados por 39 años y 4 meses. Él Señor le dio la fortaleza para predicar en su servicio memorial. Dijo:

La extraño en innumerables modos, y aún la extrañaré más y más. Pero como hijo de Dios, y como siervo del Señor Jesús, me inclino, estoy satisfecho con la voluntad de mi Padre celestial, busco Su santa voluntad mediante una sumisión perfecta para glorificarle, beso continuamente la mano que así me ha afligido.

Por John Piper. © Desiring God. Sitio Web: deseandoaDios.org