La mujer que lo dio todo. (Un sacrificio vivo)
Esta historia de la ofrenda de los ricos y la viuda pobre, nos recuerda esa oportunidad cuando la gallina invitó al cerdo a cenar con esta cláusula sugerida: << ¡que ella ponía los huevos, y él el Jamón! >>.
No es lo mismo que la vaca nos de su leche, que su asado. (Perdón por la obviedad)
Veamos la confrontación entre el negarse a si mismo y la muestra del servicio fácil que nos rebela Jesús:
De todas las mujeres anónimas de la biografía femenina, esa viuda tan sacrificada es alguien cuyo nombre y origen nos encantaría conocer. Al leer los Evangelios, su devoción siempre toca nuestros corazones y estamos agradecidos de que Jesús notara su sacrificio y se haya preservado su historia en el cuidado de su alabanza y su Palabra.
1- La ocasión
Durante la semana pascual, las mujeres de todas partes se aglomeraban en el atrio del templo con sus ofrendas para los distintos servicios de este. Junto a las paredes del atrio había receptáculos en la que la gente dejaba sus ofrendas.
Muchos ricos echaban mucho y es muy probable que no se tomaran el trabajo de ocultar lo que daban. No hay duda alguna de que los escribas que devoraban las casas de las viudas, llevándose todo lo que pudieran, alardeaban de lo que daban, pero aquí encontramos a una viuda empeñada en un propósito mucho más noble, es decir en dar todo lo que podía.
Los escribas eran ricos pero egoístas. (Marcos 10:24).
La viuda era pobre pero sacrificada. (Santiago 2:5).
Entre las multitudes, esta viuda incógnita pasó inadvertida entre los que la rodeaban mientras echaba en uno de los cofres sus dos moneditas de cobre. Al dar la ofrenda, pasó inconsciente de que alguien con excepción de ella supiera la medida de su regalo y lo que este costaba.
Cuando hablamos de la <> pensamos en una pequeña ofrenda, pero para esta viuda anónima su pequeño regalo representaba todo lo que ella tenía.
Si los ricos hubieran dado en la misma proporción esa semana santa, ¡Qué tremenda ofrenda hubiera tenido el templo!
Entre todo el dinero que se recaudó ese día, ninguno tenia una mancha de sangre, con excepción de aquellas dos blancas.
Ella dio todo lo que había ganado con verdadera devoción israelita y luego prosiguió su camino para ganar un poco más para las necesidades más simples y para las de cualquier hijo que pudiera tener.
2- La omnisciencia
Como israelita, la viuda debía conocer de Agar y de cómo ella llamó a Jehová por el nombre distinguido y consolador de <> (Génesis 16:13)
Ella dio todo ese día sintiendo que solo los ojos de Dios verían la ofrenda.
Lo menos que se imaginaba era que el que estaba sentado cerca del lugar donde se depositaban las ofrendas era Dios echo carne y que por su omnisciencia él sabía todo acercas de ella y también de la cantidad de su ofrenda y de lo que le quedaba.
No sabemos si Jesús supo de esta viuda piadosa en una de sus visitas anteriores a Jerusalén. La narración parece sugerir que fue la perspicacia divina en las vidas y los caracteres de las personas como en los casos de Natanael (Juan 1:47- 48) y de la mujer samaritana (Juan 4:18).
Debido a su pobreza, la viuda pasaba inadvertida en presencia de la multitud pues no tenía nada de lo que los fariseos ostentaban en sus vestiduras y en las ofrendas.
Pero la vio un ojo que todo lo ve, supo su secreto e hizo un inventario en comparación con el pequeño regalo que ella echó en el tesoro. La Biblia no nos dice si Jesús le habló y le agradeció la ofrenda.
Es probable que ella no estuviera conciente de que los ojos omniscientes habían visto y de cómo ese día su diminuta ofrenda –Entre tantos regalos- había alegrado el alma atribulada de aquel que estaba en camino a darlo todo en el calvario y, además, le proporciono el texto para una lección eterna sobre lo que es realmente una ofrenda sacrificada.
3- Su ofrenda
¡Qué reprimenda que les dio Jesús a los escribas y fariseos ricos que echan enormes regalos en las cajas del tesoro! Pero lo que ellos dieron era proporcionalmente insignificante al lado de lo que la viuda dio y su pequeña ofrenda motivó un mensaje, del mayor dador de todos, que puso a los pobres en camaradería de servicio con los ricos en el reino de Dios:
<
Éstos dieron de lo que les sobraba; pero ella. De su pobreza, echo todo lo que tenía, todo su sustento>>.
Jesús puso la piedad de negarse a sí mismo contra la muestra del servicio fácil.
Las dos moneditas de la viuda representaban esas dos manos que ganaban las dos moneditas y las que ganarían más por otra ofrenda sagrada para el Dios que ella adoraba.
El Apóstol Pablo elogió a las iglesias de Macedonia porque su gran pobreza abundo en riquezas por su liberalidad (2Corintio 8:1, 2)
Ya que <<él es quien guzga las acciones>> (2 Samuel 2:3), en sus balanzas el acto amoroso de la pobre viuda tiene más peso que la filantropía de los fariseos ricos.
Lo que cuenta para aquel que se dio a sí mismo por un mundo perdido, no es lo que damos, sino cómo lo damos. La viuda dio todo lo que tenia en ese momento y lo entrego contenta.
Que siempre recordemos que al ofrendar nos debe inspirar lo que le debemos al que nos redimió por tan alto precio, y, además: Debemos comparar nuestra ofrenda con lo que sobra después que ofrendamos. (Espero que no lo tomemos solo como para nuestro dinero, sino todos nuestros bienes: tiempo, servicio, juventud etc.…)
Cuan apropósito vienen las palabras de Salomón cuando pensamos en la viuda pobre, desapercibida, a quien Jesús premió con un recuerdo eterno: <> (Proverbios 15.3).